Cuando pasó el cometa Halley en 1910…

Corría el mes de mayo de 1910, cuando hizo su aparición en el firmamento aquel enorme cuerpo celeste de forma bien determinada, con una larga cabellera extendida y enorme cola, que fue llamado por el burgo y por algunos científicos, el cometa del fin del mundo.
Por Felipe Hernández G

Nadie está a salvo, el miedo o mejor, los miedos, siempre han existido y existirán. Sólo que las fuentes, las maneras de enfrentarlos y, sobretodo, el sentido que adquieren según los contextos socio culturales que hacen posible su emergencia, cambian. Hoy, en pleno siglo XXI, nos asalta la incertidumbre por la pandemia de coronavirus que azota a la humanidad ¿Qué va a pasar? Lo que haya que pasar, pasará, más nada… hace 110 años la humanidad vivió la amenaza de un eventual fin del mundo por el paso de un cometa, el cometa Halley, un fenómeno celeste que turbó la paz y la tranquilidad de todo el planeta tierra.

Corría el mes de mayo de 1910, cuando hizo su aparición en el firmamento aquel enorme cuerpo celeste de forma bien determinada, con una larga cabellera extendida y enorme cola, que fue llamado por el burgo y por algunos científicos, el cometa del fin del mundo.

Ningún otro cometa como el Halley que surcó la bóveda celeste en 1910 ha causado tanta fascinación, tanto miedo y tanta leyenda. Del paso de aquel fenómeno perturbador se cumplen ahora 110 años. Es considerado uno de los mayores acontecimientos astronómicos del siglo XX, un hito que paralizó el planeta ante el temor al fin de los tiempos y que impulsó a millones de personas, presas del pánico y la depresión, a asomarse al firmamento cada noche para contemplar hipnotizadas aquella larga figura celestial que desbordaba con su encanto la noche estrellada. Algunos no superaron el trance y prefirieron quitarse la vida convencidos de que “el paso de la tierra por la cola del cometa, que contiene cianógeno, envenenaría a la humanidad entera”. Los mensajes tranquilizadores de los científicos y los estudiosos de la astrología no evitaron los suicidios de una minoría y la congoja, el agobio y la resignación de la gran mayoría.

Recién llegado el siglo XX, el encuentro con el Halley se vivió en todo el globo terráqueo durante el mes de mayo de 1910, el momento cumbre del embeleso se vivió entre el 18 y el 19 de mayo, cuando nuestro planeta cruzó la cola del cometa mientras la humanidad contenía el aliento, oraba, hacía rogativas, se confesaba, ofrecía promesas y en los templos se celebraban misas. “En las semanas previas, la prensa fue un hervidero de rumores, artículos de todo tipo y publicidad engañosa que, entre otros productos, ofrecía máscaras para protegerse de los supuestos efectos nocivos del cianógeno, uno de los gases que componen los cometas”. Se apelaba a La Biblia y a la fe, las personas mayores y los devotos fervientes recordaban el viejo adagio bíblico, según el cual, “señales en el cie­lo son presagios de desgracias en la tierra”.

En los periódicos de la época corrieron ríos de tinta, más sin embargo, los hechos le dieron la razón: después del paso por la cola del Halley, la Tierra siguió su curso como si nada y el fin del trance fue celebrado con innumerables veladas nocturnas en todo el mundo y en las ciudades y pueblos la gente se aglomeraba en las calles en pleno jolgorio mientras el Halley aún brillaba en el cielo.

El 19 de mayo, justamente el día cuando la Tierra cruzaba la muy temida cola del cometa, con sorna y socarronería, cuentan los diarios de la época que del “choque del cometa Halley con la Tierra. No una cola se vio ayer a la caída de la tarde, sino dos: la primera era excesivamente larga. La componían millares de personas que acudían a las boticas y perfumerías… para proveerse de agua de azahar… a fin de poder soportar el susto que había de darnos el cometa Halley. La segunda cola era de menores dimensiones, pero no dejaba por eso de llenar la espaciosa y larga calle… las personas que la formaban pedían a voz en grito el Gran Licor Poniol, único capaz de ahuyentar a todos los cometas habidos y por haber", (Vicente Aupí (s/f): Estrellas y Borrascas.

Hoy, a más de un siglo después del mítico paso del Halley en 1910, todos estos sucesos parecen remotos, y realmente lo son. Seguramente, aquella visita del legendario y fantástico cometa fue la última en la que vino cargado de leyendas, y la próxima visita el año 2061, será la primera en la que la humanidad lo reciba sabiendo absolutamente todo de él, ya que durante el paso de 1986 las sondas espaciales Vega y Giotto salieron a su encuentro para estudiar de lleno su naturaleza, lo que permitió, incluso, descifrar los enigmas concernientes a su núcleo, fotografiado gracias a las modernas técnicas de imagen.

Importante señalar, que en 1910 apenas había contaminación lumínica, por lo que la visión del firmamento era excelente incluso en las grandes ciudades del mundo. Con ello, y merced a su gran proximidad, el impacto visual del Halley en plena noche era abrumador.

A modo de colofón puede decirse, que el paso del Halley en mayo de 1910, vino acompañada por un cúmulo de desinformaciones, histeria colectiva y anuncios del fin del mundo. Decenas de miles de personas en todo el planeta esperaron con pavor el pasó del cometa con su cola venenosa, e incluso los más miedosos se suicidaron. Pero tras el paso de la Tierra por la cola del Cometa Halley no llegó el fin del mundo, tan solo “la atmosfera se impregnó de una extraña sensación de escarcha luminosa”.

El Guárico no podía ser la excepción, como parte de aquella Venezuela rural y analfabeta, sus habitantes sufrieron la pavorosa incertidumbre, nos cuenta la señora Azucena Belisario de Vargas (2018), que su padre, Rafael “Mununo” Belisario Álvarez, les contaba, que en casa de sus abuelos hacían promesas y rogativas, y les obligaban a rezar el rosario… además de las personas que se suicidaban, otras se entregaban a la molicie y la holgazanería, “a esperar con resignación la tragedia”, incluso, los más “avispados” aprovecharon el paso del cometa para seducir doncellas… a muchos niños nacidos a posteriori, nueve meses después se les llamaba “los hijos del cometa”…

Como escribió el historiador francés, Jacques Le Goff (1924-2014), “La memoria intenta preservar el pasado sólo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros”

* UNESR // Cronista del Municipio Leonardo Infante // fhernandezg457@gmail.com

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