La historia venezolana registra múltiples derrotas ligadas a la impaciencia. El momento actual abre una posibilidad distinta, más exigente: ganar por contención, cálculo y resistencia al error.
Por Xavier Padilla
María Corina llegó a un punto excepcional: concentra en su persona una expectativa real que se traduce en ventaja estratégica y en pieza de altísimo valor. En ajedrez, cuando una pieza adquiere ese peso, el campeón deja de moverla por impulso y empieza a mover el tablero alrededor de ella.
El régimen comprende esta situación con mayor claridad de lo que muchos suponen. Dado que la disputa por legitimidad y conexión popular ya produjo su saldo (uno desfavorable para él), su objetivo actual pasa por inducir movimiento prematuro, forzar decisiones bajo presión emocional y provocar gestos heroicos que parezcan audaces y terminen siendo funcionales a su maquinaria represiva.
La tarea de MCM en esta fase gira en torno a la administración del tiempo como herramienta. Cada día sostenido sin error estratégico incrementa el desgaste del régimen, amplía fisuras internas y expone debilidades acumuladas. El tiempo bien conducido favorece a quien actúa sin depender de la fuerza bruta.
La presencia física de MCM dentro del país sólo adquirirá sentido cuando ello active consecuencias irreversibles. Un retorno sin cobertura estratégica ofrece al régimen una escena que sabe administrar: persecución, encierro, relato épico controlado. La amenaza profunda para una tiranía madura surge cuando el conflicto permanece abierto, sin posibilidad de clausura.
En el plano internacional la clave reside, por su parte, en seleccionar interlocutores con capacidad de acción concreta —ya sabemos quiénes son—. Allí el registro moral cumple una función de encuadre. El desplazamiento real ocurre cuando el caso venezolano se integra en cálculos de seguridad, economía y estabilidad regional de los decisores con capacidad de acción. Ahí genera costos y modifica conductas.
Resulta igualmente decisivo para ella preservar, de cara al régimen, la ambigüedad estratégica. Anunciar de forma anticipada revela intenciones y reduce margen de maniobra. El silencio bien dosificado obliga al adversario a anticipar escenarios, cometer errores de cálculo y dividirse entre lecturas contradictorias.
MCM necesita conservar su condición de referencia sin transformarse en punto de choque. Centralidad sostenida, visibilidad medida, liderazgo sin sobre escenificación, firmeza sin prisa. Esa combinación desarma a un adversario habituado a reaccionar frente a blancos fijos.
En términos de ajedrez, esta etapa corresponde a una asfixia posicional. Se reduce el margen de maniobra del rival, al cual se le encarecen todas sus respuestas, y así se acumulan ventajas pequeñas en su contra hasta que cada movimiento empeora su situación. El desenlace aparece cuando desaparecen para él las jugadas útiles.
La historia venezolana registra múltiples derrotas ligadas a la impaciencia. El momento actual abre una posibilidad distinta, más exigente: ganar por contención, cálculo y resistencia al error.
Si MCM sostiene ese pulso, el cierre llegará por agotamiento del sistema, como consecuencia de su propia inercia.
Xavier Padilla es escritor y mśusico venezolano, autor de El ídolo que devoró a su pueblo (Amazon, 2025)
