El bordón

Hay pulcritud en cuanto mis padres hacen y los subvenimos en sus emergencias. Y todos, incluyendo las hermanas de crianza y hasta las parejas de los que estamos casándonos,, adoptamos a Fran como un hijo.

 

Adolfo Rodríguez

frank

Frank en´la escuela. | Foto que,religiosamente, conservaba mi hermana Idilia y recuperó su hija Idilia Josefina.

SCuando la emigración  desde Las Mercedes del Llano, Fran iba en el vientre de mi madre. El décimo cuarto de sus embarazos quizá. Y aunque sufre achaques, entre otros, pre-eclampsia, nada la arredra. Menos ese viaje con ocho meses de preñez en viejos automóviles bajo el duro invierno del llano.

Que estudiemos es su anhelo y va por esa ciudad prometida donde podríamos hacerlo. La ampara de nuevo su hermano Francisco, quien nos aloja en una casa suya o prestada, en la calle Santa Isabel de San Juan. Y días después, a sus 42 años de edad,  doña Clara alumbra su décimo hijo y el séptimo varón. En sus quehaceres mi padre y los mayores en la capital, queda en mis manos la jefatura del hogar y anoto el júbilo que nos embarga. Hay pulcritud en cuanto mis padres hacen y los subvenimos en sus emergencias.  Y todos, incluyendo las hermanas de crianza y hasta las parejas de los que estamos casándonos,, adoptamos a Fran como un hijo. Desde los que tienen diez hasta los que cifran la veintena. Una obligación que cesa cuando el mismo Fran toma las riendas de su vida,  se posiciona como hermano y hasta de guerrero hace por su país y  la familia.
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Escritor e historiador

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