Vigencia de la universidad y escuela pública: un debate invisible
viernes, julio 01, 2022Lamentablemente, hoy, la actual hegemonía en el poder, en pleno siglo XXI ha decidido acabar con la educación pública de calidad, gratuita, ...
Lamentablemente, hoy, la actual hegemonía en el poder, en pleno siglo XXI ha decidido acabar con la educación pública de calidad, gratuita, popular y democrática.

Ángel Lombardi Boscán
Que un déspota y megalómano como Antonio Guzmán Blanco (1829-1899) haya decretado hace 152 años, en 1870, que la Instrucción Pública es “gratuita y obligatoria” en Venezuela lo convierte en un referente progresista a pesar de sus desmanes. Y si bien el decreto no se cumplió a rajatabla, sí se mantuvo como ley y filosofía de Estado para hacer de la educación un agente de ascenso y progreso social.
Lamentablemente, hoy, la actual hegemonía en el poder, en pleno siglo XXI ha decidido acabar con la educación pública de calidad, gratuita, popular y democrática.
Millones de jóvenes han quedado a la deriva ante este crimen cultural sin precedentes en la historia de las naciones. El abandono de las escuelas y universidades son monumentos fieles de esto que decimos. Los salarios de hambre avergüenzan a maestras y maestros; a profesoras y profesores. ¡Mueran los que sepan leer y escribir! pareciera ser la consigna al uso. Y la máxima de Simón Bolívar (1783-1830): “Moral y luces son nuestras primeras necesidades” es un anatema peligroso.
La escuela y universidad pública quedaron abolidas y sólo se mantienen de pie las instituciones privadas, que libres de la competencia de lo público, hacen de la oferta y demanda una oportunidad de negocios.
Seguir con la ficción de la universidad “abierta” aunque sin atender cabalmente a sus estudiantes y planes académicos con un mínimo de calidad echa por tierra esos legítimos deseos. Lo saben quiénes atentaron contra la educación pública desde las alturas del poder y lo sabe la sociedad entera sólo esperanzada en que lo atroz, ridículo y trágico no termine de imponerse
El socialismo venezolano terminó siendo hipócrita y oligárquico, como todo socialismo primitivo. Educación para unas minorías con planes de fuga hacia el exterior ya que las posibilidades de desarrollo profesional o de emprendimientos legítimos dentro del país deben sortear un millón de obstáculos.
El debate de que el modelo rentista se agotó y por ello son inviables los derechos constitucionales de los venezolanos es un falso debate. Porqué quienes mandan no respetan ninguna ley, norma, reglamento, pacto o convención que garantice el bienestar de los ciudadanos; o algo más evidente: la alternabilidad en el Poder.
Seguir con la ficción de la universidad “abierta” aunque sin atender cabalmente a sus estudiantes y planes académicos con un mínimo de calidad echa por tierra esos legítimos deseos. Lo saben quiénes atentaron contra la educación pública desde las alturas del poder y lo sabe la sociedad entera sólo esperanzada en que lo atroz, ridículo y trágico no termine de imponerse. La angustia de los padres es infinitamente palpable porque la mayoría no tiene los medios de fortuna para costear una educación privada o seguirle el juego al sistema de que lo público a través de las “escuelas y universidades bolivarianas” son una opción sostenible en el tiempo.
Umberto Eco (1932-2016) llegó a manifestar en la Universidad Hebrea de Jerusalén en el año 2002, cuando le confirieron el “Doctorado Honoris Causa”, lo siguiente: “En el trasiego del mundo de hoy los lugares del silencio permanecen y siguen siendo las universidades. Sin embargo, son pocos los lugares en los que es posible la comparación racional entre diversas visiones del mundo. Nosotros, la gente de universidad, estamos llamados a librar sin armas letales una infinita batalla por el progreso del saber y de la compasión humana”. En éstas sabias palabras podemos encontrar el valor irreverente de la libertad académica.
En una realidad irracional o trastocada como la venezolana donde el poder aplasta e ignora las “diversas visiones del mundo” el tema de la educación pública no forma parte de una agenda nacional honesta.
Los educadores y universitarios públicos hemos sido desterrados como actores activos del desarrollo nacional. La educación pública es un Derecho Humano Universal que a su vez salvaguarda otros fundamentales derechos dentro de una sociedad libre, democrática, plural, inclusiva, progresista y con un robusto Estado de Derecho en pie. Quizás esto último sea la respuesta del porqué no hay debate en la sociedad venezolana actual acerca de la vigencia, relevancia y trascendencia de la educación escolar y universitaria en el ámbito público.
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ@LOMBARDIBOSCAN