LA FULANA POLITICA

A papá se le conoce y recuerda como el fundador del Partido Socialcristiano Copei aquí el el Guarico en 1946, pero lo que muy pocos saben es que lo hizo sin mucha convicción y, para ser más sinceros, le huyó al compromiso.
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Por Daniel R Scott Papá me balbuceó una serie de sonidos que yo, tras ordenarlos trabajosamente en mi mente como quien arma un rompecabezas, interpreté como un "lo único que lamento de irme es no haberlos dejado arreglados". Él solo tiene y nos deja la ya clásica casa montonera como única posesión. Posesión de todos y de nadie. La vieja casa de medio siglo, la casona de las tejas siempre rotas y de las goteras eternas. Él mismo y no otro diseñó los planos, la construyó sobre un montón de piedras que mamá y él trajeron de los ríos cercanos en un Jeep. Fundador de periódicos y de un partido político que llevó a dos hombres a la presidencia de la Republica, no acumuló posesiones ni nadie pudo jamás señalarle de corrupto. Siempre se cuidó de eso. Y cuando Lorenzo Fernández propuso a papá como gobernador del Estado Guárico, el presidente Caldera se opuso. Al todo suficiente presidente del primer mandato le disgustaba la falta de diplomacia y el inevitable tono intrigante de las denuncias de papá, por lo que siempre le mantenía al margen y hasta tomó alguna represalia contra él. Pero en sus afanes patológicos de conquistar la presidencia en 1983, (en una visita electoral que le hizo al municipio Mellado en octubre de 1982), puso una mano sobre el hombro de papá y le dijo a los presentes lo suficientemente alto como para que todos oyeran: "¿Antonio? Siempre escuchen lo que tenga que decir. ¡No se equivoca!". Pero papá nunca le perdono su altivez, ni su pase a la reserva de 1988, ni la controversial frase de "ya sea que voten blanco o nulo", ni su ruptura con COPEI, ni sus aventuras con el partido "Convergencia", ni el sobreseimiento a los militares de la intentona golpista de 1992.
A papá se le conoce y recuerda como el fundador del Partido Socialcristiano Copei aquí el el Guarico en 1946, pero lo que muy pocos saben es que lo hizo sin mucha convicción y, para ser más sinceros, le huyó al compromiso. El me dijo: "En una oportunidad me encontré con mi hermano Daniel Scott. Venía acompañado con el Dr. Pedro del Corral, Ezpinosa Sánchez, y Marco Antonio Angeli. Me hablaron de fundar el partido Copei, solicitaron mi ayuda y me dieron el lugar y la fecha para el evento. Como yo no quería fundar nada me fui de cacería por los lados de Tiznado. Cuando regresé volvieron a buscarme con la misma propuesta. Finalmente accedí y busqué unos trece o catorce personas entre amigos y familiares y procedimos a fundar Copei acá en San Juan de los Morros".Cuando le preguntaba a papá la razón de su renuencia a la hora de proponérsele la fundación del Partido Copei esto fue lo que respondió: "A mí no me gustaba Copei ni Caldera. Yo era buen amigo de Leoncio Martínez, director del semanario Fantoches. Un día el caricaturista del viejo Leoncio publico una caricatura que ridiculizaba a Rafael Caldera. Bueno hijo, la respuesta no se hizo esperar ¡y de que manera! Asaltaron la dirección del diario, destrozándola, y apalearon a Leoncio Martínez, partiéndole la cara. Para mí Leoncio Martínez era como un anciano que mas duraba en la rotunda combatiendo a Gómez que libre en la calle. No se merecía semejante trato. Por eso no me gustaba ni Caldera ni Copei". Y sin embargo papá fundo y militó en el Partido, llegando a ser Secretario General del mismo, hasta el día que se retiro, simbólicamente apaleado por Caldera, y sin un centavo en los bolsillos.
Mi tío Daniel sí que sabía bajarle los humos al aristocrático político venezolano, vengando de alguna manera a papá. Ocupó la gobernación del Estado Miranda y el Ministerio de Agricultura y Cría. Un día que Rafael Caldera le anunció una visita a la casa de su hacienda "Carrizales" ubicada en las afueras de El Sombrero, mi tío Daniel, que era un tarambana sin redención, mando a retirar de los baños el papel higiénico y puso en su lugar resmas de papel periódico recortado en pequeños cuadros. Cuando Caldera salió del baño protestando, mi tío contesto: "Es que así se limpia el culo el pobre, Doctor Caldera". Tengo entendido por mi primo Horacio Alfredo (hasta no hace mucho secretario de política de Enrique Mendoza) que se creó en una de las salas de la gobernación del estado Miranda la biblioteca "Daniel Scott Cuervo"; habría que ver si el tornado de la revolución no barrió el nombre del atolondrado ex gobernador, sustituyéndole por el nombre de algún prócer del marxismo-leninismo.
Papá, pues, no nos deja nada, salvo la honestidad de su vida pública. Cuando supo de las inclinaciones políticas de uno de sus nietos, lo sentó un día y le dijo: "Me hubiera gustado dejarles bienes de fortuna, pero les dejo algo mejor: mi apellido, el que he sabido llevar con dignidad y honor. Te lo entrego para que lo multipliques y lo cuides". Cuando veo tanto odio y negación de nuestro pasado inmediato digo que siempre existió el copeyano y el adeco honesto, pero los hicieron a un lado a la hora de gobernar o gobernaron por poco tiempo. Las ideas y los proyectos políticos no son responsables de la mala conducta de sus seguidores. Pero esa es la tragedia de nuestras sociedades: las ideas van por un lado y la conducta ciudadana va por el sentido contrario. Vivimos de retórica pero se ignora esa praxis que es lo que, en última instancia, trae progreso a un país. 11 de Marzo de 2008

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