Por Reinaldo Rojas
Roscio
Nos acercamos a un nuevo 19 de abril y estamos en el Bicentenario de la Carta de Jamaica. El primero, una fecha fundadora de la nacionalidad, y el segundo, el documento que recoge, en palabras de Bolívar, la idea criolla de la independencia política y de nuestra emancipación intelectual.
Si la lucha por la independencia fue ardua en el terreno militar, no menos ardua ha sido la búsqueda de nuestra emancipación intelectual. El ruido de las armas cesó pero la confrontación de las ideas no ha pasado la página. Sin embargo, de la independencia lo que hemos exaltado son los hechos militares, la actuación de los guerreros y la proyección de los héroes en la formación nacional.
Nos acercamos a un nuevo 19 de abril y estamos en el Bicentenario de la Carta de Jamaica. El primero, una fecha fundadora de la nacionalidad, y el segundo, el documento que recoge, en palabras de Bolívar, la idea criolla de la independencia política y de nuestra emancipación intelectual. A la carta la hemos denominado en nuestros estudios "proyecto político", para superar su calificación como "carta profética" que la coloca en los ámbitos inalcanzables de los elegidos, dioses y profetas. Y esto, porque la decisión de hacernos independientes fue, ante todo, un acto fundado en un pensamiento filosófico y en un proyecto político.
Obra y labor
Uno de esos pensadores, protagonista de los acontecimientos del 19 de abril de 1810, fue el Dr. Juan Germán Roscio. Su obra y labor fue múltiple en aquellos años decisivos de nuestra historia. Lo encontramos, primeramente, el 18 de abril, en la casa del médico barquisimetano José Ángel de Álamo, encabezando los preparativos de la sesión del día 19 en el Cabildo de Caracas. Ese día participa en la histórica reunión como diputado del pueblo y es redactor del Acta que crea la Junta Defensora de los Derechos de Fernando VII, más tarde transformada en Junta Suprema de Caracas, nuestro primer gobierno autonómico, donde Roscio ocupó la Secretaría de Relaciones Exteriores, despachando comisiones a diferentes capitales de Hispanoamérica, el Caribe, Europa y Estados Unidos, entre ellas, la que conformaron Bolívar, López Méndez y Bello con destino a Londres.
Más tarde, es quien redacta la convocatoria a elecciones y elabora el reglamento del futuro Congreso Constituyente de 1811, en cuyo escenario actuará como diputado electo, mientras ocupa el cargo de Secretario de Estado, Guerra y Marina en la Junta Suprema, Poder Ejecutivo que antecede el nacimiento del Estado venezolano republicano e independiente de 1811. Es, pues, una figura rectora, múltiple, incansable. Declarada la independencia en julio de 1811, el Congreso lo comisiona junto a Francisco Javier Ustáriz y Gabriel de Ponte para elaborar el proyecto de Constitución que será aprobada el 21 de diciembre de 1811. Al constituirse nuestro primer gobierno independiente, allí estará Roscio.
Formación intelectual
Pero, ¿por qué Roscio logra ese liderazgo y autoridad? Para ello, habría que hurgar en su formación intelectual en los campos de la teología, la filosofía y el derecho. Bachiller de Filosofía y Doctor en Cánones en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, título obtenido en 1794, siendo estudiante obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Derecho Civil, el Premio de Sagrados Cánones y la Medalla en los ejercicios literarios de la Academia de Derecho Español y Público, presidido por otro grande de las leyes, el licenciado Miguel José Sanz.
Sin embargo, a pesar de toda esta brillante carrera política, es como pensador que Roscio se proyecta en la historia universal con su obra "El triunfo de la libertad sobre el despotismo", tesis de carácter teológico, filosófico y jurídico en la que expone su doctrina republicana de emancipación e independencia. A la teología feudal, como la denomina, le opone una "teología de la liberación", que vincula la soberanía popular, es decir, la república, con los principios cristianos. El origen de la autoridad y del poder civil, la soberanía popular, las nociones de libertad, derecho y ley, la democracia y la anarquía, la obediencia, así como la inviolabilidad y carácter sagrado de las personas, son los temas tratados en esta obra publicada por primera vez, en lengua inglesa, en Filadelfia, en 1817; y luego, en español, en México, en 1824, contando entre sus lectores y seguidores a don Benito Juárez. A Venezuela llega este libro, aún desconocido entre los venezolanos, en 1953, editado en el primer tomo de sus Obras Completas.
Criollo hispanoamericano
Roscio nació en Tiznados, hoy estado Guárico, el 27 de mayo de 1763, hijo de José Cristóbal Roscio, natural de Milán, y de Paula María Nieves, nacida en La Victoria. Este criollo hispanoamericano murió el 10 de marzo de 1821 cuando se disponía asumir la Presidencia del Congreso reunido en La Villa del Rosario de Cúcuta. En su "Alocución a la Poesía", Bello invoca a Roscio como sabio legislador, honesto ciudadano y amigo fiel, dejando a la posteridad esta frase que es todo un epitafio: "De la naciente libertad, no sólo fue defensor, sino maestro y padre".
reinaldoeneal@gmail.com
Si la lucha por la independencia fue ardua en el terreno militar, no menos ardua ha sido la búsqueda de nuestra emancipación intelectual. El ruido de las armas cesó pero la confrontación de las ideas no ha pasado la página. Sin embargo, de la independencia lo que hemos exaltado son los hechos militares, la actuación de los guerreros y la proyección de los héroes en la formación nacional.
Nos acercamos a un nuevo 19 de abril y estamos en el Bicentenario de la Carta de Jamaica. El primero, una fecha fundadora de la nacionalidad, y el segundo, el documento que recoge, en palabras de Bolívar, la idea criolla de la independencia política y de nuestra emancipación intelectual. A la carta la hemos denominado en nuestros estudios "proyecto político", para superar su calificación como "carta profética" que la coloca en los ámbitos inalcanzables de los elegidos, dioses y profetas. Y esto, porque la decisión de hacernos independientes fue, ante todo, un acto fundado en un pensamiento filosófico y en un proyecto político.
Obra y labor
Uno de esos pensadores, protagonista de los acontecimientos del 19 de abril de 1810, fue el Dr. Juan Germán Roscio. Su obra y labor fue múltiple en aquellos años decisivos de nuestra historia. Lo encontramos, primeramente, el 18 de abril, en la casa del médico barquisimetano José Ángel de Álamo, encabezando los preparativos de la sesión del día 19 en el Cabildo de Caracas. Ese día participa en la histórica reunión como diputado del pueblo y es redactor del Acta que crea la Junta Defensora de los Derechos de Fernando VII, más tarde transformada en Junta Suprema de Caracas, nuestro primer gobierno autonómico, donde Roscio ocupó la Secretaría de Relaciones Exteriores, despachando comisiones a diferentes capitales de Hispanoamérica, el Caribe, Europa y Estados Unidos, entre ellas, la que conformaron Bolívar, López Méndez y Bello con destino a Londres.
Más tarde, es quien redacta la convocatoria a elecciones y elabora el reglamento del futuro Congreso Constituyente de 1811, en cuyo escenario actuará como diputado electo, mientras ocupa el cargo de Secretario de Estado, Guerra y Marina en la Junta Suprema, Poder Ejecutivo que antecede el nacimiento del Estado venezolano republicano e independiente de 1811. Es, pues, una figura rectora, múltiple, incansable. Declarada la independencia en julio de 1811, el Congreso lo comisiona junto a Francisco Javier Ustáriz y Gabriel de Ponte para elaborar el proyecto de Constitución que será aprobada el 21 de diciembre de 1811. Al constituirse nuestro primer gobierno independiente, allí estará Roscio.
Formación intelectual
Pero, ¿por qué Roscio logra ese liderazgo y autoridad? Para ello, habría que hurgar en su formación intelectual en los campos de la teología, la filosofía y el derecho. Bachiller de Filosofía y Doctor en Cánones en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, título obtenido en 1794, siendo estudiante obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Derecho Civil, el Premio de Sagrados Cánones y la Medalla en los ejercicios literarios de la Academia de Derecho Español y Público, presidido por otro grande de las leyes, el licenciado Miguel José Sanz.
Sin embargo, a pesar de toda esta brillante carrera política, es como pensador que Roscio se proyecta en la historia universal con su obra "El triunfo de la libertad sobre el despotismo", tesis de carácter teológico, filosófico y jurídico en la que expone su doctrina republicana de emancipación e independencia. A la teología feudal, como la denomina, le opone una "teología de la liberación", que vincula la soberanía popular, es decir, la república, con los principios cristianos. El origen de la autoridad y del poder civil, la soberanía popular, las nociones de libertad, derecho y ley, la democracia y la anarquía, la obediencia, así como la inviolabilidad y carácter sagrado de las personas, son los temas tratados en esta obra publicada por primera vez, en lengua inglesa, en Filadelfia, en 1817; y luego, en español, en México, en 1824, contando entre sus lectores y seguidores a don Benito Juárez. A Venezuela llega este libro, aún desconocido entre los venezolanos, en 1953, editado en el primer tomo de sus Obras Completas.
Criollo hispanoamericano
Roscio nació en Tiznados, hoy estado Guárico, el 27 de mayo de 1763, hijo de José Cristóbal Roscio, natural de Milán, y de Paula María Nieves, nacida en La Victoria. Este criollo hispanoamericano murió el 10 de marzo de 1821 cuando se disponía asumir la Presidencia del Congreso reunido en La Villa del Rosario de Cúcuta. En su "Alocución a la Poesía", Bello invoca a Roscio como sabio legislador, honesto ciudadano y amigo fiel, dejando a la posteridad esta frase que es todo un epitafio: "De la naciente libertad, no sólo fue defensor, sino maestro y padre".
reinaldoeneal@gmail.com
*Publicado originalmente en el Diario El Universal | martes 14 de abril de 2015