Luis Vicente León

La confusión

El resultado podría ser que la mayoría más grande que ha tenido la oposición en toda la era chavista no vote masivamente, sin tener una propuesta alternativa


Por Luis Vicente Leòn


Quiero compartir mi confusión alrededor del proceso político que vivimos. Por una parte, entiendo la frustración de quienes no creen en participar en un proceso electoral sesgado, opaco y manipulado. Si añadimos que el costo de salida del gobierno es infinito, la probabilidad de que entreguen el poder es muy baja, excepto si proviene de una implosión que, por ahora, solo es una especulación académica. No podemos descartar esa posibilidad, pero tampoco basar el análisis en un “cisne negro” que necesita que estén alineadas demasiadas estrellas.

Pero a la vez entiendo la tesis de quienes creen que ir a un boicot electoral tiene una probabilidad de éxito prácticamente nula. Las explicaciones de los pro boicot sobre cómo es que eso producirá un cambio son muy pobres y la capacidad de generar amenazas creíbles más pobre aún, excepto las amenazas de acción internacional contra el gobierno, lo que hace a los pro boicot dependientes de una acción que no controlan y que además se plantea como sustituto y no complemento de una acción propia, algo muy decepcionante en término de resultados esperados.

En todo caso, si la única fuerza opositora del ala boicot son las sanciones, esto me genera otra confusión. Si hablamos de sanciones personales, supongo que su objetivo es crear presión para generar la implosión del chavismo. Entonces llegamos al escenario donde Falcón podría representar, por ejemplo, una opción de negociación con los chavistas disidentes, convirtiéndose en una forma de salir de Maduro a través de la presión del propio chavismo para el reconocimiento del triunfo electoral opositor, atado a una negociación de salida que proteja al chavismo en su conjunto. Una especie de huida hacia delante para quienes sienten la amenaza de verse envueltos en sanciones personales en el futuro. Pero para que eso ocurra Falcón tiene que sacar más votos que Maduro, lo cual es una inconsistencia con la propuesta de boicot.

Las sanciones económicas, financieras y petroleras son otra historia. Ahí la teoría indica que se va a por todo. Pero la evidencia ha demostrado que no funcionan. No estoy analizando la teoría ni la lógica ni la ética de la propuesta. Simplemente su eficiencia. Cuba, Corea, China, Rusia, Zimbabue muestran su fracaso. Y en realidad también Irak, Libia y Siria donde se derivó en otra cosa. Entonces, parece que la propuesta de sanciones está basada en un error de apreciación de eficiencia o en la necesidad de hacer “algo” aunque no funcione. Es como el padre que castiga sabiendo que no resolverá el problema, pero le da remordimiento no hacer nada. El problema es cuando lo que se hace, para cubrir un complejo ético, es peor para la vida de la población que se pretende ayudar. Ya sería fronterizo pedirle sacrificios a quienes viven dentro, mientras yo los veo desde afuera. Pero es aún más complejo pedirle a un pueblo que asuma costos brutales, sabiendo de antemano que la probabilidad de éxito es muy baja.

El resultado de todo esto podría ser que la mayoría más grande que ha tenido la oposición en toda la era chavista no vote masivamente, sin tener una propuesta alternativa, dejando a Maduro en poder y provocando la agudización de sanciones generales, que empeorarán la vida de los venezolanos en general sin provocar cambio de gobierno.

Claro que puede ocurrir el otro escenario. Que en el camino la gente se anime a votar contra Maduro, el chavismo implosione y los chavistas disidentes defiendan el resultado electoral como una vía para buscar una negociación transicional y salir del problema lo más elegantemente posible. Pero para eso, otra vez, Falcón tendría que tener votos para ganar, algo que los opositores institucionales ven como un pecado mortal. ¿Clarito, no?

luisvleon@gmail.com


domingo, abril 15, 2018

¿Qué va a pasar ahora?

¿Puede ser distinta esta historia? Claro. Si la acción internacional se convierte más bien en una fuerza que eleva el poder de negociación de la oposición y obliga al gobierno a buscar mecanismos de negociación política, que no comprometen su cabeza, pero si le presionan a abrir espacios para el rescate de la democracia a futuro

Por Luis Vicente León

Si vamos a ser sinceros, la única respuesta certera a esa pregunta es que puede pasar cualquier cosa, desde lo que más deseas hasta lo que más temes.

Pero, aunque esa sentencia es cierta, nos sirve poco para la toma de decisiones. Entonces voy a hacer algo riesgoso: describir lo que creo más probable, aunque sea sólo uno de los muchos escenarios posibles.

A diferencia de la visión de mis amigos, que piensan que la agudización de la crisis, condimentada por sanciones y aislamiento internacional, generará las condiciones de salida del gobierno, mi opinión es que mientras más fuerte sea ese deterioro, más primitiva sea la economía y más autocrático se vuelva el gobierno; la probabilidad de su permanencia en el poder se amplifica.

Pero, ¿cómo es posible que debilitando económicamente al gobierno, pueda más bien afianzarse? Veamos.

La primitivización del país, producida por un modelo intervencionista y controlador, se ve amplificada por la aplicación de sanciones. No me refiero a las sanciones personales, que afectan sólo a sus destinatarios. Se trata de las sanciones financieras y económicas al país, que si bien no son la razón de la crisis, sin duda la amplifica. Es un absurdo decir que restringir las operaciones financieras de Pdvsa y el financiamiento del país no tiene impacto en la gente. No me tienen que explicar qué buscan esas medidas. Obviamente lo sé. Lo que si me deben explicar es por qué esas mismas acciones no funcionaron para sacar a los gobiernos sujetos a sanción en prácticamente ningún país donde han sido utilizadas. ¿Te suena Cuba, Rusia, Corea, Zimbabue, Siria, incluso Irán?

Ahora, si reconocemos que el objetivo de esas medidas es aislar a esos gobiernos (que permanecerán en el poder) y debilitarlos económicamente para que no se conviertan en un riesgo a la región y de carambola le den una ayudadita de popularidad a algunos líderes de los países donde se originan las sanciones, entonces estamos siendo más sinceros y podría acordar que las mismas les funcionan perfectamente. El tema es que para quienes vivimos en Venezuela sólo sirven para complicarnos la vida y empobrecernos más, como si el gobierno venezolano ya no fuera suficiente karma para nosotros.

La tesis de que retar más al pueblo tiene el efecto equivalente a las banderillas en un toro y finalmente la gente se rebelará para sacar por las mechas al gobierno, además de chocar contra la evidencia empírica de los países sujetos a sanciones, donde nada de eso ha pasado, parece olvidar un tema central del comportamiento humano. Bloquear al gobierno por supuesto lo empobrece a él y a los suyos. El problema es que también empobrece aún más al resto de la gente y ahora con un nuevo culpable para explicar porqué estamos tan mal (probablemente olvidando que ya lo estábamos).

Resulta que en esa primitivización, el gobierno afectado es, de todas maneras, el único capaz de conseguir algo de oxígeno, por ejemplo en Rusia o en China. Y es además el único que tendrá algo que vender, aunque sean migajas. Es decir, seguirá siendo el único repartidor de algo y puede convertirse en el Big Brother del charquero en el que ya estamos.

¿Puede ser distinta esta historia? Claro. Si la acción internacional se convierte más bien en una fuerza que eleva el poder de negociación de la oposición y obliga al gobierno a buscar mecanismos de negociación política, que no comprometen su cabeza, pero si le presionan a abrir espacios para el rescate de la democracia a futuro y se plantean claramente los mecanismos de reducción del costo de salida de ese gobierno, cuando corresponda, entonces, y sólo entonces, podríamos ver una luz al final del túnel.

luisvicenteleon@gmail.com
domingo, septiembre 17, 2017

Condiciones para el éxito

las experiencias de transición exitosa tienen un líder concreto que resalta sobre todos, enamora a las masas y las conduce a la lucha pacífica. Les dé orientación y sentido. Moviliza al pueblo base, pese a los riesgos de sus zonas y construye una esperanza de cambio concreta y de protección futura. Es obvio que sin una conducción adecuada, la respuesta natural a la violencia del gobierno es tratar de responder también con violencia
Por Luis Vicente León,
Consideremos algunas condiciones de éxito que la teoría y la historia nos enseñan sobre las transiciones políticas desde las autocracias hacia las democracias.

La primera es que no existe una correlación demostrable entre las crisis económicas y los cambios políticos no electorales. El concepto de población tipo Hulk, que se rebela contra el poder y lo saca por la fuerza por el deterioro dramático de la calidad de vida, suena lógico, pero la historia no logra demostrar esa correlación. Si bien hay algunos casos puntuales, en la mayoría de los casos eso no es suficiente. China, Cuba, Zimbabue, Libia son ejemplos que grafican este tema. Las transiciones ocurren por procesos políticos y sociales y estos no suelen ser espontáneos.

El segundo elemento es que las transiciones se concretan a través de implosiones, es decir fracturas insalvables dentro del grupo de poder. La estrategia de la oposición es elevar el costo del gobierno por evitar las elecciones y reprimir, poniendo barreras, locales e internacionales, que hagan más difícil a los actores oficiales cruzar fronteras peligrosas, sin generar divisiones y deserciones. En el caso particular de Venezuela, este aspecto es el más prometedor, si consideramos que el desmarque de la Fiscal General podría significar sólo la punta del iceberg.

El tercer elemento es que una protesta exitosa debe integrar a todos los estratos. Pude ser iniciada por elites, pero sólo es efectiva si incorpora la participación de las masas populares, en sus propios espacios, logrando una presión homogénea que se convierte en inmanejable para los cuerpos represivos del Estado. Esta tarea, aunque con algunos trazos, está cruda.

La cuarta dimensión es quizás la más importante y la más difícil de lograr. La protesta efectiva es pacífica. Es un asunto estratégico. Hay una diferencia de fuerzas, armas y organización brutal entre el Estado y los voluntarios civiles, sin preparación, ni armamento sofisticado. Pero además, hay una relación inversa entre la violencia y la masificación de la protesta. Mientras más violencia se incorpore a la lucha (justificada o no) menos gente está dispuesta a participar. Son muchos los que pueden ir a una marcha o concentración pacífica, pero pocos los que están dispuestos a arriesgarse en actos de reacción violenta. Si ésta se incorpora, se disminuye la participación y se encapsula la lucha en ghetos, haciendo más fácil al gobierno su control. La expresión común: la violencia la ejecuta y la promueve el gobierno, sólo confirma que es a él a quien le interesa y conviene que ocurra. Si caes en su juego, sueles perder.

Finalmente, las experiencias de transición exitosa tienen un líder concreto que resalta sobre todos, enamora a las masas y las conduce a la lucha pacífica. Les dé orientación y sentido. Moviliza al pueblo base, pese a los riesgos de sus zonas y construye una esperanza de cambio concreta y de protección futura. Es obvio que sin una conducción adecuada, la respuesta natural a la violencia del gobierno es tratar de responder también con violencia. Pero es el líder el llamado a convencer a la población de que el peor enemigo del éxito son los radicales, pues ellos venden la violencia como solución, cuando la violencia es realmente el problema. Hay muchos líderes políticos en Venezuela, pero ese líder especial no está todavía en la foto. Hay un vacío que la población quiere llenar y es precisamente en estos momentos donde alguno, conocido o por conocer, puede tomar ventaja y consolidarse como tal. Hay varios en la escena y ustedes los están viendo. Son inteligentes, comprometidos, organizados, involucrados con la población más pobre y jóvenes. Las encuestas ayudarán en breve a entender cómo les va en los próximos meses.

luisvicenteleon@gmail.com
domingo, mayo 21, 2017

El pobre en su choza...

La oposición tiene que resolver los bloqueadores del pobre en su choza, para complementar el importante, pero insuficiente, Abajo cadenas que grita el señor.Pregunta quién esta trabajando en eso, porque ahí está el secreto del sí a tu pregunta crucial.
Luisvleon@gm
Por Luis Vicente León
Hay una pregunta que se repite en todos los espacios en los que participo. ¿Es posible que la protesta opositora tenga éxito y logre producir los cambios que la mayoría de la población quiere?

La respuesta es sí. La historia está llena de ejemplos en los que el pueblo mayoritario produce la transición de la autocracia a la democracia. Pero esta es una respuesta condicionada. No es suficiente el deseo de cambio. Es necesaria la conjunción de dos variables. La primera es la protesta pacífica, que suele convertirse en kriptonita para el gobierno. Pero no es fácil. La población que presiona los cambios pacíficamente, se enfrenta a la resistencia violenta de su contendor. Conociendo su costo de salida infinito, el detentor de poder estará dispuesto a cualquier cosa para defenderse. Su estrategia comunicacional está cantada. Primero destruye la verdad como valor en el debate político. Después usa la vieja técnica de acusar de sus fechorías a la víctima. No importa que hayan muerto (asesinado) 40 de sus adversarios, él produce un gran alboroto por el rasguño de uno de los suyos. En el medio de ese jaleo, como dice la fiscal, es difícil culpar al agredido de radicalizarse para defenderse de la violación de sus derechos. Y entonces algunos grupos se desbordan. Pero ahí está el problema. La respuesta violenta, a la violencia oficial, es oro en polvo para el gobierno. No importa si está justificada, el resultado suele ser contraproducente y difícil de evitar. El éxito no se trata de que la protesta sea violenta, sino masiva. Justificar las acciones violentas en la violencia del gobierno no resuelve el problema de que no funciona, sólo explica cómo te llevan al terreno que te quieren llevar.

El segundo tema es que no se gana con una protesta profunda e intensa sino con una protesta amplia y sostenida. El secreto está en el Himno Nacional. Dos partes de una estrofa principal: 1) Abajo cadenas, gritaba el señor, y 2) el pobre en su choza libertad pidió. Necesitas la suma de 1+2 para producir el cambio. La población más pobre desea y apoya ese cambio tanto como la clase media. Cerca del 80% de los venezolanos quiere y desea un cambio de modelo y de gobierno y esa mayoría ocurre, casi en la misma proporción, en la población más pobre. Pero la transformación de energía potencial a cinética de ese deseo de cambio ha sido mucho más baja en este estrato que en la clase media. Sí, ya sé que muchos de mis amigos tienen una historia de la gente pobre marchando con ellos, pero la realidad es que si quieres medir participación de la población más pobre no puedes identificarla en las marchas de TU zona, sino en las protestas de SU zona. Y más allá de los casos puntuales, que diferencian la protesta actual de la anterior, no es verdad que la penetración de la protesta es similar en ambos grupos sociales. Y no te quejes de que la población más pobre no te acompañe en las protestas de tu zona, si tú no la acompañas, ayudas o proteges en las de ella. Por mucho riesgo que asumas en tu protesta de clase media, jamás será comparable con el riesgo del estrato más pobre en su zona. Podemos recordar el terrible e infame número y el nombre de cada asesinado en la protesta opositora. Pero es un número brutalmente mayor el de quienes mueren a diario en los barrios populares, aun sin protestar. Esto sin contar con el inmenso costo y peligro que representan para ellos los colectivos y la pérdida de los CLAPs, algo que sólo viviendo ahí se puede internalizar.

La oposición tiene que resolver los bloqueadores del pobre en su choza, para complementar el importante, pero insuficiente, Abajo cadenas que grita el señor.

Pregunta quién esta trabajando en eso, porque ahí está el secreto del sí a tu pregunta crucial.

Luisvleon@gmail.com
domingo, mayo 14, 2017

Preguntas y respuestas sobre la Constituyente


Por Luis Vicente León
¿Lo que convocó el presidente es una Asamblea Nacional Constituyente? Mas allá de los temas legales, que dejo en mano de los constitucionalistas, lo que el Presidente convoca es una Asamblea para reestructurar el Estado y redactar una nueva Constitución. Algunos expertos dicen, con base sólida, que su forma de convocatoria, su estructura y el mecanismo con el que elegirán sus constituyentistas es ilegal, inconstitucional y antidemocrático, por lo que no debería llamarse ANC, pero está claro que si esto no se para, va directo a reformar la Constitución y el Estado a la medida de lo que el chavismo necesita para preservar el poder, a pesar de ser minoría. Entonces, legal o ilegal, esa será la Constitución vigente una vez terminado el proceso convocado y será aplicada hasta que se rescate la legalidad.


¿Qué buscan con esa Constituyente?

El gobierno sabe que su nivel de respaldo popular es minoritario. Su máxima expectativa de votación podría acercarse al 30%. Sus estrategias dilatorias de elecciones no pueden ser infinitas y se enfrentará al escollo más grave en la elección presidencial del 2018. Pensando en lo complejo que será evitar una derrota tratando de reducir la competitividad electoral, fracturar a la oposición e incluso pensar en la necesidad de cambiar el candidato por alguien más potable, el chavismo prefirió transitar una vía más expedita. La convocatoria a una Constituyente le permite paralizar todos los procesos electorales pendientes, defenestrar los poderes constituidos que le hacen ruido, empezando por la Asamblea Nacional y pasando probablemente por la Fiscalía y cambiar la Constitución del 99 que le obligaría a entregar el poder a la fuerza política mayoritaria del país, que evidentemente no es la revolución. No hay que ser muy perspicaz para entender que la nueva Constitución que pretenden redactar cambiará su espíritu democrático convencional e incorporará el acomodaticio concepto de democracia “protagónica” según el cual no se necesita tener mayoría a tu favor sino controlar subgrupos de la población, seleccionados y organizados por el mismo poder, para sustituir las decisiones de las mayorías.


¿Pero la oposición no puede participar en la Asamblea Nacional Constituyente y evitar lo que el gobierno pretende?

La convocatoria a esta Constituyente parte del concepto de “democracia protagónica”. Sin ninguna base legal, el Presidente cambia el espíritu de la Constitución y convoca a un proceso donde los representantes constituyentistas serán elegidos con un método mixto, una parte en elecciones universales, directas y secretas (para que la gente sienta que vota como siempre y esconder su plan) y otra parte escogido por subgrupos manipulados de “trabajadores”, “mujeres”, “indígenas”, “discapacitados”, “pescadores”, etc., que el mismo gobierno selecciona, controla y financia. De nuevo, es muy fácil saber qué va a pasar. Los representantes “protagónicos” seleccionarán constituyentitas chavistas, con lo que una fuerza política minoritaria pasaría automáticamente a dominar una mayoría suficiente para redactar la Constitución a su antojo.


¿Pero al final, esa Constitución debería someterse a un referéndum aprobatorio y en ese momento perdería?
Utilizas correctamente el verbo “debería”. En efecto en democracia debería, pero si mi olfato no falla, la revolución, aprovechándose de un vacío en la Constitución que no establece explícitamente el paso del referéndum aprobatorio para la Constituyente, dará por finalizado el proceso de redacción y aprobación de la nueva Constitución “protagónica”, por lo que cualquier participación opositora sólo validaría un proceso evidente de ruptura democrática en Venezuela.

luisvleon@gmail.com
viernes, mayo 12, 2017

Unas elecciones que darán que hablar


Por Luis Vicente León
Ya no recuerdo la cantidad de veces que me han preguntado si lo que está pasando en Venezuela es parte de un plan sofisticado o es el resultado de la filosofía nacional: “mientras vaya viniendo vamos viendo”.

A lo largo de estos años he cambiado de respuesta a esa pregunta. Primero pensaba que en el chavismo no había nada muy sofisticado y que los resultados eran producto del ensayo y el error, bueno más del error que del ensayo. Pero luego comencé a pensar que no. Que detrás de todo esto si había un plan estructurado para concentrar y preservar el poder a toda costa, privilegiando primero la colonización de la democracia a través de la base de la democracia que es la elección. Siendo Chávez muy popular, las elecciones le permitían controlar y colonizar las instituciones de poder y bloquear todo el resto de los elementos democráticos, como la independencia de poderes, el respeto a la Constitución, la alternancia y, si era necesario, el propio proceso electoral.

Pero si me lo preguntan hoy, tendría la tentación de responder: “todas las anteriores”. Claro que hay un plan y una estrategia, pero la misma ha ido cambiando en el tiempo dependiendo de las circunstancias y, especialmente, de los múltiples errores cometidos. Me parece que el chavismo es lo más lejano a un reloj suizo, y los errores, que son muchos, han ido llevándolo por caminos que no necesariamente eran los que originalmente habían diseñado y buscado. Pero lo que sí queda claro, es que su objetivo final sigue siendo el mismo: conservar el poder como sea, cambiando quizás la forma para hacerlo.

En este sentido, si tuviera que proyectar cuál será la próxima etapa en la estrategia política oficial, diría que esta será buscar una mega elección en diciembre del 2018. Anunciarla con relativa anticipación, para canalizar la energía opositora hacia ahí, tratar de bajar la tensión interna e internacional y comenzar sus acciones tendientes a lograr que esa elección sea controlada por el chavismo “como sea”.

Sí, ya se que muchos de ustedes tiene en su cabeza la idea de que a estas alturas el gobierno no ganaría una elección de ninguna manera y que frente a esa realidad, el escenario base es que bloqueará también la elección presidencial y se declarará abiertamente dictadura, bajo cualquier excusa estrambótica de las que usan cotidianamente las autocracias. Pero creo que esa es una visión equivocada. No me mal interpreten. NO estoy diciendo que el gobierno estará dispuesto a ir a una elección convencional, honrar la democracia y salir del poder si eso es lo que quiere el pueblo (que sin duda es lo que quiere). Lo que estoy diciendo es que el gobierno preferirá mantener las apariencias, aunque sea a través de un evento electoral sesgado, opaco y no competitivo. Para el chavismo resulta infinitamente más inteligente tener una elección inválida y sesgada que bloquear totalmente el proceso electoral y quedar en total evidencia. Y entonces, si mi olfato no falla (y claro que puede fallar), vamos de cabeza a la elección, comprando casi dos años que restan constitucionalmente para “prepararla” en términos de ¿quién podrá y quién no podrá participar?, ¿quién puede y quién no puede votar?, ¿cuán secreto será el voto en ese proceso?, ¿cuántos candidatos no chavistas (distintos a opositores) se pueden colocar en la escena? y ¿qué líder chavista convendrá presentar en esa elección?

Los linealpensantes interpretan que si el gobierno no puede ganar una elección, simplemente no la hará. Les juego morisquetas o morocotas a que en este caso particular, tendremos elecciones, sólo que serán unas elecciones que darán mucho, pero mucho que hablar.

luisvicenteleon@gmail.com
domingo, abril 16, 2017

A los morochos: ¿Qué es el populismo?


No se llama populismo por casualidad, sino porque es popular. Logra engañar a la gente ofreciendo repartirle gratis cosas, usualmente producidas o propiedad de otros, a quienes los populistas definen como ladrones y especuladores, mientras la economía los llama correctamente productores y generadores de riqueza y a quienes le pueden expropiar todo


Por Luis Vicente Léon

Luego de terminar una entrevista telefónica con un periodista extranjero, me di cuenta que mis hijos me miraban con algo que parecía curiosidad. ¿Qué pasa?, pregunte extrañado. “Papá, ¿qué es eso del populismo, que cada vez que lo nombras terminas intenso?”. La pregunta me tomó por sorpresa y mi respuesta en ese momento fue bastante pobre, así que decidí profundizar el tema para ellos y para ustedes aquí.
El populismo es una oferta política engañosa, aparentemente atractiva para las personas más desposeídas, quienes usualmente son quienes lo apoyan con mas pasión y, paradójicamente, quienes terminan más afectados por sus resultados, invariablemente devastadores.
No se llama populismo por casualidad, sino porque es popular. Logra engañar a la gente ofreciendo repartirle gratis cosas, usualmente producidas o propiedad de otros, a quienes los populistas definen como ladrones y especuladores, mientras la economía los llama correctamente productores y generadores de riqueza y a quienes le pueden expropiar todo, menos su conocimiento exclusivo de cómo esas cosas se hacen y se distribuyen eficientemente. Los discursos populistas son encendidos, llenos de culpables, enemigos imaginarios y marcianos invasores.
Ofrece cambio y castigo, dos palabras seductivas y motivadoras. El discurso es siempre el mismo: Castigo a la oligarquía, redistribución de la renta (operación Robin Hood), intervencionismo económico, controles, expropiaciones e intervenciones de empresas y se acompaña con la criminalización de la disidencia, el nacionalismo y el chauvinismo, entre muchas otras yerbas aromáticas.
Pero el populismo suele tener un tiempo finito para conectar a la población. Su primer problema es la incapacidad para resolver los problemas que promete atender. Él llega cuando la situación es mala y eso le hace más fácil penetrar el deseo de cambio de la población, pero el resultado también siempre es el mismo: ineficiencia, corrupción, desinversión, destrucción de valor, contracción económica y empobrecimiento exponencial, lo que lleva a sus ejecutores a ofrecer más control para “tapar” los huecos que deja el control anterior, a la vez que acentúa la persecución y la represión contra sus adversarios para fortalecer la tesis de los culpables externos. El resultado es igual que en el del primer control, pero peor, y la respuesta de los populistas es controlar aún más para “tapar” los huecos del nuevo control, con el que se pretendía “tapar” los huecos del control previo y así sucesivamente.
Cuando alcanza su nivel máximo de ineficiencia, que siempre alcanza, la población, que antes los aplaudía, ahora quiere cambio. Independientemente de su nivel de formación termina entendiendo el problema y el responsable como si hubiera pasado por una maestría de economía. Rechaza ahora los controles, el intervencionismo, las expropiaciones y quiere votar  para reformular lo que ahora entiende inadecuado e inviable. Pero los populistas, que antes se basaron en el respaldo de esa población para justificar su poder, ahora impiden que ese pueblo se exprese. Lo amenaza y restringe, coartando incluso su libertad de expresión, bajo la tesis de que si alguien teme decir lo que piensa, terminará por evitar pensar lo que no puede decir.
Como una película de Hollywood, luego de pasar más trabajo que una gata ladrona, el final de esa historia suele ser alentador: el fin del populismo y el rescate de la democracia y el mercado. El problema es que ese final feliz no siempre llega con la misma celeridad, ni comodidad. Depende de lo que la sociedad haga para lograrlo. Pero no se trata de un tema de fuerza sino de inteligencia. Un bien mucho más preciado, valioso… y escaso.
domingo, marzo 05, 2017
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