Historias de sábanas

Son historias escritas sobre sábanas. Las vi extendidas en alambres, como si se estuvieran secando a sol, entre las ruinas de lo que alguna vez fue el barrio. Muy cerca se alzan los muros del Centro de Desarrollo Cultural, la entidad que promovió este bello experimento. Las historias las escribieron Elena, Aurora, Patricia, Deyanira, Libia, y Luz Mery, seis amas de casa que hablaron largamente con la artista Elizabeth Mejía.



 Juan José Hoyos


por  Juan José Hoyos

La primera historia dice: "Organizar mi casa es como una forma de limpiarme. Me levanto temprano. Lavo todo, luego me baño. Cuando termino de limpiar la casa, me siento y la miro. Hay una nueva vida. Me siento limpia por dentro y por fuera. Me gusta mantener las ollas brilladas. Lo he aprendido de mi mamá. En las cajoneras, bien dobladas las blusas. Aprecio toda mi ropa, en especial la ropa interior. Es lo más sagrado. Es la intimidad de uno. Tengo lo que me ha quedado después de la separación de mi esposo". La cuenta Libia Largacha, habitante del Barrio "Chocó Chiquito", uno de los tantos que nacieron alrededor del antiguo basurero de Moravia.

La segunda la cuenta Luz Mery Holguín. Su casa estaba en el patio principal del Centro de Desarrollo Cultural de Moravia. Es sobre sus recetas de cocina predilectas: "Los frijoles con coles. Me quedan ricos. Los hago con un guiso que les gusta mucho a mis hijos. Mi guiso es especial. Licúo ajo, cebollas y cominos. Les echo caldo de sustancia, sal al gusto, y el toque personal y ya. El día de cumpleaños en la casa, yo hago un almuerzo especial a cada uno. Lo que más les gusta: A Steven le gusta el arroz chino. A Íngrid le gusta ensalada de piña con salsa de champiñones. A Luis lo mismo. A Albeiro le gusta sancocho de gallina. A Deyanira le hago lo mismo que a Íngrid. Solo mi madre se acuerda de mi cumpleaños".

Son historias escritas sobre sábanas. Las vi extendidas en alambres, como si se estuvieran secando a sol, entre las ruinas de lo que alguna vez fue el barrio. Muy cerca se alzan los muros del Centro de Desarrollo Cultural, la entidad que promovió este bello experimento. Las historias las escribieron Elena, Aurora, Patricia, Deyanira, Libia, y Luz Mery, seis amas de casa que hablaron largamente con la artista Elizabeth Mejía. Ella las llama las conversadoras. Cuando vio las casas destruidas, Elizabeth pensó que no estaban muertas, que se habían ido con las mujeres y las familias que las habitaban, y se puso a buscarlas. Después de hablar con ellas, juntas cortaron las telas, las cosieron y estamparon las historias en los tejidos. No olvidaron ningún detalle: ni siquiera las almohaditas de abrazar, ni las fundas de almohada. Elizabeth diseñó una caja para guardarlas cuando fueran descolgadas de los alambres. Las pequeñas historias ondearon bajo el viento, en medio de los solares y las casas demolidas. Los alambres con la ropa extendida se volvieron lazos de afecto y las sábanas blancas, páginas de papel con la memoria escrita del barrio, que ahora está desapareciendo.

Leí todas las historias. Me gustaron por su sencillez y por su hondura. Algunas, como la lista de mercado de Elena, son cuadros vivos de la vida de nuestros barrios. Otras, como la de Deyanira Jiménez, parece un álbum de familia: "Tuve 18 hijos. Tengo 11 vivos. Estos son sus nombres. ¿Cuál le parece más bonito? ¿Cuál le digo primero? ¿El de los hombres o el de las mujeres? Primero voy a decirle el de los hombres: Óscar de Jesús, Luis Albeiro, Wilson de Jesús, todos son de Jesús, ja, ja, ja? (?) Sigamos con las mujeres. Son seis?". La de Pilar Salamanca es singular: la historia de un oficio que está desapareciendo: "Hace 25 años soy lavandera. Mi proceso de lavado: La primera parte es con el detergente en polvo y el cepillo. Se estrega a mano. La segunda es en la lavadora y con el suavizante. No es lo mismo lavar ropa de color que lavar la ropa blanca. Muy importante al secarla no retorcerla muy húmeda. Colgarla y saberla moldear, para que no se quiten los dobleces naturales de las ropas. Hay una ropa para el sol y otra para la sombra".

El Centro de Desarrollo Cultural de Moravia compró un juego de ropa de cama a cada una de las conversadoras. "Todas muy contentas, me contaron qué harán con los 600 mil pesos que se ganaron" dice Elizabeth Mejía. "Patricia, que vende lotería en el Parque de Berrío, se comprará una nevera. Mery comprará su vestido de novia, porque irá al altar con su marido después de casi 20 años de convivencia. Deyanira se comprará una nueva cama y un colchón, porque tiene más de 70 años, y se está haciendo diálisis. Aurora desenterrará los restos de su hijo. Libia le dará el dinero a su madre, que vive a orillas de un río en Chocó, y las aguas se llevaron su casa. Elena pagará algunas deudas muy atrasadas, para poder ir de nuevo, cada tanto, a vender su ropa de modista y sus arepas en Pavarandosito".


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