Por Luis Fernando Andrade Falla
En tanto los Estados Unidos de América reaccionaba a los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 y se preparaba para la lucha contra el terrorismo en Afganistán y en contra del régimen de Irak, Venezuela, uno de los países más ricos en recursos naturales de Latinoamérica, con una fuerte vocación caribeña, se consolidaba como un epicentro regional influyente de un renovado movimiento ideológico revolucionario socialista cuyo líder político, Hugo Chávez Frías(1999-2013), inspirado en las ideas de integración del denominado “Libertador de América”, Simón Bolívar, lograba librarse de un golpe de estado militar y de un paro total de la poderosa y de la crítica empresa petrolera estatal PDVSA en el 2002.
Una serie de fenómenos políticos asociados, sucesivos y con el tiempo articulados y convergentes se empiezan a dar dentro de sistemas democráticos con propensión al autoritarismo socialista de carácter procomunista en esta región. En el Brasil, el país más extenso, más poblado y la economía mayor escala, que luego de varios años finalmente fue estabilizada con mucha disciplina fiscal y económica por el presidente Fernando Enrique Cardozo(1995-2003), eligen como su sucesor a Luis Ignacio Lula da Silva, un líder sindical del partido de los Trabajadores (PT), muy cercano y diligente a esta renovada corriente ideológica. En Bolivia, luego de años de una recurrente inestabilidad política y económica, el pueblo boliviano, en un proceso extremadamente conflictivo, elige como presidente a Evo Morales (2006-2019), un líder indígena, del partido Movimiento al Socialismo. En procesos similares, en Honduras, con Manuel Zelaya (2006-2009); en Ecuador, con Rafael Correa (2007-2017), y Daniel Ortega en Nicaragua, nuevamente electo presidente en el 2007 hasta la fecha, se suman y se adhieren con entusiasmo a los regímenes afines de Argentina bajo el peronismo de Néstor Kirchner(2003-2010) y de Cristina Fernández de Kirchner(2007-2015) y a los gobiernos de la concertación en Chile, en que los partidos socialistas y comunistas tenían una cuota importante de poder político.
En este contexto, el liderazgo regional bolivariano del presidente Hugo Chávez se acentúa y se extiende también a través de diversos programas internacionales de cooperación, de financiamientos blandos y de subsidios energéticos gracias a los ingresos extraordinarios de los altos precios del petróleo en esos años. Fue a través de la iniciativa denominada Petrocaribe que se canalizaba este gran apoyo a las islas vulnerables del Caribe, que permitió en reciprocidad la convergencia de estos país insulares hacia las posiciones políticas y diplomáticas particularmente de Venezuela y de Cuba en los organismos multilaterales.
Este proceso gradual y sostenido de convergencia política y diplomática en su conjunto, permite que Venezuela, con una diplomacia presidencial muy activa, protagónica y enfocada a la integración sustentada en el ideario bolivariano, propicie y promueva, no sin ciertos sobresaltos, con el auxilio discreto y efectivo de Cuba, la conformación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), 33 países miembros, sin la presencia de los Estados Unidos y de Canadá.
Los tiempos, o bien los vientos políticos, han estado cambiando con fuerza en esta convulsa región que enfrenta múltiples y simultáneos desafíos de carácter político institucional, de crecimiento económico sostenible, de movilidad y de mejora social, de avances tecnológicos, de seguridad ciudadana, de integración económica y de inserción global.
La euforia ideológica del socialismo bolivariano ha amainado y tiende a apagarse, y sus líderes históricos, que ambicionaban su proyección ideológica hacia los años venideros de este siglo XXI, Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías, han ido quedando en el recuerdo histórico.
Los Estados Unidos de América han dado un giro drástico hacia Latinoamérica y el Caribe, retomando su liderazgo natural como potencia global, que ofrece oportunidades de replantear estrategias de relacionamiento regional, siendo indispensable el surgimiento de nuevos liderazgos confiables y democráticamente respaldados para hacerle frente a nuestros desafíos comunes de manera transparente, practica, y efectiva, sin el populismo socialista, sin la demagogia insulsa y sin el engaño malicioso que han sufrido los pueblos que añoran sin descanso un mejor futuro.
Luis Fernando Andrade Falla con Posgrado en Relaciones Internacionales, Universidad de Georgetown Washington, D.C. USA 1994-1995. Licenciatura en Ciencias Económicas por la Universidad Francisco Marroquín. Catedrático universitario. Contacto: lfandradef@hotmail.com
