Las ruinas de un país

El siguiente texto del editor de Fuego Cotidiano forma parte de un ensayo titulado Historia en un periódico, que narra la vida y obra del periodista guariqueño Ismael Pereira Álvarez, finales del siglo XIX. En un adelanto, Fuego Cotidiano publicará en serie cada uno de los capítulos desarrollados por el autor.



Joaquín Crespo Torres, dos veces presidente de Venezuela.
Por José Obswaldo Pérez

DESDE SU ESCRITORIO de la redacción, Pereira Álvarez corregía, analizaba y observaba los comunicados pagados por los opositores del régimen, que llegaban al periódico para su publicación. Artículos injuriosos y mordaces que, además de atacar al jefe de Estado, se dirigían sobre todo al ministro de Hacienda, artífice de la gestión administrativa de Crespo.

En un editorial titulado " Una vez por todas ", El Pregonero señalaba que " hacemos esta aclaratoria, para que se sepa de una vez por todas, que no somos políticos y que nuestra conducta así expresada, no ha llevado ni llevará absolutamente ninguna intensión política. Nuestro deber es servir a las intenciones del público y cumplimos leal e posiblemente nuestro deber"

Fijaba el periódico con esto una posición editorial. Una línea clara contra aquellos ataques, a veces sutiles, pero siempre con una intencionalidad directa. Muchos no proponían ninguna solución a la crisis del país. Eran notas firmadas, algunas con seudónimos registrados, dirigidas contra funcionarios amigos y cercanos al editor y redactor del diario de Camejo a Colón.

Los editoriales y las noticias de El Pregonero eran precavidos para no especular sobre la situación; averiguar primero, y escribir después, constituía la norma del diario. Decía Pereira refiriéndose aquellos artículos, en una suerte de ontología periodística que " las noticias son mariposas que vuelan para toda aquel que quiere darle caza".

- Los intelectuales de la política venezolana -dice Velásquez -, adversarios de Crespo, aprovecharon el momento para hacer un periodismo polémico y enunciativo contra su gobierno-.

El desarrollo de la economía que había impulsado el gobierno del general Antonio Guzmán Blanco se había detenido, en estos últimos años; en cierto modo, por causa de los constantes enfrentamientos armados que desestabilizaban el país y que, igualmente, impedían la ejecución de proyectos económicos reales y coherentes.

Para 1894, Venezuela contaba con más 2 millones habitantes, de los cuales, el 50 por ciento era analfabeta. La mayoría vivía en un estado de pobreza y las tierras para el cultivo estaban devastadas por la guerra. A pesar de los esfuerzos del gobierno, la agricultura seguía estando a un lado de los planes económicos.

El país padecía de una falta de recursos. La administración de Crespo Torres estaba en apuros y la realidad fiscal dibujaba un cuadro desesperaranzador para las clases pobres. En otras palabras, la república estaba sofocada, transcurriendo bajo graves perturbaciones políticas y desajustes económicos.

A pocos días de la asunción de segundo gobierno de Crespo, el Jefe Supremo de la Revolución Legalista, parecía comenzar su gestión con optimismo y júbilo progresista. El 2 de febrero se efectuaba la inauguración del ferrocarril de Caracas a Valencia, construido por la empresa alemana Fried Krupp.

“Toco en suerte, pues no puede decirse que fuera obra de su gobierno, al presidente Crespo, en víspera de inauguración de una de las más grandes y útiles obras públicas de la Venezuela de todos los tiempos...", escribe R. A, Rondón Márquez en Crespo y la Revolución.

Pero la situación no era nada halagüeña. Así lo dice el semanario humorístico El Diablo: " La crisis económica, epidemia que se va haciendo universal, ya nos alcanzó y amenaza con avasallarnos. Es una fiebre devoradora que se extiende por Europa y América. Ya alcanzó al gobierno.".

La situación económica de Venezuela había llegado a extremos tales en 1894 que, por primera vez, se producen en Caracas manifestaciones de desempleados que reclamaban la atención del gobierno, la apertura de obras públicas y la ayuda para quienes había caída en la mendicidad.

-No faltará en donde colocarlos. Vamos a destinar cinco mil pesos para obras públicas-, dice el ministro de Hacienda a los periodistas.

El reflejo de estos acontecimientos políticos se debía al injusto y desigual reparto de la tierra. Una burguesía mercantil, más o menos poderosa, era la depositaría del dinero y la que regía las relaciones de producción. Esta elite había trucado el equilibrio de la economía nacional. Mientras la acción del gobierno suscitaba frecuentes polémicas acerca de los diversos problemas que afectaban la economía nacional.

“1894 es un año de calamidades para Venezuela - señala Ramón J. Velásquez en su libro La Caída del Liberalismo Amarillo-. El Tesoro está en crisis, el comercio paralizado, los artesanos sin trabajo. Un largo verano quemó el pan de las cosechas. En Caracas, montañas de útiles caseros crecen en las casas de empeño; mientras que a las manos de contratistas y trabajadores de las obras públicas van, en cambio de monedas, unos papeles que el Ministerio de Hacienda bautiza con el nombre de ' deuda flotante' ".

El historiador señala que, en medio de aquellas circunstancias político-económicas, el ejercicio del periodismo era una artesanía política, que quienes lo hacen, lo hacían por un acto de fe o por aquellas ideas que combatían.

“El periodismo no daba honores y recompensas, era un ejercicio de riego, de dolor, de frustraciones. Por eso la obra de los periodistas del siglo XIX merece respeto y merece un reconocimiento de las nuevas generaciones..."

Entre Dos Aguas

El país parecía acostumbrarse al clima de desestabilización política, ocasionada por los movimientos armados y promovido por los caudillos que, simplemente, buscaban alcanzar el poder de Misia Jacinta. Rafael Cartay, en su libro Historia Económica de Venezuela, señala que en aquel entonces Venezuela navegaba entre dos aguas turbulentas: una política y la otra económica.

En la política era, entre tanto, preocupante. El presidente Joaquín Crespo Torres y su recién constituido gabinete ministerial, habían declarado " personas no gratas" a los representantes diplomáticos de Francia y Bélgica, por haber firmado documentos injuriosos, contra Venezuela en el libro verde de Italia. Mientras en Caracas, motivado al problema de límites con Guayana, se registran manifestaciones contra Inglaterra.

Las noticias periodísticas más destacadas de la época eran estás: Venezuela rompe sus relaciones diplomáticas con el Estado francés, pero las reanuda con Holanda que estaban suspendidas desde 1875. Mientras que en el Congreso, entre políticos y periodistas, circula un documento con muchas firmas propiciando la unificación del Partido Liberal y su reorganización.

En lo económico las cosas continuaban mal. Los obreros y artesanos marchan, por primera vez, en protesta por la grave recesión financiera que estrangula el país. Los manifestantes marchan desde la plaza de Las Mercedes y llegan hasta la Plaza Bolívar portando carteles con consignas. “Pedimos protección para el gremio de artesanos". “El pueblo Perece".

Durante esta acción de los manifestantes, cuando efectuaban su protesta en la esquina de la Torre, los policías aparecieron provistos de armas largas dispersándolos y deteniendo a varios de ellos. Una comisión de los desempleados se traslada a la gobernación y recibe como respuesta: "Tengan Calma". En este sentido, el dirigente del gremio de artesano protesta diciendo: " El hambre no espera".

La prensa protesta por los arrestos efectuados, y el gobernador de Caracas, Juan Francisco Castillo, dice que las detenciones se realizaron " por delito de incitación a la asonada". El mandatario regional califica los hechos como " un reflejo de la onda del socialismo que invade el Viejo Mundo".

En el interior ocurren hechos de protestas similares a los de Caracas. Mientras el Ejecutivo incrementa los impuestos, autoriza el cobro de pastaje de ganado y cobra por los pasos de los ríos. El Congreso Nacional aprueba un recorte general del presupuesto ordinario de 1896. Mientras el gobierno estimula a las entidades federales una reducción del 10 por ciento de los salarios de los empleados públicos.

Durante la presidencia de Joaquín Crespo Torres hubo numerosos intentos de fundar nuevos bancos comerciales que compitieran con el Banco Central de Venezuela y el Banco Caracas. Todos los proyectos tenían como base el mayoritario aporte de capitales europeo. Pero, la prensa los acusaba de fraude y los proyectistas, en su turno, denunciaban a los bancos venezolanos como instituciones de agio y de especulación.

El Diablo dirá después, en octubre de 1897, que la cartera de Hacienda fue " manejada como un fantasma vaporoso, empeñado en hacer que se frustren todas las buenas intenciones, todos los sanos y patrióticos propósitos de cuanto llegan a servirla".

Las críticas seguían siendo fuertes contra el gobierno, mientras 1894 terminaba siendo un año negro, económicamente para el país. ¡El año funesto de la historia Republicana...!

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