CAMBIO DE NOMECLATURA

Por José Obswaldo Pérez

LA AMPLIACIÓN DE LA CARRETERA DE ORTIZ, en el tramo urbano, sufrió un cambio de nombre. Una decisión sorpresiva, extraña e inconsulta, hasta de ignorancia. Ahora la llamada carretera nacional de Ortiz se llama Avenida Joaquín Crespo. Una valla a todo color (la que aparece en la foto) bautiza la nueva nomenclatura del corredor vial. La sorpresa del nuevo nombre, el que provoca este comentario, es el reemplazo de la antigua denominación de Avenida Dr. Roberto Vargas por la del caudillo parapaereño.

Es sorpresiva y extraña, al mismo tiempo, porque si estamos en un gobierno (nacional, regional y local) que se dice revolucionario sería lógico mantener y reivindicar en la memoria local el nombre de Roberto Vargas. Una figura, que mas allá de su disímil personalidad, tiene sus meritos. Militar, educador, ministro de Obras Públicas en el régimen de Juan Vicente Gómez. Una personalidad importante en la política venezolana de fines del siglo XIX y en las tres primeras décadas del siglo XX. Pero, sobre todo, un coterráneo de sólida formación intelectual.

El nombre la Carretera Nacional de Ortiz por el de avenida Dr. Roberto Vargas, surgió en 1948. A raíz de su muerte, el gobierno regional prometió construir una avenida que llevará su nombre y en la cual se colocara un busto suyo. Nada de esto se cumplió. A penas se abrió un tramo que implicó derrumbar parte de una casona que fue su habitación. La Casa Atravesada que, también, fue propiedad del general Joaquín Crespo. Pero, desde 1948, el antrotopónimo se hizo parte del acontecer cotidiano. Se enraizó y se volvió un principio de pertenencia, así como una referencia de comunicación, histórica y jurídica para los lugareños.

Desde luego, los orticeños le debemos mucho a Joaquín Crespo. Cuando Crespo fue presidente de Guárico y presidente de la República, este impulsó, desde sus respectivas magistraturas, un desarrollo urbano y económico local. Un hecho que, desde 1874 a 1881, la benefició con funciones administrativas y unas pocas obras públicas, como la emblemática Iglesia Santa Rosa de Lima.

Pero, lo que lamentamos, es que estas decisiones inconsultas expresan una clara ignorancia sobre el valor que tiene la historia para los pueblos. Esa valla le cayó mal al más común de los ciudadanos, quienes saben que esa carretera se llama Avenida Roberto Vargas. ¿Quién sería el de la genial idea?

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