José Rafael Viso Rodríguez: portavoz de llaneridades trascendentes


Este ensayo, profundo y vibrante, no sólo reconstruye la figura de José Rafael Viso Rodríguez, sino que propone una lectura crítica y afectiva de la identidad llanera.


Por Adolfo Rodríguez

Introducción

Dos escritos de José Rafael Viso Rodríguez permiten conjeturar que su vida y su obra estaban transidas por una predisposición trascendente, propia de las cosmoetnicidades. Nada extraño en su cercanía con don Rómulo Gallegos: contemporáneos, apasionados por la etnoterritorialidad llanera, unidos por amistades y por el mismo lapso histórico. Uno, profesionalmente llanero desde Calabozo; el otro, intelectual cosmopolita desde Caracas. Ambos convergen en una sensibilidad que trasciende el paisaje.

Un hombre del llano profundo

José Rafael Viso Rodríguez nació el 3 de julio de 1885 en Calabozo y fue bautizado en la Iglesia de Todos los Santos. Hijo de Luis María Viso Hurtado y de la orticeña Abelarda Rodríguez Rodríguez, creció en una región donde la cultura etnollanera comenzaba a imponerse sobre la hatera. Andrés Eloy Blanco lo reconoce en el soneto “Llano Alto”, reproducido por Luis Herrera Campins en 1968, quien lo llama “el último llanero”.

Su heroica sensibilidad se revela en un episodio donde intenta salvar a un fusilado con “compresas de la medicina llanera”, desafiando al temido Roberto Vargas, figura que inspiraría a Gallegos para crear a Juan Crisóstomo Payara. Julio De Armas lo describe como “arquetipo de un hombre de la llanura, casi extinguido hoy”. Fue honrado como primer cronista oficial de Calabozo y miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia.

Las energías edificantes

La “pasión llanera” atribuida por De Armas se manifiesta en sus alertas ante el abandono de pilares culturales: el paisaje sonoro, la etnosonoridad, la lúdica y la labor en conjunción con el medio ambiente. Viso y Gallegos coinciden en valorar estos rituales como mecanismos de continuidad sociocultural.

Gallegos confiesa haber escrito “con el oído puesto sobre las palpitaciones de la angustia venezolana”. Viso, por su parte, clama en “El joropo se va” (1929) por la preservación de la tradición musical: “Nuestra vieja arpa yace arrebujada en su colcha de retazos… cosa preterida y de la cual ya no queremos hacer memoria”. Advierte que la evolución no debe ser “violenta y alevosa”, sino regulada por las tradiciones como “eje sobre el cual deben girar todas las innovaciones”.

Cuarenta años después, en “Otro ‘Vuelvan Caras’ del General Páez” (1968), reafirma su convicción: el joropo como símbolo de confraternidad, fiesta y resistencia cultural.

Ecos de influencia

Antes de visitar el llano en 1919, Gallegos ya intuía su fuerza imantadora. En “Pataruco”, narra la regresión de un joven refinado hacia las destrezas heredadas de su padre arpista. “Le sale el pataruco; por mucho que se las tape, se le ven las plumas de las patas”. Una reacción similar a la de Santos Luzardo en “Doña Bárbara”, cuando decide recuperar su condición de llanero.

¿Quién influye en quién? Viso Rodríguez parece revestir a Gallegos de etnotrascendencia, despojándolo de sus arreos positivistas. Su autoridad es reconocida por Andrés Eloy Blanco, quien vibra con las mismas resonancias que recorren los caminos del país.

A manera de cierre

Momento crítico para la historia del llano (fin de la hegemonía llanera en Venezuela, transculturación imparable por auge de la economía de puertos, ideologías unidimensionales, etc.) que obliga, a una intelectualidad emergente, a batir lanzas a favor de las pequeñas utopías ya erigidas. Conciencias que, desde sus respectivas montañas, flamean decálogos preventivos o sanadores. Compromisos que unen a JRVR con Gallegos bajo fuerte oscurana en la que, cada vez menos, titilaba la tradición. En sus pronunciamientos indicios de trascendencia: 1) Legitimidad de una música heredera de la sonoridad alternativa de cada ecosistema y las prácticas que generan o corresponden. 2) Suerte de efectos demostrativos con los cuales las etnoutopías verifican su razón de ser, creatividad y eficacia a los fines de un modo de vida libre, igualitario y abierto. 3) Energías culturales, al mismo tiempo que naturales, sutilmente combinadas, que irresistiblemente imantan o atraen. 4) Diálogo inter-étnico e inter-clasista o inter-cultural, a cualquier nivel, como estrategia para la perpetuación propia y ajena, en igualdad de condiciones. FUENTES CONSULTADAS CALDERA, Rafael Tomás. La respuesta de Gallegos: ensayos sobre nuestra situación cultural. Caracas: ANH, 1980. RODRIGUEZ, Adolfo. El daimon de Gallegos: el oído en el Llano. Barinas: Fundación Cultural Barinas, 1984. RODRIGUEZ, Adolfo. ¿Qué es la etnotrascendencia? (Libro en preparación). RUIZ RODRÍGUEZ, Ubaldo. La Crónica de Calabozo Sesenta Años del Primer Cronista Guariqueño. Viso González, Luis Eduardo. Información biográfica y artículos de LHC y JDeA (menajería privada de Facebook).. Viso Llamozas, Ramón. Información acerca del poema de AEB publicado en “Poda”. VISO RODRÍGUEZ, J. R.“El joropo de va”, en “Letras” XVII (720), San Fernando de Apure, 10 de agosto de 1929. VISO RODRÍGUEZ, J. R. “Otro “Vuelvan Caracas” del General Páez”. En “Nuestra Tierra”, Calabozo, Segunda Quincena de enero de 1968)

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