El conversatorio en el caserío Cumbito
Una reconstrucción desde la microhistoria de las rutas que siguieron los viajeros que vinieron a los Llanos de Calabozo y del Guárico en los siglos XVIII, XIX y principios del XX.
Felipe Hernández G.
Unesr
Atendiendo a la invitación que nos formulara el cronista de la Ciudad de Maracay, Prof. Oldman Botello, asistimos al Conversatorio que el sábado 18 de septiembre del corriente año, el diligente cronista de Ortiz, Prof. Fernando Rodríguez Mirabal, organizó en el Caserío “Cumbito” de ese municipio, específicamente en la Finca “La Ceiba” de los Hermanos Vilera Díaz. La reunión tuvo como objetivo, reflexionar sobre: Los viajeros y las rutas y caminos que comunicaban con Calabozo y otras partes de los Llanos del Guárico desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XX.
A la cita acudimos, los investigadores Adolfo Rodríguez, Oldman Botello, Edgardo Malaspina, Jeroh Juan Montilla, Eduardo López Sandoval, Rubén Páez, José Obswaldo Pérez, Felipe Hernández, y el cronista anfitrión, Fernando Rodríguez.
Como escenario un bien plantado caney sabanero que en una loma, junto a la casa, el paradero y los corrales del hato “La Ceiba”, en una cálida mañana de mediados de septiembre que pronosticaba lluvia, y con la brisa cargada con los aires del tiempo, que desde la Mesa de Paya peinaba el monte en su discurrir hacia las Galeras imponentes de Guarumen al Norte. Que nos hablaba de las tantas rutas, del caño Antón Pérez y del hato “El Caimán” o La Guadalupe ¡donde nació el Llanero!, por donde pasó el barón de Humboldt, Simón Bolívar y Friedrich Gestäcker. Iniciamos la jornada reconstructiva que nos convocaba.
A sabiendas que la microhistoria es muy útil para la reflexión metodológica, porque desde el estudio concreto de los sucesos individuales y su relación con el contexto, permite entender la verdadera dimensión del desarrollo de los acontecimientos históricos en su conjunto; nos marcó el rumbo para generar el intercambio de ideas sobre las rutas, los caminos, el paisaje, la fauna, las impresiones, referencias y sitios que en distintas épocas y meses transitaron religiosos, naturalistas, geólogos, espeleólogos, fisiólogos, médicos. Viajeros todos, que dejaron a la posteridad su particular visión de las bellezas, los rigores y vicisitudes que les tocó vivir en su paso peregrino por estas inmensidades.
En ese sentido, hablamos del obispo Mariano Martí en Ortiz, cuando llegó a ese pueblo el 5 de mayo de 1780, después de pasar por Paya y Parapara.
Del sabio, naturalista y viajero alemán, Alejandro de Humboldt, y su universal obra: Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente. Del paisaje del llano y los llaneros que vio en la ruta de Villa de Cura a Calabozo en viaje hacia San Fernando de Apure, por el mes de marzo del año 1800. Y la admiración que le causaron los experimentos de física que realizaba en Calabozo don Carlos del Pozo.
La presencia del Libertador Simón Bolívar en el hato El Caimán en 1818, donde probablemente pernoctó algunas veces y otras estuvo de paso.
Las experiencias que narra en su obra: Escenas Rústicas en Suramérica o la vida en los Llanos de Venezuela, don Ramón Páez Ricaurte, de paso hacia el hato San Pablo Paeño, en diciembre de 1946: “…era la Mesa de Paya,… después de… errar sin brújula… una inmensa extensión de sabanas bajas… el más bello panorama que hubiera contemplado en mi vida…”
El camino recorrido por el maracayero Francisco Michelena y Rojas, en 1857, en su viaje de exploración de los ríos Amazonas y el Alto Orinoco. Sus precisiones sobre los pueblos de Parapara, Ortiz, La Horca, Tiznados, y los sitios de Morrocoyes, San Pablo y Morichal. “Desde la Mesa de Paya fue que empecé a gozar más de los llanos de Calabozo… con morichales en todas direcciones y lagunas cubiertas de aves de todas clases”.
El itinerario desde San Sebastián de los Reyes a Calabozo por Mesa de Paya en 1873, Expuesto en los Apuntes Estadísticos del Estado Guárico: Ortiz, Veladero, Palacio, Mesa de Paya, Caimán, Caño Corozal, Mapurite, quebrada La Laja, Morichal, Calabozo. El viaje a Calabozo, del fisiólogo alemán Carlos Sachs, en el año 1876, cuando fue enviado a Venezuela por la Real Academia de Ciencias de ese país, a realizar investigaciones científicas e investigar el “Gymnotus” o pez temblador.
La expedición médico científica con fines sanitarios y de recolección de datos inherentes a la flora y la fauna del Guárico, del Dr. Juan Iturbe, en abril de 1927, conocida como la Misión Iturbe. Viaje en que le acompañó el médico personal de Juan Vicente Gómez, Francisco “Pepe” Izquierdo, el botánico Henri Pittier y el médico vallepascuense Miguel Lorenzo Ron Pedrique. “Muy avanzado el medio día abandonamos a Ortiz para de allí a poco, en “Los Dos Caminos”, equivocar el nuestro, tomando por la abandonada vía que conduce a Calabozo, vía del Rastro y perdiendo las ventajas de la magnifica carretera de los Llanos,…”. La descripción de los pueblos y sitios de Ortiz, Veladero, Dos Caminos, Morrocoyes, Matapalo, Platanito, El Caimán, La Yegüera, Mapurite, Las Lajas, El Rastro y Calabozo.
Las carreteras y obras del Gomecismo, las llamadas imaginarias. Entre las que se cuenta, la que va desde Villa de Cura, El rastro y Calabozo en 1913.
Hipótesis bien fundamentadas, como la formulada por el Dr. Eduardo López Sandoval, sobre ¿Dónde nació el Llanero como etnia?, y sus lógicos razonamientos sobre el Hato El Caimán o la Guadalupe.
Como han cambiado las rutas y los caminos, el paisaje que obnubiló a los viajeros, su historia: sitios viejos que dejaron de ser, y de los que aún son. La historia de los caminos: Un trabajo que está por hacerse a decir del Dr. Adolfo Rodríguez. La necesidad de ir a los sitios que vieron y describieron estos viajeros, para entender sus pareceres. Los lugares y sitios que ya no existen pero que dejaron huella (La Horca por ejemplo) que hay que desentrañar y reconstruir.
Un Conversatorio con muchas interrogantes, datos del pasado que aparentemente pueden parecer intrascendentes, pero que han dejado huella en nuestro devenir, nuevos aprendizajes, lugares y sitios que expresan los desarrollos histórico-sociales de cada momento. Una realidad profunda de la historia del Guárico, que nos habla de lo importante que es la microhistoria y de lo mucho que falta por hacer.
Finalmente, al profesor Nicolás Vilera y a toda la familia Vilera Díaz, nuestro agradecimiento por el recibimiento y las amables atenciones que nos dispensaron.
En Valle de la Pascua, a los veintiún días del mes de septiembre de 2010.
Historiadores guariqueños con la familia Vilera Díaz, en Cumbito, municipio Ortiz, Guárico/Foto JOP |
Unesr
Atendiendo a la invitación que nos formulara el cronista de la Ciudad de Maracay, Prof. Oldman Botello, asistimos al Conversatorio que el sábado 18 de septiembre del corriente año, el diligente cronista de Ortiz, Prof. Fernando Rodríguez Mirabal, organizó en el Caserío “Cumbito” de ese municipio, específicamente en la Finca “La Ceiba” de los Hermanos Vilera Díaz. La reunión tuvo como objetivo, reflexionar sobre: Los viajeros y las rutas y caminos que comunicaban con Calabozo y otras partes de los Llanos del Guárico desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XX.
A la cita acudimos, los investigadores Adolfo Rodríguez, Oldman Botello, Edgardo Malaspina, Jeroh Juan Montilla, Eduardo López Sandoval, Rubén Páez, José Obswaldo Pérez, Felipe Hernández, y el cronista anfitrión, Fernando Rodríguez.
Como escenario un bien plantado caney sabanero que en una loma, junto a la casa, el paradero y los corrales del hato “La Ceiba”, en una cálida mañana de mediados de septiembre que pronosticaba lluvia, y con la brisa cargada con los aires del tiempo, que desde la Mesa de Paya peinaba el monte en su discurrir hacia las Galeras imponentes de Guarumen al Norte. Que nos hablaba de las tantas rutas, del caño Antón Pérez y del hato “El Caimán” o La Guadalupe ¡donde nació el Llanero!, por donde pasó el barón de Humboldt, Simón Bolívar y Friedrich Gestäcker. Iniciamos la jornada reconstructiva que nos convocaba.
A sabiendas que la microhistoria es muy útil para la reflexión metodológica, porque desde el estudio concreto de los sucesos individuales y su relación con el contexto, permite entender la verdadera dimensión del desarrollo de los acontecimientos históricos en su conjunto; nos marcó el rumbo para generar el intercambio de ideas sobre las rutas, los caminos, el paisaje, la fauna, las impresiones, referencias y sitios que en distintas épocas y meses transitaron religiosos, naturalistas, geólogos, espeleólogos, fisiólogos, médicos. Viajeros todos, que dejaron a la posteridad su particular visión de las bellezas, los rigores y vicisitudes que les tocó vivir en su paso peregrino por estas inmensidades.
En ese sentido, hablamos del obispo Mariano Martí en Ortiz, cuando llegó a ese pueblo el 5 de mayo de 1780, después de pasar por Paya y Parapara.
Del sabio, naturalista y viajero alemán, Alejandro de Humboldt, y su universal obra: Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente. Del paisaje del llano y los llaneros que vio en la ruta de Villa de Cura a Calabozo en viaje hacia San Fernando de Apure, por el mes de marzo del año 1800. Y la admiración que le causaron los experimentos de física que realizaba en Calabozo don Carlos del Pozo.
La presencia del Libertador Simón Bolívar en el hato El Caimán en 1818, donde probablemente pernoctó algunas veces y otras estuvo de paso.
Las experiencias que narra en su obra: Escenas Rústicas en Suramérica o la vida en los Llanos de Venezuela, don Ramón Páez Ricaurte, de paso hacia el hato San Pablo Paeño, en diciembre de 1946: “…era la Mesa de Paya,… después de… errar sin brújula… una inmensa extensión de sabanas bajas… el más bello panorama que hubiera contemplado en mi vida…”
El camino recorrido por el maracayero Francisco Michelena y Rojas, en 1857, en su viaje de exploración de los ríos Amazonas y el Alto Orinoco. Sus precisiones sobre los pueblos de Parapara, Ortiz, La Horca, Tiznados, y los sitios de Morrocoyes, San Pablo y Morichal. “Desde la Mesa de Paya fue que empecé a gozar más de los llanos de Calabozo… con morichales en todas direcciones y lagunas cubiertas de aves de todas clases”.
El itinerario desde San Sebastián de los Reyes a Calabozo por Mesa de Paya en 1873, Expuesto en los Apuntes Estadísticos del Estado Guárico: Ortiz, Veladero, Palacio, Mesa de Paya, Caimán, Caño Corozal, Mapurite, quebrada La Laja, Morichal, Calabozo. El viaje a Calabozo, del fisiólogo alemán Carlos Sachs, en el año 1876, cuando fue enviado a Venezuela por la Real Academia de Ciencias de ese país, a realizar investigaciones científicas e investigar el “Gymnotus” o pez temblador.
La expedición médico científica con fines sanitarios y de recolección de datos inherentes a la flora y la fauna del Guárico, del Dr. Juan Iturbe, en abril de 1927, conocida como la Misión Iturbe. Viaje en que le acompañó el médico personal de Juan Vicente Gómez, Francisco “Pepe” Izquierdo, el botánico Henri Pittier y el médico vallepascuense Miguel Lorenzo Ron Pedrique. “Muy avanzado el medio día abandonamos a Ortiz para de allí a poco, en “Los Dos Caminos”, equivocar el nuestro, tomando por la abandonada vía que conduce a Calabozo, vía del Rastro y perdiendo las ventajas de la magnifica carretera de los Llanos,…”. La descripción de los pueblos y sitios de Ortiz, Veladero, Dos Caminos, Morrocoyes, Matapalo, Platanito, El Caimán, La Yegüera, Mapurite, Las Lajas, El Rastro y Calabozo.
Las carreteras y obras del Gomecismo, las llamadas imaginarias. Entre las que se cuenta, la que va desde Villa de Cura, El rastro y Calabozo en 1913.
Hipótesis bien fundamentadas, como la formulada por el Dr. Eduardo López Sandoval, sobre ¿Dónde nació el Llanero como etnia?, y sus lógicos razonamientos sobre el Hato El Caimán o la Guadalupe.
Como han cambiado las rutas y los caminos, el paisaje que obnubiló a los viajeros, su historia: sitios viejos que dejaron de ser, y de los que aún son. La historia de los caminos: Un trabajo que está por hacerse a decir del Dr. Adolfo Rodríguez. La necesidad de ir a los sitios que vieron y describieron estos viajeros, para entender sus pareceres. Los lugares y sitios que ya no existen pero que dejaron huella (La Horca por ejemplo) que hay que desentrañar y reconstruir.
Un Conversatorio con muchas interrogantes, datos del pasado que aparentemente pueden parecer intrascendentes, pero que han dejado huella en nuestro devenir, nuevos aprendizajes, lugares y sitios que expresan los desarrollos histórico-sociales de cada momento. Una realidad profunda de la historia del Guárico, que nos habla de lo importante que es la microhistoria y de lo mucho que falta por hacer.
Finalmente, al profesor Nicolás Vilera y a toda la familia Vilera Díaz, nuestro agradecimiento por el recibimiento y las amables atenciones que nos dispensaron.
En Valle de la Pascua, a los veintiún días del mes de septiembre de 2010.