El Llano Magnificado y disminuido

Adolfo Rodríguez 

 

ILUSTRACIÓN: Al sur de las Mercedes del Llano (Foto de ARR).

La ardua empresa de comprender a Venezuela debe mucho a los positivistas. Sobre todo a Laureano Vallenilla Lanz (10-11-1870 * 16-11-1936). Se esmera en despejar a fondo aquella maraña de desolaciones que deja el siglo XIX y saca sus conejos del sombrerito del determinismo. Aunque se esfuerza en demarcarse de etiquetas: “La historia, como la vida, es muy compleja. No la historia inspirada en el complejo simplista que sólo ve en nuestra gran revolución la guerra contra España y la creación de nuestra nacionalidad, sino la que profundiza en las entrañas de aquella espantosa lucha social, estudia la psicología de nuestras masas populares y analiza todo el conjunto de deseos vagos, de anhelos imprecisos, de impulsos igualitarios, de confusas reivindicaciones económicas, que constituyen toda la trama de la evolución social y política de Venezuela” (Vallenilla L, 1991, p. 75).

Sus meritorios esfuerzos representan, por lo tanto, sondas husmeando en ese temerario compromiso de descomponer y reconstruir lo inasible. Sus vislumbres repuntan finalizando el siglo XIX y resuenan aún en el destartalado XXI. Ratificado, discutido, rechazado, poco evadido, procede situarlo en su tiempo, ciertas tradiciones, insistencias; degustarlo a partir de los derroteros por donde insólitos traspiés ha dado el país. Lectura que me permito desde ese llano y esos llaneros que alborotan en su obra.

Una suerte de causalidades vincula fuertemente alrededor de ese par mítico: la asociación caballo y llanura con lo que denomina bandolerismo. Y la de éste con el caudillismo y el gendarme necesario. Cadena de negatividades que culmina en una presunción, no siempre ejercida gloriosamente.

En conferencia dictada en el Círculo de Bellas Artes de Caracas, el 1 de agosto de 1914, con afirma, sin ambages, la idea de Venezuela como estructura supranacional ya cumplida: ”Hablemos de sociedad, pueblo, Nación, Estado (…) cual fuere muestra formación étnica, Venezuela constituye una entidad Social, psicológica y política perfectamente definida aun comparándola con las otras naciones Hispano-América. Existe el tipo venezolano como existe una sociedad, un Estado, una Nación venezolana. Y me atrevo a afirmar que el sentimiento de nacionalidad y de Patria, la “solidaridad orgánica”, se hallan entre nosotros tan fuertemente arraigados y tan sólidamente establecidos como en cualquiera de las viejas nacionalidades que son la resultante de un proceso secular, a pesar de nuestro mosaico étnico y de nuestra corta edad”.

Conviene en que todos los venezolanos “tenemos algo de llanero”. A cuyo efecto un presunto individualismo y subsecuente caudillismo nacional dimanantes “del modo de vida gestado en el medio físico llanero”. Temeridad que esgrime ya en 1919: “en Venezuela, aun los que nacemos en las cordilleras y las costas tenemos algo de llaneros (1930, p. 344). La circunstancia histórica derivándola de un factor: “el caudillismo nacido de las patas de los caballos empujó violentamente la evolución igualitaria e impuso al país el sistema efectivo de Gobierno por encima y casi siempre en contra de las constituciones importadas” (p. 349).

Desprendiendo, también, distintivos nacionales, más o menos de índole permanente: “en aquellas hordas semi-bárbaras existían los gérmenes poderosos que habrían de determinar los rasgos inconfundibles del Carácter Nacional” (p. 353). “en los países de llanura, como el nuestro, donde la gran parte de la población se había conformado en la vida pastoral y nómada, con todos sus caracteres de individualismo y de barbarie, la revolución asumió fases tan sangrientas, su ferocidad llegó a tal extremo, que las relaciones de aquellos días pavorosos parecen páginas arrancadas a los historiadores que más dramáticamente han descrito la invasión de los bárbaros germanos” (1956 (1921): 84-85).

Cierto “individualismo bárbaro característico de los pueblos pastores” patentizado en “aquel estado de anarquía espontánea”, extensivo a toda Hispanoamérica, “con manifestaciones más bárbaras y sangrientas, más individualistas e igualitarias en aquellos donde prevalece la llanura y la vida pastoral se había desarrollado con todos sus caracteres disgregativos, constituyendo grupos o clases nómades, antagónicos, sin sujeción posible a ningún régimen regular de gobierno, uniéndose ocasionalmente bajo la autoridad temporal de un caudillo, “para llevar a todas partes, a su paso, el terror y la devastación ” (Ib., pp 85-87)

Pormenores, cuyo origen remonta a una de las modalidades en que se forma el llanero de la Orinoquia colombo-venezolana: el caballo y la llanura. Configuración o “constitución geográfica” que le endosa “consecuencias necesarias y fatales”, de acuerdo con teorizaciones euro céntricas que lo asisten:

“Donde existen llanuras y caballos existen bandoleros, asienta Hellward y Schweiger, refiriéndose a lo que aún hace pocos años sucedía con los nómadas de la Mesopotamia respectos a las autoridades turcas, pone a las claras la situación de los llaneros venezolanos en la época colonial y da la clave de los sucesos posteriores...” (1952): 111). Apoyado en Sarmiento, para quien “Es un axioma de sociología americana, el postulado de que en Hispanoamérica el Caudillismo surgió de las patas de los caballos”. Induciéndolo a establecer que “Los pueblos pacíficos y sedentarios no producen caudillos militares” (IBID, pp. 161, 218).

“acción fisio-psicologíca impuesta por el medio...” (1953 (1930) : 171). El papel jugado por los llaneros en el proceso de la independencia, le permite inferir peso decisivo “en el desarrollo histórico de Venezuela” por esas potencias instintivas”. Insistiendo que “en aquellas hordas semi-bárbaras existían los gérmenes poderosos que iban a determinar los rasgos inconfundibles del Carácter Nacional...” (IBID: 188). Y remachando que “el individualismo surgido de las ruinas de la sociedad colonial impuso un elemento de gobierno”, que denomina “el patrocinio militar, la supremacía del más fuerte, del más sagaz, del más vigoroso, del más valiente”, vínculo que “sin destruir la libertad individual ni la igualdad característica de los pueblos pastores… estableció sin embargo una subordinación jerárquica de donde surgió también, como en la Edad Media europea, nuestro feudalismo caudillesco…” (1958 – (1921) : 88).

Presupuesto que amplía en 1929 para legitimar, a partir de principios doctrinarios aportados por Taine, el imperio de gendarmes electivos o hereditarios “de ojo avizor, de mano dura, que por las vías de hecho inspira el temor y que por temor mantiene la paz” (1952 (1929) : 119).

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA CONSULTADA 

VALLENILLA LANZ, Laureano Cesarismo Democrático. Caracas, Tipografía Garrido, 1952. VALLENILLA LANZ, Laureano Crítica de sinceridad y exactitud. Caracas Ediciones Garrido, 1956 VALLENILLA LANZ, Laurean Disgregación e integración. Caracas Tipografía Garrido, 1953. 

ILUSTRACIÓN: Al sur de las Mercedes del Llano (Foto de ARR).

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