El escritor e historiador guariqueño Adolfo Rodríguez posa su mirada el inventario de los bienes del Capitán Juan Antonio Ascanio y Guerra (1704), con el cual deconstruye y reconstruye narrativamente
Adolfo Rodríguez
Quizá el inventario
de los bienes del Capitán Juan Antonio Ascanio y Guerra en 1704 se debió a las
diligencias matrimoniales de su hija María con el Segundo Marqués de Mijares.
Padre Don Juan, también, de Fernando, quien luego de su enlace con Isabel
Oviedo, se convierte en Conde de la Granja.
Uno de los bienes
es el Hato de San Juan de Paya, en las proximidades del río de ese nombre, en
territorio del sitio de Ortiz.
Se contabilizaron
1.812 cabezas de ganado vacuno valoradas en 5.436 pesos (pes) y 80 reales (rs),
122 caballos mansos y útiles de vaquerías (1.460 ps), 40 potros de dos años
(132 ps), 32 potros de un año (170 ps), 32 potrancas de 3 años (132 ps), 15
padrotes (180 ps), 9 bestias mulares útiles y buenas (570 ps), macho de año (80
ps).
Asimismo un total
de 22 esclavos, mano de obra para aquellos ejercicios que, entonces,
representaban una importante fuerza económica, amén de un fenómeno de
reetnización, por el cual, el elemento humano de procedencia afro se hace tan
llanero como blancos e indios, con distintivos que no merecieron objeciones,
sino más bien admiración por la manera en que era enriquecido dicho haber
cultural.
El mandador es
Juan, cuarentón de nación cacheo (“originario de una factoría del mismo nombre,
que poseían los portugueses cerca del río Santo Domingo, próximo al Cazamancia
en Senegal” dice Ramos Guedez (2001, p. 77). Tipificado como “negro” aunque su
mujer mulata (hija de blanco y negro), treintañera, de nombre Irsilia. Padres
de los criollos María Escolatina de 6, Nicolasa de 4 y Luis de tres.
Otra pareja
conformada por Francisco de nación mina y la mulata Margarita, también de 4º y
3º respectivamente y cuatro hijos: María Alfonso, Felipe, Ana María y Julián.
La representación
blanca, en una comunidad predominantemente afro, parecía residir en estas
mujeres, hijas tal vez de propietarios o parientes de éstos. El poder detrás de
la inquietante etnicidad.
Aunque la tercera
pareja la conformaban los negros Blas y María, de 36 y 16 años,
respectivamente.
Cada familia, quizá
con vivienda aparte. En tanto los demás en un caney, incluyendo al nonagenario
Cristóbal, negro, quien estaría cumpliendo las veces de trasmisor de la
sapiencia respecto a trabajo de llano como a referencias a los orígenes de su
presencia en aquellas tierras extrañas.
Los demás: el
loango Domingo de 30 años.
Y una ristra
mozalbetes que iban desde los 36 a los 18 años de edad. A saber: los negros
Juan José, Silvestre, Juan Ignacio, Francisco y Juan Domingo (treintañero,
enfermo de dos fístulas, provenientes quizá de labores de amansamiento de
equinos, que parecía ser una de las funciones de aquella unidad productiva). Y
dos mulatos; Santiago y Victorio.
18 criollos y 4
bozales. Entre estos uno de nación mina, Ashanti, procedentes de Ghana o Togo,
Y el loango, de etnia Barilí, congolés.
Aunque los
mandadores eran personas de confianza de aquellos propietarios absentistas que
nunca o casi nunca frecuentaban sus posesiones, es presumible que, dadas las
condiciones de libertad en que se cumple el trabajo de llano, se permitiesen
numerosos beneficios para que el dueño optase un importante porcentaje de lo
producido como su reconocimiento por parte de aquella comunidad laboral,
parientes y vecinos.
Cincuenta años
después, las matrículas de 1752 registran en el sitio de San Juan de Paya (Paya
Abajo), las casas y hato de don Miguel Ascanio y la casa de Carlos Ascanio
(Archivo Arzobispal de Caracas, Matrículas de la Parroquia de Parapara).
FUENTES CONSULTADAS
CASTILLO LARA, L.
G. San Sebastián de los Reyes, Tomo
I: La Ciudad Trashumante, Maracay: Asamblea Legislativa del Estado Aragua,
1984,
RAMOS GUÉDEZ, José
Marcial. Contribuión a la historia de
las culturas negras en Venezuela colonial. Caracas: Fondo Editorial Ipasme,
2001.
MENDOZA, Irma Marina. “Presencia
de la Mano de Obra Esclava de Origen Africano en el Guárico Colonial. Siglo
XVIII”, en Resonancias de la
Africanidad. Caracas: Fondo Editorial Ipasme, 2005.