De aguas sulfurosas a vida divertida

La Puerta. Guarumen Edo. Guarico
Foto Fochagol
Por José Obswaldo Pérez

EN LA POBLACIÓN del municipio Ortiz existieron varias termales. Muchas ellas fueron estudiadas por el doctor Adolfo Erst, profesor de la UCV y uno de los primeros fundadores de la investigación positivista en Venezuela. De estas aguas todavía existen y se pueden ubicar en diversas partes de la localidad. Por ejemplo, en el caserío Veladero (aún quedan vestigios) y así como en las Galeras de Ortiz; también, en San Francisco de Tiznados y en Guarumen, esta última ubicada al sur del municipio entre los limites de Roscio, Ortiz y Mellado del estado Guárico.

Las de Guarumen son las más famosas- históricamente- de todas las halladas en la jurisdicción orticeña. Geográficamente conforman una galera y, a su vez, una red hidrográfica que forma un curso de 38 Km. de agua, las cuales van desde la fila alta de Campanario, siguiendo al Sur hasta La Horqueta y el Palmar de Paya . Toda esta ruta hidrográfica fue, entre los siglos XVII y XVIII, un trayecto navegable y una vía alternativa para comunicarse con el río Guárico y el Orinoco. Toponímicamente, el nombre proveniente de la voz caribe guaruma y es un fitopónimo que identifica a una pequeña palmera semejante al Píritu, muy abundante en la zona.

Un testimonio de aventura y viaje lo ofrece el poeta de la conquista española, Juan de Castellanos, quien acompañó al conquistador Antonio Sedeño a entrar al Valle del Tiznados por la ruta de los ríos Guárico y el Paya, torneando la Galera de Guarumen en 1538. El poeta describe la geografía del lugar y narra la muerte de Sedeño, quien fue envenenado en Tiznados por uno de sus acompañantes. Esta vía de comunicación sirvió también para comercializar y contrabandear ganado y cuero, en forma alterna hacia el Oriente, en busca de la ciudad de Cumaná que era un Hinterland portuario que comunicaba con las islas del Caribe y las Antillas.

La fama de los baños termales de Guarumen es de 1874. Año cuando por iniciativa del presidente Antonio Guzmán Blanco se valorizan la importancia dichas aguas y se ordenaba una investigación de las mismas. De esa fecha, también, son numerosas las referencias geográficas de este topónimo, el cual se resalta en las cartas del presidente Antonio Guzmán Blanco dirigida a su esposa Ana Teresa Ibarra y a ministros de su gobierno.

El lugar tuvo una posada de camino y constituyó, en el siglo XIX, la atención de escritores, políticos, periodistas y científicos de la época. El doctor Adolfo Rodríguez, en una opinión sobre el tema del traslado de la capital del Estado a Ortiz, expresa que dicha capitalidad se debió probablemente a la importancia de estas aguas sulfurosas y que un año antes el presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco, había visitado para curarse de sus dolencias.


La filarmónica de Guarúmen

Las aguas sulfurosas no sólo tuvieron incidencia política, también la hubo desde el punto de vista cultural. La creación de la Filarmónica de Guarumen fue producto de los guzmacistas locales. Aun cuando fue un club efímero, este grupo musical estuvo conformado por músicos de Ortiz, Parapara, Barbacoa y El Sombrero. Todos organizados por los generales Aquilino Álvarez y José Ramón Núñez, para complacer, en muchas ocasiones, al Presidente de la República. Estos agasajos al Jefe del Estado se realizaban en la casa de hospedaje del señor Francisco Matute – de estirpe orticeña-, que habitaba específicamente en El Paso de Guarumen.

Una nota de prensa del diario La Opinión Nacional reconoce y elogia a esta agrupación que – según la publicación - en la temporada del 2 de febrero de 1874, el presidente Guzmán Blanco había venido a este lugar a mitigar las neuralgias. Allí el ilustre americano descansaba; se servía de un buen vino y se relajaba con un baño medicinal. Disfrutaba de las altas atenciones del general Núñez, de los honores locales, música y bailes, en la compañía del séquito que lo acompañaba, entre ellos, los profesores de la Universidad Central de Venezuela, Luís Rodríguez y Pedro Medina, quienes –según la misma reseña periodística- llevaron “vida divertida”.


Pero, no sólo el presidente del Septenio disfrutó de la Filarmónica de Guarumen, también lo hizo otro Jefe de Estado posterior y cercano a estos lares: el general Joaquín Crespo Torres, el Héroe del Deber Cumplido.

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