Confrontación entre los frailes Rotella y Ubrique en Cabruta, año 1740
Por Felipe Hernández G
En diciembre de 1720, el gobernador de la provincia de Venezuela, Marcos de Castro, organizó una fracasada expedición en busca de El Dorado, en la que viajaban unos misioneros capuchinos; de ellos, los frailes Bartolomé de San Miguel y Salvador de Cádiz, al llegar a Cabruta acordaron, con grupos indígenas guaiqueríes y mapoyas, salir de allí para poblarse en la mesa de Calabozo. En 1722, una real cédula de 8 de junio, aprobó la propuesta de los capuchinos andaluces de fundar varios pueblos y villas a orillas del Orinoco, uno de los cuales estaría en Cabruta, pero fue el jesuita Bernardo Rotella quien estuvo en el sitio entre 1733 y 1734; de esta fecha databan las partidas de bautismo más antiguas que en 1765 vería el obispo Mariano Martí.
En 1738 objetaron la intromisión jesuita en su jurisdicción y para 1740 la fundación de San Ignacio y Nuestra Señora del Socorro de Cabruta por Rotella, los hace acudir a la corte. El proyecto jesuita era crear una misión mixta de indios y españoles, iniciando un foco de atracción poblacional hacia el Orinoco; Cabruta sería el centro de comunicaciones de esa parte del país, entre Guayana y Caracas y entre el Atlántico y el alto Orinoco. Sus primeros habitantes fueron indios guamos huidos de las misiones capuchinas, cabres del Orinoco y algunos españoles, mulatos y mestizos. Era un lugar estratégico, sitio de obligada parada fluvial y terrestre. La situación se hizo más complicada cuando el gobernador de Nueva Andalucía (Cumaná) autorizó a Miguel Ángel de Córdoba, quien acompañaba a Rotella, a fundar una villa de españoles con el nombre de Nuestra Señora de la Concepción y los capuchinos consiguieron que ese proyecto fuera anulado mediante real cédula del 5 de febrero de 1741 y el 14 del mismo mes, el Consejo de Indias dictaminó que la ribera N del Orinoco estaba dentro de la jurisdicción de los capuchinos, declarando al mismo tiempo como infractores a los jesuitas. Sin embargo, esta congregación no abandonó Cabruta, sino que la convirtió en centro de acción misional, indispensable para controlar las incursiones caribes hacia el alto Orinoco y permitiéndoles a los misioneros la penetración de Guayana.
El día 6 de marzo del año 1740, el misionero jesuita Bernardo Rotella se consiguió con una inesperada compañía, luego de terminar de oficiar la misa dominical en el pueblo de misión de Cabruta, asentamiento que había fundado a comienzos de ese año en las riberas del río Orinoco. El religioso relató lo siguiente: “al acabar de decir misa, me vi en gran consternación, fue el caso que al salir la gente […] reparó que este pueblo se hallaba cercado de un crecido número de hombres, todos armados, unos de fusil, otros de flecha” (A.G.I., 56-6-20).
El grupo que invadía así Cabruta venía comandado por un religioso capuchino procedente de Calabozo, fray Vicente de Ubrique. Seguidamente, los misioneros acordaron una reunión. Rotella refirió así su encuentro con el capuchino: “Saludéle con cuantas demostraciones de cariño supo sugerirme la sinceridad de mi afecto, […] respondióme que venía en seguimiento de indios cimarrones y que su ánimo era cogerlos donde quiera que los hallase”. Ante esta pretensión, el jesuita contestó defendiendo su fundación, porque con antelación al hecho se había logrado un “compromiso” entre el obispo de Caracas, José Félix Valverde; el gobernador de Venezuela, Martín de Lardizábal, y los superiores de ambas órdenes religiosas, José Gumilla por los jesuitas y fray Salvador de Cádiz por los capuchinos andaluces. Según este acuerdo, se respetaría el trabajo misional de cada orden y no se solicitarían indios fugados. “A esta réplica no hubo más respuesta que diciendo no sabía de tal compromiso, pero, sin embargo, me entregó mis indios [guamos]”.
Cabruta dependía del obispado de Puerto Rico, a pesar de estar situada en terrenos de la provincia de Caracas. En 1758 José Solano propuso, sin éxito, que dada la importancia estratégica de Cabruta, se creara una gobernación especial para esa región con capital en esa ciudad. El 29 de diciembre de 1765 fue visitada por primera vez por el obispo Mariano Martí. En una relación anónima de San Sebastián, antes de 1767, se dice que tenía 120 familias de indios aproximadamente y 20 o 25 hombres de armas para defenderse de los caribes. En 1767 tuvo lugar la expulsión de los jesuitas de los dominios españoles y Cabruta fue entregada interinamente por el obispo de Caracas a los capuchinos, quedando al frente de ella fray Damián de Jerez, hasta su muerte en 1772 cuando lo sucedió fray Alfonso de Marchena; en 1774 fue entregado al ordinal. Entre estos años fue sede de la misión capuchina. Para la posteridad, en jurisdicción de la actual parroquia Cabruta existe el sitio llamado Capuchinos.
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