Antonio Sedeño, un aventurero conquistador

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La aventura americana del rebelde Antonio Sedeño lo lleva a pasa desolado por los rumbos de los Llanos de Paya, en 1538. Se metió a la tierra adentro, con el pretexto de proseguir en sus conquistas. Durante su marcha se cometen los mayores atropellos contra los naturales .


POR JOSE OBSWALDO PÉREZ

EL CAPITAN ANTONIO SEDEÑO fue un personaje un tanto oscuro en la historia de la colonización en Venezuela. Sin autorización real se dedicaba a conquistar territorios y apresar indios para venderlos como esclavos. Esta circunstancia hizo que los hombres de Sedeño fueran siempre perseguidos por las tropas del gobernador, Jerónimo de Ortal, que representaba a la Corona española.

En 1512, de España llegó a Puerto Rico, con dos esclavos y el titulo de contador de la Real Hacienda, y con un salario de cuarenta mil maravedíes al año. De esta manera se inició formando parte de la administración colonial al ser designado contador de la Real Hacienda en Puerto Rico. Más tarde, en 1515 fungía de Regidor de la Isla.

En 1530 emprendió su carrera de explorador y conquistador al trasladarse a la isla de Trinidad, pero el terrible acoso al que le sometieron los indígenas motivará el abandono de la empresa dos años más tarde. En 1534 regresó a la isla para conquistarla definitivamente, no sin grandes dificultades al enfrentarse con Alonso de Herrera y Álvaro de Ordax por los derechos de conquista y gobernación.

En junio del 36 levanta ancla con ciento cincuenta hombres y setenta caballos, con ellos llega a los ríos San Miguel de Neveri y el Unare, este ultimo conocido popularmente como Castilla del Oro, por lo llano de sus tierras y por el oro de sus minas –las de Borbutara-. Luego, emprende entrada a tierra a dentro con miras de penetrar a Río Meta, y desde allí a El Dorado. La aventura americana del rebelde Antonio Sedeño lo lleva a pasa desolado por los rumbos de los Llanos de Paya, en 1538. Se metió a la tierra adentro, con el pretexto de proseguir en sus conquistas. Durante su marcha se cometen los mayores atropellos contra los naturales .

Ante las denuncias, la Audiencia envió al Licenciado Francisco de Castañeda con órdenes expresas de capturar a Sedeño; pero, en Valle de Río Tiznados encontró a unos indios con tatuajes “donde cogió la muerte, pues en el partido de Tiznados, la violencia de un veneno, que le dio una criada suya, puso fin a sus temeridades, y a su vida” .

En este sentido, hay muchas versiones sobre la muerte de Sedeño. Se dice que fue la morisca Fernández, quien era su concubina o cocinera la que confabuló, con otros enemigos, su muerte en mayo de 1538 ; y pero según otros, Sedeño murió “como término de un grave mal que lo aquejaba” .

El poeta conquistador Juan de castellanos, español sevillano, quien había tomado parte de algunas expediciones a tierra firme con gente que había sido de Antonio Sedeño y Jerónimo Ortal, describe a Sedeño como un hombre pequeño, de quien dice que fue de “buen talante, de grata condición y generoso; más en su pretensión tan gran gigante que tenía lo más por poca cosa” . Dice Castellano, en la Elegía XII, en la cual corrobora este aspecto de la vida del turbulento contador de Puerto Rico, de quien el cronista-poeta buscó la corteza lisa de un árbol para acomodarle, en latín y castellano, el siguiente elogio fúnebre:

Híc requíescít homo Sedeñus corpore parrus;
Rebus at in cunctis pectore magnus erat.(=Aquí de su brio falto
Reposa Antonio Sedeño./Que fué de cuerpo pequeño/Y en el ánimo muy alto.)

“ Hic requiescit homo sedenus corpore
Parvus, rebus at in cunctis
Pectores magnus erat”

El Fray Antonio Gaulín describe el hecho:

“ Enterrándolo en un espacioso valle, a quien los españoles dieron nombre de Provincia de los Tiznados por unos indios que en el habitaban, pintados siempre de negro con carbón molido y yerba mora sobre unas rajaduras, quienes introducidos aquel vetumen permanecían indelebles su pintura, que ellos tenían a superior gala; y desde entonces se conocerá este nombre Tiznados e un río, que corre por los llanos de la provincia de Venezuela y que cae al Portuguesa, y en todos los hatos de ganado que hay en sus márgenes y vegas circunvecinas.”

Castellanos puso poesía a las heroicas aventuras del valiente capitán Antonio Sedeño e hizo una crónica de su muerte en el río Tiznados, diciendo de él en sus versos de Elegías de Varones Ilustres de India:

“ Do el río Tiznados desencierra
su licor a llano convertido,
Yendo ya por la falda de la sierra
A la sombra de un árbol extendido
Dieron estos varones a la tierra
El valero cuerpo fallecido
Y en la corteza lisa por su muerte
Una letra pusieron de esta suerte:
Hic resquiescit homo Sedeñus Corpore Parvus
Rebus at in curetis pectores magnus erat
(Aquí de su brío falto reposa Antonio Sedeño,
que fue cuerpo pequeño, y en el animo muy alto)

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