Microbiografía/Guillermo Matute Ovalles
Don Guillermo Matute Ovalles |
Fue periodista, músico, maestro, hombre público y distinguido caballero .
Por José Obswaldo Pérez
Por José Obswaldo Pérez
NACIÓ EN EL PUEBLO de Ortiz. Hijo de una modesta familia integrada por el farmaceuta don Pedro Ramón Matute Benavides y doña Manuela de la Trinidad Ovalles Garcia . Fue periodista, músico, maestro, hombre público y distinguido caballero . Casó con doña Encarnación Aguirre. De este matrimonio nació Evandro Matute Aguirre , eminente abogado, juez y escritor guariqueño.
Desde muy joven fue un apasionante lector. Su educación estuvo a cargo de maestros particulares y por su propia cuenta leyó autodidácticamente, construyéndose un basto conocimiento cultural. Hombre de sólidos conceptos cristianos. Como músico le gustaba tocar el armonio y cantar el Popules Meus, en misas y en fiestas patronales; llegó a ser corista de la Iglesia de Ortiz.
En 1930, Don Guillermo Matute fue maestro interino de la escuela para varones número 43. Época de funcionario público, periodista, presidente del Consejo Municipal, escribiente del Juzgado; ejerció en numerosas ocasiones y durante muchos años la presidencia de la Junta Comunal de Ortiz, donde cumplió una intensa labor municipal que integro con amor y de forma permanente toda su vida.
Fue fundador del Centro Cultura Pro mejoramiento de Ortiz, junto con otros coterráneos como Luís Acosta Rodríguez, Nicanor Rodríguez y Arturo Rodríguez, entre otros, el cual fue lugar de cita de grupos intelectuales, musicales y teatrales como el Retablo de Las Maravillas (conocido hoy como Danzas Venezuela), con la actuación de la famosa artista Yolanda Moreno, y que fundó el profesor Manuel Rodríguez Cárdenas.
Como periodista, Don Guillermo R. Matute, fue corresponsal de la agencia Prensa Venezolana (Peve). Muchos de sus artículos sobre el acontecer diario de Ortiz están publicados en el diario Heraldo, periódico pro-gomecista, donde reflejó el retrato social y decadente de su querido terruño. En uno de esos artículos descriptivos reclamaba por el bienestar del pueblo orticeño. “Ortiz, siempre Ortiz”, sería una de las notas periodísticas donde exigiría: “Este viejo pueblo, floreciente y activo hace medio siglo, hallase casi agónico, sin que se sienta aquí un influjo benéfico por parte del ministerio de Sanidad y Asistencia Social” .
Desde el periodismo, don Guillermo Matute fue una voz de protesta. Trinchera que aprovechó para sensibilizar a los gobiernos de turno. En esa lucha progresista, Matute logró sumar al presidente del estado, el intelectual Pedro Sotillo, quien hizo todo lo posible por lograr el saneamiento de esta comunidad. Es, así, como en el año 1944, una comisión técnica agropecuaria estudiaría el resurgimiento de la población, con lo cual el Ministerio de Agricultura y Cría accedería darle agua tratada al pueblo de Ortiz.
“El abastecimiento de agua potable – escribe Don Guillermo Matute – es la tragedia máxima de este pobre pueblo...” , y no se equivocó porque todavía este problema sigue siendo uno de la principal dificultad que ha limitado el desarrollo de Ortiz y la garantía de los habitantes de contar con un buen servicio, de tan preciado liquido, para el bienestar y salud de los orticeños.
Dejó un pequeño libro inédito titulado Apuntes, en el cual recoge esbozos sobre su pueblo natal. De el extraemos los siguientes párrafos, cuando se describe la situación económica de Ortiz, explica:
“Todavía para los años 1924-25 existía en jurisdicción de Ortiz alrededor de 60 fundos pecuarios que sostenían el consumo de la plaza y de los que se extraían importantes lotes de ganado para Villa de Cura y San Juan de los Morros, aparte de los “persogos” que salían frecuentemente hacia otros lugares de consumo.
“Esto indica a simple vista cual fue la riqueza pecuaria de Ortiz para esas épocas, no obstante los abusos de que fue víctima esa cría pecuaria en las guerras civiles y particularmente en la “Libertadora” entre 1901 y 1903. Y en relación con la agricultura, cuando se visitaban las chozas de los campesinos encontrábamos trojas repletas de maíz, frijoles, tapiramos quinchonchos y en los rincones montones de batatas, auyamas, yucas, racimos de cambures topochos, patillas y melones en tiempos de cosecha. No faltando la caña dulce para sustituir el papelón o la panela por el tradicional “melao” de fabricación casera, trayendo por añadidura esta próspera era de productos alimenticios, la cómoda facilidad para el incremento de la cría porcina, la de chivos y aves de corral. En tanto a la puerta de los ranchos o de la casas de campo se encontraban los burros cargueros, vehículos a la orden de esos días, para las diligencias inherentes a las necesidades cotidianas. Tal era la época que describimos. Había calamidades físicas por la insalubridad de los tiempos, la falta de recursos asistenciales, el abandono de los gobiernos, pero no había hambre. Por el contrario había abundante alimentación, por la proliferación de frutos alimenticios. Y esto por el esfuerzo del orticeño, por lo cual Ortiz se negó a morir...”
Fue un hombre tenaz e incesante contendor, cuyo recuerdo aún está vivo entre algunos de sus coterráneos. El padre Ricardo Revert lo definió en un artículo publicado en la revista Orientación como “un hombre venerable. Independiente. Compendio de más de medio siglo de Historia de Ortiz” . Falleció el 4 de noviembre de 1975.