Las reminiscencias de doña Laura

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Las reminiscencias de doña Laura no pasan de ese tiempo del gomecismo en Ortiz. En su memoria desfilaban fugaces momentos del paso de la capital a San Juan de los Morros y los días cuando los orticeños agasajaban al general Juan Alberto Ramírez, para que el poder regional se quedase aquí.


Por José Obswaldo  Pérez


DOÑA LAURA SOJO DE SEIJAS se nos hizo diminuta dentro de su silla de rueda, solo sus ojos resaltaban toda su humanidad de mujer. Muchos días atrás, antes de dejar su existencia, fue confidente de varias historias pasadas de Ortiz. Muchas de ellas eran relatos que brotaban con sus 89 años de vida, porque fue para esa fecha, cuando la encontramos una tarde en su casa hablando sobre los secretos de este pueblo.

Doña Laura Sojo de Seijas
/Reproducción JOP

―Yo lloré cuando mire una mujer presa- me confesó. Todavía era una niña. Aquel entonces  el país gobernaba el general Juan Vicente Gómez. Era tiempos de miedo y en Ortiz algunos jóvenes y de mayor edad se prestaban para la conformación de un movimiento de oposición contra el régimen.


Doña Laura Sojo de Seijas había nacido el 4 de julio de 1904, a las 4 de la mañana. Una suerte cabalística en la que llegó a pensar. Una vez su mama le dijo:
―Mira Laura, tú como naciste con los cuatro, debería jugarte ese número. Y yo nunca me lo jugué -, comentó riéndose.
Las reminiscencias de doña Laura no pasan de ese tiempo del gomecismo. En su memoria desfilaban fugaces momentos del paso de la capital a San Juan de los Morros . Aquellos días cuando los orticeños agasajaban al general Juan Alberto Ramírez― presidente del Estado-, para que el poder regional se quedase aquí Ortiz.
―Siempre el general Ramírez tuvo la esperanza de que la capital del Guárico fuera nuevamente en Ortiz-, dijo con un dejo de nostalgia-. Pero, “los calaboceños peleaban con uno”, para referirse a la disputa de esa categoría política que vivió Ortiz y que, al final, dejó sus resabios entre los que se opusieron a esa jerarquía administrativa.
Aquel día hubo protocolo y fiesta para el traslado de la capital. En la casa de la familia Galindo, doña Laura y otras personas se encargaron de hacer las hallacas para los comensales de tal festividad.

-Aquí se hizo una gran fiesta, refirió.
Doña Laura Sojo de Seijas se casó el 27 de julio de 1927, a los 23 años, con don Antonio Seijas Hurtado. Los testigos de la boda fueron Canuto R. Aguirre y su esposa Mariana de Aguirre. La bendición del matrimonio estuvo a cargo del padre Francisco Javier Peña. Su esposo llegó a ser juez municipal por unos días, aunque renunció por no estar muy a gusto. Pero fue funcionario de la Junta Municipal, en varias ocasiones.
―Tuvimos casados 11 años y siete meses, tranquilos y nunca peleamos-, dijo orgullosa. Don Antonio Seijas falleció a los 45 años de edad, en el mes diciembre de 1938. Fue hijo legítimo de don Luis Seijas y Rosa Hurtado.
Entre su historia de vida, Doña Laura fue dueña de la Pensión La Llanera, ubicada en la Calle Comercio, hoy avenida Bolívar. Casa que había pertenecido anteriormente a don Rosendo Martínez, un viejo masón de distiguidas cualidades intelectuales.

“En esa vieja Casa Alta nos visitaba mucha gente. Yo tenía tres mujeres que trabajaban conmigo, siempre trabajando”, decía.
Uno de esos asiduos visitantes al negocio fue el general Roberto Vargas Díaz, su paisano, a quien conocía bien. Un legendario personaje que fue guerrillero y político en Ortiz. Durante del gomecismo fue presidente del Guárico y entre 1935-37 fue Secretario de la Presidencia de la República y senador por estado Apure.
―El general Vargas era trigueño-, lo describió.Y más adelante profundizó en los destalles:
―Era un hombre vulgar y tuvo dos hijos. Por dos meses le estuve haciéndole la comida. Su plato predilecto eran los frijoles.
En la resolana del atardecer, doña Laura se sentaba en el portón de su casa para distraerse mirando la calle o saludar amigos de a pie conocidos. De ella quedaron amainados recuerdos y retazos de memoria.


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