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El periodista debe refugiarse en la verdad

Fuego cotidiano publica una pieza oratoria del fallecido periodista guariqueño Don Alí Almeida. El discurso fue pronunciado el 30 de junio de 1990, en el Concejo Municipal del Municipio Ortiz. Sus palabras fueron una clase de humildad y sencillez sobre el ser periodista y su angustiosa búsqueda de la verdad.

Por Alí Almeida

Hace ya bastante tiempo, cuando arribamos a los 16 años, vimos en una calle marginal de San Juan de los Morros, tendida sobre una acera, a una mujer enferma bajo el mayor desamparo. Aún recordamos el trapo blanco ajustado a sus sienes. Se llamaba Ber­nardina. Con una cámara baratísima le tomamos una foto. Logrado el documento gráfico, escribimos una cuartilla y remitimos tímidamente este material a Pedro Layatorres, Jefe de Información de «El Heraldo» de un diario caraqueño de gran circulación. La­yatorres destacó esa nota a seis columnas con una foto bastante ampliada y un titular llamativo. Ese fue nuestro bautizo comunicacional. La noticia causó un impacto tal que movió a medio mundo en San Juan, y el Gobernador ordenó personalmente el inmediato tras lado de Bernardina al Hospital para que le salva­ran la vida. Días después, la gente veía al proyecto de corresponsal como algo curioso. Los profesores del Li­ceo se acercaron al diálogo, y mis compañeros de clase compartían la novedad de que alguien tan cercano a ellos se le haya ocurrido formar un escándalo. Pero la noticia de Bernardina no era escándalo, su lamen­table cuadro solo recogía, en plena vía pública la silueta de una verdad.



No deseo ni es mi intención montar un auto elogio aquí de mi persona, sino acotar el hecho irreversible de que cuando se nace periodista se es siempre pe­riodista. Aquel estímulo primario de haber visto con despliegue mi denuncia, y más aún el saber el alcance de un logro humanitario, me formó de pronto el crite­rio -aún sin experiencia alguna entonces que la clave para llegar a la noticia no era otra que la de la verdad.

Quizás los primeros reporteros que manejaron esta clave hace dos mil años, fueron los Apóstoles. Si ana­lizamos lo que reseñaron, entendemos en ellos las coincidencias y la objetividad con la cual trabajaron sus relatos.

Y aunque cierto es que nadie es absolutamente dueño de la verdad, bueno es decir que el Periodista tiene que refugiarse en ella, buscarla, para no entrar en conflictos con la conciencia. El gran amparo es también la ética. Quizás es por esto que el Periodismo es la profesión más angustiosa del mundo. La más an­gustiosa y sin exagerar, una de las más peligrosas. Es angustiosa porque un periódico nace y muere cada 24 horas. Es angustiosa porque pareciera que nos em­barga el afán de estar escribiendo la Historia intermi­nable de cada pueblo. Y esa angustia la tuvieron en Ortiz en 1875 en La Gaceta del Guárico, José Ramón Núñez y José María Alvarado y en 1878, el periodis­ta Ismael Pereira Álvarez, también en Ortiz, con sus periódicos El Reivindicador y La Voz de los Llanos, y quienes redactaban aquí «EL TELESCOPIO», y a comienzos del siglo XX «Pasatiempo». Y esa angus­tia la exteriorizó en 1932, Luis Acosta Rodríguez y Arturo Rodríguez con el vocero El Pampero y el padre Pínter más tarde con Orientación y ORTIZ y en 1977 los estudiantes del Beatriz de Rodríguez, con el periódico EN MARCHA.

Y es la angustia de todos los comunicadores sociales de la tierra. Por ello jamás debe preguntársele a un verdadero Periodista, cual es la mejor noticia, o él mejor reportaje que ha escrito. No podrá responder, porque la mejor noticia puede ocurrir esta tarde, esta noche o mañana! Es la gran expectación que persiste en cada minuto. ¡Es la pasión de esta profesión, sin lí­mite de tiempo!.

Y es una Profesión peligrosa, por cuanto en dicta­duras y democracia, no dejan de fraguarse las perse­cuciones, los vejámenes, las cárceles hasta la muerte. En Colombia ser periodista es ser héroe. El narcotráfico ha ejecutado ya a 84 profesionales del Periodismo en los últimos tres años. ¡Pero jamás podrán matar la noticia! En México apalean a periodistas que critican al Presidente. ¡Pero no pueden apalear a las noticias! Afortunadamente -y debemos reconocerlo- en Vene­zuela no se ha llegado a esos extremos, criminales, por lo menos en el presente período constitucional.

No faltan sin embargo, las tendencias de perma­nente subestimación y carencia de respeto a los Pe­riodistas venezolanos, cuando ciertos políticos de al­curnia o descalificados funcionarios gubernamenta­les, les arrostran calificativos como el de DESESTABILIZADORES del sistema democrático, al sacar a luz pública la realidad lamentable que vive el país.

Venezuela está viviendo la crisis económica más se­vera en lo que va del siglo. Las redacciones de los periódicos son receptoras del desespero de millares de venezolanos acosados por una inflación y especula­ción sin límites, por un desempleo asombroso, y por una pobreza crítica que causa miedo. Ya Recadi, los Jeeps, el Hipódromo y los Bonos de Exportación, pa­saron al saco roto del olvido. Nada ocurrió. El país quedó con las arcas vacías. Nadie es culpable. El bolí­var ya tiene el valor de una locha. Pero los Periodistas lejos de desestabilizar, -y el pueblo lo sabe- cumpli­mos con el deber de la denuncia. La conciencia está tranquila.

Y continuaremos denunciando que en San Juan de los Morros 30 mil niños en los barrios marginales to­das las noches se acuestan sin cenar, y que Ortiz no puede seguir con la desesperación de su sed y que las carreteras guariqueñas son un desastre y que hay una tenebrosa sombra sobre la producción agrícola de nuestra región!.

La generosa iniciativa de la Alcaldía de Ortiz, al evitar a un grupo de Periodistas a este honorable recinto, nos hace recordar a José Martí el Apóstol Cu­bano, cuando decía que ante un reconocimiento since­ro, ninguna voz era débil.

El Colega Argenis Ranuárez escribió el 27 de Junio en uno de sus mensajes rápidos que casia mañana de­voran los lectores de «El Nacionalista»: «El Periodis­mo es la pasión y medio de lucha; contra lo injusto, lo arbitrario, el medio de lucha y la pasión a favor de lo grande, lo noble, lo sano, lo cierto. Nuestro día es to­dos los días.»

Hoy aquí estamos celebrando también nuestro Día, no solo para reiterar el compromiso primario de infor­mar, sino también el de orientar, el de educar, el de investigar y el de volcar siempre nuestra vocación en favor del servicio colectivo, buscando en todo momen­to la mano de la verdad, para que todas las BER­NARDINAS, como la que yacía abandonada en una calle sanjuanera, y motivó nuestra primera inquietud vocacional sean definitivamente reivindicadas, por la noticia!.


FOTO Diario El Nacionalista. De izquierda a derecha: La periodista Casilda Romero; Lila Seijas Iribarren, entonces concejal del municipio; Alí Almeida y su esposa Omaira de Almaida y el periodista y abogado Argenis Ranuarez, actualmente Cronista de San Juan de los Morros.

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