Por José Obswaldo Pérez


EN LA MICROREGIÓN del municipio Ortiz existen nombres españoles antiguos que aparecen en la cartografía histórica nacional.  Nombres como en caso de Ortiz, un topónimo de difícil transparencia de origen hispánico. Se trata de un antropónimo de origen patronímico, derivado del nombre del padre del progenitor de esta familia. Aparece este apellido en tiempos remotos y, en opinión de un acreditado autor, es una palabra mozárabe originario de la ciudad de Toledo. Según, Bizén d´O Río Martínez (1998), en su Diccionario de Heráldica Aragonesa hubo ramas importantes y antiguas del apellido Ortiz en Castilla La Vieja, León, Castilla La Nueva, Vascongadas, Navarra, Aragón, Andalucía, Murcia, y Extremadura.

Aunque posteriormente este apelativo se extendió al resto de las regiones y pasaron a América Hispánica. En tierras del antiguo Reino de Aragón, tuvieron casa los de este patronímico desde tiempo antiguo en las poblaciones de Tauste, Pilzán, Quinto de Ebro, Calatayud, La Almunia de Doña Godina, Tarazona y San Martín del Río. También se documenta a los portadores de este apellido en varias poblaciones aragonesas que tienen, por génesis, las ramas primitivas de este linaje.

En relación con el origen etimológico, el Diccionario de Apellidos Españoles (2001) señala que, según la interpretación tradicional, éste patronímico sería el resultado castellano del nombre personal latino Fortis, derivado de fortis, -e, "fuerte, robusto". No obstante, algunos autores sostienen que Ortiz viene del nombre Fortunio, calificativo que se le daba al recién nacido para augurarle un futuro próspero. Aunque un autor prestigioso como Francisco Piferrer (1992) – escritor de Nobiliario de los reinos y señoríos de España - afirma que la etimología del apellido Ortiz no es fácil de explicar debido a la dificultad del origen de este linaje. Mucho más cuando añade que de todo lo que se lee sobre el apellido, en su inmensa mayoría, no pasan de ser conjeturas más o menos motivadas.

Las interpretaciones más modernas sobre este patronímico explican que su evolución de deviene de Fortunatus a Fortún y de Ortún o Fortunio. Su grafía evolutiva dio lugar a los apellidos Fortúnez, Fortúniz, Fortiz, Hortiz,  Ortiz y  Orti, durante los siglos VII al X. Piferrer  (1992) explica que este apellido procede de los Duques de Normandía (norte de Francia) por dos hermanos apellidados Orti que vinieron a pelear en España. Razones bastan para señalar que es uno de los nombres más antiguos de Castilla. Así se extendió en los demás reinos de España, con sus peculiaridades modificaciones según la región, denominándose Ortí, Ortis, Ortiza, entre otras, de acuerdo con la variación de la escritura.

Los hermanos Alberto y Arturo García Carraffa (1952-1963) – autores de la Enciclopedia Hispanoamericana de Heráldica, Genealogía y Onomástica- señalan que el apellido Ortiz y Orti (u Ortis) son el mismo de "Ortiz" y sus variantes obedecen, sin duda alguna, a errores de copia. Así lo comprueban expedientes de pruebas de nobleza para ingreso en Ordenes Militares y otros documentos afines. También los escudos de armas de algunas casas de Ortiz, que varios autores aplican a Orti y Ortis, son debido a los errores de transcripción.

Pero mucho antes que Piferrer, otro historiador, escritor y filólogo español, Diego Ortiz de Zúñiga (Sevilla 1633-1680)- autor del Discurso Genealógico de los Ortizes de Sevilla- agregaba que el origen de este apellido provenía en parte de España, principalmente del solar de Carriedo, el cual se extendió por Andalucía y Extremadura, donde se puede encontrar múltiples muestras de sus asentamientos. Por ejemplo en Vizcaya (país vasco) hubo dos casas con este apellido: una muy antigua e infanzona, en el lugar de Santecilla, del Ayuntamiento de Carranza, y otra en la villa de Gordejuela, ambas en el partido de Valsameda.

También existe otra explicación sobre el significado del topónimo Ortiz. Esta la ofrece el ya fallecido investigador venezolano Adolfo Salazar Quijada (1994)- en  su  libro Origenes de los Nombres de los Estados y Municipios de Venezuela-, quien apunta que este nombre proviene de la lengua cántabra (vasca) y que significa 'lugar donde abundan árgomas. La árgoma (Ulex beaticus) es una planta espinosa, de flores amarillas, conocida también con el nombre de aulaga y de retama espinosa”. Según, el autor plantea que el nombre de este pueblo está relacionado con esta planta, muy común en los llanos y muy apetitosa por el ganado cuando tiene sus hojas tiernas.

Diversas líneas derivadas de las casas españolas difundieron el apellido Ortiz en América. En la historia colonial de esta localidad, este apellido estuvo representado en 1776 por Juan Ortiz y la familia Juan Francisco Ortiz, casado con doña María Josefa Silva y sus hijos José Toribio, María Antonia y Juan Gabino. Familas provenientes de los hinterland colonizadores de  San  Sebastián de  los Reyes, San Antonio de los Altos y Puerto Cabello, de la Provincia de Caracas.

Endogénesis del topónimo Ortiz
Históricamente, el topónimo Ortiz surge a partir de la conformación de los espacios geográficos en los llanos de Paya, mediante el partido Ortiz o "sitio Paya" que, posteriormente, comenzó a llamarse "Valle de Ortiz" por sus ocupantes fundadores de hatos durante el siglo XVII. Su núcleo poblacional inicial se inició en Puepe y Las Patillas. Sin embargo, el nombre geográfico "Ortiz"  sufrió una modificación al agregarse la "santificación" del entorno natural: el de Santa Rosa de Lima, una vez que en 1696 es denominada vicefeligresía, adscrita al pueblo de Parapara. Pero, mucho antes, este hagliotopónimo se utilizaba con el  genérico "Paya". Por otra parte, la historiografía colonial recoge el nombre del lugar en diferente grafías o variaciones, como " Santa Rosa de Paya" (1696) "Santa Rosa de Lima de Ortis "(1764), "Santa Rosa de Lima de Hortiz"(1780) o "Santa Rosa de Lima de Ortiz"(1800). Igualmente, el topónimo Ortiz aparece en distintas referencias cartográficas, durante los años 1778, 1818,1884 y 1889.

Desde la época colonial la población de Ortiz es considerada como pueblo de "gente blanca"  o "pueblo de vecino españoles" y, a través de la historia contemporánea, es conocido por la novela Casas Muertas, de Miguel Otero Silva. Surgió en el transcurso del tiempo espontáneamente a mediado del siglo XVII, a las expensas del hato y la actividad agropecuaria. Todas mediante el proceso de penetración y conquista del llano. De este modo, muchos de nuestros pueblos surgieron bajo este fenómeno sociológico y cultural, con el levantamiento de las casas de los vecinos "criadores" y las viviendas de los peones; es decir, casas y corrales, en términos de la época; y, poco a poco, a su alrededor, aparecerían las misiones religiosas que, posteriormente, contribuirían a darle prestigio y solidez a las comunidades agrícolas dispersas en la región.

Según el imaginario colectivo de sus habitantes se extiende, de generación en generación, una leyenda  ad hoc de representación oral que identifica la fundación del pueblo con la de un Cacique, al que llamaban Ortiz (o Cacique Ortiz), y quien gobernó una tribu en la región. Esta fábula es recogida por la historiografía venezolana. Ramón Armando Rodríguez (1957) - en su Diccionario Biográfico, Geográfico e Histórico de Venezuela - explica que el poblado "fue fundado por un cacique a quien los españoles llamaban Ortiz, de la misma región, por lo que el incipiente pueblo derivó su nombre de aquel indio"

Asimismo, Telasco A. MacPerson (1941: 374)- en su Diccionario del Estado Miranda - dice que, a finales del siglo XV, "se estableció en el valle que está en esta ciudad, un indio de apellido Ortiz, cuyo nombre conservó la población que progresó. Luego por los esfuerzos de él y de sus descendientes, y de algunos vecinos españoles que allí se radicaron". De este modo, este topónimo podría ser considerado como un historiotopónimo, porque homenajea a un primitivo poblador cuya memoria es nombrada y retomada a través de la toponimia.

Pero, ¿quién era ese cacique fundador llamado Ortiz, que este pueblo había tomado su nombre y que muchas veces nos hemos preguntado? Dice la historia - anotamos en una ocasión y  citando el  libro de Montañez - que un colonizador encontró a un tal Pero o Pedro Ortiz, cacique cumanagoto llamado Guararima, que se cambió o le cambiaron su nombre por este de castellano. Era un indio guerrero, hábil negociador con los colonos y un conocedor del territorio cumanagoto. Allí tenía su gente. Sin embargo, la altivez de Ortiz o Guararima se manifestaba por su capacidad de presentarse como una naboría (o vasallo) de los españoles para ayudarlos, siempre y cuando hubiese algo que negociar. Por ejemplo, un barril de aguardiente.

Desde los días de la conquista de los llanos, el mito y las conjeturas cabalgan aún en la memoria histórica de este pueblo. Quizás el conquistador – en su travesía por estas tierras de Guárico- como el capitán de las tropas de Antonio Sedeño, Juan de Miranda, sea quien en un septiembre de 1536 halló un pueblo o bohío llamado Ortiz, nombre derivado de un cacique ¿Acaso sería, después, el pueblo de Santa Rosa de Lima de Ortiz?


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