Jorge Washington : Yo, el aventurero

Jorge Washintogton Cabrera/ Foto JOP
Por José Obswaldo Pérez

Sí, me llamo Jorge Washington Carrera Andrade, nací el cinco de mayo de 1934, en Guayaquil, Ecuador. Mis padres fueron Carlos Carrera y María Andrade. Tengo ochenta y un años. Soy abuelo y aún trabajo. Los fines de semana me tomo las cervezas en El Portón de Cheo. Allí, en aquel bar converso con mis amigos, escucho música y me río de las cosas de la vida.

A veces la nostalgia me atrapa en mi Guayaquil. ¿Qué te cuente mi piropo por el norte?

Bueno, llegué a Estados Unidos, cuando tenía 15 años. Tenía ganas de conocer y me fui a casa de una hermana que se había casado con un gringo. Pero no me lo lleve bien con sus hijos. Eran malcriados y pienso que los norteamericanos crían mal a los muchachos. Eso fue lo que pasó. Me echaron de la casa el día que cachete a uno porque me insulto. Yo vivía en Nueva York y me fui a Manhattan a trabajar en una factoría, donde laboraba en dos turnos. Al año me vine, de nuevo a Guayaquil.

Me puse a trabaja. Luego me inscribí en servicio militar y tres años después me comprometí con una chica guayaquileña y me casé. Ella se llama Ana Cordero, con quien procreé dos muchachos. Ahora mayores y también casados. Pero mis deseos de conocer y buscar otras oportunidades me llevaron a Venezuela. Invite a mi esposa a que me acompañara, pero se negó. Creo que influida por sus padres ⦋⦌.
De Guayaquil a Puerto Viejo llegué como turista a este país y espere por cinco años a que mi esposa se convenciera de venirse para acá. Bueno, ella decidió quedarse. Ya yo tenía cuarenta años cuando entré a Venezuela. Y aquí me quede y con mi permanencia comenzó una nueva historia, aquí me casé de nuevo y tuve cuatro hijos más.

Sí, como no. Soy un aventurero y como te dije, entré como turista; tenía visa por treinta días que renovaba. ¿Mi decisión de venirme a Venezuela? Bueno, yo conocía aquí un amigo paisano que se llamó Don Pedro Quista, quien estaba establecido en Caracas y quien me informó que estaban buscando albañiles para trabajar. Fue una gran oportunidad para mí.

En 1965 llegué a La Vega, Caracas. Allí conocí a Don Pedro Fajardo, un adeco quien era maestro constructor. Gracias a Don Pedro Quista me dio trabajo y me ubicó en varias construcciones. En Junquito, El Cafetal, 23 de Enero, El Valle, Coche, Cochecito. Así que me quede en Venezuela, pero estaba ilegal. Cuando se me venció la visa fui al Consulado. En dos oportunidades pude renovarla y mantenerme como turista; pero, en la tercera vez, me agarraron mi pasaporte y me pusieron una equis roja. Debía abandonar el país.

- Yo de Venezuela no me voy. Ya yo me quedé aquí, yo me quedo - le dije a un funcionario del Consulado.

Entonces, en Caracas, fue cuando conocí a la abogada Omaira Terciel, vinculada con Carlos Andrés Pérez. Ella me propuso realizar unos trabajos en Mariara, estado Carabobo. Construir unos galpones. Yo aproveche para contarle mi situación irregular en el país. Durante los meses que estuve en condición ilegal tenía que andar con los bolsillos llenos de plata, llenos de billete. Cada oportunidad que la Guardia Nacional me encontraba tenía que aflojar plata. Yo ya estaba obstinado. La doctora Terciel me oyó y me prometió ayudarme.

Sin embargo, la señora no me arregló los papeles. Trabaje con ella durante un año y construí dos galpones, cada galpón de 150 metros de largo por cincuenta de ancho. Aunque me pagaba yo decidí dejar el trabajo y marcharme. Durante ese tiempo en Mariara, me había metido a vivir con Cecilia Landaeta, hoy fallecida.
Artículo próximo Artículo previo