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Políticas desarrollistas puestas en práctica en Calabozo en la primera mitad del siglo XX

    
Represa de Calabozo, un  símbolo de las políticas desarrollista
de los años 50 del siglo XX
Por  José Aquino


Las  políticas económicas puestas en práctica a través del tiempo, por los  Estados con el fin de lograr el bienestar de las sociedades. En tal sentido, a mediados del siglo XX, se  pone en ejecución la doctrina desarrollista con el fin de superar los males de la dependencia socioeconómicas. Por consiguiente el  modelo mencionado no fue una teoría económica, sino una   estrategia de desarrollo, basándose en las teorías económicas disponibles. Por lo tanto, buscaba formular estrategias que le permitiera a cada país de la  periferia capitalista alcanzar gradualmente el nivel de desarrollo de las naciones centrales (Pereira, 2007).
            
Desde esta orientación, se formularon políticas para mejorar la producción creando un mercado nacional que ha estado deficiente, motivado a una estructura económica agroimportadora que impide el crecimiento del proceso productivo. Por tal motivo, se fomenta con esta estrategia económica el autoabastecimiento nacional y la capacidad  agroexportadora. De esta manera se cumpliría con la búsqueda del bienestar social. Por consiguiente se trata de fortalecer los sectores de la economía con cuantiosas inversiones, tanto  nacionales como foráneas. Para ello era necesario articular a la nación, los empresarios, la burocracia estatal, las clases medias y los trabajadores en el marco de un sistema capitalista sustentado en un modelo socialdemócrata puesto en práctica a partir de 1958.
            
En consecuencia de lo antes expuesto, las estrategias de desarrollo generarían alto impacto en las Regiones intervenidas con el fin de lograr en el papel una sostenida y armónica elevación del nivel  socioeconómico de las comunidades mediante una política de creación de zonas industriales, creación de infraestructuras (carreteras, represas) y  estimulando  la producción en zonas donde reinara la pobreza.  Sin embargo, los planes de desarrollo puestos en práctica no toman en cuenta el impacto ecológico que genera la relación armónica, hombre medio-sociedad-naturaleza, puesto que su orientación gira a la obtención  capital sin preocuparse  por el  impacto que se genera en el tiempo.
            
Por consiguiente, los hombres en todo momento buscan mejorar las condiciones de vida de la sociedad donde interactúan, por tanto van transformando el medio donde viven, utilizando nuevas técnicas para intervenir espacios naturales, con el fin de establecer otros tipos de relaciones productivas, para dar respuestas satisfactorias no solamente a los miembros de las comunidades donde residen, sino también a la región, a la nación y al mundo.
            
Caso particular, en Calabozo, durante la década de los años 50 y los siguientes 30 años del pasado siglo, donde sus pobladores en este tiempo mantenían unas relaciones de producción que giraba mayormente en torno a una ganadería  extensiva, en grandes hatos de la trashumante, lo cual permitía aprovechar los pastos para darle a los vacunos, durante todo el año. Tanto en períodos lluviosos aprovechando las tierras altas y en el período seco los de las tierras bajas. Este tipo  de actividad generaba desde los tiempos coloniales una estructura social que estaba regentada por el dueño de la unidad de producción, llamada hato, mientras que las labores agropecuarias las realizaban los peones que vivían en las adyacencias de dicho lugar, actividad que sigue manteniendo en la actualidad en las zonas aledañas al sistema de riego Río Guárico, puesto en servicio a partir de 1958.
            
Aunado a esto el Estado Venezolano busca estructurar políticas para tratar de beneficiar a los sectores desposeídos de la sociedad, emprendiendo proyectos de desarrollo a gran escala, a partir de la década de los 50. Con el fin de que los sectores dueños del capital se apropien del   plus producto y así generen   ganancias  a los nuevos sectores de la  burguesía que  en concordancia con los sectores poderosos con la industria petrolera  venezolana. Caso específico, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, el continente Europeo marca el rumbo de su reconstrucción, a través de planes económicos de gran envergadura. Los países latinoamericanos no se quedan rezagados, tratan también de recuperar sus economías, debido a que las exportaciones de productos tanto mineros como agrícolas no contaban con un mercado seguro para sus colocaciones, como consecuencia de la devastadora guerra de la década de los 40 en Europa.
          
Para el viejo continente los capitales norteamericanos diseñan el plan “Marshal”. Mientras que para los países subdesarrollados se emplea un modelo económico de tipo capitalista llamado “Desarrollismo” que consistía en mantener a esas  naciones dentro de la relación centro-periférica, en  los cuales los capitales centrales  sólo compraban sus materias primas a precios bajos a estas naciones, mientras que ellos vendían sus productos transformados a precios ventajosos, lo que permitía  obtener plus ganancia.
          
Por tanto, el desarrollismo en esa década de los 50  fue vendido como  modelo  para la solución de los países latinoamericanos  para la corrección de los desequilibrios macroeconómicos y combatir las desigualdades sociales. Esto consistía en otorgamientos de créditos a estos países para elevar su capacidad industrial, con el fin de cumplir las demandas de producción interna y externa. Acompañada también con la creación de infraestructura no solamente  de la industria sino también de los servicios que estas naciones carecían.
          
El boom que ocasionó esta política fue  asumida en países como Argentina, Brasil que copiada por otra naciones del continente como México, Chile, Uruguay y Venezuela que la aplicó durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Bajo el lema del “ideal Nacional” planifica y comienza a construir grandes obras de infraestructura, ya que el país necesitaba crear una red de servicio para poder desarrollar un parque industrial al estilo de Argentina y Brasil, naciones que llevaron la delantera del modelo expuesto.
          
Por consiguiente, el país necesitaba no solamente parques  industriales sino también carreteras y autopistas para llevar la producción a los puertos y aeropuertos. Además de crear centros de producción agrícolas para suplir las necesidades de las personas que trabajaban en las industrias de la región central, como los centros productivos de Turén y Calabozo. La finalidad de estructurar en estas regiones, ejes económicos y servicios que respondieran a las expectativas de un modelo en desarrollo.
           
Es de hacer notar que el proyecto desarrollista estaba circunscrito en dos modelos de Desarrollo, uno con el lema de Doctrina del Bien Nacional y otro Regional, en lo que respecta específicamente al Estado Guárico, se buscaba crear eficientes unidades de producción agropecuarias, con el fin de integrar a las familias campesinas, a través de empresas productivas, mediante la diversidad de la producción agropecuaria. Por tanto el proyecto desarrollista facilitaba la explotación nacional e intensiva de la actividad agropecuaria a gran escala, lo que permitiría fortalecer económicamente y socialmente a un sector de la población del Estado Guárico.
           
Por tal motivo, se aprovechan las aguas del río Guárico, en la construcción de la Represa, se comienza a construir su gran  dique en el año 1953, para culminarla en 1956, la finalidad de regar 110.000 hectáreas y de esta manera establecer un centro de producción agropecuaria a gran escala, con el fin  de darle alimentación necesaria a los centros industriales en formación con  la región centro norte el eje Caracas, Maracay y Valencia.

Del mismo modo el proyecto pretendía el aprovechamiento racional de los recursos  naturales y humanos, con el fin de lograr un equilibrio económico y social en aras del bienestar  nacional, lema político para esa época, al incorporar localidades y regiones del país desfavorecidas en esos tiempos. De esta manera, la orientación desarrollista buscaba subsanar gran parte de la población dispersa de los llanos de las actividades agropecuarias de gran escala, estableciendo la concentración del sector agropecuario y el sector servicio en Calabozo.
            
Por otra parte el proyecto en cuestión, pretendía la explotación pecuaria, preferiblemente la ganadería de carne, aprovechar el riego para el establecimiento de centros de ceba, además de la siembra de arroz y otros rubros.
            Entre sus objetivos:
            Dar la pauta para la explotación de una manera eficiente, basada en el acondicionamiento del medio y la capacidad del hombre, para utilizar la tierra en forma intensiva y racional.
            Crear un centro de producción a gran escala que contara con servicios, con el fin de integrar de manera eficiente el sistema de riego, el parcelamiento y el sector industrial.
            Mejorar las condiciones de vida de las localidades intervenidas.
            En cuanto a la organización y dotación de la parcela  para los campesinos, esta se repartió bajo la figura de las uniones de prestatarios, con lo cual se buscaba establecer la justicia social, para una gran parte del campesinado que pedía tierra. Justamente en los comienzos de la década de los setenta con la promulgación de la Ley de Reforma Agraria (1960), se comienza con una relación hombre-medio, más integrada a la actividad agropecuaria, porque aglutinaba más número de personas que el proyecto original, que pretendía crear también a mediano plazo un gran empresario agropecuario.
            
Es necesario señalar que durante la década de los sesenta se diseña otra política desarrollista en Venezuela, bajo el modelo de sustitución de importaciones adoptada por todas las naciones latinoamericanas a través de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
            
Es necesario señalar que durante las décadas de los sesenta y setenta, se siguen los patrones de los planes de la nación (CORDIPLAN), bajo este modelo de desarrollo se ejecutan planes  socio-económicos que impulsan el interés de agrupar y clasificar los sectores productivos antes descritos, los cuales dieron resultados parciales en cuanto al bienestar social de estos. Mientras se consolidan los sectores medios y grandes  productores agropecuarios a través de la producción del monocultivo del arroz, el sector campesino que se había organizado en  uniones de propietarios paulatinamente estas organizaciones  van perdiendo su aplicabilidad y utilidad, lo que generaría  prácticas  capitalistas como arrendamiento y el traspaso de la unidades de producción.
            
Por otra parte la producción arrocera fue aumentando paulatinamente desde 1958-1970, no solamente en el incremento de las áreas   de siembra, sino también por el manejo integral (Estadísticas del MPPA y T. 2012), en consecuencia de los antes expuesto en lo que respecta a la parte ambiental para comienzo de la década de los años 70 proliferara  cíclicamente  la superpoblación de la rata arrocera o  ocasionando por una parte la disminución de la producción y la otra la contaminación ambiental por la utilización de insecticidas  fosforados, generando no solamente  intensiones   sino otras enfermedades  en las zonas aledañas a los  cultivos (Arias y otros,1996).Generando el rompimiento de la relación armónica sociedad-naturaleza como consecuencia desmedida de los dueños del capital de obtener solamente el lucro y satisfacer solamente  la producción  a gran escala y no darle el interés social y humano de los pobladores.
            
Este modelo desarrollista no eliminó la dependencia sino que la profundizó, por cuanto las empresas trasnacionales (agropecuarias y comerciales) en caso particular de esta Región  concentraron beneficios a los dueños del capital   al igual que los nacionales, mientras que en los demás sectores sociales no generó el desarrollo horizontal sino de manera desigual, para que solamente las  capas medias tuvieran ciertos beneficios y progresos a costa del llamado desarrollo en sus diferentes políticas puestas en práctica.





BIBLIOGRAFÍA

Álvarez, J.R. (1993). Diagnóstico General Actualizando. Sistema de Riego Río Guárico. Unidad de Desarrollo Agropecuario.

Arias, Luis y Otros. (1996). Sistema  de Riego Río Guárico. Diagnóstico Socioeconómico  ambiental y Alternativas . U.C.V. Caracas.

CEPAL (1950) Informe Económico de América Latina. Santiago de Chile.

Furtado, Celso (1964). Desarrollo y Subdesarrollo. México D.F. Fondo de Cultura Económica.

Pereira, Rafael (2007). Desarrollismo y los Estados. Santiago de Chile.


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Doña Elisa, la hija adoptiva de Ortiz

Por José Obswaldo Pérez

Doña  Elisa Aponte de Strubiger,
una trabajadora social 
que lucha por Ortiz (Foto JOP)


“Soy una anciana de 87 años, hipertensa, diabética, con osteoporosis y para usted de decir”, cuenta doña Elisa Aponte de Strubinger. Pero no se siente cansada. Sube y  baja la camioneta de su hijo, sin  mucha ayuda,  si acaso su bastón de apoyo.

“La voluntad me ayuda a seguir hasta que Dios me reciba”, dice esta mujer fogueada en la lucha social.  Pero, polifacética en su acción de vida.  Pintora, poeta y conservacionista, entre sus quehaceres más reconocidos. Su microhistoria de su existencia está llena de una narrativa humana  que la califican como “Toda una dama de singular prestigio y elegancia”, definida así por don Fernando Rodríguez, en una semblanza dedicada a ella, en sus 85 años.

Nació en Los Teques,  estado Miranda,  el 02 de Febrero de 1926. Casó con Carlos Strubinger,  hoy viuda, con seis hijos y 14 nietos, todos profesionales. Además, cuenta con siete bisnietos, para felicidad de la vida. Fue catequista en su ciudad natal,  con los salesianos.  Y fundó el colegio “Nuestra Señora del Carmen”. En El Vigía, barrio mirandino,  comenzó su trabajo social, como un ejercicio apostólico de llevar el bien a los demás.

Más tarde, se trasladó a Ortiz, el 8 de agosto de 1973. “Compramos, entre tres hermanos, una finca; mis hijos compraron casa en Ortiz, residiendo  en una de ellas”, nos dice.  Así es, la casa habitación de doña Elisa es hoy, un taller de orfebre y sueños. También, es un museo donde se expone su obra, donde se relata en cada objeto una historia que comulga por los espacios de la Quinta Los Teques.

 En Ortiz, fundó la Asociación Civil “Casa de los Niños La Corocora ”, antes de esta sociedad hizo trabajos sociales con niños de bajo recursos económicos con la ayuda de la comunidad orticeña, familiares y personas de los Teques. Aquí, también,  fue facilitadora de Multihogares.

  “Sigo con mi obra social con ancianos, niños, jóvenes y todos aquellos a quien podamos ayudar”, afirma, con ese deseo de proseguir ayudando a sus congéneres.

Doña  Elisa Aponte de Strubiger se autodefine como una hija adoptiva del pueblo de Ortiz, a quien ama y se inspira cada mañana y cada atardecer de su vida. “Quiero seguir enseñando El hombre, Cristo y la Iglesia y otros textos religiosos. Seguí dando la catequesis”, concluye.
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Para un proyecto de nación


TOMÁS STRAKA
Con motivo de su 73 aniversario, Acción Democrática organizó un conjunto de actividades entre las que estuvo un foro para evaluar su situación actual, hacer un resumen de lo que ha sido su papel en la historia y, sobre todo, atisbar qué le puede aguardar en el porvenir. Las conferencias centrales estuvieron a cargo de Germán Carrera Damas y Américo Martín, a los que seguimos como comentaristas Ricardo Villasmil y quien suscribe. Después intervino una representación de la juventud del partido. Es decir, dos historiadores, un “histórico” (Martín, líder de la resistencia contra la dictadura así como de la división del partido en 1960), un economista, que también tiene estudios en Historia, y un grupo dirigentes juveniles. El peso parece haber estado en la historia, bien por quienes la tenemos como objeto de estudio, o bien por quienes la han protagonizado, lo cual puede dar pie a varias interpretaciones. Algunos dirán que es la evidencia de que a AD ya es fundamentalmente cosa del pasado, que tiene más que decir sobre su historia que sobre sus planes para el futuro; pero otros, sobre todo de cara a la cantidad de jóvenes presentes en el evento y de su notable éxito en el movimiento estudiantil (¡el partido ha ganado nada menos que la presidencia de la Federación de Centros Universitarios de la UCV, algo asombroso para quienes fuimos estudiantes en los años noventa!), verán en la revisión de la historia una base sobre la cual construir nuevos proyectos de sociedad, un trampolín para saltar hacia nuevas metas. Es sobre esta imagen de la historia como base y como trampolín sobre la que queremos detenernos.
Queda en manos de la dirigencia adeca ver qué decisiones toma con base en lo discutido en el foro. Si algo dejó en claro es que se trata de un partido que en un momento determinado supo sintetizar las aspiraciones mayoritarias de los venezolanos, convertirlas en un proyecto político, tomar el poder teniéndolas como bandera y ejecutarlas en gran medida; de uno al que se le pueden atribuir realizaciones muy importantes en el fraguado de la moderna nación venezolana y de su Estado. De uno que contó entre sus filas a los intérpretes más entrañables de la venezolanidad, como Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco o Simón Díaz. Del partido de Rómulo Betancourt, figura central de nuestra historia, bien se le ame o se le deteste. Pero también quedó en claro que los actuales no son los tiempos gloriosos, que a partir de 1980, o incluso un poco antes, se cometieron faltas importantes, que no debe eludir su cuota de responsabilidad en la quiebra del sistema político anterior, que llegó a estar al borde de su desaparición hace un quinquenio. Desde entonces ha logrado avances vertiginosos, de casi haber muerto tiene otra vez una veintena de parlamentarios y otra de alcaldes, numerosos concejales, sindicatos, gremios y organizaciones estudiantiles (sobre todo esto: por alguna razón, AD ha logrado conectar con una gran cantidad de muchachos). En esta hora de aparente resurrección, ¿para qué puede servir la historia? ¿Será un fardo que impida avanzar, o una base sobre la cual seguir edificando, o un trampolín para saltar al futuro?
Son reflexiones de especial importancia en este momento en el que muchos señalan una ausencia de proyectos viables de país, o al menos una en la oposición venezolana, como parece demostrarlo la crisis de la Mesa de la Unidad Democrática. ¿Qué hizo posible el proceso vivido por AD entre 1941, o incluso entre 1938 y, por poner una fecha, 1988? ¿Qué pasó a partir de entonces para que los consensos empezaran a ser tan difíciles de construir, para que un partido logre amalgamar y representar lo sentido y reclamado por la mayoría de los venezolanos? ¿Qué podemos hacer ahora para lograrlo? Ni la duración del foro ni el espacio de este artículo pueden dar una respuesta definitiva, pero tanto la historia de AD como algunas de las variables de nuestra dramática y agitada hora actual, pueden ofrecernos algunas pistas para emprender planes de acción. Veamos:
  1. AD logró resumir los grandes valores y aspiraciones de los venezolanos.  A pesar de que su programa, desde el genésico Plan de Barranquilla (1931), estuvo definido por el pensamiento de sus líderes, en especial de Rómulo Betancourt, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Juan Pablo Pérez Alfonso, Rómulo Gallegos y algunos más, como Mariano Picón-Salas y Eduardo Mayobre, en todos los casos se basaron en una detenida reflexión sobre la historia de Venezuela.  Era lo que correspondía a unos políticos que venían y por mucho tiempo se mantuvieron en el marxismo, pero siempre tomando como eje las especificidades de nuestra realidad de los años treinta y cuarenta. Tanto fue así que esa realidad la pusieron por encima de la ortodoxia revolucionaria que presuponía el marxismo de entonces, para así romper con el modelo soviético y buscar una ruta propia, venezolana.  Eso fue haciendo un diálogo (una dialéctica acaso le hubiera gustado decir a un Betancourt de 1938), entre sus ideas propias y lo que la sociedad venía aspirando desde hacía un siglo: la democracia como palanca para la igualdad, la construcción del Estado nación sobre los regionalismos, el respeto de la independencia ante los poderes externos (en aquel momento encarnados en las compañías petroleras), la sustitución del caudillismo por un régimen de legalidad. El programa de la “revolución democrática”, como siempre la llamó Betancourt, era sobre todo producto de una tradición venezolana, actualizada en sus métodos con los últimos avances del siglo XX. En el foro Carrera Damas dijo que hay que “comprender para explicar”: pues bien, los adecos de la primera hora comprendieron a su sociedad, con base en ello la explicaron, y del diagnóstico hicieron un proyecto. Obviamente, AD no fue el único partido en plantear tales cosas, ni el único que hizo grandes esfuerzos en alcanzarlas, pero sí el que supo traducirlas en una propuesta conectada con las mayorías. Si la historia es capaz de dar lecciones, esta puede ser la más importante para AD y para cualquier otro partido venezolano actual: la necesidad de comprender su sociedad.
  2. El proyecto de país chavista no ha generado un consenso mayoritario. A diferencia del proyecto enarbolado por AD y los principales partidos que terminaron por imponerse durante el sistema de Puntofijo (1958-1999), el proyecto de país impulsado por Hugo Chávez, cuya síntesis definitiva está en el Plan de la Patria 2013-2019, no ha alcanzado, al menos hasta el momento, un consenso similar. Esto puede medirse, a falta de mejor variable, por los resultados electorales: durante los cuarenta años del sistema democrático anterior, quienes votaban por los partidos del sistema sumaban más de 90%. Eso en alguna medida explica el fracaso de la guerrilla. Pues bien, ni en su mejor momento el chavismo ha logrado representar a más de la mitad de los venezolanos si consideramos una abstención que en promedio ha rondado 30% y que, dentro de los restantes que sí votaron, el chavismo ha sido en su mejor momento 60% (pero que en las últimas elecciones ha llegado, con dificultad, a 51%). Por eso, del mismo modo que el altísimo apoyo a la democracia hace comprensible sus grandes victorias políticas de los años sesenta, el apoyo más bien limitado del chavismo explica su dificultad para dominar a toda la sociedad, así como los continuos sobresaltos a que se ha enfrentado en estos tres lustros. No es que otros factores, como sus falencias administrativas o sus escándalos de corrupción no hayan actuado en su contra, pero de base hay que considerar este aspecto cuando vemos que después del desmoronamiento de los partidos en la década de los años noventa, de las abrumadoras victorias políticas del chavismo entre 2002 y 2007, y de la gigantesca bonanza petrolera, se haya muerto Chávez lejos de consolidar su sistema: de base, por lo que vemos, hay demasiados venezolanos que no lo comparten. Incluso muchos chavistas tienen reservas en aspectos esenciales del mismo, como el socialismo.
  3. ¿Cómo llegamos a esto? Si el chavismo, entonces, no es una mayoría tan absoluta como puede pensarse, ¿por qué ha tenido tanto éxito? En buena medida porque no se ha enfrentado a contrapesos importantes, y no solo en los liderazgos. Lo que Hugo Chávez representó como mago de las emociones no se puede negar, pero junto a ello se apuntala la carencia de un proyecto como el que AD encarnó en 1940, diseñado con base en la historia y las aspiraciones mayoritarias. Más allá de sus limitaciones, el chavismo, tanto como un movimiento social amplio, como en cuanto partido político, fue lo que más se acercó a eso. De hecho, es imposible negar que retomó muchas banderas que los partidos del sistema anterior habían dejado olvidadas desde la década de los noventa, como el caso del sueño de igualdad, paralelamente golpeado por el colapso del sistema económico (colapso larguísimo, casi de dimensión geológica, en el que aún estamos). Una vez alcanzadas las grandes metas que se habían trazado en los años cuarenta (y eso ocurrió hacia 1980) hubo una crisis de ideas y una rutinización que no preparó a la dirigencia para la crisis económica que en breve estallaría ni para renovarse al ritmo en que cambiaba la sociedad. Veinte años después, ya la distancia con la base de la población era insalvable y, en medio de ese vacío de liderazgo, Chávez pudo morder una parte, no una abrumadora mayoría, pero sí lo suficientemente grande como para imponerse sobre las demás. La debilidad de las instituciones y de las empresas, junto con el control de Pdvsa y del Ejército después de 2002, pudo darle el poder absoluto. Pero ni su proyecto ha logrado convencer a todos los venezolanos (hoy decepciona cada día a más), ni la oposición logra terminar de perfilar el alternativo. 
  4. Vale la pena repasar la historia. Aunque no puede aportar las soluciones que deben tomar los líderes y asesores, ¿no ofrece el panorama acá presentado algunas pistas sobre lo que ha sido un proyecto de sociedad exitoso, siquiera en el sentido de integrar a las mayorías? Leer la historia, oír a la gente, construir con ella y sus aspiraciones un programa, atender a sus tradiciones pero conectarlas con los avances de la hora actual: eso es lo que en buena medida le dio tan buenos resultados a AD, o al menos lo que el repaso de su historia insinúa. Y parecer ser, al mismo tiempo, lo que los líderes que deben abrir un camino para Venezuela en medio de la maraña de problemas que nos envuelve, que casi nos estrangula en este durísimo 2014, deben considerar si quieren construir una alternativa viable de sociedad.
@thstraka
Publicado en la  página web del  El Nacional, el 11 DE SEPTIEMBRE 2014 - 12:01 AM