Magdalena Reyes de Pinzón: una excelente labor social y educativa

La trayectoria pedagógica educativa de Magdalena Reyes de Pinzón, es digna para un estudio más analítico y riguroso como especialista, para que los guariqueños conozcan la capacidad desplegada en la gerencia de aula, especialmente en los grados iniciales de Educación Primaria

José Manuel Aquino.

Cuando hablamos del desempeño de  los seres humanos ya sea en el contexto local, regional, nacional y mundial, es necesario valorar los distintos roles que cumplen  en la sociedad, ganando los más sobresalientes, una notoriedad  como “Buen Ciudadano”, porque  trabajan eficientemente  para concretar los objetivos en el ámbito  donde interactúan en función de la paz y la armonía social, cumpliendo también  cabalmente con sus obligaciones, respetando los derechos del prójimo. Una de esas personas que ha tenido esta noble distinción en la población del Sombrero, fue Magdalena Reyes de Pinzón, desde que se residenció en esta urbe  a finales de los años sesenta del siglo XX, hasta su deceso en enero del año 2020, cuando pasó  a gozar la vida eterna.

Esta destacada educadora nacida en la ciudad Calabozo, en el momento histórico en que Venezuela, empezaba a consolidar los cambios en todos los órdenes de la vida de la nación, como consecuencia de la  expansión de la industria petrolera .Los recursos económicos que generaba esta actividad los gobernantes de esa época invirtieron cuantiosos recursos para realizar el tránsito vertiginoso  de una sociedad rural a urbana. Por tanto, fue testigo de las transformaciones ocurridas en esta localidad guariqueña que  vio crecer a partir de la construcción del Sistema de Riego Rio Guárico que permitió la llegada de contingente de personas, no solo  provenientes de del medio campestre, sino también de distintas regiones del país, al igual de inmigrantes europeos. De igual manera, empezó a ver los cambios de su espacio local que  vio evolucionar de un ambiente agropecuario, donde sus padres tenían predio para la cría de ganado, a verlo transformando en un asentamiento urbano, a mediados de los años cincuenta del siglo XX, con el nombre del Barrio La Cruz del Perdón.

Tanto Magdalena  como  su hermano Pedro, tuvieron una sólida formación en  valores  donde resaltan: amor, sinceridad, empatía, paciencia y humildad y también virtudes en las que se pueden señalar  la: gratitud , prudencia, fortaleza, fe y generosidad de parte de sus padres: María Vicenta Quiñones de Reyes y José Esteban Reyes, que marcaron grandemente en los temperamentos de estos descendientes en sus desenvolvimientos como   ciudadanos ejemplares, no solo en el ámbito familiar, sino también en el medio laboral y especialmente el social. Contaba Magdalena en  las distintas tertulias con quien escribe esta semblanza, que estos hábitos los reforzaría, cuando acudía a los centros educativos de Primaria y Secundaria en la Villa de todos los Santos de Calabozo. De ese contacto en el sistema educativo, nació su vocación por la enseñanza a sus semejantes; mientras sus compañeras de estudios, Micaela Silva y Felicia León Abreu, viajaron a la ciudad de Caracas, para cursar la carrera de  Ciencias Jurídicas, en la Universidad Central de Venezuela. En cambio esta notable mujer, luego de culminar sus estudios de Educación Media,  se traslada a la capital del Estado Guárico, San Juan de los Morros,  para estudiar en la Escuela Normal que funcionaba El Grupo Escolar “2 de   Diciembre”, posteriormente este centro de formación magisterial cambió de nombre  en honor al Prócer de la Independencia venezolana José Félix Rivas, al ser depuesto el gobierno de Marcos Pérez Jiménez; obteniendo  el título de Maestra Normalista en la citada casa de estudios.

Una vez graduada de educadora Magdalena Reyes en 1960, con un cúmulo  de expectativas para cumplir su labor docente, da sus primeros pasos en el Grupo Escolar  “ Narciso López Camacho “ de la población guariqueña de Tucupido, durante 7 años; en ese  lapso contrae nupcias con el técnico mecánico diesel Luis Pinzón, con quien va procrear 5 hijos, de esta consolidada  unión matrimonial; luego  obtiene el traslado para la localidad de El Sombrero, motivado a estar más cerca de su lugar de procedencia, Calabozo, para  tener mayor contacto con sus familiares. En esa ciudad a las orillas del rio Guárico, no solamente despliega  su meritoria  misión educativa tras laborar por más de 25  años en la Unidad Educativa Julián Mellado, sino también  apreciar su grado de sensibilidad social. Durante su llegada pudo compartir con distinguidos educadores, de los cuales podemos señalar a Juana Chaparro, que dirigía  la institución escolar en ese momento, Alicia Sánchez Esaa, Esperanza Carpio de Orta, Nancy Ron, Tesalia Martínez entre otros docentes, al igual fraternizó también con la eficiente secretaria durante ese tiempo Lilian Tovar Cedeño.

La trayectoria pedagógica educativa de Magdalena Reyes de Pinzón, es digna para un estudio más analítico y riguroso como especialista, para que los guariqueños conozcan la capacidad desplegada en la gerencia de aula, especialmente   en los  grados iniciales de Educación Primaria, a través de un buen manejo del enfoque constructivista, muchísimos años antes de que fuera puesta en práctica este paradigma de pedagógico en la última década del siglo XX, por el Ministerio de Educación a través de la  Reforma Educativa, basados en los postulados de Lev Vygotsky con su orientación sociocultural y David Ausubel con el aprendizaje significativo. Obteniendo excelentes  resultados con sus alumnos principalmente el aprendizaje de lectura y escritura, permitiendo a esta destacada educadora, ser la docente de Primer Grado por varias generaciones de sombrereños que cursaron estudios en la Unidad Educativa Julián Mellado, desde el mes de octubre 1967, hasta que recibiera la jubilación por parte de las autoridades del Ministerio de Educación por los años 1980.


Además de su excelente desempeño académico, Magdalena Reyes de Pinzón,  sobresalió durante su estadía en el Sombrero, su calidad humana, en la práctica del bien de la comunidad. Destacando especialmente  compartimiento altruista, atendiendo a las necesidades de la colectividad; no solo para sus compañeros de trabajo, sino también con todo el  que necesitara alguna ayuda, de manera desinteresada sin buscar alguna recompensa o reconocimiento por su acción filantrópica. Especialmente con las personas de la tercera edad en condiciones de abandono, o de cualquier ciudadano que solicitara alguna  ayuda económica  o tratamiento quirúrgico. Esta digna calaboceña con unos valores cristianos muy sólidos como son la: humildad, abnegación, fraternidad  para con sus semejantes, se ganó el respeto, solidaridad  y admiración de esta comunidad.

Del mismo modo, esta noble mujer con calidad humana, ante cualquier problema que tenía cualquier persona la encomendaba pedirle a Dios y especialmente al seminarista salesiano sombrereño Amílcar Montañez, fallecido en 1952, el cual le tenía gran devoción como  también muchos pobladores de esa localidad llanera y  aconsejaba llevarle un recuerdo a la imagen, por la acción o favores  concedidos, de este joven lleno de virtudes, que alcanzó una vida de religiosidad. Todas esas consideraciones son necesarias recordarlas, para que   las nuevas generaciones de sombrereños conozcan a sus grandes maestros que dieron  lo máximo por elevar el nivel cultural y el progreso de esta localidad guariqueña, sino también de ser un paradigma en el comportamiento ciudadano, y que su nombre no solamente quede reseñado  en el comedor de la Unidad Educativa Julián Mellado, sino también que  otro centro educativo y cultural de esta urbe, lleve su apelativo en reconocimiento a su excelente labor ciudadana.

*Docente e historiador venezolano

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