Las Políticas de Salud Pública en Ortiz, durante el período del gomecismo 1908-1927

Una revisión de las Actas del Concejo Municipal del Distrito Roscio, como fuente primaria, nos acerca a una etapa de la historia municipal de Ortiz, durante el período del gomecismo, fenómeno que se estudia en uno de sus aspectos sociales como la salubridad pública y su incipiente institucionalización en Venezuela.






 Por Jose Obswaldo Perez

Introducción


La historia de la salud pública en Ortiz, durante el gomecismo, estuvo orientada a políticas de saneamiento ambiental y a la construcción de unas pocas obras de ingeniería sanitaria. Al estudiar las fuentes documentales primarias- como las Actas del Concejo Municipal del Distrito Roscio de 1908 – 1913-, se infieren un conjunto de datos que constituyen una memoria para el estudio de la historia regional y local, abierta a un enriquecimiento de temáticas como la historia social de la medicina y de las ciencias médicas.

De tal modo que el propósito de este trabajo es presentar una aproximación sobre un aspecto fundamental del conocimiento del pasado de la sanidad en la región: especialmente en la relación entre el desarrollo de la salud pública y el poder político, poniendo énfasis en el rol de los concejos municipales como instancias de administración pública.

La investigación se justifica porque aborda la incipiente institucionalización de la salubridad en Venezuela, mediante un proceso social civilizatorio y de urbanización de la sociedad,  primer cambio histórico y pacifico que generó una transformación cultural del siglo XX[1]. En este contexto, el Concejo Municipal del Distrito Roscio se alineo a las pautas en materia de políticas públicas del régimen gomecista, como también lo hizo en el pasado, con el castrismo. Su cuerpo edilicio, por principios del siglo XX, estaba impregnado en lo político e ideológico en el marco de la corriente positivista bajo el símbolo del progreso. Ya, desde el siglo XIX, esta teoría había influido en el diseño de las políticas sanitarias como herencia a las aplicadas por el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, dando origen a los lineamientos pragmáticos en materia de salud pública. Esta filosofía del gobierno de Juan Vicente Gómez pone de manifiesto el interés de comprender la influencia del medio físico hostil en el entorno local. En el caso de Ortiz, como bien señala Rodríguez Dellán (1974), los factores fisio-bióticos desencadenaron negativamente en el proceso de decadencia local.

Dentro de esta concepción política, Ortiz fue considerado como espacio hostil afectado no sólo por las condiciones ambientales sino también por las económicas, políticas y sociales. En este contexto, Ortiz era una población empobrecida y gubernamentalmente abandonada. Por lo tanto, la transformación social del medio físico fue una de las metas de la corporación distrital, cuyos logros en este campo fueron parciales por no decir nulos. El escaso presupuesto destinado por el Ejecutivo Regional y los pocos recursos por recaudación de rentas municipales no eran suficientes para atender las necesidades humanas de la población.

El Concejo Municipal del Distrito Roscio, a través de sus concejales- en especial la Comisión de Policía e Higiene-, debatía sobre la problemática de salud y el medio ambiente local, aglutinados en un discurso oficial para ofrecer la imagen de una localidad sana y libre de cíclicas epidemias: construcción de un nuevo cementerio y un matadero municipal, la apertura de un hospital y el incremento del alumbrado público, son ejemplo de obras de esta acción gubernamental. El simbolismo del progreso y la modernidad, como discurso, son asumidos por la elite local como bandera política; pero, esta postura no se refleja colectivamente, en lo material, por lo escaso en la construcción de obras públicas.

El Concejo Municipal y la salud publica

A finales de la década del siglo XIX, principalmente a partir del año 1891, el estado Guzmán Blanco pasó a denominarse estado Miranda, divido en distritos y cabeceras. Entre los distritos, figuraba el Distrito Roscio, con Ortiz como cabecera y los municipios de Santa Rosa de Lima, Las Mercedes (parroquias urbanas), Parapara, San José y San Francisco de Tiznados. En 1901, el estado Guárico recobró su autonomía y se estructuró en distritos. Roscio permaneció con su misma estructura hasta 1936, cuando la población de Ortiz fue despojada de su investidura municipal  distrital a raíz del traslado de la capital a San Juan de los Morros, convirtiéndose esta ciudad en sede de los poderes públicos.

Cuando Juan Vicente Gómez asume el poder, la microregión de Ortiz se encuentra en condiciones precarias, en una fase de estancamiento[2], en lo económico, social y político. Fundamentalmente en el tema de la salud y los servicios sanitarios son casi inexistentes. Esto se entiende por la existencia de políticas dependientes de la administración gubernamental. Cuando se habla de salud pública se incluye la idea del Gobierno. Precisamente, este elemento juega un papel importante en el Concejo Municipal del Distrito Roscio, por su tarea relativa a la atención de la salud a través de la comisión de policía e higiene. Consecuentemente, un hecho de enclave histórico constituirá el Congreso de Municipales[3], convocado para reunirse en 1911, en conmemoración del centenario de la Independencia, el cual servirá de encuentro para discusión de una visión objetiva del país. En las Memorias y Actas del Congreso se trazan las líneas de las reformas sanitarias, que trata de impulsar el ministro Samuel Darío Maldonado[4].

Durante ese tiempo, la Municipalidad de Roscio, como órgano de representación del municipio, tendrá un papel importante dentro de sus competencias que ocupaban en todas las materias de la vida local. Entre ellas la de salud, cuyo aspecto resalta en algunos hechos históricos sintetizados cronológicamente. En octubre de 1909, el Jefe Civil del Distrito, Ismael Capote, prohibió los enterramientos en los cementerios del sureste del municipio capital Ortiz. En abril de 1910, el gobierno Regional solicitó al Concejo Municipal, “recomendar este cuerpo de mutuo acuerdo a dicho Magistrado la construcción de una obra pública de mayor necesidad para este distrito”. Al respecto, la municipalidad aprobó, en sesión extraordinaria, por unanimidad “pedir al ciudadano Presidente se designe decretar la construcción de un cementerio a propósito para esta ciudad que carece en absoluto de dicho edificio”.

En otra sesión extraordinaria, en el mes de 3 de mayo de 1910, el presidente de la Corporación Municipal, Carlos H. Trujillo, sometía a consideración de la cámara una manifestación de apoyo a la medida de clausura de los cementerios, decisión tomada por el Jefe Civil como “medida higiénica y de salubridad pública, medida que ha recibido el aplauso general de todos, a pesar de no haber otro cementerio habilitado para el servicio público”. La manifestación de la Municipalidad sobre este tema, también, exhortaba a la autoridad civil del distrito a “...doblar con mayor fuerza tal prohibición, no permitiendo la inhumación ni exhumación de ningún cadáver en dichos cementerios”.

Con la medida de seguridad y control de los camposantos, el Concejo Municipal del Distrito Roscio inicia, ese  año de 1910,  una campaña de saneamiento ambiental en el municipio capital de Ortiz y el año siguiente, la Corporación Municipal, mediante una resolución obligaba a la población a desmontar y limpiar sus solares, asimismo reparar sus “empalizadas” con alambres, palo a pique o varas[5]. La acción estaba dirigida a cumplir con las competencias que se le asigna a los concejos municipales de “velar por el mejoramiento de las poblaciones y conservación de su estado sanitario”[6]. Con los aportes de un 50% de la recaudación de las multas por saneamiento ambiental se pretendía mantener el funcionamiento del Hospital San Antonio, el cual había sido establecido en el año de 1911.Pero, años antes, a finales del siglo XIX, ya se hablaba de un hospital en Ortiz, de acuerdo con documentos primarios de la jefatura civil del Distrito Roscio. No solamente eso, durante su tiempo de capitalidad regional y esplendor económico, también, había contado con dos casas de beneficencia pública y cuatro farmacias.

También, en sesión ordinaria del 01 agosto de 1910, el concejal José Lorenzo Márquez, denunciaba la presencia de un “barrial infeccioso” que perjudicaba la salud pública en la Calle del Llano, en la parte comprendida desde la casa antigua la Alayonera a la Matutera, esta última que habitaba el ciudadano Ramón Vilera. “Es de la opinión que se proceda hacer tapar con ripio por cuenta de las rentas y que la suma que se invierta en el trabajo se cargue al ramo de fomento”, propone el edil en la Cámara Municipal.

En esta política de salubridad pública y embellecimiento del municipio, el concejal Germán Matute propuso en el Concejo Municipal un proyecto de acuerdo dando cabida a los dueños de casas o encargados de ellas a refaccionarlas y pintarlas “convenientemente”, con fin de que la municipalidad procediera a la denominación de calles y numeración de casas “bajo la pena, al contraventor, que el mismo acuerdo establezca”. En esta línea de acción hubo la necesidad de establecer una nueva relación con respecto a la transformación de los espacios habitados. Los alumbrados públicos pasan a ser indispensables, en primer término, al incorporar a la población a la vida nocturna; pero, sobre todo, brindarles seguridad y protección a sus habitantes. Ya, en ese año de 1910, el Concejo Municipal aprobaba un aumento del alumbrado público con dos faroles más; uno, en la Esquina de la Plaza San Rafael y el otro en la Calle del Ganado, frente la Casa de Comercio de Cándido Castillo y el Botiquín de Pedro Tovar, para lo cual el ayuntamiento destinó la cantidad de 10 bolívares. En este sentido, el Concejal Sixto Manuel Páez propuso el diez de octubre de ese año, al cuerpo edilicio, incrementar el alumbrado público con siete faroles más y 30 bolívares para gastos; proponiendo su colocación en las esquinas siguientes o en las casas de don Francisco Paradisi, José Alberti, Gaspar Marchena, La Logia, doña María F de Ramos, Raquel Meléndez y otro, en el Matadero Público. “Con la condición de que el interesado lo proveerá del correspondiente aceite”. Sin embargo, el Recaudador de Rentas Municipales manifestó posteriormente que no tenía faroles disponibles y servibles, al contrario, se necesitaban 200 bolívares para comprar nuevos faroles para habilitar los deteriorados que existían. No obstante, el 21 septiembre 1925, el Ejecutivo Regional decretó la reinstalación del alumbrado público, el cual crece en absoluto en aquella población.[7] El alumbrado público es progreso y sus gastos cuentan con la buena acogida por parte de la población.

En 1911, se crea la Junta de Sanidad del Distrito Roscio por recomendación del Inspector de Sanidad del Estado. Esta junta estaría integrada por el Jefe Civil del Distrito, Presbítero José María Moreno Matute y los concejales, licenciados en Farmacia Cesar Díaz y Mariano Polanco. A esta junta la corporación municipal le asignó 20 bolívares mensuales para su funcionamiento y se instaló a mediado del mes de noviembre de ese año. Igualmente, en el mes de abril de 1912, el Jefe Civil de San José de Tiznados, general José Eugenio Herrera, participa al Concejo Municipal de la instalación de la Liga Antipalúdica de aquel municipio.

En 1913, el periódico oficialista El Nuevo Diario informaba que el Concejo Municipal de Distrito Roscio había aumentado el alumbrado público y que la corporación se ocupaba seriamente de equilibrar las rentas municipales. Mientras, en 1916, el inspector de Instrucción Pública, Antonio J. Sotillo, anunciaba la divulgación de una Cartilla Antipalúdica escrita por el doctor Vicente Peña, la cual fue elogiada por varios facultativos e impresa y distribuida en las diferentes escuelas del estado Guárico, durante la administración del General David Gimón. Este librito informativo fue propuesto por Sotillo y su publicación ordenada por el Ministerio de Instrucción Pública, para “ampliar las nociones de Higiene con especiales explicaciones del paludismo, que tengan por fin la preservación del individuo y la defensa social[8].

Los signos del progreso y la modernidad se hacen presentes hacia un período de transición contemporánea. En 1914, el automóvil aparecía por primera vez en la población, con su carácter social y transformador. Según Rodríguez Dellán (1974; p.51), a partir de 1917, la población de Ortiz comienza a mejorar progresivamente con el ensanchamiento, engranzonado y asfaltado  de la  Calle del Ganado. Pero, con un cuadro brusco de saltos y contrastes. Ese año, la población de Ortiz contaba con 4 mil habitantes; y, también, estaba afectada por las fiebres palúdicas y el beriberí. El año siguiente apareció la epidemia llamada “gripe española” acabando con los pocos habitantes de la urbe y el campo. Fue la estocada final. Como Miguel Otero Silva narra en Casas Muertas: “Sobre aquel pueblo llanero, ya devastado por el paludismo y la hematuria, ya terrón seco y ponedero de plagas, cayó la peste como zamuro sobre animal en agonía” (p. 36). También, un relato de Arturo Rodríguez, un informante clave del devenir histórico de Ortiz, confirmaba que la peste española afectó en toda Venezuela, “pero, en Ortiz fue terrible; encontró el terreno abonado. Un pueblo palúdico con hambre y mísero; en el último estado de abandono”[9]

Un avance silencioso

A raíz de las proposiciones del Congreso de las Municipalidades en materia de salud, el gobierno de Juan Vicente Gómez adopta las líneas generales dichas propuestas asumiendo las recomendaciones para la creación de un modelo sanitario promovido internamente con el apoyo de instituciones del exterior. Este modelo fue impulsado por la Fundación Rockefeller (Rockerfeller Foundation, en inglés), que se concretó en el control de algunas enfermedades epidémicas[10]. A partir de 1920, sin hipérbole, comienza un proceso de avance silencioso en materia sanitaria. Ortiz -la capital del Distrito Roscio- que aparece como un pueblo de aldea abandonada, con apenas, entre 300 y 500 habitantes sólo en la urbe, es tímidamente objeto de la atención de las políticas de salud del régimen gomecista. A consecuencia de los tantos factores implícitos en este periodo gubernamental, el petróleo parecía rendir sus frutos en el presupuesto nacional, ya que en materia de salud se comenzaba una reforma total con la creación y modernización de las instituciones sanitarias[11].

En 1923, el general Juan Vicente Gómez decretó el tratamiento del paludismo, anquilostomiasis y la epizootia o desgarradera en Venezuela, enfermedades a la que estaba expuesta la población orticeña y sus parroquias. Este decreto dividió a las regiones infectadas en secciones: Ortiz y sus parroquias que pertenecían al Distrito Roscio, correspondían a la sección central. A esta sección estaba a cargo el doctor Pastor Oropeza, quien fue comisionado por la Dirección de Sanidad Nacional, el 15 de febrero de 1924. Su misión estaba orientada a llevar a cabo una serie de medidas sanitarias de sanidad general[12].

Una comisión organizada por el doctor Juan Iturbe, especialista en enfermedades tropicales y autor del excelente trabajo La biología de los Llanos, visitó a Ortiz, en mayo de 1927, con el fin de realizar un diagnóstico en la zona. El estudio - conocida como Misión Iturbe- consistió en extraer “muestras de sangre, fotografías de enfermos y cuantos datos e informaciones estimamos útiles para la defensa de sus habitantes contra el mortífero paludismo, la anquilostomiasis y la ulcera tropical” [13] También, en abril de ese año, los doctores Isaac Benarroch y Rolla Hill, miembros de la Fundación Rockefeller[14], visitaron esta población donde realizaron investigaciones sobre el avance la fiebre palúdica. El estudio fue publicado en su libro Anquilostomiasis y paludismo en Venezuela, editado por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, en 1940.

Apuntaciones finales

Sin duda, las políticas de salud pública durante el gobierno de Juan Vicente Gómez, en el contexto geohistórico de la microrregión de Ortiz, son un aporte de datos nuevos y significativos para la ampliación historiográfica regional y local, como información en el campo de la historia de la medicina. El estudio de las Actas del Concejo Municipal del Distrito Roscio de 1908 – 1913, nos permitió cotejar las pesquisas con otras fuentes documentales y orales, arrojando este primer acercamiento sobre una temática que se revela mucho más compleja e interesante de lo que aparentemente puede parecer.

A partir de 1920, el proceso modernizador se destaca en las transformaciones que suceden en materia de salud. A penas con la innovación puesta con la iluminación de lámparas de acetileno y en la construcción de algunas pequeñas obras de ornato público, sirvieron como enclaves que acompañarían a una incipiente transformación sanitaria en el país, gracias a la primeras bondades del petróleo que los venezolanos comenzaban a percibir.

 

Bibliografía

Documentales manuscritas
CONCEJO MUNICIPAL DEL DISTRITO ROSCIO. Libro de Actas.


PEREZ A, JOSÉ OBSWALDO (1996, diciembre 16). La salud publica en Ortiz en tiempos de Gómez. San Juan de los Morros: Diario La Antena, p.4.
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Documentales impresas
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[1]BAPTISTA, ASDRUBAL (1986). Más allá del optimismo: Transformaciones fundamentales del país. En: NAIN, M y PIÑANGO, R (1986). El caso Venezuela: Una Ilusión de Armonía. Caracas: Ediciones IESA, pp.23-34
[2]Se trata del período histórico que va desde 1889 hasta 1917, con el advenimiento de la explotación petrolera.
[3]El representante por la Municipalidad de Roscio, para este Congreso, fue el ciudadano Luis Corrales por recomendación del general J. A. Hernández.
[4] Samuel Darío Maldonado obtuvo el Doctorado en Ciencias Médicas en la Universidad de Valencia (1893) y poco después fue a Estados Unidos donde realizó estudios de otorrinolaringología y en oftalmología (1894-1898) (Silva Álvarez, 1988, DHV, p.794)
[5]CONCEJO MUNICIPAL DEL DISTRITO ROSCIO. Sección Ordinaria del 02 de octubre de 1911. En: Libro de Actas.
[6]Ídem.
[7]El Universal, viernes 25 de septiembre de 1925.
[8]SOTILLO, ANTONIO J (1916). Informe de la Inspectoría Técnica de Instrucción Primaria, Secundaria y Normalista de la Séptima Circunscripción Escolar. En: Memoria del Ministro de Instrucción Pública. Vol 1, T.1. Caracas: Imprenta Nacional; p.303
[9]PEREZ A, JOSÉ OBSWALDO (1996, diciembre 16). La salud publica en Ortiz en tiempos de Gómez. San Juan de los Morros: Diario La Antena, p.4
[10]CUETO, MARCOS (2005). Instituciones sanitarias y poder en América Latina. Dynamis: Acta Hispanica ad Medicinae Scientiarumque Historiam Illustrandam. Vol. 25;pp. 49-57
[11]CORDOVA, VICTOR (1997). El Gomecismo y el modo de vida del venezolano. En: SOSA, ARTURO Y OTROS (1987). Gómez, Gomecismo y Antigomecismo. Caracas: Fondo Editorial de Humanidades y Educación, UCV.
[12]AQUINO D, MANUEL (1996). Huella y presencia de la medicina y médicos en El Sombrero. Zaraza: IV Encuentro de Cronistas e Historiadores.
[13]ITURBE, JUAN (1927, mayo).La Misión Iturbe a los Llanos del Guárico. En: Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas.
[14]Desde 1927, los Estados Unidos comienzan a mostrar un interés especial en Venezuela, por ser ésta importante fuente de petróleo y de caucho. También la FR manifiesta su interés en ese mismo año en iniciar los trabajos contra la Uncinariasis. Conjuntamente con la Dirección de Sanidad Nacional de Venezuela, la Fundación emprendió, en 1927, la campaña, pero está estaba más interesada en la lucha antimalárica en Venezuela que en la Uncinariasis, pues la malaria era un problema de salud más importante en las zonas petroleras. Ver RUIZ, CALDERÓN HUMBERTO (1997). Tras el fuego de Prometeo. Becas en el exterior y modernización en Venezuela (1900 – 1996). Mérida: Editorial Universidad de los Andes, Venezuela, p, 251, 252.
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