Strauss Kahn, víctima de la tiranía de lo urgente

La experiencia demuestra que la escala de tiempo más rápida impone su ley a las otras. Así, los mercados y los medios imponen sus soluciones a los otros espacios; pueden destruir en pocos instantes una reputación económica, política y ética construida a lo largo de una vida: la realidad de un pasado no vale nada comparada con la apariencia de un presente.

Dominique Strauss Kahn . Foto AP
Por Jacques Attali
La terrible acusación que pesa sobre Dominique Strauss Kahn (DSK) es la ocasión para recordar que nuestra sociedad, que se ha vuelto sin fronteras, vive ahora en cuatro escalas de tiempo simultáneas. De ello se desprende que reglas de juego contradictorias se entrechocan, calendarios distintos se superponen, ritmos diferentes se penetran unos a otros.

La primera escala de tiempo es la del derecho, la de la investigación policial y la del procedimiento judicial; su ritmo está a discreción de los investigadores y de los jueces. Se impone a priori sobre todos los demás.

La segunda escala de tiempo es la de la política, que obedece a un calendario electoral preciso, en general inmutable.

La tercera escala de tiempo es la de los mercados y los medios de comunicación: obedece a la exigencia de la respuesta inmediata, de la novedad permanente, de la impaciencia y de la competencia; más aún desde la aparición de Internet.

La experiencia demuestra que la escala de tiempo más rápida impone su ley a las otras. Así, los mercados y los medios imponen sus soluciones a los otros espacios; pueden destruir en pocos instantes una reputación económica, política y ética construida a lo largo de una vida: la realidad de un pasado no vale nada comparada con la apariencia de un presente.

El tiempo de los medios lleva, entonces, a considerar que todo defecto de los políticos, incluso no demostrado, merece ser denunciado y los excluye de la vida pública. Esto lleva a buscar hombres cada vez más perfectos para ejercer funciones cada vez menos importantes, en las cuales por otra parte son cada vez más fácilmente reemplazables.

Los mercados son los últimos beneficiarios de este fracaso de lo político.

Dominique Strauss Kahn es víctima de estas contradicciones: los medios quieren, respecto a su caso, obtener y dar respuestas inmediatas a interrogantes que la justicia tardará meses en resolver, lo que lo excluye de las instancias políticas por venir.

Incluso si un día es disculpado, en el plano judicial, del terrible crimen del cual se lo acusa, habrá sido ya irreversiblemente condenado en el terreno político. En detrimento de la causa por la cual DSK ha luchado siempre: un estado de derecho planetario y una gobernancia mundial democrática y justa que domine a los mercados.

Esta tiranía de lo inmediato se manifiesta también en otras circunstancias y explica ampliamente la anarquía de la mundialización. Así, en materia financiera, las exigencias de respuestas mediáticas renovadas sin cesar lleva a los políticos a descuidar las soluciones de fondo, a rechazar la puesta en marcha del derecho y de las instituciones jurídicas planetarias necesarias, en provecho de las fotos que permite el G20 para gran beneficio, aquí también, de los mercados financieros.

Más allá de este caos, una última escala de tiempo viene siempre, al final, a sacudir a las otras tres y a darles todo su sentido irrisorio: la de la enfermedad o la muerte. El destino del hombre es el de olvidar esto, para no pensar más que en actuar en el interior de los otros espacios, bajo la tiranía de lo urgente.

A menos que se tenga la audacia de proyectarse fuera de las rutinas, de pensar el mundo más allá de todo calendario y de atenerse, con obstinación, a sus sueños.

(Traducción de Infobae América)


Fuente: Slate.fr


Jacques Attali es un economista y escritor francés. Cofundador y editorialista de Slate.fr y columnista de la revista L'Express. Preside Planet Finance y es autor de numerosos libros, siendo uno de sus últimos títulos Crisis, ¿y después?
Artículo próximo Artículo previo