De Pancha Vásquez a Roberto Vargas

Por Oldman Botello

En estos días, silenciosamente, se están conmemorando los 90 años de la publicación, el 15 de febrero de 1929, de la más representativa obra narrativa de Rómulo Gallegos, salida de las prensa de Editorial Araluce, de Barcelona, ocasión propicia para recordar a aquellos personajes que no fueron ficción, sino de carne y hueso, que eran tan llaneros como “la dañera” y llegados a conocimiento del autor en su viaje al hato La Candelaria en abril de 1927; hato legendario fundado por los Araña o Arana de Villa de Cura y luego de Calabozo, a mediados del siglo XVIII y que para el tiempo de la visita de Gallegos era propiedad, desde 1915, del general Juan Vicente Gómez, representado por personas de su confianza; era supervisor de las propiedades gomecistas en el Llano de Guárico y Apure, el coronel Daniel Rodríguez Garmendia, quien recibió órdenes del dueño en Maracay, de atenderlo a cuerpo de rey.
El primer personaje que sale al paso es la propia Doña Bárbara, personificada por doña Francisca o Pancha Vásquez, analfabeta, mujer hombruna, a la que corría fama de arrojada, buena con el revólver y para la brujería; era el carbón antes del diamante, según frase feliz de Andrés Eloy Blanco, que fue su abogado. Francisca vivió hasta los años treinta del siglo pasado y murió en un agosto en el hato La Trinidad de Arauca, cuando esperaba al vapor Arauca que la conduciría a San Fernando para tratamiento médico. Era dueña del hato La Chiricoa, hoy refundido en La Trinidad de Arauca; se lo compró don José Natalio Estrada Torres, nieto de aragüeños de San Sebastián, ganadero, poeta y cineasta. Pancha está sepultada en dicho hato, al sur de Mantecal y Rincón Hondo, en sepulcro acondicionado por Estrada que fue su amigo y protector.
De Santos Luzardo se comentó que en el personaje de la novela había algo de los eternos duelos entre los Manuitt de Chaguaramas y otra familia. Otro personaje pintoresco en la vida real fue Ángel María Nieves, que aparece en la novela como María Nieves, el que cruzaba el Apure con un chaparro en la mano, conduciendo el ganado al otro lado, en Puerto Miranda, chaparreando a los caimanes que asomaran su fea figura con siniestras intenciones Había nacido posiblemente en Apure o Guárico el 16 de julio de 1882 y murió en San Fernando, con gusanos en la nariz y en el cerebro, el 17 de febrero de 1946. Su madre, doña Bárbara Rosa Nieves y sus hijas Emilia y Justina Nieves vivieron en Maracay, en Calicanto, frente a la Casa de la Cultura; estaban concertadas en la casa de don Enrique Dorta Serrano, comerciante maracayero y aquí murieron; Justina en el ancianato de El Limón, ya nonagenaria en los años noventa. Su nombre lo lleva un puentecito sobre un caño en Uverito, Guárico y el gran puente sobre María Nieves el Apure frente a San Fernando, su lugar de trabajo. Cuando le avisaron por telégrafo la muerte, Gallegos, que era candidato presidencial, envió 100 bolívares a la familia, por transferencia telegráfica.
El gran informante de Gallegos en el hato La Candelaria (llamado Altamira en la novela) fue Antonio José Torrealba, el renco; cunavichero, despensero, corpulento, medio literato empecinado con la mitología griega y le puso a una yegua el nombre de Proserpina; él puso a Gallegos en autos del hato, las costumbres llaneras, mitos, leyendas y tradiciones de la sabana. EL novelista, cuando fue Presidente le preguntó qué deseaba: “Quiero ser jefe civil de Cunaviche y un radio de pilas”. Gallegos lo hizo nombrar con el gobernador de Apure Dr. Pedro Elías Hernández y le envió el radio de pilas en el que escuchaban el noticiero Panorama Universal, con el locutor Francisco Fossa Andersen. Murió en San Fernando el 14 de julio de 1949 de diabetes congénita. Se supo que había pasado tres días en el monte comiendo miel de aricas. Eso desató la crisis.
Carmelito es otro personaje. Su nombre era Rafael Anselmo Luna, nativo del Bajo Apure. Falleció en San Rafael de Atamaica y dejó familia, algunos de cuyos bisnietos residen en Maracay y en Linares Alcántara. En cuanto al doctor y general Roberto Vargas, nativo de Ortiz, fue personaje a medias de Lorenzo Barquero y el Dr. Francisco Mier y Terán Carreño, dueño del hato guariqueño de La Rubiera y descendiente directo de los rubios españoles. Vargas era atrabiliario, conservador, pero también fue educador y colega de José Martí durante su estada en Caracas; y guerrillero antigomecista. El bachiller Mujiquita es la personificación del poeta Párica Párraga, que fue condiscípulo de Gallegos en Caracas, quien lo encontró en Camaguán de secretario de la jefatura civil. Antes fue compañero de Maisanta en las guerrillas de Apure hasta que se convenció que tumbar gobiernos no era como tumbar carutos. El nombre de Pajarote “zambo, canilludo y desgalichado” como lo describe Gallegos, se lo asignó este mismo. Su verdadero nombre era Pedro Manuel Sánchez, o Perucho. Hombre cordial pero reservado, que le extendió la mano a Gallegos para saludarlo y ponérsele a la orden para lo que saliera. Míster danger o señor Peligro fue representado por Aurelio Inneco, italiano residente en Apure, llamado musiú Inneco, cuya foto me la prometieron hace años sus nietos en Maracay; pero musiú Inneco no era como Míster Peligro, sino un hombre bonachón, honrado y de prestigio en Apure. Debemos terminar diciendo que el encargado del hato La Candelaria era don Manuel Sánchez Veracierta, quien recibió la orden de su supervisor de atender muy bien a Gallegos y su comitiva. Era ganadero en hato aparte y hombre de algunos recursos económicos que murió anciano en San Fernando, donde residen sus familiares. Estos son los personajes de Doña Bárbara en la vida real.
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