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Ortiz: Un pueblo de origen vasco


Por José Obswaldo Pérez


EN LA MICROREGIÓN del municipio Ortiz existen nombres españoles antiguos que aparecen en la cartografía histórica nacional.  Nombres como en caso de Ortiz, un topónimo de difícil transparencia de origen hispánico. Se trata de un antropónimo de origen patronímico, derivado del nombre del padre del progenitor de esta familia. Aparece este apellido en tiempos remotos y, en opinión de un acreditado autor, es una palabra mozárabe originario de la ciudad de Toledo. Según, Bizén d´O Río Martínez (1998), en su Diccionario de Heráldica Aragonesa hubo ramas importantes y antiguas del apellido Ortiz en Castilla La Vieja, León, Castilla La Nueva, Vascongadas, Navarra, Aragón, Andalucía, Murcia, y Extremadura.

Aunque posteriormente este apelativo se extendió al resto de las regiones y pasaron a América Hispánica. En tierras del antiguo Reino de Aragón, tuvieron casa los de este patronímico desde tiempo antiguo en las poblaciones de Tauste, Pilzán, Quinto de Ebro, Calatayud, La Almunia de Doña Godina, Tarazona y San Martín del Río. También se documenta a los portadores de este apellido en varias poblaciones aragonesas que tienen, por génesis, las ramas primitivas de este linaje.

En relación con el origen etimológico, el Diccionario de Apellidos Españoles (2001) señala que, según la interpretación tradicional, éste patronímico sería el resultado castellano del nombre personal latino Fortis, derivado de fortis, -e, "fuerte, robusto". No obstante, algunos autores sostienen que Ortiz viene del nombre Fortunio, calificativo que se le daba al recién nacido para augurarle un futuro próspero. Aunque un autor prestigioso como Francisco Piferrer (1992) – escritor de Nobiliario de los reinos y señoríos de España - afirma que la etimología del apellido Ortiz no es fácil de explicar debido a la dificultad del origen de este linaje. Mucho más cuando añade que de todo lo que se lee sobre el apellido, en su inmensa mayoría, no pasan de ser conjeturas más o menos motivadas.

Las interpretaciones más modernas sobre este patronímico explican que su evolución de deviene de Fortunatus a Fortún y de Ortún o Fortunio. Su grafía evolutiva dio lugar a los apellidos Fortúnez, Fortúniz, Fortiz, Hortiz,  Ortiz y  Orti, durante los siglos VII al X. Piferrer  (1992) explica que este apellido procede de los Duques de Normandía (norte de Francia) por dos hermanos apellidados Orti que vinieron a pelear en España. Razones bastan para señalar que es uno de los nombres más antiguos de Castilla. Así se extendió en los demás reinos de España, con sus peculiaridades modificaciones según la región, denominándose Ortí, Ortis, Ortiza, entre otras, de acuerdo con la variación de la escritura.

Los hermanos Alberto y Arturo García Carraffa (1952-1963) – autores de la Enciclopedia Hispanoamericana de Heráldica, Genealogía y Onomástica- señalan que el apellido Ortiz y Orti (u Ortis) son el mismo de "Ortiz" y sus variantes obedecen, sin duda alguna, a errores de copia. Así lo comprueban expedientes de pruebas de nobleza para ingreso en Ordenes Militares y otros documentos afines. También los escudos de armas de algunas casas de Ortiz, que varios autores aplican a Orti y Ortis, son debido a los errores de transcripción.

Pero mucho antes que Piferrer, otro historiador, escritor y filólogo español, Diego Ortiz de Zúñiga (Sevilla 1633-1680)- autor del Discurso Genealógico de los Ortizes de Sevilla- agregaba que el origen de este apellido provenía en parte de España, principalmente del solar de Carriedo, el cual se extendió por Andalucía y Extremadura, donde se puede encontrar múltiples muestras de sus asentamientos. Por ejemplo en Vizcaya (país vasco) hubo dos casas con este apellido: una muy antigua e infanzona, en el lugar de Santecilla, del Ayuntamiento de Carranza, y otra en la villa de Gordejuela, ambas en el partido de Valsameda.

También existe otra explicación sobre el significado del topónimo Ortiz. Esta la ofrece el ya fallecido investigador venezolano Adolfo Salazar Quijada (1994)- en  su  libro Origenes de los Nombres de los Estados y Municipios de Venezuela-, quien apunta que este nombre proviene de la lengua cántabra (vasca) y que significa 'lugar donde abundan árgomas. La árgoma (Ulex beaticus) es una planta espinosa, de flores amarillas, conocida también con el nombre de aulaga y de retama espinosa”. Según, el autor plantea que el nombre de este pueblo está relacionado con esta planta, muy común en los llanos y muy apetitosa por el ganado cuando tiene sus hojas tiernas.

Diversas líneas derivadas de las casas españolas difundieron el apellido Ortiz en América. En la historia colonial de esta localidad, este apellido estuvo representado en 1776 por Juan Ortiz y la familia Juan Francisco Ortiz, casado con doña María Josefa Silva y sus hijos José Toribio, María Antonia y Juan Gabino. Familas provenientes de los hinterland colonizadores de  San  Sebastián de  los Reyes, San Antonio de los Altos y Puerto Cabello, de la Provincia de Caracas.

Endogénesis del topónimo Ortiz
Históricamente, el topónimo Ortiz surge a partir de la conformación de los espacios geográficos en los llanos de Paya, mediante el partido Ortiz o "sitio Paya" que, posteriormente, comenzó a llamarse "Valle de Ortiz" por sus ocupantes fundadores de hatos durante el siglo XVII. Su núcleo poblacional inicial se inició en Puepe y Las Patillas. Sin embargo, el nombre geográfico "Ortiz"  sufrió una modificación al agregarse la "santificación" del entorno natural: el de Santa Rosa de Lima, una vez que en 1696 es denominada vicefeligresía, adscrita al pueblo de Parapara. Pero, mucho antes, este hagliotopónimo se utilizaba con el  genérico "Paya". Por otra parte, la historiografía colonial recoge el nombre del lugar en diferente grafías o variaciones, como " Santa Rosa de Paya" (1696) "Santa Rosa de Lima de Ortis "(1764), "Santa Rosa de Lima de Hortiz"(1780) o "Santa Rosa de Lima de Ortiz"(1800). Igualmente, el topónimo Ortiz aparece en distintas referencias cartográficas, durante los años 1778, 1818,1884 y 1889.

Desde la época colonial la población de Ortiz es considerada como pueblo de "gente blanca"  o "pueblo de vecino españoles" y, a través de la historia contemporánea, es conocido por la novela Casas Muertas, de Miguel Otero Silva. Surgió en el transcurso del tiempo espontáneamente a mediado del siglo XVII, a las expensas del hato y la actividad agropecuaria. Todas mediante el proceso de penetración y conquista del llano. De este modo, muchos de nuestros pueblos surgieron bajo este fenómeno sociológico y cultural, con el levantamiento de las casas de los vecinos "criadores" y las viviendas de los peones; es decir, casas y corrales, en términos de la época; y, poco a poco, a su alrededor, aparecerían las misiones religiosas que, posteriormente, contribuirían a darle prestigio y solidez a las comunidades agrícolas dispersas en la región.

Según el imaginario colectivo de sus habitantes se extiende, de generación en generación, una leyenda  ad hoc de representación oral que identifica la fundación del pueblo con la de un Cacique, al que llamaban Ortiz (o Cacique Ortiz), y quien gobernó una tribu en la región. Esta fábula es recogida por la historiografía venezolana. Ramón Armando Rodríguez (1957) - en su Diccionario Biográfico, Geográfico e Histórico de Venezuela - explica que el poblado "fue fundado por un cacique a quien los españoles llamaban Ortiz, de la misma región, por lo que el incipiente pueblo derivó su nombre de aquel indio"

Asimismo, Telasco A. MacPerson (1941: 374)- en su Diccionario del Estado Miranda - dice que, a finales del siglo XV, "se estableció en el valle que está en esta ciudad, un indio de apellido Ortiz, cuyo nombre conservó la población que progresó. Luego por los esfuerzos de él y de sus descendientes, y de algunos vecinos españoles que allí se radicaron". De este modo, este topónimo podría ser considerado como un historiotopónimo, porque homenajea a un primitivo poblador cuya memoria es nombrada y retomada a través de la toponimia.

Pero, ¿quién era ese cacique fundador llamado Ortiz, que este pueblo había tomado su nombre y que muchas veces nos hemos preguntado? Dice la historia - anotamos en una ocasión y  citando el  libro de Montañez - que un colonizador encontró a un tal Pero o Pedro Ortiz, cacique cumanagoto llamado Guararima, que se cambió o le cambiaron su nombre por este de castellano. Era un indio guerrero, hábil negociador con los colonos y un conocedor del territorio cumanagoto. Allí tenía su gente. Sin embargo, la altivez de Ortiz o Guararima se manifestaba por su capacidad de presentarse como una naboría (o vasallo) de los españoles para ayudarlos, siempre y cuando hubiese algo que negociar. Por ejemplo, un barril de aguardiente.

Desde los días de la conquista de los llanos, el mito y las conjeturas cabalgan aún en la memoria histórica de este pueblo. Quizás el conquistador – en su travesía por estas tierras de Guárico- como el capitán de las tropas de Antonio Sedeño, Juan de Miranda, sea quien en un septiembre de 1536 halló un pueblo o bohío llamado Ortiz, nombre derivado de un cacique ¿Acaso sería, después, el pueblo de Santa Rosa de Lima de Ortiz?


Manuel Zapata Olivella: Aporte biblográfico



Por: Arturo Álvarez D´ Armas

Manuel Zapata Olivella** nació en Lorica, Departamento ce Córdoba (Colombia), el 17 de marzo de 1920, estando próximo a cumplir 76 años de fructífera vida. Es hermano del poeta y diplomático Juan Zapta Olivella –primer candidato afrocolombiano al Palacio de Nariño- y de la folklorista y bailarina Delia Zapata Olivella.

Autor de cuentos, novelas, ensayos, relatos de viajes, obras de antropología y etnohistoria. En 1986 le es otorgado el Premio Latinoamericano de Ficción “Francisco Mattarazzo” en Brasil, por su monumental novela Changó, el gran putas. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, portugués, serbio y chino.
En la actualidad Zapata Olivella es considerado como uno de los intelectuales más importante de Colombia y América.
A continuación presentamos al lector un intento aproximado de la obra de Zapata Olivella, esperando sea de utilidad para todos aquellos investigadores del área afroamericana.
Este aporte bibliográfico se ha dividido en tres partes a saber: 1.- Bibliografía, 2.- Hemerografía y 3.- Trabajos sobre el autor.
BIBLIOGRAFÍA:
La calle 10. Bogotá: Minerva, s.f. 126 p.
Colombia: su espacio, su historia, su gente. Etnografía colombiana. Unidad 3. Bogotá: Ediciones del Ministerio de Educación Nacional, 1984.
Corral de negros. La Habana: Casa de las Américas, 1962. 230 p.
Cuentos de muerte y libertad. Bogotá: Editorial Iqueima, 1961. 125 p.
Changó, el gran putas. Bogotá: Editorial La Oveja Negra, 1983. 528 p.
China, 6 a.m. Bogotá: Editorial Iqueima, 1954. 146 p.
Detrás del rostro. Madrid: Aguilar, 1963. 159 p.
En Chimá nace un santo. Barcelona /España/; Seix Barral, 1974. 155 p. (Biblioteca Breve de Bolsillo. Libros de Enlace, 125).
El fusilamiento del diablo. Bogotá: Plaza & Janés Editores Colombia, 1986. 209 p.
He visto la noche; las raíces de la furia negra. /Medellín/: Editorial Bedout /1969/. 182 p. (Bolsilibros Bedout, 54).
El hombre colombiano. Bogotá: Canal Ramírez Antares, 1974. 401 p.
Hotel de vagabundos. Bogotá: Editorial Iqueima, 1955.
Nuestra voz. Aportes del habla popular latinoamericana al idioma español. Bogotá: ECOE, 1987. 114 p.
¿Quién dió el fusil a Oswald? Y otros cuentos. Bogotá: Revista Colombiana, 1967. 87 p.
El substrato psico-afectivo y recreador del negro en el castellano hispanoamericano. En: Négritude et Amérique Latine (Colloque de Dakar). Dakar-Abidjan: Les Nouvelles Editions Africaines, 1978. Pp. 301-320.
Teatro. Manuel Zapata Olivella y Juan Zapata Olivella. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1972. 70 p. (Biblioteca Colombiana de Cultura. Colección Popular, 63).
Tierra mojada. Medellín: Editorial Bedout, 1972. 266 p.
La tradición oral una historia que no envejece. En: El Negro en Colombia. Fuentes escritas y orales. Primer simposio sobre bibliografía del negro en colombia. Bogota: Fondo Interamericano de Publicaciones de la Cultura Negra de las Américas. UNESCO-F.C.I.F., 1983. Pp. 121-128.
HEMEROGRAFÍA:
“Aportes materiales y psico-afectivos del negro en el folclor colombiano”. En: Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá: Vol. X, N° 6, 1967. Pp. 1385-1389.
“Cantos religiosos de los negros de Palenque”. En: Revista Colombiana de Folclor. Bogotá: Vol. III, N° 7, segunda época, 1962. Pp. 205-210.
“Caña de millo; variedades y ejecución”. En: Revista Colombiana de Folclor. Bogotá: Vol. II, N° 6, segunda época, 1961. Pp. 153-158.
“El Centenario de Candelario Obeso. La letra como instrumento de combate del negro”. En: Letras Nacionales. Bogotá: N° 35, 1977. Pp. 119-120. Firmado: M.Z.O.
“La Cumbia”. En: Vínculo Shell. Bogotá: 1962.
“Esquina del editor”. En: Letras Nacionales. Bogotá: N° 35, 1977. Pp. 7-8. Breve nota dedicada al Primer Congreso de la Cultura Negra de las Américas, realizado en Cali, Colombia.
“El folclor y sus relaciones con la artesanía y el arte”. En: Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá: Vol. X, N° 7, 1967. Pp. 1590-1592.
“Funebria de los negros del Pacífico”. Por Manuel Zapata Olivella, Gregorio Clavijo y Raúl Clavijo. En: Ethnia. Bogotá: N° 59, junio, 1980. Pp. 6-8.
“Identidad cultural colombiana, conclusiones de una encuesta”. En: Lecturas Dominicales. Bogotá: Septiembre 13 de 1981. P. 7. (El Tiempo).
“Identidad cultural del colombiano (II). Grupo antioqueño”. En: Lecturas Dominicales. Bogotá: Junio 28 de 1981. P. 13. (El Tiempo).
“Identidad cultural del colombiano (III). Grupo caucano”. En: Lecturas Dominicales. Bogotá: Julio 5 de 1981. P. 11. (El Tiempo).
“Identidad cultural del colombiano (IV). Grupo costeño”. En: Lecturas Dominicales. Bogotá: Julio 12 de 1981. (El Tiempo).
“Identidad cultural del colombiano (VI). Grupo oriental-llanero”. En: Lecturas Dominicales. Bogotá: Julio 26 de 1981. P. 11. (El Tiempo).
“Identidad cultural del colombiano (VII). Grupo santandereano”. En: Lecturas Dominicales. Bogotá: Agosto 2 de 1981. P. 12. (El Tiempo).
“Identidad cultural del colombiano (VIII). Grupo Tolima-huilense”. En: Lecturas Dominicales. Bogotá: Agosto 9 de 1981. P. 13. (El Tiempo).
“Identidad del negro en América Latina”. En: Semanario Cultural. Cali: N° 68, 28 de agosto de 1977. Pp. 6-7, 12. (El Pueblo).
Las trampas de la crítica literaria”. En: Entre Letras. Villavicencio: N° 8, marzo-abril, 1982. Pp. 21-24.
“María, testimonio vigente del romanticismo americano”. En: Letras Nacionales. Bogotá: N° 14, mayo-junio 1967. Pp. 15-44.
Negritud, indianidad y mestizaje”. En: Revista de Historia. Bogotá: Vol. 1, N° 2, julio de 1976. Pp. 45-47.
“¿Soluciones o improvisaciones culturales?”. En: Lecturas Dominicales. Bogotá: 29 de agosto de 1982. P. 11. (El Tiempo).
Tres fuentes de la artesanía colombiana”. En: Revista Colombiana de Folclor. Bogotá: Vol. III, N° 8, segunda época, 1963. Pp. 145-150.
Un extraño bajo mi piel”. En: Letras Nacionales. Bogotá: N° 35, 1977. Pp. 79-94.

TRABAJOS SOBRE EL AUTOR:
BOGLIOLO, Francois. Algunas notas sobre el tema de la identidad en las obras de Manuel Zapata Olivella. Ponencia presentada al II Congreso de Cultura Negra de las Américas, Panamá 17-21 Marzo 1980. /Panamá: Marzo 1980/. 24 p. /Mimeografiado/.
FERNÁNDEZ M., Jaime. “Reportaje con Manuel Zapata Olivella. Por un arte nacionalista”. En: Entre Letras. Villavicencio: N° 6, noviembre-diciembre 1981. Pp. 10-11, 16-17.
MORENO URIBE, E. A. “Changó es sinónimo de la raza negra en América”. En: El Diario de Caracas. Caracas: 5 de junio de 1986. P. 32. Entrevista al destacado intelectual colombiano Manuel Zapata Olivella.
RAMÍREZ, Nohra. “Congreso de Cultura Negra. Reunión Americana en Cali”. En: El Espectador. Bogotá: 2 de enero de 1977. 9-A. Entrevista a Manuel Zapata Olivella y Carlos Calderón Mosquera.
SEMPRUM DONAHUE, Moraima de. “Entrevistando a Zapata Olivella”. En: Américas. Washington: N° 8, agosto de 1976. Pp. 20-21.
**Murió en Bogotá, el 19 de noviembre de 2004.



*ÁLVAREZ D´ ARMAS, Arturo. Manuel Zapata Olivella: Aporte Bibliográfico. Ocumare del Tuy: Ediciones Cumbe y Tambor, 1987. 5 p.
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Índice de la revista Nuestra Historia


Por: Arturo Álvarez D´ Armas

La revista Nuestra Historia, es un esfuerzo realizado por historiadores cubanos, mexicanos y venezolanos quienes efectuaron un encuentro en la ciudad de La Habana, Cuba, en los primeros días de marzo de 1991.
Esta reunión trilateral conto con la presencia de los historiadores Julio Le Riverend, Jorge Enrique Mendoza, Nidya Sarabia, Olga Montalbán Lamas, Ángel Gutiérrez, José Napoleón Guzmán Ávila, Arístides Medina, Rutilio Ortega y Asdrúbal González.

El Comité de Dirección Editoral estaba compuesto por Salvador Morales (Cuba), José Napoleón Guzmán (México), Arístides Medina Rubio (Venezuela). Publicación editada en Caracas. Como encargada de Edicón y Redacción de los Números 1 y 2, tenemos a Luis M. de las Traviesas Moreno, de los números 3 y 4, Aritides Medina Rubio y Jorge Bracho.


Nuestra Historia. Caracas: N° 1, 1991. 183 p.


"Presentación". P. III
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MONTIEL, Pedro J. "Las haciendas cacaoteras de los valles costeros del litoral aragüeño en el siglo XVIII". Pp. 1- 19.


BALBOA NAVARRO, Imilcy. "La ganadería en Cuba entre 1827 y 1868". Pp. 21-34.


SÁNCHEZ DÍAZ, Gerardo. "Cultivo, producción y mercado del añil en Michoacán en el siglo XIX". Pp. 35-44.


GÁRCIGA, Orestes y CÓRDOBA, Mercedes. "Regiones económicas de Cuba en 1862. Distribución regional de la renta rural". Pp. 45-72.


PORTUONDO ZÚÑIGA, Olga. "La caficultura santiaguera y su ruina durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878)". Pp. 73-92.


LÓPEZ, María Victoria. "Periodización para la agricultura en el estado de Lara, Venezuela, siglo XIX: el caso de la caña de azúcar". Pp. 93-101.


VIZCAÍNO GONZÁLEZ, Lilian. "El deslinde de las haciendas comuneras y la expansión del latifundio en las provincias de Camagüey y Oriente". Pp. 103-114.


JUÁREZ NIETO, Carlos. "Los orígenes del pensamiento liberal-burgués en Valladolid de Michoacán (1808-1828)". Pp. 115-126.


HERNÁNDEZ DÍAZ, Jaime. "Iglesia y Estado en Michoacán durante la primera mitad del siglo XIX: La República Federal, 1824-1835". Pp. 127-141.


BRACHO, Jorge. "El positivismo en Venezuela. Una reinterpretación". Pp. 143-148.


RUIZ, Gustavo Adolfo. "Primer Congreso Pedagógico venezolano". Pp. 149-162.


CORTÉS ZAVALA, María Teresa. "Cultura y política en México. Los vaivenes de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios". Pp. 163-174.
"Documentos del Encuentro Trilateral de Historiadores de Cuba-México-Venezuela". Pp. 175-183.
Nuestra Historia. Caracas: N° 2, enero-junio de 1992. 157 p.
VILLEGAS, Silvio. “Las perspectivas de la investigación histórica en Venezuela. (La historia regional y local)”. Pp. 1-13.
AMARO, Leonor. “La enseñanza de la historia en Cuba. Una reflexión necesaria”. Pp. 15-22.
HURTADO, Pablo Emilio. “Enseñanza de la historia de Venezuela en la escuela básica”. Pp. 23-31.
RANGEL DE C., Ana T. “Noción de tiempo histórico en los niños de la escuela básica (4to., 5to, y 6to, grados, ciudad de Barinas”. Pp. 33-39.
VILLAMIZAR, Ysaira. “Un caso concreto de enseñanza de historia en la calle”. Pp. 41-48.
CHÁVEZ, Maria Guadalupe. “Los negros y su integración social en el Obispado de Michoacán”. Pp. 49-57.
PÉREZ GUZMÁN, Francisco. “Esclavos y forzados en las fortificaciones cubanas”. Pp. 59-65.
SILVA MANDUJANO, Gabriel. “Pázcuaro, Michoacán. Perfil histórico de una ciudad capital provincial novohispana”. Pp. 67-78.
CORDERO MICHEL, Emilio. “El antillanismo de Luperón”. Pp. 79-96.
MEITÍN, Enrique A. “El intervencionismo sindical de Estados Unidos en América Latina: etapas y características”. Pp. 97-115.
BOLAÑOS, Federico. “América Latina en deuda: costos sociales y poder transnacional”. Pp. 117-133.
MASSAGUÉ, Esperanza. “El proceso de pacificación en Centroamérica: balance y perspectivas”. Pp. 135-150.
“Crónicas y documentos del Encuentro de Historiadores de América Latina y el Caribe celebrado en La Habana, del 1ro, al 4 de marzo de 1992”. Pp. 151-157.

Nuestra Historia. Caracas: N° 3, julio-diciembre de 1992.
“Presentación”. P. I.
Vetencourt, Dolores. “Los Ferrocarriles en Venezuela 1870-1930”. Pp. 1-9.
MURGUEY GUTIÉRREZ, José. “El ocaso y la desaparición de los ferrocarriles en Venezuela”. Pp. 11-28.
GARCÍA ÁLVAREZ, Alejandro. “El ferrocarril industrial en Cuba”. Pp. 29-37.
DEVES VALDÉS, Eduardo. “La cultura obrera ilustrada chilena y algunas ideas en torno al sentido de nuestro quehacer histórico”. Pp. 39-51.
VINAT DE LA MATA, Raquel. “Las obreras de la aguja: un sector olvidado”. Pp. 53-74.
SANTANA C., Nancy C. “Evolución de la mano de obra familiar en los vales altos del estado Trujillo – Venezuela”. Pp. 75-87.
RUIZ, Raúl R. “El surgimiento de la plantación esclavista matancera marco para el nacimiento del grupo local de presión”. Pp. 89-100.
GARCÍA MÜLLER, Luis. “Proceso de repoblamiento de la Barinas colonial”. Pp. 101-116.
GARCÍA BLANCO, Rolando. “La historia regional en Cuba. Principales problemas científicos y metodológicos”. Pp. 117-133.
Nuestra Historia. Caracas: N° 4, enero-junio de 1993. 150 p.
“Presentación”. Pp. 5-6.
CHÁVEZ CARVAJAL, María Guadalupe. “Los negros en Michoacán: rebeldía y sometimiento”. Pp. 7-17.
BARCIA, María del Carmen. “El proceso de abolición legal de la esclavitud”. Pp. 19-30.
MOLINER CASTAÑEDA, Israel. “Los huidos de la ciudad de Matanzas”. Pp. 31-62.
LÓPEZ, Isaac. “Hato de Estánquez, 1889-1902: Aproximación al estudio de una forma de tenencia de la tierra en los Andes venezolanos”. Pp. 63-72.
GUZMÁN ÁVILA, José Napoleón. “Empresas y empresarios madereros en Michoacán 1880-1915”. Pp. 73-88.
VILLALBA, Federico. “De las totalidades a la formación social”. Pp. 89-101.
PORTUONDO ZUÑIGA, Olga. “Anotaciones sobre la antropogénesis del tiempo histórico. Periodización y regionalidad”. Pp. 103-108.
MELGAR B., Ricardo y HUERTA R., César. “Cultura y región: Análisis de caso”. Pp. 109-115.
PEÑA AGUIAR, Xiomara y PEREIRA ALBA, Aleida. “Experiencias en la utilización de un sistema automatizado de recuperación de la información al servicio de la investigación histórica”. Pp. 117-121.
RODRÍGUEZ PÉREZ, María Eugenia y RAMOS HERNÁNDEZ, Reinaldo. “Análisis del flujo de información documentaria en materia de archivos a nivel mundial. Años (1984-1990)”. Pp. 123-150.