Del vapor a la linotipia

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Aparentemente se vivía una especie de euforia de Revolución Industrial. Los sucesos históricos habían adelantado el camino por el que se dirigían Odoardo León Ponte e Ismael Pereira Álvarez.
El Ferrocarril Caracas - La Guaira símbolo de modernidad
NUNCA ANTES SE HABÍA PENSADO que en un país, sumergido en guerras y en conflictos armados, hubiese tenido un empresario arriesgado para invertir en el negocio periodístico. La aparente estabilidad política y las audaces ideas de Odoardo León Ponte contribuyó a que se haya impuesto una incipiente modernización en nuestros periódicos.

La transformación comenzó a vivirla El Pregonero. El diario había mudado sus oficinas a un nuevo local en la avenida Este, de Torres a Madrices, número cuatro, "... a fin de corresponder como es debido a la distancia de su clientela..."

El local era cómodo y ambientado. Lucía a la entrada el nombre del periódico en letras doradas y sobre un fondo negro de vidrio. La sala de redacción y el despacho del director estaban decorados al gusto de León Ponte. El salón de redacción tenía una hermosa galería de cuadros al óleo y de pastel, en la que figuran preciosas marinas y plácidos paisajes de artistas nacionales y españoles.

Al extremo norte estaba el taller tipográfico, donde se halla la prensa de vapor, la cual funciona a la vista del público. El establecimiento estaba alumbrado por gas y luz eléctrica; asimismo disponía de dos números telefónico: el viejo y uno reciente. El número del teléfono viejo era el 770.

A la puerta de taller se aglomeraba el grupo de vendedores a pregón, la mayoría muchachos, que recogían el periódico a la cinco de la mañana y salían a la Plaza Bolívar y al Congreso Nacional vociferando la noticia más importante del día. La mayoría de la veces un suceso internacional.

Era distinto al de los periódicos tradicionales, principalmente, en su contenido. "Los artículos, no tan frecuentes como en la otrora prensa, se reparten las páginas con las noticias", escribe R.D Uzcátegui Silva, en su libro Enciclopedia Larense.

Las noticias estaban escritas más concisamente. Tenía mucho menos lenguaje florido y vaguedad de opinión, aunque las informaciones poco se parecían a las redactadas en nuestros días. Ahora, se caracterizaba por varias innovaciones y su impresión dependía de la maquina de vapor y de la fuerza eléctrica.

Dentro de sus páginas, El Pregonero ofrecía a sus lectores las primeras entrevistas y las primeras encuestas. También su editor pensaba introducir cambios en el taller tipográfico con una nueva prensa capaz de satisfacer y revolucionar el incipiente mercado periodístico venezolano.

Aparentemente se vivía una especie de euforia de Revolución Industrial. Los sucesos históricos habían adelantado el camino por el que se dirigían Odoardo León Ponte e Ismael Pereira Álvarez. Uno de ellos, consistió en montarse en el tren que los llevaría a los adelantos técnicos de la litografía; y el otro, al que correspondía a cambios en el concepto de producción y consumo que imponían las empresas periodísticas independientes de Estados Unidos y Europa.

De este modo, en mayo de 1895, Odoardo León Ponte, dispuesto a los retos, realiza un viaje de negocios a los Estados Unidos y Europa para comprar una maquina moderna de impresión. Pereira Álvarez se queda encargado de la dirección del diario, y durante esos días desarrolla todos los preparativos para la creación de la Asociación de Prensa (AVP).

Más tarde, El Pregonero anunciaba que dentro de breves días quedaría instalada la nueva imprenta, la cual sería colocada por un ingeniero americano, “venido al efecto, a nuestras oficinas”. Señala que la nueva imprenta era de “ un estilo más avanzada y procedente de la acreditada fabrica de Goss de Chicago".

Los trabajadores del taller se habían llenado de expectativas. Los periódicos reseñan el asunto. “... abrigamos - decía El Pregonero, bajo el titulo Progreso Patrio - la esperanza de que los periodistas y tipógrafos de la capital no dejarán pasar inadvertidos una reforma radical en el sistema de impresión..."

“¡Es un hecho muy importante!” comentan algunos periodistas, en reuniones sociales. El periódico será considerado el pionero de la prensa moderna en Venezuela. La introducción de cambios en su imprenta como la estereotipia y el linotipo afianzará el negocio del periodismo. De este modo, León Ponte cumple sus propias palabra, hacer un medio "altivo, independiente y justiciero".

Más tarde, El Pregonero editorializará este avance del diarismo local. "Favorecidos con creces de tiempo atrás por la opinión pública, que nos ha dispensado una confianza demasiado grande para nuestras aspiraciones, hemos querido compensarla iniciando en el país verdaderas medidas de progreso industrial, que habrán de hacer mucho bien en Venezuela al arte de imprimir, facilitando la rápida comunicación del pensamiento y ensanchando la expansión civilizadora de las ideas en todo el ámbito de la república".
La máquina había costado seis mil dólares y tenía una velocidad de tiro de 8 mil ejemplares por hora. Era semejante al mecanismo utilizado por el Herald de New York. Fue montada por un mecánico estadounidense de nombre Williams y el señor Ricardo Ronffet, maquinista de la empresa de hielo de Caracas.

Era la primera rotativa moderna que se utilizaba en Venezuela, - con medios económicos y maquinarias técnicas -, significaba un intento de popularización del periodismo de masa. Cosa que no se logrará, sino después de la muerte del general Juan Vicente Gómez.

De igual modo, el periódico intentará poner una línea editorial separada de lo mercantil y de lo político. Eso hace su propietario, quien no se eleva en adulaciones algunas, incienso que constituía su fuente comercial como lo expresa más tarde El Pregonero, en la edición del 13 de agosto de 1895: "... atento al crecimiento del favor que ha alcanzado dentro y fuera de la capital y la república, no desperdiciará cualquiera ocasión que se le presente para servir, sin exclusiones ni banderías, en las formas más avanzadas, los intereses generales del público confiados a la lealtad en su proceder, a la seriedad de la conducta y la imparcialidad serena de todas las acciones".

La nueva imprenta fue inaugurada oficialmente por el Arzobispo de Caracas y de Venezuela, monseñor Críspulo Uzcátegui, el 1 5 de agosto de 1895. A eso de las diez de la noche se realizó una gran fiesta en la amplia sala de redacción de El Pregonero. A esta reunión asistió el Jefe del Estado y distinguidas personalidades del ambiente cultural, político y militar del país.


Dos Años de Éxito

Llegaba al número 608. Era el 2 de octubre y el diario celebraba su segundo aniversario de fundado. Aquel día, el periódico traía un editorial que señalaba que para fundar y sostener una empresa periodística era necesarios tres bases de carácter fundamental: 1) el plan y el capital con que afrontar los primeros peligros; 2) valor y fe para combatir e innovar; y 3) lograr la confianza y el favor del público.

Estas premisas venían a resumir, en teoría, las pautas que debía tener cualquier periódico moderno. Y así se proponía El Pregonero en cumplir, a pesar de las precarias condiciones de desarrollo de la sociedad venezolana. La visión del empresario y su honestidad en el negocio se fusionaron como clave del éxito.
Bajo el titulo " El primer Triunfo ", El Pregonero decía que " una industria que no avanza corre el peligro de estacionarse como consecuencia natural de los hechos; y ya se sabe que el que se estaciona retrocede, por la evidente razón de que... una industria se paraliza" .

Por eso, la celebración de aquel aniversario periodístico se traducía en un real significado en el periódico venezolano. Ciertamente, se había convertido en un diario popular por primera vez. Como instrumento noticioso había ya superado en eficiencia a la propaganda política y el pueblo había empezado a depender de él, en forma distinta, al de los viejos días del federalismo revolucionario de Antonio Leocadio Guzmán Blanco.

El periódico es una página histórica para los tiempos. La guerra de la independencia estimulo siempre el uso de las comunicaciones y la Revolución Federal no fue la excepción a la regla. Los periódicos fueron las armas durante la lucha y, en cierto modo, levantaron un espíritu ideológico y patriótico, en calidad de sostenedores de la moral y medio propagandístico. No pueden subestimarse de lo que hicieron por la unidad nacional, en un país fragmentado, donde las luchas intestinas y fratricidas sólo unían la república.

El Pregonero anuncia, en breve, un acontecimiento, el cambio de la técnica. Señala que no se bastaba, por el poco espacio, para dar cabida a los avisos, los comunicados y los materiales referentes a la crónica diaria, y que por cuanto hubo que ampliar sus páginas " a fin de que el público resulte completamente satisfecho”

Dieciocho años después de aquel proyecto que se llamó El Pregonero, todos ignoraban la dirección que tomaría la prensa. Durante este lapso, el mecanismo que popularizo el diario de Torres a Madrices encontró, infortunadamente, el golpe de la dictadura y su cierre. Juan Vicente Gómez sería, más tarde, la sombra negra de la libertad de expresión.


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