A principios del siglo XIX, la vieja Iglesia de San Francisco de Asís estaba en ruina. Más tarde, el presidente de la República, General Joaquín Crespo Torres, dotó a este templo de la imagen del santo de Asís y la restauró con estilo neoclásico. Según arquitecto Gasparini, aquella arquitectura religiosa fue construida en el siglo XVIII, tal como lo revela la intervención de sus constructores, quienes supieron dirigir la obra con intención artística.
Por José Obswaldo Pérez

LA IGLESIA aparece con sus viejas columnas y paredes desgarradas por el tiempo. En la callecita La Presentación que conduce a una colina se halla esta imponente estructura, en medio de árboles que salen de paredones de adobe, donde también se anidan los comejenes, las avispas amarillas y otras alimañas. Pero, en medio de aquella soledad, entre el paisaje agreste y las cuerdas de alambre de púa que lindan el lugar contra toda memoria, aún su historia es implacable. Más allá de la funesta teoría de que sus muros se ahogarían bajo las aguas de la represa, como tampoco le sucedió al viejo pueblo.
Fue previamente una ermita o una especie de capilla pública, pequeña, hecha de bajareque. Al parecer se comenzó a construir en 1722, por los esfuerzos de varios vecinos, principalmente, por el rico terrateniente y encomendero don Marcos Jaspe Coronado, propietario de las posesiones Guaitoco (1791) y Corralito, con 2.000 reses que pastaban las sabanas más ricas del Tiznados (Botello, 1998; MacPherson, 1988:223).
La antigua capilla – la primera que dio origen a su iglesia- estaba ubicada en el llamado sitio o Hato Tiznados, propiedad del latifundista Agustín Ceballos. Funcionaba como “la matriz y la principal”, junto con siete oratorios distribuidos en el propio Tiznados. Esta ermita funcionó hasta 1728. Había sido una vicefeligresía; e inclusive, en 1720 o 1722, cuando fue elevado el sitio a parroquia, por disposición de las autoridades eclesiásticas. Fue su primer párroco el presbítero don Domingo José de Espinoza hasta noviembre de 1744, cuando renunció a su obligación.
En 1746, cuando se efectuó la primera visita pastoral a cargo del monseñor Juan García Abadiano, ya había en este lugar cura e iglesia parroquial dedicada a la advocación de San Francisco de Asís. Una fecha clave, por cuanto se considera como la referencia más antigua del nombre de la población; así se confirma en una matrícula de 1758, cuando la localidad tenía 1.763 habitantes y era cura del lugar, el párroco bachiller Santiago Armada, una figura conocida en el quehacer artístico de la historia colonial venezolana.
Más tarde, desde 1765, fue su titular el presbítero Don Diego Báez Simancas, quien se convirtió en el impulsor de la Iglesia de San Francisco de Asís de Tiznados, junto con el ganadero Don Pedro Alcántara Nieves, tío de Juan Germán Roscio. Ambos habían donado partes de sus tierras para permitir la fundación del pueblo y crecentar el número de habitantes.