En el siglo que terminaba, el lenguaje y las palabras muestran una cognición social, es decir, una interface entre el discurso y la sociedad (Van Dijk, 2009). Este registro de signos configuraba la concepción del mundo y las sensibilidades colectivas propias de un momento dado o de una realidad determinada,

Por José Obswaldo Pérez
Introducción
El ocaso del partido Liberal Amarillo y su división en grupúsculos minoritarios fue no solamente un aspecto importante de la Historia Política de Ortiz, sino que abarca a otros espacios geográficos de finales de siglo XIX. Su caída es un proceso abordado desde la historiografía de las ideas; pero, también, desde el discurso y el poder, a través de una narrativa expresada en documentos primarios y, sobre todo, en las manifestaciones discursivas de las elites simbólicas, especialmente, de aquellos funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones de gobierno.
En el siglo que terminaba, el lenguaje y las palabras muestran una cognición social, es decir, una interface entre el discurso y la sociedad (Van Dijk, 2009). Este registro de signos configuraba la concepción del mundo y las sensibilidades colectivas propias de un momento dado o de una realidad determinada, mediante elementos constitutivos de la conciencia y de la acción humana. Los acontecimientos narrados marcan el fin de un ciclo histórico, cuyos hechos transcienden con la idea floreciente del lenguaje de la subversión, es decir, el lenguaje de la política por otros medios como el lenguaje de la “revolución”, palabra imprecisa, pero de aprehensión colectiva con el significado de cambio positivo, de progreso y un mejor porvenir (Straka, 2011:93).Al examinar las diferencias políticas, entre los sujetos sociales del oficialismo del gobierno andrecísta y los grupos de oposición del rojismo y el mochismo local, nos encontramos con un discurso político dominado por la intriga y la división, el fin de la” alianza de los caudillos regionales” que hizo posible la gobernabilidad de Venezuela, ahora acababa como simples montoneras.
En ese contexto narrativo, los episodios determinan la valoración de la historia como producto cultural, tanto en la construcción verbal directa del discurso reconstructivo de sus representaciones mentales como a través de las fuentes documentales primarias- como el libro de oficio de la Jefatura Civil del Distrito Roscio de 1899 – sirviéndonos como material de información para mostrar tales acontecimientos (events) y extrayendo de ellos hechos históricos de discusión y análisis historiográfico que, al final, conjugan con las variaciones o cambios perceptibles de la dinámica vital de aquella sociedad en ciernes.