Miranda y Aragua

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Por Oldman Botello


Se está escribiendo y hablando sobre el bicentenario del fallecimiento en el arsenal de La Carraca, del generalísimo y ahora almirante en jefe, Francisco de Miranda (a algunos diputados de alguna legislatura guariqueña, que no la presente, dispusieron que el municipio cuya capital es Calabozo se llame Sebastián Francisco de Miranda, que es su filiación completa, pero nunca usó, como se puede ver claramente en su firma en el Acta de Independencia. Es que esta gente nunca busca asesores.

Francisco de Miranda, cuyo nombre está inscrito en el intradós del Arco de la Estrella de París al lado de otros grandes, tiene diversas vinculaciones con Aragua. Desde el 19 de mayo de 1812 se hallaba en Maracay, en la hacienda La Trinidad, vía El Limón, inmueble en completa ruina hoy día, pese a tantos homenajes y conmemoraciones. Allí le acompañaban entre otros: Antonio Muñoz Tébar, secretario de Estado y Relaciones Exteriores, muerto en Aragua en La Puerta en1814; José de Sata y Bussy, Juan Germán Roscio, Talavera, José Vicente Mercader, Francisco Esteban Ribas, pariente de José Félix; y el inefable Juan Fernández de León, marqués de Casa León, dueño de la casa y hacienda; otras veces se reunían en la casa de la hacienda Piñonal, la más grande de la ciudad y propiedad del prócer Luis López Méndez.

Miranda despachaba desde La Trinidad una tras otra la correspondencia a numerosos amigos y correligionarios y hasta Bolívar, que terminaría echando del país a Miranda, le escribió en 1812, luego del abandono de Valencia, donde permanecían alzados los canarios: “Yo he sacado estos pueblos del abatimiento en que estaban. Espero lograr lo mismo con las tropas. Contésteme usted a La Cabrera dando las órdenes que tenga a bien. Su súbdito y amigo, Bolívar. Me parece que usted hará un bien indispensable con presentarse por estos países. Ut supra” Los países eran los pueblos de Aragua y Carabobo.

Luis López Mendez a comienzos del siglo XIX era propietario de la rica hacienda Piñonal. Casó con una maracayera, María Francisca Da Costa Romero y al enviudar contrajo nuevo matimonio en 1800 con la caraqueña Josefa María Rodríguez Núñez y Miranda, prima suya y sobrina del generalísimo Miranda, pues su madre era hermana del prócer. Fue su descendencia con esta última, Antonio y María Rosario López-Méndez Rodríguez-Núñez, casada con Victoriano Amitesarove. Por el ADN de uno de sus descendientes, en el gobierno de Chávez se buscaron las cenizas de Miranda en el arsenal de La Barraca. El único hijo de los Amitesarove-López Méndez, José María, nació en Maracay en 1830.

La primera estatua levantada al generalísimo Francisco de Miranda en Venezuela fue la de Villa de Cura, figura pedestre, obra original del escultor Rafael de la Cova e inaugurada cuando dicha ciudad era capital del estado Miranda en 1895 y el presidente del estado el general Ignacio Andrade, que de esa ciudad saldría a la Presidencia de la República, como Crespo anteriormente.

Miranda falleció preso en La Carraca el 14 de julio de 1816, en pleno aniversario de la Revolución Francesa, donde participó. Fue a causa de una apoplejía, lo que es lo mismo un accidente cerebro vascular. Fundador de la masonería en Venezuela, no dejaron de castigarlo los curas post-portem. Pedro José Morán, que acompañó al prócer en sus últimos momentos, escribió a otros amigos de Miranda, los comerciantes Duncan Shaw y Compañía de Londres, lo siguiente: “En esta fecha, a la una y cinco minutos de la mañana, entregó su espíritu al Creador mi amador señor Don Francisco de Miranda. No se me ha permitido por los curas y frailes le haga exequias ningunas, de manera que en los términos que expiró, con colchón, sábanas y demás ropas de cama, lo agarraron y se lo llevaron para enterrarlo; de seguidas vinieron y se llevaron todas sus ropas y cuanto era suyo para llevarlo”. Tenía 66 años de edad. En tiempos de Pérez Jiménez fue echada abajo su casa natal, airosa, alta, de ventanales, en el centro de Caracas. Hombre admirable por mil títulos.


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