Educación y llaneridad

Desde un enfoque geomental, la llaneridad se entiende como los rasgos históricos y culturales que identifican al hombre de nuestras comunidades llaneras con su paisaje humano, en este caso el guariqueño. 


Por José  Obswaldo Pérez
La  historiografía  venezolana suele comenzar la historia de la educación en Venezuela, a partir de la conquista hispana. Pero, se excluye de mencionar la pedagogía aborigen o negra  definida por algunos autores como la transmisión de prácticas sociales, de manera informal y consuetudinaria, por  parte de  las clases subalternas a su prole en la cotidianidad de sus haceres y saberes; lo que Lanz Rodríguez (2003) da en llamar epistemológicamente como "cimarronismo" e "indigenismo"; o  en palabras de Adolfo Rodríguez, citando  a Cazadilla (1946), “modos de subsistencia” (Rodríguez, 2007:64).


En  ambas  concepciones filosóficas se  trata de una enseñanza convivencial expresada en la práctica de la vida diaria o en actividades familiares centrada en preparar a los más jóvenes para la caza y la recolección o  para los haceres cotidianos. Esta escuela de la  vida tenía como  función impartir educación con un sentido comunitario y funcional. Su “currículum” consistía en transmitir, de manera informal, las costumbres, problemas y posibles soluciones a través de los propios padres o ancianos,  mediante el abordaje de la oralidad y la memoria. Por supuesto, ello era posible gracias a la educabilidad humana constitutiva del ser, la posibilidad de transformarse siempre hacia otro máximo potencial en interacción con el mundo y la experiencia de  saber y  construir la realidad.

Esta escuela convivencial es la escuela de los  valores, donde el  niño a tempana edad aprende sobre conuco, caza, cestería y pesca artesanal de comunidades campesinas y acervos tradicionales que subsistieron de la trata africana o de  la propia cultura natural.  Tiene,  entre sus características,  un  desarrollo educativo informal y su aprendizaje va acompañado con sus cantos y modos de vida[1]. Esta institución correspondería posteriormente a lo que algunos filósofos e investigadores la han llamado como "resistencia contra-cultural", término conceptualizado en  nuestro país por el escritor venezolano Brito García (1986).

La escuela convivencial es abierta y está ligada a  la  transculturización  que se dio a  través del contacto dialógico entre sujetos de conocimientos transnacionales exógenos; y que después conjugaron un solo producto de construcción histórica.  De allí que la  llaneridad es un ejemplo  de  lo  que hablamos, cuyo resultado es una “conjunción histórica de varias culturas”, como señala Mariano Herrera Cerpe[2]. Su significado va más allá de los acontecimientos, es sociológico y biológico; y, al mismo tiempo, implica todo lo que conforma la identificación simbólica de la cultura llanera. El lenguaje, los arquetipos, los valores,  las costumbres, su quehacer, su tipología y cualquier conjunto de elementos culturales como  los mitos,  ritos y  creencias,  constituyen  la estructura mental  de  los hombres  con  competencias en  la  esfera del  hacer.

Desde un enfoque geomental, la llaneridad se entiende como los rasgos históricos y culturales que identifican al hombre de nuestras comunidades llaneras con su paisaje humano, en este caso el guariqueño. Esta noción está, entrañablemente, asociada a la identidad regional. No se trata de otra cosa que el reconocimiento de los “otros” y se distingue de nuestra nacionalidad[3] con una conceptualización de “alteridad sociocultural”[4].

La llaneridad tiene una significación propia y  una dialéctica cotidiana que se hace y se práctica cuando nos identificamos con  los espacios o  hábitat de vida. Su sostenibilidad cultural transciende, en algunas realidades locales, a través de una pedagogía que” se transmitía directamente, de adulto a jóvenes, mediante las múltiples formas del aprendizaje”[5]. Esta enseñanza, que podríamos llamar pedagogía de la  llaneridad[6],  parte de un intercambio de experiencias y habilidades cognitivas que hoy debemos rescatar y aprovechar,  no  sólo para la construcción de conocimientos e investigaciones sobre la cultura llanera,  sino para la construcción de  nuestra  conciencia histórica y, a su  vez, nuestra conciencia regional y  nacional.

Hace un tiempo,  el historiador Eduardo Camps Vega propuso una reflexión sobre el concepto de llaneridad, desde una perspectiva geográfica y espacial: de lo urbano a lo rural; de la civilización a la barbarie, en el mero discurso galleguiano. Camps concluía que este  término era algo así como “una prolongación” de la conquista europea.  Y, quizás, se sustentaba en la premisa conceptual de la evolución ribeireana de las sociedades y grupos sociales, la cual no se reducía a una sola composición étnica entre indígenas y españoles. Había otro componente en esa cosmogonía mestiza, ligada a las ideas libertarias y a la fuerza de trabajo de nuestros afrodecendientes. El proceso de mestizaje se había iniciado  en los hatos ganaderos, en las rochelas y cumbe, donde surge nuestra cultura llanera.

Nuestro mestizaje como  valor educativo se refleja en  la imagen del negro café con leche, el tercer elemento en la construcción de nuestra cultura venezolana que, en la América hispana y en nuestras regiones llaneras, dio el paso a la cimentación de una nueva cultura única o como la llama el doctor Adolfo Rodríguez: una nueva neoétnia. Podemos  usar  esta  categoría epistemológica para definir e identificar, desde la perspectiva histórico antropocultural, al hombre llanero o la llaneridad como producto de ese contacto étnico-cultural. El paisaje y la cultura convivencial, con relación estrecha con el trabajo de las vaquerías, donde la fuerza y la habilidad constituyeron los elementos esenciales de la forja y supervivencia de la identidad llanera.  Pero, sobre todo, los elementos culturales constitutivos del ser criollo, concebidos como "llaneridad" son objeto de estudio y enseñanza de la historia, verbigracia, el pionero en  trabajar de manera cognitiva y su divulgación en Guárico es el propio doctor Adolfo Rodríguez. Entre esos aportes de construcción cultural, los llaneros aprendieron a domesticar animales y practicar la ganadería, actividad que se usó para la edificación del Estado-nacional. Más  aún, junto con el hombre y su naturaleza bravía, aportó su  propio pellejo para el triunfo de la Guerra de la Independencia.

En Venezuela,  aún existe una educación mestiza de larga data no sistematizada,  producto de la conquista española y portuguesa,  culturas que trajeron  consigo una suma de elementos socioculturales, principalmente, su vasallaje interétnico marcado por su acento mediterráneo. Un  proceso que estuvo acompañado también con la sabiduría propia y fuerte de los esclavizados africanos. Las tres culturas  - la castellana, la lusitana y la africana- suplantaron, en algunos casos, las culturas indígenas y, en otras oportunidades, se mezclaron entre sí, produciendo un marcado sincretismo social. 


Si bien el vasallaje africano jugó un papel importante en nuestras colonias hispanoamericanas, este no se puede comparar con la política de estado de España que, a través de los conquistadores y misioneros, se encargaron de inculcarle a los indios creencias católicas para reemplazarles sus dioses y muchas de sus cosmovisiones (creencias, mitos, ceremonias), a veces a punta de sangre y palabra; lo que explica aún la resistencia existente de manifestaciones dramáticas y folclóricas de origen cristiano en la actualidad. No  obstante, el nuevo orden cultural es reflejo de un ente socio-político-religioso que se centra y se cultiva en las manifestaciones del quehacer y el saber de las ideas eurocéntricas,  cuyo esquema y patrón colonial (en lo ideológico y cultural), tiene el mayor peso específico la cultura española[7].





[1] DARDY CLAUDINE (1998). El mestizaje como  valor  educativo: la noción de valor y la sociología de la educación.  Traducción: José J. Andrade. Colombia: Universidad del  Norte. Revista Investigación & Desarrollo, No 9, pp 1-8
[2] HERRERA CERPE, MARIANO (1985) Reflexiones acerca de un grupo cultural popular: los llaneros de Venezuela. Barcelona: Revista Boletín americanista. No. 35
[3] RAGO A, VÍCTOR (1999, Enero). Llano y llanero: contribución al estudio del forjamiento de una imagen. Boletín Antropológico del Centro de Investigaciones Etnológicas. Vol.45, p.27-47. Mérida: Universidad de los Andes.
[4] RODRÍGUEZ, ADOLFO (2008). La llaneridad venezolana en el siglo XXI entre etnocidios y etnogénesis. En Historiografías. historiografias.blogspot.com/2008/09/la-llaneridad-venezolana-en-el-siglo.html.
[5] IZARD, MIGUEL (1988) Orejanos, Cimarrones y arrochelados: Los llaneros del Apure. Barcelona Sendai Ediciones., p.28
[6]PEREZ, JOSÉ O (2002). Pedagogía de la Llaneridad. En: Fuego Cotidiano. http://fuegocotidiano.blogspot.com/2009/02/por-jose-obswaldo-perez-la-llaneridad.html
[7] CARVAJAL,  L. (1983): La Educación en el Proceso Histórico Venezolano. Caracas: Cooperativa Laboratorio Educativo, p.58.
sábado, febrero 02, 2013

El alfabetismo en el estado Guárico (Apropósito del Día del Maestro)


FELIPE HERNÁNDEZ G.

El alfabetismo es la capacidad de las personas para leer y
escribir un párrafo sencillo en un idioma cualquiera
El próximo 15 de enero del año en curso, se cumplen 68 años de la promulgación del decreto mediante el cual el Presidente de la República, General Isaías Medina Angarita decretó la celebración del Día del Maestro, el 15 de Enero de cada año, como un homenaje permanente a los educadores venezolanos.

Si se considera que desde el punto de vista social y pedagógico, el alfabetismo es la capacidad de las personas para leer y escribir un párrafo sencillo en un idioma cualquiera; concepción que concuerda con el enfoque del investigador Alan Farstrup, quien sostiene que: "...la alfabetización es una interacción con el mundo donde se lee y se escribe...", puede afirmarse que en el estado Guárico el papel cumplido por sus maestros en el proceso de alfabetización, educación y formación ciudadana es digno de encomio, reconocimiento y valoración.

En ese sentido, ya están circulando los resultados del Censo de Población 2011, y a la luz de los mismos, se puede apreciar que el alfabetismo en el estado Guárico se ha incrementado en forma considerable. En el Cuadro que se presenta a continuación se pueden visualizar los resultados de los últimos cincuenta años, pudiéndose percibir un balance positivo e in crescendo.  


ESTADO GUÁRICO
TASAS DE ALFABETISMO EN LA POBLACIÓN DE 10 AÑOS
Y MÁS, SEGÚN GRUPO DE EDAD
CENSOS 1961 - 2011
EDAD
1961
1971
1981
1991
2001
2011
10-24 Años
61.1
74.8
89.4
93.4
95.4
96.6
25-54 Años
44.3
54.8
76.2
86.3
91.5
93.9
54 y más años
31.2
33.0
42.8
55.0
65.0
78.1
                               Fuente: INE. Censo 2011.


Puesto que el papel de la alfabetización es la capacitación y el ejercicio de la ciudadanía y el desarrollo, la UNESCO recomienda estudiar el alfabetismo en la población a partir de los 10 años y más. A este respecto, según el último Censo, la población de 10 años y más en la entidad fue de 609.757 personas y la tasa de alfabetismo de dicha población se ubicó en 92,5% cuando en 1961 su valor era de 51,8%. Así lo demuestra el Cuadro, donde se indica la tendencia de las tasas de alfabetismo según grupo de edad del estado Guárico, en el período comprendido entre los censos 1961 y 2011.

Por su parte, la evolución de las tasas de alfabetismo según grupo de edad, también permite constatar la disminución progresiva de las brechas existentes entre las tasas de alfabetismo, las cuales denotan un incremento continuo a través del tiempo, es decir, cada vez hay un mayor número de personas que abandonan la condición de analfabetas.

Las tasas de alfabetismo son más altas en los grupos más jóvenes, pues son éstos los que progresivamente han sido más beneficiados por las mejoras y el progreso educativo ocurrido en el país en los últimos 50 años.

Cabe destacar que en el período estudiado la proporción de personas alfabetos con edades comprendidas entre 10 y 24 años, se incrementó alrededor de 35,5 puntos porcentuales. Para el grupo de personas de 55 años y más el incremento fue del orden de 46,9 puntos porcentuales, mientras el grupo de 25 a 54 años, presenta 49,6 puntos porcentuales de aumento en el lapso 1961-2011 siendo este último el que mayor variación obtuvo.

En ese orden de ideas, y si se considera que la actividad sustantiva para la cual se forman los maestros y profesores es la enseñanza, entendida como una intervención social e intencional que redunda en la formación ciudadana y garantiza el cumplimiento efectivo del derecho a la educación a los niños y adolescentes, en el Guárico, mucho le debemos a quienes han encausado su vida y su vocación a la tarea de educar, ya que es una tarea enorme y no fácil de cumplir. 

Por lo expuesto, nuestros parabienes a los maestros guariqueños y venezolanos en su día.

*UNESR/Cronista de Valle de la Pascua
felipehernandez457@yahoo.com


viernes, enero 11, 2013

Es navidad


FELIPE HERNÁNDEZ G.

La Navidad en Venezuela, al igual que en la mayoría de los países que la celebran, es motivo de encuentros familiares, brindis por la paz y la prosperidad, interpretación de música especial: -aguinaldos y gaitas, en nuestro país- y preparación de elaborados manjares y bebidas.

Infaltables en la Navidad, son las Misas de Aguinaldo, celebraciones Litúrgicas propias de la novena de Navidad celebradas entre el 16 y el 24 de diciembre, como característica propia de la iglesia venezolana, ya que en este período de espera penitente no se permiten cantos alegres dentro de las celebraciones, sin embargo solamente para Venezuela la Iglesia Católica ha hecho una excepción, principalmente por ser estos cantos una tradición de veneración al nacimiento de Jesucristo arraigada en los fieles por generaciones, permitiendo los cantos de aguinaldo como animación de la misa sustituyendo todos los cantos litúrgicos con su música habitual por aguinaldos. Como única condición, la iglesia impone que las misas de aguinaldo sean celebradas de madrugada o al despuntar el alba.

En las principales ciudades, las conmemoraciones religiosas se han ido reduciendo al recinto de las iglesias católicas, en las cuales se instalan elaborados pesebres y grandes arreglos de flores de Navidad y se celebran las misas dominicales y la misa de media noche el 24 de diciembre, con música de aguinaldos y fuegos artificiales. Los centros de compras, avenidas principales, plazas y zonas comerciales, son adornados con múltiples luces y grandes pinos artificiales profusamente decorados.

En lo que a Valle de la Pascua refiere, hoy la navidad tiene características diferentes a las de la ciudad bucólica de hace treinta o cuarenta años, solo se mantienen algunas tradiciones de otrora, otras se perdieron o fueron sustituidas por nuevas formas de expresión del regocijo popular.

Se fueron las patinatas en la Plaza Bolívar y en las calles del centro de la ciudad, así como las comparsas de muchachos de los diversos sectores que de madrugada se movilizaban para en grupos llegar a la plaza donde se confundían en actitud festiva. Hermosa tradición navideña que la delincuencia y la inseguridad despacharon a los anales del recuerdo que pervive en la mente de quienes la vivieron. Hoy la plaza ha perdido ese encanto y el temor acosa a quienes osan transitarla.

Las misas de aguinaldo se mantienen por la participación de las instituciones y algunas organizaciones públicas y privadas, entre ellas: Alcaldía, Concejo Municipal, Cuerpo de Bomberos, Contraloría, Circuito Penal, Prefectura, Instituciones de Educación Superior, La Feria de la Candelaria 2013, Sociedad Socorro Mutuo, Cámara de Comercio, Asociaciones Agrícolas, entre otras. La inseguridad le ha robado el público a esta tradicional actividad religiosa, aunque sigue manteniendo su fuerza expresiva de alegría y creatividad.  
En todas las iglesias católicas de Valle de la Pascua, una vez más, este 2012 se realizaron tan singulares misas, especialmente hermosas y magistrales fueron las de la Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria, oficiadas por el párroco Pedro Gijs, y en la Iglesia Santísima Trinidad de Guamachal, oficiadas por los padres Virgilio y Miguel Ángel.

Los fuegos artificiales de ayer: triquitraque, bengalas, luces de colores, estrellitas, salta pericos, cebollitas, entre otros, aunque prohibidos por las autoridades, han quedado para niños de corta edad, ante la potencia sonora y el poder destructivo de “artefactos” como los llamados fosforitos, tumba ranchos, mata suegras, cohetes y bim laden que contaminan y aturden a los ciudadanos, amén de las muchas víctimas, especialmente niños y jóvenes, que deja el uso irresponsable de dichos fuegos artificiales, sin contar el sufrimiento que padecen las pequeñas mascotas, especialmente los perros y los gatos.

Mucho del sabor de la navidad de antaño se ha perdido. La condición de pueblo permitía a sus habitantes conocerse, visitar y brindar con familiares y amigos en fiestas particulares o en locales como el Club de Leones y el hotel San Marco, con agrupaciones musicales locales o nacionales, como la Orquesta Los Melódicos de Renato Capriles, entre otras.

Sin embargo, mucho de la navidad queda todavía, además de los grupos de aguinaldo, para compartir hemos ganado los intercambios de regalo y los amigos secretos, tan populares en muchos hogares y en instituciones públicas y privadas. Un indicio, de que el fervor por la navidad se ha tornado en una actividad económica, son la celebración del día de Santa Bárbara, los estrenos, el espíritu de la navidad, el Niño Jesús y los Reyes Magos, los regalos, junto con el árbol de navidad y San Nicolás o Santa, que han desplazado al tradicional Pesebre, aunque se mantiene el Nacimiento, cuyas benefactoras son fundamentalmente las instituciones educativas, que como actividad pedagógica realizada por alumnos y maestros, promueven en las escuelas, con entusiasmo, gran creatividad y esfuerzo.

En la gastronomía navideña, a pesar de lo costoso de sus ingredientes, la hallaca es la reina del plato navideño, al que se suman como infaltables integrantes, la ensalada de gallina, el pan de jamón y el pernil horneado y/o el asado negro, así como el dulce de lechosa, la torta negra y el panetone.

En Navidad al igual que en el resto del país, Valle de la Pascua se viste de fiesta y se engalana con su mejor ambiente, es época de sabor y festejo, de reuniones y encuentros, de calidez y felicidad, y se adecúa a los tiempos que vivimos, porque lo que se ha ido pervive en el recuerdo.


jueves, diciembre 27, 2012
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