SIN FIDEL, CUBA NO ES LA MISMA

José Obswaldo Pérez

Después de diecinueve meses de convaleciente postoperatoria, el último dinosaurio del planeta, Fidel Castro Ruz, ha renunciado a sus cargos de suprema jerarquía en el gobierno de Cuba. La noticia, aún fresca, ha recorrido el mundo. Los comments corren con muchas lecturas, entre ellas el adelanto de su entierro político. Fidel se ha convertido en un muerto (y en la isla se quiere sacudir de él). Ayer, entre tragos de cerveza, en un restaurante chino de la avenida Bolívar de la apacible ciudad de San Juan de los Morros, dos amigos míos, Arturo Álvarez D` Armas y Jeroh Montilla, hablábamos de los cambios que se avecinan en la isla. Desde luego, manejando escenarios.

Arturo Álvarez que conoce a Cuba y que tiene contacto con amigos cubanos nos acotaba que en la isla caribeña se vienen suscitando cambios lentos que no se pueden percibir a simple vista. Pero cambios al fin e importantes que se vienen sincronizando con los tiempos. Dentro del partido comunista cubano existen tres corrientes de lucha interna: una que promueve el continuismo fidelista y que todo quede igual; otra que plantea reforma aperturistas, pero dentro de la estructura del partido, quizás sea la tesis de Raúl Castro.

Hace más de un año, Castro Ruz traspaso la presidencia federal de Cuba a su hermano Raúl. Desde entonces, Raúl ha llevado las riendas de la isla con un papel de líder cada vez más consolidado y una batalla emprendida, atajar los problemas económicos, la falta de recursos, reduciendo el peso político. Mientras el jefe de la revolución se mantuvó presente en el día a día de los cubanos a través de más de una treintena de 'reflexiones' publicadas en medios oficiales sobre los temas más diversos, en las que no ha hecho mención alguna al trabajo de su hermano al frente del país.

Desde ese lapso de tiempo, el régimen comunista demostró que Fidel Castro no es indispensable para que funcione el sistema. La vida en Cuba no se ha limitado a la figura de Fidel. Cuando todo hacia pensar que llegada esta situación el país antillano se bloquearía adueñada del caos, la normalidad con que han transcurrido los últimos meses ha sorprendido al escenario internacional.

Cuba sigue su ritmo apacible, tranquila y sin sobre saltos. Raúl comanda el destino de la isla caribeña, con una personalidad pragmática y discreta. Raúl no es igual a su hermano Fidel, él es poco hablador y parco en sus discursos. Aunque todo marcha tímidamente sobre esa especie de monarquía bananera, hoy se percibe entre el pueblo cubano un proceso de transito de un después de Fidel, ¿qué pasará? Por primera vez, el cubano habla de perspectivas, de futuro.

No podemos apostar que el comunismo cubano se acabará con la muerte de Fidel Castro (sino se ha muerto), pero algo se advierte en el futuro de la isla en los próximos años, una flexibilización del régimen. Quizás no en lo político por ahora, pero sí en lo económico. Raúl apuesta por la economía cubana y ya el gobierno interino está aplicando algunas pequeñas reformas económicas, especialmente en el área de la infraestructura turística. Los analistas sostienen que el régimen tendrá que sortear con cautela el “dulce aroma del consumismo”, algo que el stablishment tanto criticó. Ya se dice que los ministros y los altos jerarcas del partido comunista gozan de la dulce vita, más aún a costa del generoso gesto de nuestro petróleo venezolano.

Sin Fidel, Cuba no es la misma. Sólo quedara de ella la añoranza de su pasado, la mitología del hombre de la historia me absolverá, el orgullo y la vergüenza de un pueblo.