Ahora que, gracias a Internet, el acceso al sexo es universal, varias revistas eróticas apelan al arte para sobrevivir. Pero ¿tiene sentido que Playboy se parezca a Vogue?, se pregunta El País de España.
INÉS MUÑOZ MARTÍNEZ-MORA
Elpais.com 25/06/2010
En la era que propugna defunción al papel, ciertas revistas se han entregado a los placeres de la carne. Procacidad, moda e intelectualidad han hecho un trío sobre una cama de cuché para alumbrar lo que bien podría llamarse Nuevo Erotismo Ilustrado. Una revisión del concepto de revista masculina S de los años setenta. Nuestros padres lo hacían mejor. Publicaciones con tantas pretensiones de refinamiento como méritos artísticos para colocar en la mesa del salón, no escondidas bajo el colchón. Y, de paso, atraer también a lectoras.
La relación entre París y los desnudos es tan proverbial como la que tiene con la moda. Quizá por eso, la edición gala de Playboy ahora parece Vogue. Por estética y por nómina compartida de colaboradores. Ya no es un producto genérico, sino que se ha significado mediante contenidos de altos vuelos. Su cambio de look, ahora sí, puede dotar de algo de verdad a aquello de "yo compro Playboy por las entrevistas". Las vecinitas de enfrente con tetas, labios
domingo, junio 27, 2010