La primera putica de Zaraza


Por Manuel Vicente Soto Arbeláez


Los pueblos de la diócesis venezolana visitados por el obispo Mariano Martí, en el último tercio del siglo XVIII, fueron descritos por él a nivel de detalles, tanto desde el punto de vista físico, como en el carácter de sus pobladores. A lomo de acémilas recorrió don Mariano la geografía de la Provincia de Caracas, cuyo límite jurisdiccional oriental era el río Unare, anotando su secretario todos los detalles que el obispo le dictaba. Al Guárico llegó por 2a. vez el 28.01.1783 entrando por San Juan de los Morros; el día 29 llegó a Parapara y el 30 se detuvo en el sitio de Paya. El último de enero se detuvo en El Sombrero de donde siguió el siguiente itinerario: Barbacoas, El Calvario, Iguana, San Fernando de Cachicamo, Altamira, Santa María de Ipire y el 1° de marzo entró a Chaguaramal de Perales donde comenzó a administrar la justicia de la Iglesia Católica, remendando matrimonios rotos, ordenando a los hombres solos, pero con sus esposas en otros pueblos, traerlas de inmediato, so pena de ser castigados. Don Pedro Joseph Ossio, cura propietario del lugar, le da la información sobre el vicio predominante en la parroquia que era la incontinencia, “por los muchos amancebamientos ya de hombres y de mugeres, casados, ya de parientes, que ni en adulterios ni en incestos se repara"(..).


Y para mayor sorpresa del prelado, se encuentra entre los habitantes a una Magdalena irredenta, puta de oficio, que además tenía un expendio de aguardiente y quien era “muy libre en hablar palabras y deshonestidades”(..). Agrega el obispo que personalmente la ha reprendido severamente para que no venda aguardiente dentro de la casa “administrando en ella para que le bevan y que desde la puerta venda lo que quisiere; y he prevenido a este cura (Ossio) para que si dicha Luisa Victoria -así se llamaba la putica- contraviene a esto, le mande a castigar por el Teniente Justicia, y también la he reprendido por su libertad en hablar deshonestidades"(..).

Cuando Martí abandonó a Chaguaramal la mestiza orituqueña continuó con su vida licenciosa de siempre. Al Unare había arribado expulsada de la región del Orituco porque su casa era un lupanar. Cinco años después, en l788, todavía Luisa Victoria era del oficio concupiscente de la carne, pues en uno de los documentos del juicio que la Iglesia le incoó al cura propietario de la parroquia desde esa fecha hasta 1796, don Nicolás de Perea, se le acusa a éste de visitar a la pecadora donde "libaba aguardiente a plazer”(..), según el libelo. Para ese entonces el Pbro. Perea tenía 65 años y mantenía relaciones maritales completas con su amante doña Ana Gutiérrez, mujer blanca de edad mediana, "que no era fea"(..), como dice el documento. La diócesis se vio forzada a nombrarle un coadjutor porque el titular “era nada Zelozo para quitar escándalos"(..).


En 1792 el adjunto logró expulsar a don Nicolás quien se fue con doña Gutiérrez para Turmero. Pero antes de irse demandó al joven cura “por el pago de la mitad de los ingresos de la Ygla. en estos últimos quatro annos que en Justicia me tocan"(..). La historia de esta lite es muy larga y la contaré en otra ocasión. Sólo me queda agregar que el pecador Nicolás de Perea, no se parecía en nada a un prelado anterior a él, que había servido en Santa María de Ipire y en la ermita de su abuelo don Carlos del Peral en Chaguaramal del Batey. Me refiero al probo, pío y casto don Miguel Francisco Berroeta.

El denunciante de Perea fue su coadjutor Pbro. Br. Manuel Antonio Arbeláiz Berroeta del Peral. Pero volviendo a la historia principal que nos ocupa debo decir que a partir de 1788 le perdí la pista a la viuda mestiza Luisa Victoria, quien ostenta el nada honroso título de haber sido “La primera putica de Zaraza”, ¿Podrá alguien reencontrarle la huella? ¿Valdrá la pena? !Ah Mundo!

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