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Julián Correa Lozada: entre la gloria restauradora y las sombras del gomecismo


Su participación activa en las batallas de La Victoria y San Mateo, junto a jefes como Luis Crespo Torres, Roberto Vargas y Sixto Bolívar, lo ubica entre los cuadros militares más comprometidos con la causa restauradora.


Por José Obswaldo Perez

La historia venezolana de finales del siglo XIX y comienzos del XX está sembrada de nombres que fueron vitales en su momento y que, sin embargo, han quedado al margen de la memoria oficial. Uno de ellos es el del general Julián Correa Lozada, oriundo de San Juan de los Morros y protagonista clave en los procesos político-militares de dicho período, aunque hoy apenas es una figura poco conocida en la historia local y regional.

Fue hijo de Julián Correa y de Agapita Lozada. Contrajo matrimonio en Ortiz, el 3 de septiembre de 1886, con Juana Isabel Torrealba, hija de José Anselmo Torrealba y de Juana Josefa Torres.

De la Restauración a la guerra

En 1899, en pleno auge del movimiento Restaurador liderado por Cipriano Castro, Julián Correa fue designado primer jefe del Batallón Aragua y simultáneamente jefe civil de San José de Tiznados, en el estado Guárico. Esta doble responsabilidad refleja el estrecho vínculo entre lo militar y lo político en los momentos de reorganización nacional.

Su participación activa en las batallas de La Victoria y San Mateo, junto a jefes como Luis Crespo Torres, Roberto Vargas y Sixto Bolívar, lo ubica entre los cuadros militares más comprometidos con la causa restauradora. El general Diego Bautista Ferrer, en su obra La Victoria y San Mateo (1903), lo menciona como parte de los oficiales que sostuvieron el frente donde “la República se jugó su aliento” (p.14).

La caída en Ciudad Bolívar

Tras los eventos de 1899, Correa Lozada reaparece en 1903 como uno de los combatientes en la Batalla de Ciudad Bolívar, último episodio sangriento de la Revolución Libertadora. Allí, bajo el mando del caudillo oriental Nicolás Rolando, resistió el asedio de las tropas de Juan Vicente Gómez, en una lucha casa por casa que terminó con la rendición de los revolucionarios el 21 de julio.

Entre los más de 50 generales capturados, figuraba Correa Lozada, convertido entonces en prisionero de las fuerzas gubernamentales. Este episodio marcó el fin de su participación activa en la lucha armada o guerra civil en Venezuela, y también el inicio de una nueva etapa bajo el auspicio del poder gomecista.

Del fusil al presupuesto: caminos y fidelidades

En 1905, durante una visita del presidente Cipriano Castro a Ortiz, se tramitó un telegrama al general Gómez solicitando la liberación de Julián Correa y Carlos Capote, ambos implicados en la ya derrotada Revolución Libertadora. Un grupo de dirigentes políticos orticeños habían solicitado su libertad. La respuesta fue afirmativa, y tras su liberación, Correa Lozada se mantuvo leal al régimen gomecista hasta su muerte.

Este nuevo alineamiento le permitió asumir responsabilidades civiles importantes. Correa se vinculó a la mejora de infraestructuras viales en Guárico, particularmente la carretera entre San Juan de los Morros y Morrocoyes, obra que modernizó el trazado del ingeniero villacurano Luis Eduardo Power, a pesar de no ser él mismo ingeniero.

En 1913, un documento oficial del Ministerio de Obras Públicas lo designa como jefe administrador de una junta encargada de reparar y construir carreteras clave en el centro del país. Se le asignó un presupuesto semanal de 3.000 bolívares, y junto a él trabajaban Enrique Ramírez y Elio Tulio Sánchez.

No obstante, a partir de 1916, su nombre comienza a figurar asociado a las llamadas “imaginarias”: sistemas de manejo discrecional de nóminas usadas por el régimen gomecista para premiar a militares afines. Se le acusó, como a otros, de reportar más obreros de los que realmente empleaba en obras públicas, quedándose con parte de los fondos.

Un silencio que también dice

La figura de Correa Lozada resulta difícil de clasificar. Fue combatiente restaurador, prisionero de guerra, servidor público, hombre de lealtades cambiantes. Como muchos actores de aquella Venezuela marcada por la violencia política y la centralización del poder, su nombre parece haberse disuelto entre telegramas, decretos, y memorias inconclusas.

Sin embargo, su historia ofrece una ventana fascinante al estudio de las transiciones políticas en Venezuela, al rol de las provincias en los grandes conflictos nacionales, y al vínculo entre poder militar y civil.

Hoy, recuperar su trayectoria no implica edulcorarla ni condenarla, sino comprenderla en su contexto y complejidad. Como bien señala Oldman Botello en Castro en Calabozo (2015), figuras como Julián Correa Lozada se movieron en “la delgada línea entre el protagonismo local y el olvido nacional”.

Referencias

  • Botello, Oldman (2015). Castro en Calabozo. En: Venezuela de Antaño. Bitácora en línea
  • Ellis, Mark St. Clair (1904). The Battle of Ciudad Bolívar and the End of the Revolution in Venezuela. Proceedings, Vol. 30/4/112.
  • Gaceta Oficial, Ministerio de Obras Públicas. Documento Nº 168. Caracas, 16 de mayo de 1913.
  • Ferrer, Diego Bautista (1903). La Victoria y San Mateo. Imprenta Nacional.

Foto: El General Juan Vicente Gómez en Maracay, durante los años 20. Imagen tomada de la revista "En el Tapete".