La guerra de Independencia

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El historiador y profesor Ángel Lombardi Boscán escribe sobre una nueva visión historiográfica de la Guerra de la Independencia venezolana. Una nueva visión que rescata la dimensión social de los actores de la "heroica y comprometida" gesta.

Ángel Lombardi Boscán 

I
El 19 de Abril de 1810 es el inicio formal de la Independencia en Venezuela, de un conflicto glorificado hasta niveles demenciales por parte de una historiografía necesitada de elaborar una nueva conciencia nacional sobre los valores de la modernidad política, aunque básicamente alrededor del Mito Bolívar y la exaltación por lo militar. Lo que fue una masacre, un homicidio en masa (Igino Giordani), devino en una épica aleccionadora al estilo de lo que nos cuenta Eduardo Blanco en su Venezuela Heroica (1881). Pocos se han detenido a revisar e interpretar éste conflicto tomando en cuenta explicaciones que vayan más allá del maniqueo enfrentamiento entre patriotas y realistas, en realidad, entre buenos y malos.



Es válido señalar que el conflicto de la Independencia fue una guerra civil, combatida básicamente entre oriundos nacidos dentro del propio país, unos a favor de la Monarquía y otros a favor del algo distinto, y que en ese entonces se llamó: Republica. En realidad, y bajo la epidermis de esos conceptos, subyace lo de siempre: un conflicto brutal, una violencia desatada e incontrolable que borra conceptos, ideas y principios hasta subordinarlos a cuestiones primarias asociados a la supervivencia, la preservación de la integridad física, la infaltable alimentación para subsistir y la ansiada búsqueda de un refugio para huir del horror. Es a posteriori, en el remanso de la paz, y con los adversarios ya aniquilados, es que reaparecen las palabras y sus significados para maquillar los desbarajustes de una realidad indómita como la nuestra, Caribe y Tropical.

También es válido tipificar el conflicto como derivado de las rivalidades inter-provinciales al estilo de la Guerra del Peloponeso tal como nos lo cuenta el genial Tucídides allá en la muy remota antigüedad. Caracas y sus aliados enfrentados a Maracaibo, Coro y Guayana. La historiografía de los “vencedores” ha sido poco generosa en plantear una historia sobre fundamentos integradores más allá de las circunstancias del momento histórico. Hoy bien sabemos, que la posición adoptada por las llamadas ciudades disidentes y pro-monárquicas, se hizo en función y la defensa de sus más estrictos y diversos intereses. No obstante, quienes heredamos la impronta impuesta por los vencedores con toda su simbología y ritual, y no formamos parte del esfuerzo por la victoria, hemos sentido la necesidad de reacomodar nuestro pasado a la lógica de la versión historiográfica dominante y elaborada desde el Poder central.

II

Otra perspectiva a tomar en cuenta y que ha sido remarcada por Juan Uslar Pietri es la de considerar la Independencia como un conflicto social y popular, sólo que, y esto es lo paradójico, sin un liderazgo personal visible y sin programa político definido. Sino como entender que estos sectores hayan sido acaudillados, básicamente, en los primeros años del conflicto, por el asturiano Boves y el canario Morales. Morillo, militar de oficio, aunque sin las dotes del estadista político, fue incapaz de apreciar la importancia de las fuerzas populares al lado suyo. El haber licenciado a los 12.000 llaneros, de la denominada “Legión Infernal” de Boves, fue un error crucial que capitalizaron los jefes republicanos para inclinar la balanza del conflicto. Conocemos testimonios de jefes realistas como Cevallos, al frente del Distrito de Coro, que durante la guerra, plantearon éste problema, es decir, el llevar a cabo auténticas reformas sociales con la idea de conferirle a los pardos, negros e indios incentivos de promoción e igualitarismo respecto al sector blanco con la finalidad de que apoyaran y defendieran la causa del Rey hispano. No obstante, esas inquietudes cayeron en un saco roto, y los sectores populares participaron indistintamente en uno y otro bando encontrando en el relajamiento de los controles sociales y jurídicos una oportunidad, mediante el saqueo y pillaje, de obtener por la violencia, lo que se les negaba.

En realidad la Independencia fue un conflicto gestado por circunstancias históricas que ninguno de los actores pudo preveer, entre ellas destaca, la invasión francesa sobre la Metrópoli en el año 1808. No obstante, hubo las llamadas “voluntades objetivas” de la mano de un Francisco de Miranda, un Juan Germán Roscio, un José Félix Ribas, un Simón Bolívar, de una parte “radical” del sector blanco criollo que apostó por la guerra y la ruptura violenta contra España. Lo que al principio se planteo como un paso pro autonomista devino en una contienda feroz. Y los protagonistas principales y visibles fueron el sector pudiente de la sociedad colonial venezolana, es decir, el sector social blanco criollo y peninsular.

Ya no es tan sencillo afirmar, como lo hacen los textos escolares de historia, que la guerra la ganaron Bolívar y el pueblo venezolano para zafarse de una tiranía. Nuevas lecturas rescatan la dimensión, igual de heroica y comprometida, de los partidarios de la causa del Rey. En función de ello, es que quiero rescatar dos proposiciones teóricas, sujetas a un conveniente debate, la primera tiene que ver en que debemos reconocernos en todas nuestras herencias pasadas, sin suprimir ni borrar de la Historia a ninguno de sus fundamentales actores. Lo indígena cuenta de la misma forma que lo hispano y africano. La complejidad de ese proceso en su evolución en el tiempo conforma lo que hoy conocemos como venezolanidad. Y segundo, vinculado con lo primero, nuestro Historia ilustre, no empieza con la Independencia, sino desde el mismo momento en que los primeros pobladores, en tiempos remotos, se asientan, en lo que es hoy Venezuela.

Ángel Lombardi Boscán es Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad de Zulia, LUZ


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