Tibisay Vargas Rojas se inscribe como una moderna trobairitz, que canta desde Avalón para devolverle al amor su dimensión espiritual, simbólica y femenina.
Por José Obswaldo Pérez
En Vivo en Avalón, Tibisay Vargas Rojas nos invita a cruzar el umbral de lo mítico y lo íntimo, para encontrarnos con una voz femenina que no solo canta, sino que revela, transforma y redime. Publicado por Editorial Diosa Blanca en 2025, este libro es mucho más que una colección de poemas: es una travesía simbólica donde la mujer se convierte en Sophia, en Grial, en isla, en espera activa y en centro espiritual del deseo.
Desde el prólogo de Edgar Vidaurre —un ensayo místico que vincula la saga artúrica con la Trinidad cristiana y la cuaternidad jungiana— hasta los versos que evocan a Ginebra, Morgana, Parsifal y el tejido ritual del amor cortés, la obra se despliega como un canto trovadoresco contemporáneo. Vargas Rojas se inscribe en la tradición de las trobairitz, aquellas mujeres medievales que cantaban el amor desde la complejidad, la resistencia y la gestación simbólica.
Cada poema es una isla. Cada imagen —la aguja, el cabello, la torre, el ciprés truncado— es un símbolo que borda el tiempo femenino. La autora reinterpreta el amor cortés como una forma de espera fértil, donde la mujer no es objeto de deseo sino matriz del sentido. Avalón, la isla mítica, se convierte en metáfora del alma femenina que resiste la periferia y se afirma como centro revelador.Vivo en Avalón es un libro para ser leído en voz alta, como lo sugiere su prólogo. Es un canto que convoca lo ancestral y lo encarnado, lo sagrado y lo cotidiano. Una obra que dignifica lo femenino en su dimensión espiritual, poética y política.
