Con el devenir del tiempo, la edificación de la iglesia tuvo diferentes etapas históricas. Antiguamente había sido una ermita, levantada en tapia, madera y paja; ubicada cerca del río Paya, a dos ó tres cuadras de su actual sitio, en lo que hoy se llaman el sector Las Mercedes.
Por José Obswaldo Pérez
LA IGLESIA DE ORTIZ, por su arquitectura decimonónica, se incluye entre los templos más hermosos que existen en Venezuela. Es de líneas clásicas, en forma armónica con sus torres. Ambas, su decoración, en ladrillo una y en piedra la otra, demuestran el arte y el gusto de sus constructores. “Los adornos de las torres son como encajes realizados por manos finas, delicadas, labradas en ladrillo y compactadas con argamasa”, describe el Padre Ricardo Pínter Revert en su revista Orientación, publicación semanal editada en los talleres gráficos en la Vicaría de Ortiz, en el año 1965.
Este arciprestazgo es un monumento arquitectónico, el cual lleva el titulo de Santa Rosa de Lima. Su nombre fue puesto por los primeros colonos, canarios e hijos de portugueses, que se asentaron en el pueblo mediado del siglo XVI, en honor a la virgen y patrona de América. Su evocación ha sido siempre guía espiritual de sus habitantes. A ella se le encomendó la protección de sus tierras y su ganado. Santa Rosa, cuyo verdadero nombre era Isabel Flores Oliva, fue una religiosa perteneciente a la Orden Dominica, que ingresó al claustro en 1606. Había nacido en la Ciudad de los Reyes, Lima, el 20 de abril de 1586. Llevó una vida de penitencias y contemplaciones; trabajo con los indios y murió en 1618, a la edad de 32 años. Por iniciativa del dominico alemán Leonardo Hasen fue canonizada en 1671, por el Papa Clemente X, quien la declaró Patrona de América, Filipinas e Indias Orientales[1].
La historia de la Iglesia Santa Rosa de Lima de Ortiz no ha sido afortunada en sus años. Su construcción tuvo muchos tropiezos. Aún, mediado del siglo XIX, continuaban los obstáculos por falta de recursos y debido a las tensiones políticas del momento, las cuales no permitían el avance de la obra. Es una historia zigzagueante, marcada por vaivenes y desesperanzas.
Hace muchos años, la fábrica del templo de Ortiz devino de uno de sus primeros fundadores y benefactores, el terrateniente don Diego Segundo Blanco. Un hombre adinerado, propietario del antiguo Hato San Pablo de Paya, ubicado en la posesión Las Cañadas, en San Juan de Paya del municipio Ortiz (después llamado hato paeño, por haber pertenecido al general José Antonio Páez, en el siglo XIX). Sin duda, Blanco auspició su construcción. Y, aún más, fue la persona a quien le correspondió solicitar a las autoridades eclesiásticas, junto con otras figuras descollantes de la época, la creación del curato eclesiástico del pueblo, cuya petición ocurrió formalmente el 22 de octubre de 1773[2].
Era hacendado, residente de San Sebastián de los Reyes y vecino de Ortiz. Sus contactos con los miembros de la Iglesia determinaron fundamentalmente la consolidación del proceso. A parte de Blanco, mucha gente del pueblo ofreció su concurso para el prorrateo de los gastos aunque el numerario era escaso y algunas personas no podían suministrar el dinero porque no era solamente construir el templo sino corresponder con el sacerdote para su sustento, más lo relativo al culto: vasos sagrados, ornamentos, imágenes, vestiduras, entre otras cosas.
- Voy presentando – dice en uno de los documentos de la administración del templo -dádivas de los vecinos de dicho pueblo, a que están obligados a su edificación y también los gastos en dicha fábrica. Voy gastando, como uno de los vecinos, obligados a su edificación y me he hecho cargo de la iglesia, por no haber mayordomo, ni apoderado....[3]
De allí que la presencia del doctor Gregorio María Betancourt Verdugo[4], comisionado para estudiar la propuesta de los vecinos de Ortiz, por intermedio del Juez Eclesiástico y Vicario foráneo de San Sebastián de los Reyes, Don José Manuel Belisario, fue muy importante.
Betancourt Verdugo vino al pueblo y se reunió con los representantes de la localidad, a fin de encaminar los procedimientos formales que se requerían. Hubo muchos encuentros, entre los que participaba también el Párroco de Parapara, Don Antonio José Muñoz. Reuniones que se realizaban en la casa de Don Luis Loreto de Silva y Pérez[5], rico productor en la zona, uno de los fundadores de Ortiz y primeros benefactores de su Iglesia. Asimismo en la casa del Capitán Dionisio Ramos o la de Santos Marchena. Todas gentes blancas y de linaje. Dueños de casas y hatos.
Uno de estos encuentros ocurrió el 7 de mayo de 1775, en la casa de Don Luis Loreto de Silva y Pérez, con la presencia del Padre Antonio Chirinos. Allí se discutieron los planteamientos de los vecinos y, así, se comenzó a cumplir con los procedimientos que se exigían y ordenaban las autoridades superiores. En esa concurrencia, por el sitio de Ortiz, estuvieron presentes Don Dionisio Matute, Eusebio José Carpio, Francisco Javier Hernández, Juan José Hurtado, entre otros.
Con el devenir del tiempo, la edificación de la iglesia tuvo diferentes etapas históricas. Antiguamente había sido una ermita, levantada en tapia, madera y paja; ubicada cerca del río Paya, a dos ó tres cuadras de su actual sitio, en lo que hoy se llaman el sector Las Mercedes. Por temporadas concurría en párroco respectivo a celebrar el Santo Sacrificio, “para que gozara de el todos aquellos vecinos que por suma pobreza o enfermedad les era moralmente imposible ocurrir a la parroquia [de Parapara], cual ermita se sustentaba con la piedad y religión de aquellos mismos que la construyeron”[6]
Fue la primera iglesia de Ortiz. Había sido construida a costa de los vecinos y los remedios que hizo don Diego Segundo Blanco en 1752. Era pequeña, pero muy aseada. Tenía tres altares decentemente adornados, uno, el principal, estaba colocado el Santísimo Sacramento. Otro estaba dedicado a la Santísima Trinidad y uno a las Animas Benditas del Purgatorio. Tenía dos casas para el cura y su mayordomo era don Dionisio Ramos. Sin embargo, no había en esta iglesia cofradía ni obra pía limpia.
El pueblo de Ortiz era, simplemente, un partido en el año 1687. Un lugar agropecuario ubicado en los Llanos de Paya, en la jurisdicción de San Sebastián de los Reyes. Estaba conformado por cuatro sitios: Las Cañadas, San Roque de Las Lajas, Santa Rosa de Paya y San Juan de Paya. Este último lugar se le mencionaba recurrentemente en las Actas del Cabildo de Caracas y desde el año 1620, ya tenía capilla oratoria con el nombre de San Juan Bautista. Ese mismo año se había instalado la misión religiosa de capuchinos y el pueblo de Ortiz había sido elevado a parroquia eclesiástica, dependiente del curato de Santa Catalina de Sena en Parapara, a la cual se mantuvo unida hasta 1776.
Geográficamente, Ortiz permanecía situado en un terreno plano; circuido de pequeños cerros y galeras a las orillas del río Paya, en una topografía conformada por un pequeño valle fértil que, para la fecha ante mencionada, eran tierras realengas, despobladas, pertenecientes al Rey de las Españas. Poco a poco, el innominado lugar fue habitado por colonos ganaderos. Mucha gente blanca – especialmente de origen canario y portugueses- proveniente del Cantón de San Sebastián de los Reyes y Santiago de León de Caracas. Allí se establecieron con sus rebaños. Construyeron las primeras viviendas y los primeros hatos en el denominado Valle de Ortiz, que -según la tradición oral- estuvo antes poblado por un indio cacique y su tribu, llamado Ortiz.
Desde 1696, el pueblo tenía importancia civil, por lo cual el Obispo Diego de Baño y Sotomayor decidió fundar una vicefeligresía, adscrita al pueblo de Parapara[7]. Esa vicefeligresía estaba administrada por Clérigo Don Miguel Antonio de Dueñas[8], cura capellán que residía en ambos pueblos cada cuatro meses, con lo cual podía atender a sus almas. Un viajero de la época Ángel Altolaguirre y Duval,
Además, la población poseía más de 70 casas y " una iglesia con techo de paxa, ordenada en forma de pueblo"[9].
En aquel entonces, Juan Francisco Rodríguez, vecino de San Sebastián de los Reyes y apoderado legal de estos dominios, realizaba un conjunto de diligencias como representante legal de los vecinos de Ortiz para solicitar el otorgamiento de los títulos de propiedad de cinco leguas de tierras. En este sentido, el reino de España respondió posteriormente con su aprobación, por intermedio del Juez Delegado del Rey, Francisco Alienzo Gil, concediéndoles sus dominios, mediante documento de posesión de fecha 23 de mayo de 1714. No obstante, los títulos terminaron volviéndose caducos con el tiempo. Esto originó que los descendientes de los antiguos poseedores y sus verdaderos herederos solicitarán nuevamente a su Majestad Felipe II, una nueva composición para legalizar sus terrenos, los cuales fueron concedidos mediante confirmación y adjudicación en pública subasta al remate del mejor postor por las autoridades coloniales el 19 de julio de 1787[10].
Durante este proceso, los orticeños sufragaron la suma de 80 pesos oro como concepto de derecho a la Real Hacienda. Sin embargo, paralelamente, se produjo un litigio judicial por el lindero sur, con los vecinos de Parapara. Estos últimos alegaban tener derechos de propiedad por ser " más antiguos". No obstante, este pleito limítrofe se resolvió amistosamente en el año de 1843, mediante un Pacto de Caballeros firmado en la Iglesia Santa Rosa de Lima, luego de un largo tiempo de actuaciones procesales.
Más tarde, en 1773, el pueblo se había transformado en una comunidad con suficiente habitantes. Había más niños. No era una aldeana localidad colonial, aburrida y solitaria. Estaban levantándose las viejas casonas de adobe y bahareque. Había un comercio pujante y hombres dedicados a la artesanía, cuya fama adquirían en la región. La iglesia se erguía a la vista de los pasajeros del llano, aunque no era el templo actual. “La iglesia se levantaba junto el camino, centrada en el caserío de viviendas bajas con sus patios y corrales...”[11] Era de una nave de paredes de cantería “ de piedra común y mezcla”. El techo estaba construido con guaduas, la capilla mayor, de obra limpia, de tabla y cubierta de tejas, describe Pablo Vila en su libro El Obispo Martí.[12]
El 7 de enero de 1776, el Obispo de la Provincia Eclesiástica confirma la división del curato de Parapara y el de Ortiz. El 26 de enero de 1776, el pueblo de Ortiz era erigido en Curato independiente de Parapara, con el nombre de Santa Rosa de Lima, aunque ya entre 1653 y 1660 ostentaba con el titulo de la Santa Americana como parroquia civil; teniendo para el 19 de julio de 1787 erigida una parroquia con iglesia propia.
Ahora quedaba el problema de la designación del cura. Decisión que estaban en manos de las autoridades eclesiásticas y bajo las vigentes disposiciones del Concilio de Trento, normativa legal que ordenaba las provisiones de curatos mediante procedimientos de concursos de oposición, exámenes y probanzas de mérito. Era un proceso casi engorroso y, muchas veces, retardaba la designación del nuevo párroco. Afortunadamente, el pueblo de Ortiz y su nueva parroquia eclesiástica no ocurrieron con tan mala suerte.
El 5 de febrero de 1775, el doctor Miguel Marrón, prebístero - juez de la Provincia y Vicario General, había hecho el llamado público de oposición conforme a las leyes del Concilio Trento. Por supuesto, ésta era la primera vez, que para la provisión de la parroquia de Ortiz, se utilizaba el procedimiento pautado para la escogencia de su párroco. No obstante - contra lo que podía esperarse -, fueron varios los aspirantes. Entre los que participaron se destacan los presbíteros don Antonio Camacho, el bachiller Félix José Figueroa, José Montiel, don Pedro José González y el bachiller José Antonio Rada. Presentados los exámenes y las credenciales correspondientes el ganador del Concurso de Oposición fue el bachiller en filosofía don Félix José Figueroa.
De este modo, el padre Félix José Figueroa se convierte en el primer párroco de la parroquia nombrado por concurso de oposición. Era nativo de San Felipe, un hombre formal, no faltaba a la administración de los Sacramentos ni a la predica, ni a la enseñanza de la doctrina cristiana y – en palabras del Obispo Martí- era medianamente instruido. Había sido Alcalde de su lar nativo. Se mantuvo al frente del templo hasta el año 1781[13] y, a su vez, le tocó recibir la visita oficial del Obispo don Mariano Martí, el 5 de mayo de 1780.
Señor Jose O. Perez en su relato usted habla de Don Diego Segundo Blanco como dueño de el Hato San Pablo que posteriormente fue del General Paez hacia el año de 1773. Estoy interesado en saber a quien le compro el Hato San Pablo el señor Segundo Blanco, si fue Heredado, en que año lo compro y en que año lo vendio a quien se lo vendio, o cualquier informacion respecto a la transferencia de ese Hato.
Agradescole su Atencion.
Oscar Pinto
email : agropinca@gmail.com
Hola, lo primero darte la enhorabuena por el artículo sobre la Iglesia de Ortiz.
Y lo segundo, como propietario de la foto que has usado para tu publicación me gustaría pusieses bien su URL para que aparezcan todos los datos.
es esta: http://www.panoramio.com/photo/20494776
Gracias.
Por si tienes alguna duda mi email es: katxikamo@gmail.com
Necesito un lema del municipio ortiz,gracias
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