Siete poemas de Arturo Álvarez D´ Armas

Arturo Álvarez D´ Armas, poeta e investigador, oriundo de La Pastora, Caracas

Por Arturo Álvarez D´ Armas

Navego bajo llovizna de cenizas

la misma que desentierra cuerpos del camposanto

río pestilente

vapor de azufre

hierve la muerte

en ese Hades

traté de verte

como Odiseo a Anticlea.

Vivo la ebriedad de la nostalgia.

A Rosa de Armas y Jeroh Juan Montilla.

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Se fueron los tiempos

en que jugaba con mis hijos

y los ponía a bailar La Bamba.

La soledad me arropa

los días pasan.

Solamente quedan los recuerdos

de la vieja casa pastoreña

el patio

el corral con la mata de uva de playa

y mi madrina Lola cosiendo en su

vieja maquina Singer.

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El río devuelve

un mundo perdido

sin rascacielos ni asfalto

la bora flor de loto

río arriba

río abajo

sigue el curso

de los que mueren

en el océano.

Allí va el bongo

sus peregrinos

Arismendi

la Unión

Camaguán

San Fernando

llevan y traen

nacimientos y muertes

queso carne

mantequilla.

Ese mundo

se vive

se muere allí.

Es la planicie donde reina

el caballo

la res

el bongo.

a Ana Victoria.

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Labios

Esos no son los labios

que una vez besaron mi boca.

Se convirtieron en espinas punzantes

perdieron su carnosidad.

Ya no forman parte de ese cuerpo de ébano.

Es tiempo de regresar al presente.

Muerdo mis labios recordando

a la muchacha de Barlovento.

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Kibo

Cuando venga la Parca

un bote me llevará

por el río Congo

mis acompañantes

arena y agua

de la tierra atávica

sin adioses

sin honores

volveré a la semilla

volaré con Shangó y Yemayá

al cielo del Kilimanjaro.

a Tibisay Vargas Rojas

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Invierno

Centellas y truenos en el cielo

ríos desbordados

lujuria de aguas

lotos blancos

abiertos en tiniebla

caimanes que dormitan

en playas desiertas

copos de nieve

alumbran los bucares

algarabía de aves

a la luz del amanecer.

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He sufrido vejaciones y humillaciones

días y noches sin luz y agua.

No es un castigo de Nuestro Señor.

Pero esas tinieblas nunca ocultarán

la luminosidad del porvenir.

Oh! Sagrado Corazón de Jesús.

Nunca te olvido en la sala

de la vieja casona pastoreña.

Te pido que el día que venga la Parca

mi Ángel de la Guarda me lleve a tu lado.

Ya pasé por el infierno de esta Tierra de Gracia.

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