Aura Marina Betancourt

Entre moderados y radicales: contextualizando la educación venezolana

A principios del siglo XX, Venezuela, entre el período 1908-1935, vive los clamores de un cambio en el orden político, social, económico, cultural, científico y educativo, en razón a que lo hecho, lo actuado no colmaba las aspiraciones de la sociedad.

La sociedad siempre ha aspirado un debate educativo
por Aura Marina Betancourt

Cuando hablamos de educación nos referimos a un concepto y un acontecimiento (Guédez, 1987), es una idea y una realización que se implica en una dinámica dialéctica y problematizadora, es una significación y una praxis que vivifica la posibilidad de llegar a ser persona humana, y en palabras de Sarramona (2000:14), “la educación es un bien, vinculada a la idea de perfeccionamiento”. Desde ésta óptica se ha construido y estructurado una matriz-manera de entenderla y explicarla, de puntualizarla y connotarla generado planteamientos y perspectivas, proyectos y propuestas, concepciones y teorías en el decurso histórico-pedagógico, traduciéndose en una pluralización de posiciones y orientaciones que de alguna manera recogen ideas.

A principios del siglo XX, Venezuela, entre el período 1908-1935, vive los clamores de un cambio en el orden político, social, económico, cultural, científico y educativo, en razón a que lo hecho, lo actuado no colmaba las aspiraciones de la sociedad. En lo educativo, a pesar de que se dieron las bases para la estructuración-armazón de un sistema escolar moderno y los criterios-normas para el manejo de la educación (Carvajal, 1998: 134), se pedía una reforma que atendiera la inadaptación de la educación pública, en la que se debía considerar el problema del analfabetismo y las necesidades sociales, el problema de la cultura y la formación científica, escuelas y maestros, recursos y reorganización. El renovar de la educación tenía que discurrir, en palabras de Luis Beltrán Guerrero (1936), hacia la formación del pueblo, porque mientras no se educara para ejercer su función de ciudadanía, la aspiración unánime de los venezolanos, el problema de la República, no podría ser nunca una realidad viva (Guerrero, 1936. Cit. en Fernández H., 1988: 46).

Dentro este marco, la educación venezolana vive, a partir de 1936, esfuerzos y acciones de búsqueda de nuevos caminos para dar una mejor calificación al proceso educativo. La preocupación y el interés por el acontecer educativo venezolano permitió la expresión de ideas, voces y palabras, de exhortación a la rectificación, a un renovarse, a la innovación y a la reforma, que encontraron inspiración cuando se dio inicio en 1936, a lo que se ha denominado “proceso modernizador del país” (Abad, et. al, 1980).

Este proceso modernizador, en sus comienzos, abarca el período que transcurre de 1936 a 1958, con una dinámica histórica particular caracterizada por “Zigzagueos y rupturas políticas” que repercuten en lo educativo al impregnarle el “sentir ideológico” del gobierno de turno, a pesar de la orientación y del concepto emergente-dialéctico de una educación como producto y hacer de la sociedad, que ponen de manifiesto tres tendencias diferenciadas, a saber: Tendencia Moderada (1936-1945), Tendencia Radical (1945-1948) y Tendencia Mediatizante (1948-1958).

Unos de los aspectos que contextualizaremos en nuestra investigación será la Tendencia Moderada (1936-1945), la cual se manifiesta en los “Intentos de adecuación y cambios” de cara al poder político y de “modernización desde las élites” impregnadas de un programatismo acomodador de una tradición laica y positivista de la educación frente a una “clase emergente, de reclamo e iniciativa y un querer hacer distinto y creativo (sindicatos, organizaciones, partidos, etc.), liderizada por los maestros con un “proyecto modernizador desde las masas”, como protagonista y destinatarios (Ibidem: 5-8).

Esta tendencia se asimila a una variada gama de concepciones y actitudes, que incluye de un atemperado pensamiento democrático-liberal hasta una franca actitud elitesca, confesional y reaccionaria (Cedeño,1986), y priva un postergamiento de las más elementales reformas de la escuela, que se presenciaba rígida a carácter empirista y a una metodología dogmática; divorciada de la realidad nacional y en la que alumno era un “órgano repetidor” y el maestro un transmisor de “conocimientos abstractos”. Una escuela sin unidad ni orientación, en donde se enseñaba un más o un menos, pero no se educaba, no se formaban hábitos, hombres y menos aún ciudadanos (Arnal, 1936. Cit. En Mudarra, 1975: 131).

La educación venezolana ha estado signada e influenciada por diversas vertientes y tendencias, movimientos y orientaciones que la han referido a puntos de comprensión, a lineamientos conceptuales y a modos de entenderla y delimitarla. Se aprecia, al considerar los textos escritos y documentales, planteamientos que dan cuenta de diversos apuntamientos miradas, tales como: la educación colonial de corte cristiana, referida por el acto de conquista español; la educación de signo ilustrado, dada por las influencias del pensamiento español y europeo; la educación de orientación positivista, observada por la repercusión de la filosofía comteana, y la educación renovadora, puntualizada por el movimiento de la escuela nueva.

Desde la década de los 40, la educación en Venezuela tuvo un carácter expansionista, cuyo objetivo era resolver el problema de excedente de población no escolarizada jamás visto en Venezuela. A esta condición se ha mantenido un debate discursivo permanente a lo largo del siglo XX, a través de los esfuerzos realizados por el naciente Estado de ir creando un sistema educativo nacional que pudiera atender los requerimientos educativos del conjunto de la población venezolana, constituyendo un claro ejemplo de estas medidas, la  Ley de Educación de 1940, patrocinada por el Ministro Arturo Uslar Pietri y la expansión de la educación escolar.

Esta situación conllevó a que no sólo los hijos de los grupos privilegiados  fueran quienes tuvieran acceso a la educación. El propio Estado se preocupó por cubrir las aspiraciones educativas de las clases populares y campesinas, lo cual originó que muchas de las iniciativas permitieran el establecimiento de escuelas y colegios públicos. En este sentido, la educación venezolana se aprecia y se le tiene como “eje fundamental” para enfrentar el desarrollo y dar marcha al bienestar y a las transformaciones del país y de la sociedad. Ella en sí misma, frente a los desafíos de transformación, es una presencia-problema por cuanto ha devenido con signos de agotamiento y una gran debilidad, con deterioro y profundas fallas que la han colocado en los ámbitos modernizadores de las políticas públicas del Estado.

La educación, por ello, ha sido objeto-motivo de las agendas y las tendencias de reforma que la etiquetan como “necesidad social básica” que requiere cambios, mejoramiento y pertinencia frente a los reclamos y exigencias de transformación social, cultural y productiva.


Notas bibliográficas

Álvarez Gallego, ALEJANDO (Mayo-Agosto, 2001). Del Estado docente a la sociedad educadora: ¿un cambio de época? OEI - Ediciones: Revista Iberoamericana de Educación. No. 26
Carvajal, L. (1983): La Educación en el Proceso Histórico Venezolano. Caracas: Cooperativa Laboratorio Educativo.
Carvajal, L. (1998): Educación y Política en la Venezuela Gomecista: En Nacarid R. (Comp). Historia de la Educación Venezolana. Caracas: UCV-Facultad de Humanidades y Educación.
Carvajal, L. (2000): Para Transformar la Educación. Caracas: UCAB-Texto.
Casanova, R. (1984): Dilemas de la Educación Venezolana. En Cuadernos del Centro Nº 32 y Ateneo de Caracas. Segunda Época, Enero-Agosto, pp. 9-12.
Cedeño, G. (1986): Desarrollo del Sistema Educativo Venezolano. Caracas: Universidad Nacional Abierta.
Fernández H., R. (1988): Referencias para el Estudio de las Ideas Educativas en Venezuela. Caracas: BANH-Italgráfica.
Guédez, V. (1987): Educación y Proyecto Histórico-Pedagógico. Caracas: Kapelusz Venezolana – UNA-FEVA.
Guédez, V. (2003). La Cultura y la Educación: ¿Factores de Capital Social o de Capital Ideológico? En Ramírez R., M. (Comp.). Venezuela, Repeticiones y Rupturas. Caracas: USAID-Corpográfica.
Montenegro, W. (1973): Introducción a las Doctrinas Político-Económicas. México: FCE.
Moreno L., J. I. (2001): El Tercer Milenio y los Nuevos Desafíos de la Educación. Caracas: Panapo.
Moreno, J. M.; Poblador, A. y Del Río, D. (1980): Historia de la Educación. Madrid: Paraninfo.
Mudarra, M. (1975): Historia de la Legislación Escolar Contemporánea en Venezuela. Caracas: MUDBELL Publicaciones.
Sarramona, J. (2000): Teoría de la Educación. Reflexión y Normativa Pedagógica. Barcelona: Ariel.


[1] Álvarez Gallego, ALEJANDO (Mayo-Agosto, 2001). Del Estado docente a la sociedad educadora: ¿un cambio de época? OEI - Ediciones: Revista Iberoamericana de Educación. No. 26


miércoles, febrero 16, 2011

El arte epistémico de plagiar

“La escritura cambia al ritmo
que evolucionan las comunidades”

Daniel Cassany

por AURA BETANCOURT*

Hoy nos hemos olvidado que es consultar o investigar en un libro, escribir a mano, romper hojas después de muchos borradores o equivocaciones, rectificar con corrector. Hoy solo tecleamos y, frecuentemente copiamos y pegamos. Es por esto que el fácil acceso a la tecnología por internet, ha provocado o facilitado importantes cambios en la educación, tal como es el plagio; donde el individuo, elude el trabajo de elaborar sus propias ideas y de la misma forma se perjudica porque no desarrolla ni consolida su propia capacidad de comunicar.

Por lo tanto un plagio es copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. (Diccionario de la real Academia Española 2008). Incurro en plagio si copio de un libro, o de una revista, o de un trabajo escrito por otra persona (aunque no esté impreso ni haya sido publicado) y no indico la fuente de donde tomé lo copiado. El plagio puede ser total o parcial.
Asimismo, es plagio si alguien me comunica una idea, y yo las uso como si fueran mías, sin decir de donde las saque; es decir, me estoy apropiando de pensamientos ajenos y las presento como si fuesen mías. Además cuando incurro en un plagio, soy desleal con las personas a quienes va dirigida la presentación.

Ahora bien por varias razones se incurre en plagio; porque se siente miedo e inseguridad de pensar por sí mismo, por desconocimiento del tema, por flojera, por temor de no hacer un buen trabajo y, en la mayoría de las ocasiones por ignorancia.

En cambio existen mecanismos para evitar el plagio como por ejemplo; citar las fuentes, como citar, también es importante incluir al final del trabajo el listado de fuentes bibliográficas que se uso para la elaboración y desarrollo del mismo con el fin de ofrecer una mayor información a los lectores. Además, lo anterior permite demostrar que se investigó y que la información es veraz.

En consecuencia cuando en una institución bien sea en cualquier nivel, los trabajos monográficos de primaria o bachillerato hasta las tesis de grado y trabajos de investigación el plagio no es rechazado, esa práctica se vuelve endémica.

Por lo tanto este hecho, se encuentra en una constante situación de crecimiento a lo largo de los últimos años; donde éticamente es reprobable y académicamente es incorrecta.
_____________________


* Docente universitaria. Magister en Historia de Venezuela
sábado, agosto 01, 2009
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