Lucas Guillermo Castillo Lara (1921-2002) fue un escritor e historiador venezolano que dedicó especial atención a la historia regional y local de diversas regiones de Venezuela. Fue autor de más de una veintena de textos historiográficos (entre ellos, Calabozo: el derecho a vivir bajo el sol) Además, Castillo Lara fue una lúcida y poderosa conciencia del siglo XX. Adolfo Rodríguez comenta el fascinante libro en que plasmo sus impresiones sobre el desarrollo histórico de la ciudad calaboceña.
Por Adolfo Rodríguez
INTRODUCCIÓN
Fundada en 1724 para resguardo y custodia de las Misiones de Indios de Nuestra Señora de los Ángeles y de la Santísima Trinidad, en la Mesa de Calabozo, Llanos de Caracas, la Villa de Todos los Santos de Calabozo, su espectacular crecimiento durante el siglo XVIII. Los misioneros capuchinos la erigen con tal jerarquía, dentro de esa amplia región, como enclave civilizatorio de previsibles y necesarias expectativas económicas, sociales, políticas, religiosas, en tan vasta territorialidad.
La configuración de una economía ganadera y agrícola basada en labores intensivas (pequeñas fincas y minifundios) subvendría a la conformación de una estabilidad suficiente como para soportar la etapa primigenia de la ciudad así como las dificultades en un contexto dominado, políticamente, por un stablishment orientado por una concepción extensiva de la ganadería y la gran hacienda con fines mercantiles.
Lucas Guillermo Castillo Lara, en su obra al respecto, publicada en 1975, elabora un inmejorable estudio para comprender los orígenes y avatares experimentados por dicha ciudad en su período iniciático. Cuatro de los capítulos de dicha obra son significativos al respecto: “El desarrollo promisor del pueblo” (cap VII), “La mayoría de edad de Calabozo” (cap. XIV) , “Título, dignidad y escudo de villa libre y eximida” (cap. XV) y “La Villa consolidada y estable” (cap. XVI). 19 capítulos en gran parte referido a los contratiempos y otras incidencias que se cernieron en torno al proyecto fundacional o “derecho” mencionado por dicho autor.
DESARROLLO URBANO
Erigida en 1724, diez años más tarde ha “crecido de tal manera, que para una jornada que proyectaba hacer el P. Fray Marcelino de San Vicente, los vecinos aportaron 84 hombres con sus armas.
“En la delineada plaza que medía 120 varas por cada frente, cuatro botalones marcaban las esquinas y diseminadas en su cuadrado unas cuantas matas de chaparro y la sombra acogedora de algún camoruco o algún caro. Frente a la plaza comenzaba a apostarse las casas”. Agregando que “igual sucedía por las ocho calles que de allí partían, rumbo a los cuatro vientos de la Sabana(…) la iglesia de bahareque y techo de palma”. En cuya construcción participan “todos los vecinos”, quienes la dotan de sus “ornamentos y demás objetos litúrgicos para el culto”. Que concluida fabrican Casas Reales, Cárcel y Carnicería.
En 1735 Don Francisco Casado y su mujer Doña Francisca Oviedo y Castro donan la Casa Cural, reparada años más tarde por el Capitán Adrián Francisco Delgado “cortando las maderas para levantarla” y reedifica en 1806 el padre Roque Díaz. De bahareque, con cinco piezas, techo de palma.
Apunta Castillo Lara (1975) cómo “la vida se deslizaba con austera sencillez y los vecinos trataban de construir su propio desarrollo” (p. 138).
En la Semana Santa el vecindario costeaba cuatro procesiones (pp. 133-146)
Y en 1744 una matrícula, según los misioneros, fija la población en 1850 personas. Para Castillo Lara “el progreso” de la villa es indetenible: “crecía y se desarrollaba, estirando calles y paredes hasta la abierta sabana. Iglesia, Casas Reales, Cárcel y Carnicería, Cura, Teniente de Justicia, vecindario numeroso. Tierras Propias. Actividad económica productiva”. De manera tal que en 1752 cuenta con las condiciones necesarias “para adquirir su mayoría de edad como pueblo” (p. 294).
De “tarea civilizadora” califica la cumplida por Fray Marcelino de San Vicente y sus seguidores” (p. 294).
Afianzaba. en su “ánimo”, “la idea de hacer entrega de la Villa a las autoridades civil y eclesiástica a fin de que pasase directamente a su control y administración”. Lo cual se cumple a principios de aquel año” y la Villa es erigida en parroquia”, tomando en consideración sus “términos y linderos” originales (Pp. 295, 298).
En 1774 el Rey le concede a la Villa Título, dignidad y Escudo de villa eximida”, advirtiendo Castillo Lara que resultado de una siembra que “venía de atrás, de una pequeña semilla que amorosas manos franciscanas colocaron junto a una sencilla cruz, en la tierra fértil de unos hombres con vocación de hacer y construir”. Gestión formal que data de 1754: fijar “el territorio en que debían ejercer su jurisdicción los jueces de la Villa, cuyas facultades debían ampliarse. La erección de un Cabildo con dos alcaldes Ordinarios, dos de la Hermandad, alférez Real, Alcalde Provincial, Depositario general, fiel ejecutor, Regidores, Procurador General, de Menores, y Escribano Público y de Cabildo”.
“Según la matrícula levantada ese año, había 174 familias(… ) amen de otra libre que no estaba avecindada . Tenia tres compañías milicianas con más de 300 hombres, oficiales, cajas de guerra, banderas, espontones y partesanas. Las dos Misiones colaterales tenían sus Iglesias, Curas, Casas Reales, Cabildo, Capitán Alcalde y dos compañías de indios reducidos” . El gobernador Solano ordenó en 1764 “expedir testimonio de todo lo actuado, para que Calabozo ocurriese a impetrar al Rey, la dicha gracia” (p. 305.308).
Se demarcaron las tierras de la villa, un plano fue levantado, numero de casas, 18 de tapia y tejas y otras más que se construían al modo de la Capital”, Una nueva Iglesia en construcción de tres naves, casa Real de bahareque doble, tejada, “madera firme y estable, con tres piezas, una sala con piso enladrillado, otra que servía de cárcel y la tercera que servía de calabozo con cepo, cadenas y grillos. Una carnicería cuya casa estaban fabricando, los corrales ya estaban listos para encerrar los ganados y las pesas repartidas a los vecinos para el abasto de carne todo el año” (p. 321).
Asimismo tres compañías Milicianas de blancos, Una de Pardos y otra de Zambos (p 324).
Elocuente los términos en que se manifiesta la Real Cédula:
“Carlos III, Rey de España, “he resuelto…. Condescender a su instancia, continuándole, o contendiéndole de nuevo la denominación y privilegios de VILLA EXIMIDA, Terreno y Jurisdicción propia…. Usando signo de Villa como a tener Picota y Horca. Que para su gobierno político y Civil, pueda tener y Tenga dos Alcaldes que ejerzan su jurisdicción Ordinaria; seis Oficios de Regidores, los cuatro Censillos y los otros dos con títulos de Alférez Real y Alguacil Mayor, y una escribanía Pública y Cabildo… etc….etc., en Aranjuez, a los 20 días del mes de abril de 1774.
En 1780 el Obispo, entre otras disposiciones, tomó medidas respecto a cementerio, por cuanto se enterraba los muertos en la propia iglesia (p. 249).
La relación de la cantidad del ramo de propios y arbitrios de la villa y su aplicación, enviados en 1795 por Francisco de Vegas al Gobernador y Capitán General. correspondiente a los años 92, 93 y 94, ofrece ligeramente una idea del desarrollo económico, social y cultural experimentado por la Villa en vísperas del siglo XIX . A saber: pensiones de solares, dos pulperías, pasos o transporte de los ríos, tierras de labor, Carnicería, gastos en prisiones y otros hierros para la Cárcel Real, pagos al portero para el aseo y cuido de la Sala Capitular asignados por el Cabildo, desde su erección; desyerbo de la plaza, fiesta del Corpus Cristi Corpus con vísperas, procesión, misa, músicos, violines y cera, cajero y pífano: fiesta de Todos los Santos, con tercia, procesión, músicos, violines y cera; pensión a su “Magestad” según su Real Cédula de confirmación, costos de la dependencia que en la Junta Superior de Real Hacienda se hace sobre dehesas y ejidos de la villa; fábrica de la Cárcel y Casas Reales, cercarlas todas de tapias y rafas, dar principio a los corredores, con pilares de ladrillo y mezcla, barandas de madera y entablar la mayor parte de dicho corredor; ramo de pesas, multas (Carrasquel, F., 1943, pp . 370-373).
CIVILIZACIÓN
El concepto de desarrollo manejado por Castillo Lara, generalmente, se asocia, identifica o complementa con la noción eurocéntrica de civilización, en cuanto que modo de vida reducido a grandes concentraciones humanas, fácilmente controlables. En tal sentido valora la labor cumplida por los misioneros y “la dificultad de civilizar aquellos indios trashumantes” (p. 143).
En 1750 se traslada la Misión de la Santísima Trinidad de un lugar contiguo a la Villa hacia el sitio de Marchena en virtud de encontrarse “más civilizados los indios” (p. 300).
De 1752 data su erección en Parroquia y Vicaría y a poco su designación como cabecera de partido y un curato correspondiente al de San Francisco de Tiznados (p. 325).
En 1764 un Prefecto considera que la dos Misiones de Nuestra Señora de los Ángeles y de la Santísima Trinidad , cuya custodia ejercen los pobladores de la villa, “se encontraban en estado de pasar al estado secular”, significando que “estaban civilizados“ (p. 145). Así que “un año antes de la entrega” la población se mantenía estable, ambas con sus iglesias de teja, “muy capaces y decentes y debidamente ornamentadas”, aptos para convertirse en Curatos de Doctrina. En tanto que sus pobladores “con ánimo pacífico y naturaleza dócil” (p. 301).
Los misioneros e incluso alguno de los soldados que los acompañan en su labor reduccionista, se ocupan de la formación religiosa de los indios. En tanto que, para los blancos, pardos y otros asentados en la villa, a los efectos de su ascenso cultural que les permita mayor autonomía regional, el Cabildo se dirige al Obispo Mariano Martí para que les designe un Preceptor y los Estatutos de una Escuela que se encontraba cesante. Se designó a José Julián Llamozas. Y como expresa Castillo Lara, no “simple escuelita”, por cuanto “profundizaba en los estudios humanísticos”. Latinidad que aborda la Gramática por el Arte de Antonio de Nebrija. poética según los clásicos griegos y latinos y Retórica, de acuerdo con el método, práctica y estilo estilado en Caracas Aprendizajes que evaluaba el Vicario en compañía de otros sacerdotes (Pp. 346-348).
OTRO DESARROLLO
Castillo Lara, aunque enfoca su historicidad en términos de una muy personal concepción positivista, no descarta aperturas de conquistadores y colonizadores, hacia una comprensión de la otredad americana. Al respecto su apelación a la existencia de una conciencia acerca de la posibilidad de un origen común y subsiguiente tolerancia y convivencia:
Dice de colonizadores que reconocen haber recibido indígenas capturados en incursiones esclavizadores, “tocados en sus conciencias”(1984, p. 89). En tanto que juzga “un clima de conciencia” el derivado de cierta definición sobre encomienda (p. 106).
Una predisposición que se pone de manifiesto en varias circunstancias como para inferir una interculturalidad que incide en los procesos históricos a modo de mutua aculturación como hecho forzoso en los procesos de “desarrollo”.
El reconocimiento de otros modos de vida con sus respectivas dinámicas evolutivas o no, étnicas o neoétnicas, forman parte de la formación socio-cultural de los pueblos.
Elocuente es la defensa que Don Tomás Suazo y Arévalo cumple ante las acusaciones formuladas contra el denominado bandolero Guardahumo. Intuitivo y perspicaz Castillo Lara la califica de “novedosa“ y estima que tal defensor “se toma a pecho su papel”. Deviene explicativo, valorativo, justificativo y legitimador de las diferentes actuaciones de dicho bandido como parte de un modo de vida étnico:
“andaban por los campos como es su profesión natural, y que solo tomaron lo necesario para su sustento y transporte, lo que no es mucho, pues viéndose estos hombres despojados de sus tierras que les dio la naturaleza por los españoles que las habitan, tomen lo necesario para la conservación de su vida, por cuya razón viéndose atropellados y desposeídos de ellas tal vez hacían los homicidios supuestos que se le acusan”
Trasladando, más bien, a los acusadores, tales responsabilidades, ya que si “hubieran tenido anteriormente sus Corregidores, que los hubiesen hecho guardar sus fueros, regalías y privilegios, y no hubiesen protegido el despojo y usurpación de sus terrenos, no se vieran precisados a sujetar su alimento a la caza de venados, cachicamos, y demás, amelear , y otros ejercicios a que se dedican”.
Concluyendo que el “más racional” debería deducir que sus exabruptos derivan del hambre, desnudez, persecución.
Que las confesiones de Nicolas Guardahumo no justifica la sentencia porque su ignorancia o fatuidad, pudo resultar de la conminación o las represiones, “rígida prisión y extrañas cadenas”. Desmerece los raptos de mujeres, atribuyéndolos a consentimiento por parte de éstas, por preferir el libertinaje y el ocio que “la recolección y sujeción en que vivían”, amén de que Guadahumo les daba 2un amoroso tratamiento”. Culpando a las autoridades de que se hiciese Capitán de bandidos (Castillo Lara, 1975).
Atisbos que obliga a revisar interacciones entre los indios de las misiones con respecto a los vecinos de la villa, así como con respecto a otras etnicidades y neoetnicidades gestadas en la región. Y la necesidad de categorizar conductas de unos y otros modelos de desarrollo, sea que colidan, sea toleren o intercambien.
CONCLUSIONES
Cabe considerar como decisiva la decisión de los indígenas respecto al sitio elegido para asentarse definitivamente.
La muy bien calculada estrategia de los misioneros en cuanto la prédica a los fines de la fundación de la villa y el modelo de establecimientos económico sociales de que se sirven para garantizar la necesaria estabilidad del poblado.
Los atisbos acerca de dinámicas psicosociales que pudieran incidir tanto en retrasos como en lo que se refiere a desarrollos irreversibles en la formación sociocultural de las comunidades.
BIBLIOGRAFIA
CARRASQUEL, FernandoHistoria colonial de algunos pueblo del Guárico, Caracas: Imprenta Nacional, 1943.
CASTILLO LARA, L. G. Calabozo: el derecho a vivir bajo el sol. Caracas: Italgráfica Editores, 1975.
CASTILLO LARA, Lucas Guillermo (LGCL). San Sebastián de los Reyes. Caracas, 1984, 2 v.
RODRÍGUEZ, Adolfo. Geohistoria Guariqueña, Facebook, internet. (obra inédita).
El 8 de noviembre de 1823, las fuerzas patriotas comandadas por el general José Antonio Páez liberaran la ciudad de Puerto Cabello y provocan la caída del último bastión imperial en Venezuela. José Aquino aborda este acontecimiento con una revisión historiográfica sobre la participación de los guariqueños, de los cuales poco se conocen sus actuaciones a favor de la instauración de la República y, en especial, en esta acometida de Puerto Cabello que cumple 200 años.
Asalto de Puerto Cabello en la noche del 7 de noviembre de 1823. Autor: Pedro Castillo. Museo Casa Páez. Valencia.
Por José Aquino.
Después del triunfo del ejército patriota el 24 de junio de 1821 con la batalla de Carabobo, las mermadas tropas realistas comandadas por el brigadier Miguel de la Torre, se acantonaron en la ciudad amurallada de Puerto Cabello, refugio estratégico que le permitieron resistir el asedio de los republicanos por más de dos años. Será en el año 1823, cuando las milicias defensoras de la corona española, salen del territorio venezolano perteneciente en ese tiempo a la recién creada Gran Colombia. Con la acción de la Batalla del Lago, el 24 de julio de ese lapso de tiempo, el general Francisco Tomás Morales, capitula y entrega la plaza de Maracaibo y la fortificación de San Carlos, al almirante José Prudencio Padilla, para luego embarcarse rumbo a la isla de Cuba.
En vista a que la mayoría de la flota española se había trasladado al lago de Maracaibo, el general José Antonio Páez, a comienzo de 1823, empieza a realizar el asedio a la impenetrable ciudad amurallada de Puerto Cabello, no sin antes tratar de convencer a los realistas comandadas por el brigadier Sebastián de la Calzada para una capitulación. Al ser infructuosa la rendición, desde el mes de agosto hasta el mes de octubre de ese año, en los primeros días del mes de noviembre, comienzan las operaciones para el asedio con más de 1200 soldados y varias embarcaciones de guerra traídas de La Guaira, con el fin de rendir a los españoles de esa plaza (1). El ejército patriota el día 7 de noviembre en horas de la noche, decide la operación para entrar en la muralla de Puerto Cabello, y sorprender al bando enemigo, con la presencia de más de 100 fusileros y 150 lanceros para realizar la maniobra. Se introdujeron uno a uno al mar, atravesaron manglares con agua hasta el pecho, y las armas en la boca, pisando suelo fangoso, llegan a la fortificación para sorprender y vencer a los realistas en esta acción, logrando desterrar de manera definitiva en esta parte del continente americano el contingente militar perteneciente la corona española.
Por tal motivo, es necesario tomar en cuenta a muchos soldados de la patria, dieron su aporte al proceso de independencia, de los cuales poco se conocen sus actuaciones a favor de la instauración de la República, y en especial en esta acometida de Puerto Cabello que cumple 200 años. Destacando la participación de los llaneros guariqueños, que tuvieron un rol protagónico desde 1811, hasta el final de la contienda independentista, de esta manera, estamos dando los pasos para incorporar a muchos hombres y mujeres que arriesgaron sus vidas al servicio de esta causa, al incorporarlos a la nueva historiografía incluyente, visibilizando sus luchas a favor de la instauración de la patria libre y soberana; reconociendo sus valiosos aportes de este colectivo social, por tanto, estamos reivindicando a cada uno de esos héroes de la nación, su participaron en esta importante ataque y colocarlos al lado de los consagrados luchadores del proceso emancipador.
En el fragor de la guerra de independencia venezolana se fueron incorporando paulatinamente gran cantidad de soldados a esta gesta emancipadora, especialmente en la extensa región guariqueña ,que en ese tiempo formaba parte de la Provincia de Caracas, por nombrar entre tantos próceres de las cuales conocemos su trayectoria militar como la de Pedro Zaraza, Diego Parpacèn ,Juan José Rondón, Lorenzo Belisario, Hermenegildo Mujica, Julián Mellado, de las cuales se conocen sus hazañas ; pero también hay una larga lista de militares de esta parte del llano venezolano que poco se han investigado su trayectoria castrense, por tal motivo es es necesario reconocerles sus méritos como forjadores de libertad. Entre esos héroes olvidados guariqueños por la historiografía tradicional, encontramos a los oficiales: Juan Ángel Bravo, Juan Félix Ovalles, José Antonio Benítez y Pedro Pérez, que estuvieron bajo el mando del General José Antonio Páez, en La Toma de Puerto Cabello, en 1823.
El oriundo de El Sombrero, Juan Ángel Bravo ,se incorpora a la caballería del ejército republicano a las órdenes del componente militar dirigido por el general José Antonio Páez, en 1816 .Inicialmente estuvo presente en la toma de Achaguas y el asedio a la población de San Fernando, luego incursiona en Rabanal a las órdenes del coronel Miguel Guerrero, seguidamente estuvo presente en el enfrentamiento en el sitio de Palital contra los defensores de la corona española el día 18 de diciembre, con una meritoria actuación que le significó un ascenso al grado sargento primero a comienzos del año 1817 (2), cuando luchó con arrojo y valentía en unas de las columnas de la caballería formadas para combatir el regimiento de caballería enemigo.
A finales del mes de enero de 1817, Juan Ángel Bravo, participa en la en la sabana de Mucuritas, cuando el ejército patriota derrota contundentemente a la milicia comandada por brigadier realista Miguel de La Torre. Siendo este encuentro bélico una de las primeras derrotas sometidas por la guardia republicana al general Pablo Morillo, en territorio venezolano desde su llegada a este continente en 1815. Este prócer del proceso de independencia, actuó en unas de las tres líneas de ataque de la caballería formada por 1100 jinetes, con la cual les dieron una tajante derrota a los partidarios de la Corona española. Es necesario señalar que este destacado soldado, se amoldó al estilo de lucha del bando patriota del bajo llano, con claro dominio de las condiciones del medio geográfico: transitar por los difíciles caminos fangosos en época de invierno, medanales, gamelotales y crecidas de los ríos. Además de soportar las condiciones de climáticas que imperan en las praderas apureñas en distintos periodos del año, no fueron obstáculos para aportar con su arrojo y valentía a contrarrestar a los partidarios del rey por esa región.
Una vez participado en esa cruzada, acompaña al ejercito patriota comandada por José Antonio Páez por Barinas, con la misión de aprovisionarse de distintos recursos para continuar la lucha por la independencia venezolana, para luego regresar a los llanos apureños a seguir sus funciones militares, entre las que se encuentra la toma de San Fernando dirigido por el comandante Juan Gómez. En el mes de enero 1818, asciende al grado de Alférez, que le permite tener más responsabilidades en el campo de batalla y participar en la Campaña del Centro, planificada y dirigida por el Libertador Simón Bolívar, con la finalidad de llegar hasta la ciudad de Caracas.
Este destacado prócer republicano estaba en la operación, entre los 1100 jinetes, miembros de la división de caballería de Apure al mando del General Páez, en los primeros días del mes de febrero. Estará el día 6 presente en la primera toma de Guayabal por parte del coronel Hermenegildo Mujica, seguidamente verá acción en la batalla de Calabozo el día 12, en la cual los patriotas sorprenden al General Pablo Morillo. Posteriormente estuvo presente en la persecución de la tropa realista y en los enfrenamientos en la Uriosa y la batalla del Samán, en su tierra natal El Sombrero el día 16 de febrero; luego estará presente el en la operación bélica de La Cuesta en las cercanías de Ortiz en el mes de marzo, y luego acompañó al general José Antonio Páez en las incursiones por los lados de San Carlos de Austria.
Antes de regresar a los llanos apureños por el fracaso del ejército republicano en llegar a la ciudad de Caracas, con la fracasada Campaña del Centro, este ilustre prócer guariqueño estuvo presente en Segunda acometida a la población de Guayabal, 28 de mayo, cuando el general Manuel Cedeño, es derrotado por el brigadier realista Francisco Tomás Morales. Este soldado luego incursiona con José Antonio Páez miembro de su escuadrón de del señalado de caballería, en diferentes encuentros para preservar los espacios ganados en territorio apureño, antes de la fatídica Campaña del Centro a comienzos del año 1818.
Llegamos a enero del año 1819, Juan Ángel Bravo, siempre en el regimiento de caballería a la orden del General Páez, estuvo presente en los encuentros guerreros de las Mangas Marrereñas, Sacra, La Gamarra. Teniendo posteriormente una meritoria actuación en la batalla de las Queseras del Medio el 2 de abril de ese año, donde recibe la condecoración por su intrépida acción en el combate con la Orden de los Libertadores de Venezuela, tal como lo reseñó el diario El Correo del Orinoco en días posteriores al combate y en la autobiografía escrita por el Centauro por el general Páez (3). Del mismo modo, este soldado patriota recibe su merecido ascenso al grado de teniente por su disciplina, arrojo y intrepidez en el campo de batalla en el mes de julio de ese mismo lapso.
Luego de haber obtenido el grado de teniente, sigue realizando sus obligaciones en el campo de batalla, encontrándose en las incursiones victoriosas del ejército patriota, en Boca de Payara, Guaca, Caramacate, Trapiche de La Gamarra y en el sitio de La Cruz, predios pertenecientes a la provincia de Barinas. Una vez roto el Armisticio y demás acuerdo de regularización de la guerra en enero de 1821 entre los republicanos y realistas, encontramos a este soldado guariqueño a las órdenes del coronel Miguel Antonio Vásquez, Jefe del Estado Mayor de la primera división que comandaba el General Páez en la Batalla de Carabobo el 24 de junio, cuando irrumpe valientemente contra el batallón realista de la Reina, al que lograron rechazar y vencer a esta caballería enemiga .Luchó con tanto arrojo que mereció los calificativos del propio Libertador Simón Bolívar, de que este patriota merecía un uniforme de oro por haber recibido gran cantidad de lanzazos en su ropa y no salir herido en la refriega .(Páez, p 206 ).Encontraremos posteriormente a este patriota, accionando en la toma y asedio de Puerto Cabello en 1823 con el grado de Capitán, en último enfrentamiento de importancia del ejército patriota contra las fuerzas enemigas en territorio venezolano ,con la capitulación del general Sebastián de la Calzada y su tropa.
Una vez culminado el proceso de independencia en territorio venezolano, este destacado soldado de la Patria quedó a al mando del general división José Cornelio Muñoz, acantonado en tierras de la provincia de Apure, después de la separación de Venezuela de la Gran Colombia .Luego estuvo combatiendo al lado del General Páez para restituir en la Presidencia de la República al doctor José María Vargas, quien había sido destituido por los rebeldes encabezados por los generales Santiago Mariño y Pedro Carrujo con la finalidad de impulsar un modelo de estado federalista y la restitución de la Gran Colombia a través de la rebelión denominada Revolución de Las Reformas entre el 7 de junio 1835 y marzo de 1836.Muere en septiembre 1843 en la población de Achaguas, a consecuencia de la enfermedad contraída por el síndrome de la elefantiasis ,caracterizada por el aumento de algunas partes de las extremidades inferiores del cuerpo humano.
Otro militar que participó en el Asedio a Puerto Cabello en noviembre de 1823, fue comandante Juan Félix Ovalles destacado prócer del proceso de independencia nativo de San Juan de los Morros, nace el 22 de junio de 1791, hijo de Josefa Lorca y Carlos Ovalles. Toma la firme convicción de incorporarse al ejército republicano en el mes de abril de 1812, luego de haber ocurrido el devastador movimiento telúrico ocurrido en marzo de ese año, que ocasionó cuantiosas pérdidas humanas e inmuebles en las principales ciudades controladas por los patriotas. Su primera incursión bélica la realizó al lado del General Francisco de Miranda, entre 20 y 29 de abril de ese lapso de tiempo, en la ciudad de la Victoria, contra las fuerzas realistas dirigidas por el capitán de Fragata Domingo Monteverde. En esa refriega sale herido y tiene que huir tras la derrota de los patriotas, motivo por el cual lo obliga a retirarse de las acciones bélicas por un tiempo, mientras se restablecía de las lesiones; una vez recuperado, se alista nuevamente en una unidad militar, esta vez con el grado de subteniente de infantería, en tiempos de la Segunda República, donde se enfrentó a las fuerzas realistas comandadas por José Tomás Boves, en San Francisco de Tiznados, a principios de 1814.
Después del éxito de la Campaña Provincia de Guayana, entre el 8 de octubre 1816 y julio 1817, el Libertador Simón Bolívar proyecta de inmediato la Campaña del Centro, que tenía como fin de llegar triunfante la región central del país y entrar a la ciudad Caracas, pero tras el descalabro en la batalla de la Hogaza en diciembre de ese lapso, tiene que abortar la operación militar. Al retomarse la expedición castrense a comienzos de 1818, Juan Félix Ovalles se incorpora en esta cruzada, llegando con el ejercito libertador hasta los Valles de Aragua. Toma parte en la Batalla de Semen, también llamada Tercera Batalla de La Puerta, el día 16 de marzo de ese año, donde las fuerzas realistas comandadas por Pablo Morillo, derrotan de manera contundente al contingente patriota comandada por el Libertador Simón Bolívar. En esta acción, este oriundo de San Juan de Los Morros, sale herido en la contienda, al formar parte del cuerpo de infantería republicana, que la que sufrió cuantiosas pérdidas humanas y materiales.
En el mes de agosto de 1818, este prócer guariqueño recibe su merecido ascenso al grado de Teniente de Caballería, por su desempeño en el campo de batalla. Llegamos a 1819, una vez instalado el 15 de febrero el Congreso de Angostura y realizadas las deliberaciones, donde el Libertador Simón Bolívar, pronunció su célebre discurso, en el cual propuso un modelo de Estado Republicano y posteriormente el 2 de abril, los patriotas comandados por el general José Antonio Páez y sus lanceros vencen en una la arriesgada acción en el sitio de las Queseras del Medio, a las tropas realistas comandadas por el general Pablo Morillo, obligándolo a retirarse a la Mesa de Calabozo, motivo por el cual se inicia una nueva campaña en tierras neogranadinas . Este prócer de la independencia participa como integrante del Escuadrón de Dragones a la Campaña Libertadora de la Nueva Granada, que se inició el 27 mayo en ese lapso de tiempo, por tanto, este soldado de la patria atravesó conjuntamente como los demás compañeros de armas las diversas dificultades para atravesar en tiempo de lluvias los caudalosos ríos y las bajas temperaturas en páramos andinos , para luego vencer a los realistas comandas por el brigadier José María Barreiro en la población de Boyacá el 7 de agosto de ese mismo año. Por tal motivo, estuvo presente en la entrada triunfante de Simón Bolívar y todo su ejército a la ciudad de Santa Fe de Bogotá (4) tres días más tarde del referido enfrentamiento bélico, que dio por terminada la Campaña de Libertadora de la Nueva Granada en 77 días.
Entramos al año 1820, momento importante para el bando patriota con los excelentes resultados obtenidos con la liberación de la Nueva Granada, dan un nuevo impulso para ganar la contienda en territorio venezolano; mientras las fuerzas realistas reinaba la desesperanza por la derrota sufrida, aunado al cambio de política imperantes en el gobierno español con respecto a la guerra al recibir el capitán Pablo Morillo, la orden de que arbitre con Simón Bolívar, un tratado de paz y regularización de la guerra. Entre tanto Juan Félix Ovalles, es ascendido con el grado de Capitán en mayo de ese lapso de tiempo. En 1821, tiene participación en la Batalla de Carabobo, encuentro decisivo en la cual los republicanos derrotan contundentemente a los defensores de la Corona Español. El Coronel Pedro Celis, certifica su intervención en dicho encuentro bélico (5), al no encontrarse en la lista oficial de participantes en refriega. Posteriormente asume la Comandancia Militar de Nirgua, para 1822, continuaba cumpliendo funciones en esa población (6).
Llegamos a 1823, el ejercito patriota dirigido por el General José Antonio Páez, tiene la misión de reducir lo que queda del ejercito realista en territorio venezolano, el día 3 de agosto, el coronel Manuel Manrique, logra la capitulación del brigadier Francisco Tomás Morales en Maracaibo, quedando solamente, quedando por someter a los defensores de la monarquía española en Puerto Cabello, comandada por el oficial Sebastián de la Calzada. Juan Félix Ovalles, formó parte del contingente de 1500 hombres que participaron en el asedio a Castillo de San Felipe, que comenzó el día 23 de septiembre y culminó, de 10 de noviembre de ese año, con la arriesgada acción de los lanceros que conformaron la operación, permitieron la rendición del último bastión monárquico de la guerra de Independencia en Venezuela.
Ya separada Venezuela de la gran Colombia en 1830, bajo el primer de gobierno José Antonio Páez, a Juan Félix Ovalles, se le ratifica su ascenso a Comandante de Infantería. En 1831, fija su residencia después de haber vivido en Nirgua. Para el año 1835, como respetuoso del orden constitucional establecido, decide apoyar el gobierno del doctor José María Vargas, y combate a los líderes del movimiento Reformista entre el 7 de junio de 1735 al 3 de marzo de 1736,encabezados por Santiago Mariño, Pedro Briceño Méndez y José Tadeo Monagas, que aupaban un la restitución de la Gran Colombia. Después de esta sonada militar, se convierte en Guardia de Honor del General en Jefe José Antonio Páez.
Luego de estar a la disposición del General Páez, no sigue con las pretensiones oligarcas de esta caudillo, por tal motivo, se opone a la guerra civil orquestada por este, contra el recién electo presidente José Tadeo Monagas en1848 (7), tras el fracaso del asalto al Congreso Nacional y el alzamiento en los llanos de Calabozo y el Apure por parte del centauro portugueseño. Este destacado patriota, ante la severa crisis económica que agobiaba a la nación en1859, durante el gobierno de Julián Castro, toma la firme disposición de luchar por una reivindicación social contra los intereses de los terratenientes y comerciantes que habían empobrecido a sus habitantes en sus gobiernos, por tal motivo, se pronuncia en la ciudad de Miranda, donde residía a favor de los ideales federalistas, inspirados por Ezequiel Zamora, Antonio Guzmán Blanco y Juan Crisóstomo Falcón.
Este prócer de la independencia, que nació en San Juan de los Morros, muere el 2 de febrero de 1862, antes de culminar la guerra Federal, con una trayectoria impecable al servicio de la patria: lucha al lado Francisco de Miranda en 1812, sigue con el Padre de la Patria, Simón Bolívar ,a la Nueva Granada , y acompaña a José Antonio Páez, desterrar los últimos contingentes de partidarios de la corona española. A pesar de caer herido en el campo de batalla en varias oportunidades, nunca se amilanó, siempre estuvo dispuesto a superar las adversidades. Desde el comienzo de la contienda independentista estuvo preparado para el combate y le tocó la providencia de estar en la última refriega que dio por terminada la ocupación del imperio español en territorio venezolano, como fue la toma del Fuerte de Felipe en Puerto Cabello,
El Capitán José Antonio Benítez, participó también en la toma de Puerto Cabello en 1823.Su hoja de servicio como militar activo del ejército patriota, da cuenta de su actuación castrense de este oriunda de San Juan de los Morros (8). Se incorpora al ejercito republicano en1821, momento importante en que, el ejército patriota se preparaba para enfrentar a las fuerzas realistas comandada por el brigadier realista Miguel de la Torre. Este guariqueño se alista con las fuerzas republicanas con el grado de sargento, bajo el mando del general Juan Francisco Bermúdez en la Provincia de Barcelona, en la Campaña de Caracas, con la misión ordenada por el Libertador Simón Bolívar, en el mes de mayo, de entretener a las fuerzas enemigas para evitar que estas se concentrasen en las sabanas de Carabobo. Por consiguiente, José Antonio Benítez, estuvo en esa operación disuasiva conformada por 1200 soldados, que partió el primer día de ese lapso de tiempo, cruzando el rio Unare, para luego trasladarse a Caucagua y luego vencer a los mandos realista el 12 de ese período en el Rodeo; para luego llegar a Caracas, cumpliendo con la orden encomendada de llegar antes el día 15 de ese mes.
Luego siguió con sus demás compañeros realizando actividad de despiste hacia la Guaira, para volver a la ciudad de Caracas y dirigirse a la población de El Consejo. Seguidamente estuvo en el enfrentamiento ocurrido el 24 de mayo en las Lajas, donde los patriotas al mando de Juan Francisco Bermúdez, caen derrotados por las fuerzas realistas comandadas por Tomás Morales, por falta de municiones, teniendo que retirarse hacia Petare, para después ver acción en el sangriento combate en El Calvario ,en el cual los republicanos huyen hacia Guarenas y Santa Lucía, cumpliendo de esta manera la distracción de las fuerzas enemigas, mientras que mayormente el ejercito independentista, estaba concentrada en la sabana de Carabobo, para posteriormente vencer de forma contundente a las fuerzas de los partidarios de la corona española en territorio venezolano, el 24 de junio de 1821.
Luego estuvo en San Juan de los Morros, realizando adiestramiento a los nuevos soldados del ejército. En el año 1823, participó en el quinto asedio a Puerto Cabello (9), último e importante enfrentamiento militar librado en el proceso de independencia, en tierras venezolanas, que en ese momento formaba parte de la Gran Colombia. En esta acción interviene como miembro de la tropa al mando del general Francisco Bermúdez que vino a colaborar con el general José Antonio Páez, jefe de la operación, que reunió más de 1200 soldados de los Batallones: Granaderos, Anzoátegui y Boyacá, con un grupo de caballería comandado por el general Fernando Figueredo, que estuvo arrestado en el castillo de San Felipe, unos meses en el año de 1812 y por tener conocimiento de esta fortificación, fue uno de los responsables de la arriesgada operación castrense.
En 1828, José Antonio Benítez, recibe el meritorio ascenso al grado de capitán de milicias, desde 1830, cuando estaba bajo el mando del general Santiago Mariño, por territorio tachirense, para luego solicitar la jubilación en 1852, como oficial activo del ejército nacional, después de haber servido a la patria por 31 años. De esta manera, estamos destacando la hoja de servicio de este soldado que luchó por la instauración de la república, en momento propicio de esta celebración Bicentenario de la Toma de Puerto Cabello, para resaltar a todos estos insurgentes que la historiografía tradicional, no los tomó en cuenta.
También estuvo en la última asonada para desterrar a los partidarios de la corona española en Puerto Cabello, el general Pedro Pérez. Este prócer de la independencia venezolana, nacido en la Villa de Todos los Santos de Calabozo probablemente a finales del siglo XVIII (10), fue testigo de todos los desmanes que realizaron los partidarios de la corona española por parte del oficial Eusebio Antoñanzas en esta región a los partidarios de la causa republicana, a partir de mayo de 1812 y posteriormente José Tomás Boves, que después de ser puesto en libertad ,empuñó las armas y seguir con las mismas atrocidades a su paso, por las distintas localidades donde combatía a los patriotas, como el enfrentamiento en el Paso de San Marcos en el rio Guárico, donde asesinarían al oficial Pedro Aldao y seguidamente en los combates del sitio de la Puerta en 1813. Dando como resultado, la pérdida de la Segunda República, obligando a este oficial independentista, junto a otros guariqueños a pasar al otro lado del rio Apure, para continuar lucha por la independencia.
La alternativa para estos soldados partidarios de la causa republicana, principalmente los procedentes de Ortiz, Calabozo y San José de Tiznados a continuar la lucha por la causa republicana por los llanos apureños, al conocerse las titánicas acciones emprendidas por José Antonio Páez, con su ejército conformado de llaneros procedentes de la provincia de Barinas y las localidades del Casanare neogranadino desde 1815. Pedro Pérez se incorporó a este contingente castrense al igual que muchos guariqueños en ese lapso de tiempo como Diego Parpasen, Hermenegildo y Antolín Mujica, Roso Vilera, Juan Ángel Bravo, Luciano Hurtado entre otros soldados. Su primera incursión de insurgente de importancia de este guariqueño fue la Campaña del Centro, que tenía como objetivo el Libertador Simón Bolívar, llegar triunfante a la ciudad de Caracas en 1818.
Será el día 6 de febrero de 1818, con la famosa acción de la toma de las flecheras en las que participó este oficial guariqueño Pedro Pérez, con otros 49 jinetes desnudos con las sillas flojas y las gruperas sueltas, atravesar el rio Apure bajo las órdenes de los coroneles Francisco Arismendi y Cruz Paredes para apoderarse de las 14 embarcaciones que estaban en el apostadero de la otra orilla (11), con la finalidad transportar la totalidad de los 4000 soldados y pertrechos de guerra , sin alertar a los defensores de la corona española y tratar de sorprender al general Pablo Morillo que estaba en Calabozo, bajo la mirada y asombro del Libertador Simón Bolívar y los miembros de la oficialidad que lo acompañaba.
La actuación parcial de este prócer republicano fue reseñada por Tomás Antonio ´Domínguez, a finales del siglo XIX, en diferentes medios impresos para esa época ,de los cuales el historiador y miembro de la Academia Nacional de la Historia, Telesco Mac Peharson, incorporó un ensayo de este autor, en su Diccionario ,Histórico ,Geográfico ,Estadístico del Estado Miranda en 1891, permitiendo conocer su desempeño como militar al servicio de la república del cual la historiografía para ese tiempo no la había tomado en cuenta. En este artículo señala, que a pesar de estar a las disposición de José Antonio Páez, este soldado conformó como miembro de la milicia que emprendió el viaje desde la aldea del Setenta, ubicada en las inmediaciones de la jurisdicción del Municipio Muñoz, en el Estado Apure a finales del mes mayo de 1819, para la campaña de la Nueva Granada comandada por el Libertador Simón Bolívar. Por tanto siguió, la tormentosa ruta, de cruzar el río Arauca, luego entrar a territorio neogranadino, con el fin de pasar el llano inundado, hacia los Andes para llegar al corregimiento del a municipio de Paipa actual Departamento Boyacá (12),
Participando en los dos enfrentamientos de importancia en territorio neogranadino para culminar con éxito la Campaña de la Nueva Granada: la batalla de Pantano de Vargas el 25 de julio de 1819, yendo detrás de los 14 lanceros a caballo que comandaba el coronel Juan José Rondón que iniciaron la remontada para vencer a sus oponentes en la refriega, y posteriormente salir victorioso en el encuentro bélico del 7 de agosto de ese mismo lapso de tiempo en Boyacá (13), en el cruce del rio Teatinos por las inmediaciones de Tunja. Luego de salir triunfantes en ambas contiendas el Libertador Simón Bolívar sigue su ruta triunfal a la ciudad de Santa Fe de Bogotá, y comisiona al coronel José Mirabal y al oficial Pedro Pérez guariqueño a la ciudad de Calabozo, con el fin de requerir información de los acontecimientos en esta región por donde estaba el general Pablo Morillo y el brigadier Miguel de la Torre y dar también la buena nueva de los laureles obtenidos en tierras colombianas. De esta manera, este destacado patriota participó en esa gran epopeya por estas tierras neogranadinas, junto a sus paisanos Hermenegildo Mujica, Florencio y José Jiménez Madrid, Julián Mellado de los cuales la historiadores han escrito sus hazañas, al igual que el nativo de Santa Rita de Manapire, Juan José Rondón, sin que a este patriota se le haya mencionado su actuación por esa región.
Este destacado soldado, también participó en la cruzada más importante del proceso de independencia venezolano ,la Batalla de Carabobo el 24 de Junio de 1821, como miembro de esa comitiva que estaba formada para el combate en la primera división del ejército patriota, a la disposición del general José Antonio Páez, con quien también siguió luchando a su lado hasta sacar definidamente con la toma de Puerto Cabello en noviembre de 1823, formando parte del contingente militar de 1200 soldados, que estuvo los primeros días del mes de noviembre de ese año en El Palito y de esta manera ser testigo ,ver partir a los soldados de la corona española en territorio venezolano .Luego tuvo la misión de luchar contra la facción guerrillera realista de los Güires en 1824,por el Alto Llano de la Provincia de Caracas al lado de prominentes jefes patriotas como lo fueron los coroneles Judas Tadeo Piñango en Calabozo y José María Zamora en Chaguaramas.
Después de la disolución de la Gran Colombia en1830, este destacado oficial patriota siguió activo en el ejército venezolano hasta 1840.Siempre a la disposición de José Antonio Páez, para combatir las diversas insurrecciones que se presentaron durante varios periodos presidenciales: la de 1831, cuando el general José Gregorio Monagas, desconoce en Aragua de Barcelona, la Constitución Nacional vigente para ese tiempo;
Igualmente estuvo en primera línea para aplacar a los sediciosos al mando de Santiago Mariño, Diego Ibarra Pedro Carujo, Pedro Briceño Méndez entre otros en la llamada Revolución de las Reformas, que derrocaron al doctor José María Vargas en 1835 y luego peleó contra las revueltas de los hermanos Juan Pablo Y José Francisco Farfán en 1837.
Para el ensayista y abogado Tomás Antonio Domínguez citado por Mac Pherson , el general Pedro Pérez fue un consumado defensor del modelo de gobierno de corte centralista al comenzar la guerra civil en 1859,por tanto se opuso a los postulados de los sistemas federalistas y modelos económicos de orientaciones liberales , al considerarlos no acorde para la unidad de la nación. Después de pasar la turbulencia política con la llegada de Antonio Guzmán Blanco en 1870 de la década anterior, vivió los últimos años de su vida narrando sus momentos de gloria en Calabozo, gozando de vitalidad de un guerrero a pesar de llegar a los 80 años, para luego fallecer sin un reconocimiento significativo, a pesar de ser un soldado a carta cabal al servicio de la patria. Solamente tuvo la intención de reconocerle sus méritos, el doctor Ignacio Oropeza Blanco, al solicitarle que al morir, cortarle un brazo para embalsamarlo, con la finalidad llevarlo a un Museo Nacional que se estaba conformando en la capital de la República en esos tiempos y así, se le recordase su trayectoria como gran soldado de la patria; pero a pesar de contar su aprobación, esta acción no se pudo materializar, motivado que al momento de su deceso el galeno no se encontraba en la ciudad.
Notas
Pita R. Puerto Cabello: La Rendición del Ultimo Bastion Monárquico en Venezuela. p. 19
Bencomo H. Héroes de Carabobo. p. 59
Páez. J. Autobiografía del General Páez. p. 185.
Dávila V. Diccionario Biográfico de ilustres Próceres de la independencia Suramericana. Tomo II p. 41.
Ranuarez. A. Un Prócer Sanjuanero. p. 1.
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Dávila V. Diccionario Biográfico de ilustres Próceres de la independencia Suramericana p. 42. Tomo II.
Dávila V. Diccionario Biográfico de ilustres Próceres de la independencia Suramericana p. 36. Tomo I.
Ibídem p. 36.
Rodríguez A. General Pedro Pérez, Diario El Nacionalista, San Juan de los Morros. p. 4.
Páez J. Autobiografía del General Páez p. 141.
Mac. P. Diccionario, Histórico, Geográfico, Estadístico y Biográfico del Estado Miranda. p. (406).
(13) Ibídem p. 406.
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En la imagen: potada del libro a cargo de Carlos Arturo Loreto Ugarte
Al acercarnos al texto nos parece coherente el título del libro, ya que recoge la dimensión temporal de uno de los apellidos más importantes de los llanos guariqueños, portador de toda una herencia familiar, de comportamiento emprendedor, no sólo constatable en la economía, sino también en sus relaciones, actitudes y formas de vida a través del tiempo.
Por José Obswaldo Pérez
Desde la publicación Del sol y la luna (2001) —una colección de poemas inspiradores—, Carlos Miguel Loreto Ugarte, un ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Ezequiel Zamora, natural de la Ciudad de Calabozo, nos sorprende ahora con la aparición de Los Loreto en el Guárico. Ayer, hoy y siempre (Autor, 2023). Quizás siguiendo la herencia de su tío Jesús Loreto Loreto, autor de Linajes Calaboceños (1990), nos secunda con un fecundo y relevado trabajo, el cual representa un esfuerzo intelectual en una obra a la que resultará de mucho provecho para la historia familiar y genealógica del Guárico. Una muestra para evidenciar la pujanza de la genealogía regional, disciplina con la cual Carlos Miguel coquetea muy bien.
Al acercarnos al texto nos parece coherente el título del libro, ya que recoge la dimensión temporal de uno de los apellidos más importantes de los llanos guariqueños, portador de toda una herencia familiar, de comportamiento emprendedor, no sólo constatable en la economía, sino también en sus relaciones, actitudes y formas de vida a través del tiempo. Sin embargo, este libro publicado por Loreto Ugarte, donde el autor expresa su interés por la “historia de sus antepasados por estar estos entre los primeros fundadores de varios pueblos guariqueños” es aún una obra inacabada—nos cuenta el propio escritor—, pese a sus 545 páginas llena de datos genealógicos de diferentes líneas, grupos y ramas familiares, amén de un acompañamiento de fotografías que apoyan la investigación sobre los parientes loroteros. Además, la publicación cuenta con un índice analítico que permite la búsqueda de nombres de personas más cómodamente, ya que es una práctica metodológica tan útil en los trabajos genealógicos.
La obra se estructura en diez capítulos que parten sobre la ascendencia de Luis Loreto de Silva y Pérez, genearca fundador del Loreto de Guárico. Sólo el primero le dedica a este personaje, quien nace hacia 1682, en La Victoria, Valles de Aragua; hijo de Juan José Loreto de Silva y Quijano y de Juana María Pérez; luego avecindado desde muy joven en el Valle de Ortiz, casándose en la Iglesia Parroquial de Santa Catalina de Sena de Parapara, en 1705, con Juana Velásquez, con quien procrea seis varones y tres hembras: Silvestre, José Gabino, Dionisio, Antonia, Ignacio, Juana Paula, Juan, Alberto y Andrea Victoria. Al respecto, Loreto Ugarte apunta que don Luis “fue uno de los primeros vecinos del sitio Santa Rosa, se convirtió en un acaudalado ganadero, se le considera como benefactor del pueblo de Ortiz y de su Iglesia Santa Rosa de Lima”(p.22). Los siguientes capítulos siguen el eje cronológico del tronco familiar de don Luis Loreto, donde se va desprendiendo el linaje y las afiliaciones de esta estirpe llanera.
Loreto Ugarte nos advierte, en la introducción de su trabajo investigativo, que su obra Los Loreto en el Guárico se circunscribe solamente a los descendientes de don Luis Loreto de Silva y Pérez y que esta se fundamenta metodológicamente en una revisión de distintas fuentes primarias y bibliográficas, especialmente, las concernientes a los registros parroquiales y diocesanos de la iglesia católica de las diferentes parroquias del Estado Guárico. Igualmente, el manejo de los expedientes de dispensa matrimonial por consanguinidad y afinidad de la Arquidiócesis de Caracas (p.16).
Por otra parte, el libro cuenta con el prólogo del historiador y genealogista Luis Eduardo Viso González, respetado estudioso de la genealogía calaboceña, quien reconoce el aporte de Loreto Ugarte, en el empeño de indagar la presencia de los Loreto en el suelo guariqueño. A esta opinión agregamos que, en esta tierra, el apellido Loreto inicia y reproduce los elementos que les caracterizaron en el período colonial, con las particularidades de una región como la llanera, en donde los recursos eran abundantes y las posibilidades de desarrollo económico eran inmensas, en comparación con otras del territorio de la Capitanía General de Venezuela. Por lo tanto, los Loreto, desde la Colonia hasta nuestros días, han constituido una familia de relevante participación en el devenir histórico venezolano, pues ha sido significativa su actuación económica, social, política y cultural en Guárico, Barinas, Apure y Bolívar, en donde aparecen vinculados con hechos de la conquista, la colonización, la independencia y la fundación de la República.
En resolución, la obra de Loreto Ugarte está repleta de datos y de fechas sobre un tema que consideramos crucial para la historia contemporánea local, regional y nacional. Además, tiene la virtud de ofrecer una perspectiva metodológica desde la genealogía como herramienta para contribuir a la mejor comprensión de los fenómenos sociales guariqueños dentro del marco histórico coetáneo de la Historia de Venezuela. Por eso mismo, cabe esperar y desear la lectura de este nuevo texto, a fin de poner todo su contenido y argumentos a disposición de un público más amplio e interesado por el reciente pasado histórico de Guárico y Venezuela.