Microbiografía

Doña Elisa, la hija adoptiva de Ortiz

Por José Obswaldo Pérez

Doña  Elisa Aponte de Strubiger,
una trabajadora social 
que lucha por Ortiz (Foto JOP)


“Soy una anciana de 87 años, hipertensa, diabética, con osteoporosis y para usted de decir”, cuenta doña Elisa Aponte de Strubinger. Pero no se siente cansada. Sube y  baja la camioneta de su hijo, sin  mucha ayuda,  si acaso su bastón de apoyo.

“La voluntad me ayuda a seguir hasta que Dios me reciba”, dice esta mujer fogueada en la lucha social.  Pero, polifacética en su acción de vida.  Pintora, poeta y conservacionista, entre sus quehaceres más reconocidos. Su microhistoria de su existencia está llena de una narrativa humana  que la califican como “Toda una dama de singular prestigio y elegancia”, definida así por don Fernando Rodríguez, en una semblanza dedicada a ella, en sus 85 años.

Nació en Los Teques,  estado Miranda,  el 02 de Febrero de 1926. Casó con Carlos Strubinger,  hoy viuda, con seis hijos y 14 nietos, todos profesionales. Además, cuenta con siete bisnietos, para felicidad de la vida. Fue catequista en su ciudad natal,  con los salesianos.  Y fundó el colegio “Nuestra Señora del Carmen”. En El Vigía, barrio mirandino,  comenzó su trabajo social, como un ejercicio apostólico de llevar el bien a los demás.

Más tarde, se trasladó a Ortiz, el 8 de agosto de 1973. “Compramos, entre tres hermanos, una finca; mis hijos compraron casa en Ortiz, residiendo  en una de ellas”, nos dice.  Así es, la casa habitación de doña Elisa es hoy, un taller de orfebre y sueños. También, es un museo donde se expone su obra, donde se relata en cada objeto una historia que comulga por los espacios de la Quinta Los Teques.

 En Ortiz, fundó la Asociación Civil “Casa de los Niños La Corocora ”, antes de esta sociedad hizo trabajos sociales con niños de bajo recursos económicos con la ayuda de la comunidad orticeña, familiares y personas de los Teques. Aquí, también,  fue facilitadora de Multihogares.

  “Sigo con mi obra social con ancianos, niños, jóvenes y todos aquellos a quien podamos ayudar”, afirma, con ese deseo de proseguir ayudando a sus congéneres.

Doña  Elisa Aponte de Strubiger se autodefine como una hija adoptiva del pueblo de Ortiz, a quien ama y se inspira cada mañana y cada atardecer de su vida. “Quiero seguir enseñando El hombre, Cristo y la Iglesia y otros textos religiosos. Seguí dando la catequesis”, concluye.
viernes, septiembre 12, 2014

Un revolucionario con sotana

Nada fue fácil para el joven sacerdote. Sufrió la dictadura de general Francisco Franco y la guerra civil española; fue encarcelado en el Castillo Bocairente y torturado una y varias veces. Buscó el exilio y refugio en Sudamérica.

Reverendo Ricardo Pínter
Revert/reprodución
Omar Parra
Por  
José Obswaldo Pérez
EL PADRE RICARDO Pínter Revert estaba malhumorado. Razones no les faltaban para ponerse molesto. El titulo que le daban de comunista no era para menos. Cuando eso ocurría, la hiel del padre Pínter se reventaba en el teclado de la maquina de escribir. “Ni capitalista, ni comunista”, advertía en aquellas hojas multigrafiadas de la revista “Ortiz”, una publicación que él mismo editaba semanalmente en los talleres gráficos de la Vicaría de Ortiz, en el año 1965.

Aún es memoria fresca para doña Eva Pittalugo de Sojo y otras personas lugareñas el recuerdo cariñoso de este hijo de la Iglesia, cuyos pasos en la vida dejo sus huellas en Ortiz, como sembrador de cultura y pastor de almas. Nació en 1907, en Agullent (Valencia, España), hijo de don Custodio Pínter y doña Dolores Revert. Estudió en la Universidad Pontificia de Valencia, humanidades y filosofía. Asimismo cursó estudios de cinco años de teología y dos años de derechos canónico. En 1929, una vez graduado, ejerció el sacerdocio en la Parroquia Benavides. Era el segundo clérigo de la familia Pínter Revert.

Nada fue fácil para el joven sacerdote. Sufrió la dictadura de general Francisco Franco y la guerra civil española; fue encarcelado en el Castillo Bocairente y torturado una y varias veces. Buscó el exilio y refugio en Sudamérica. Al parecer llegó a Colombia, a un pueblito llamado San Pedro de Usme, donde era su párroco en 1949. De allí pasó a Venezuela, cuyo destino ineluctable lo trajo a Guardatinajas, estado Guárico. Aquí adopto a este país como suyo y se decía ser venezolano de “cabeza y corazón” y, en verdad, él lo era porque el gobierno lo nacionalizó el 2 de septiembre de 1953, según Gaceta Oficial número 393.

Durante su permanencia en aquel pueblo rural, el padre comenzó a escribir una novela autobiográfica, comprimida y sintetizada, bajo el seudónimo de Don Bernat. La novela tenía como titulo Mirando atrás y publicó algunos capítulos por entrega en la revista Ortiz. Allí fundó la primera emisora popular llamada La Hora de la Cultura Popular al Aire, un medio de comunicación perifoneado, a través de parlantes ubicados en la cúpula parroquial de la Iglesia, donde colaboraron M. Hurtado y Julio Betermit, este último prefecto civil de la localidad. También creó la revista Venid, vocera de la actividades religiosas y de los problemas que aquejaba aquella comunidad.

Según él, fue nombrado a la fuerza párroco de Ortiz. Esta medida generó protestas por parte de los feligreses de Guardatinajas. Pero, el día 10 de 0ctubre de 1958, Monseñor Domingo Roa Pérez, Obispo de Maracaibo, le dio posesión de la Parroquia de Santa Rosa de Lima de Ortiz. “El nómada no tiene cariño a nada”, decía. “Su vida es vivir errante. Hoy aquí y mañana allá…”, concluía.

El padre Pínter fue fundador de dos importantes publicaciones en Ortiz, durante trece años al frente de la Parroquia Santa Rosa de Lima. La Revista Orientación, que apareció el 31 de mayo de 1967 y otro periódico con el sugestivo nombre Ortiz, vocero del “Resurgir de un Pueblo Llanero”, como decía su eslogan. Ambos medios fueron acogidos amablemente por sus lectores; principalmente, por el exaltamiento de los valores y las virtudes del pueblo orticeño y por el impulso del progreso y la cultura que se libró en sus páginas.

También, el reverendo refundó y dirigió el programa radiofónico llamada La Hora de la Cultura Popular al Aire, esta vez perifoneado por los jóvenes Víctor Seijas Pérez y Domingo Silo Rodríguez Trujillo, a través de parlantes ubicados en la cúpula parroquial de la Iglesia Santa Rosa de Lima. Según Fernando Rodríguez, actual cronista de la ciudad de Ortiz, en dicho espacio se realizaban concursos de canto, dirigido por Silverio Chipilo Velásquez y charlas para la juventud de aquel entonces, con la participación del joven Froilán Rodríguez Trujillo.

Fue un hombre muy crítico y polémico”, nos contó don Parminio González, editor de El Nacionalista, quien conoció a este personaje que, además, usó el seudónimo de Antonio García para fustigar las malas obras y los gobiernos de turno. A él se le debe la electrificación de Ortiz, la reconstrucción total del templo parroquial y otras obras de beneficio colectivo.

Una vez el párroco escribió en sus publicaciones que “para ser sacerdote se pago todos los estudios” y que no le debía a la Iglesia ni un cuaderno, es decir, ni un centavo. “Igual que pagamos la carrera de cura te podemos pagar la carrera de abogado o medico. Ya en la familia tenemos un sacerdote”, le decía muchas veces sus padres.

En 1975 Pinter Revert vuelve a España y es designado, por un año, como capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Burjasot. Al año siguiente es nombrado capellán de las Carmelitas de la Encarnación de Valencia, con fecha 1 de septiembre. El reverendo D. Ricardo Pinter Revert falleció el cinco de enero de 1992. Todo un personaje que influyó e hizo historia en la vida de los pueblos de Guardatinajas y Ortiz.
miércoles, septiembre 22, 2010

El padre Alberto González Pérez

Altagracia de Orituco. Casco Urbano. Foto RLG
Por José Obswaldo Pérez
La historia de la Iglesia católica en Guárico está por escribirse, como las de sus pastores y religiosos. Sólo me voy referir, en este momento, a un párroco orticeño, pero lo haré con otros más adelante. Me refiero al doctor y presbítero Alberto González Pérez. Un personaje nacido en Ortiz, hijo de don Nicolás González y doña Vicenta Pérez González. Pertenece a una familia de productores agropecuarios y descendiente de militares conformada por siete hermanos: Benigna, Gertrudis, Eulogio, Alberto e Ignacio González Pérez.

El padre del presbítero Alberto González fue ganadero, propietario de tierras en Guardatinajas y su madre doña Vicenta Pérez González era hija del político y militar José Francisco Pérez, actuante de la Guerra Federal y de la política local orticeña. Sus nombres hoy relucen en la documentación sobre los ejidos del municipio Ortiz, específicamente los concernientes a la posesión La Cañada, donde se centra un juicio por la propiedad de estas tierras.

El doctor Alberto González Pérez fue un cura de brillante lucidez intelectual que ocupo altas labores en la iglesia venezolana, durante el difícil episcopado de monseñor Silvestre Guevara y Lira. Le toco ocupar cargos en Caracas como Secretario del Arzobispado, Canónigo de la Catedral, Rector y vicerrector del Seminario de Santa Rosa y Capellán de las Mojas Concepcionistas .

Durante el conflicto del gobierno de Guzmán Blanco y el arzobispo Guevara y Lira, fue designado Vicario de Zaraza , desempeñando allí, por dos años, una gran labor al integrarse a todas las obras sociales, culturales y educativas. Dice Soto Arbelaiz (2001) que fue él quien participó, en 1878 a las autoridades eclesiásticas, la existencia en la villa del Unare de una imprenta llamada El Farallón, con lo cual quedó demostrado que en esta ciudad la imprenta existió mucho antes de lo establecido por los historiadores.

En su ejercicio de sacerdocio, en el Oriente del estado Guárico, fue propulsor de la creación de la parroquia El Socorro, mediante capitulaciones firmadas en 1879 y que, posteriormente, el Obispo Salusiano Crespo creó, oficialmente, el 14 de octubre de 1882. Posteriormente, el doctor González Pérez fue designado sacerdote de Altagracia de Orituco, el 8 de septiembre de 1879 . En esta localidad cumplió una ardua labor espiritual, entre la que destaca la de servir de guía a Susana Paz Castillo, una joven mujer que se entregará a la fe de Dios y se conocerá después como la Madre Candelaria de San José.

En Altagracia de Orituco y San José de Guaribe son los dos lugares donde gran parte este prelado de la Iglesia católica ejerció el sacerdocio. Allí murió, el 11 de septiembre de 1902 , en Sabana Grande de Orituco, a consecuencia de un derrame cerebral. “El P. González era un excelente confesor y director espiri¬tual, así como un buen educador. Era un hombre caritativo con los pobres, a los cuales protegía con amor, desprendi¬miento y sacrificio”, señala Verónica de Sousa, en su libro Madre Candelaria de San José: Fuerza y Ternura de Dios (2008).

NOTAS BIBIOGRAFÍAS


DE SOUSA, VERONICA (2008). Madre Candelaria de San José: Fuerza y Ternura de Dios. Caracas: Paulinas Editorial
GONZÁLEZ ROJAS, SORAYA (2008).Datos Históricos sobre san José de Guaribe.En :
Articulos y Anecdotas de Orituqueños y Orituqueñas.
LA ROSA WERNER, LUIS A(2008). “Madre Candelaria de San José”. En: madrecandelariadesanjose.blogspot.com
PEREZ MARTINEZ, VICTOR MANUEL (1996).Vida y obra de la sierva de Dios Madre Candelaria de San José. Caracas: Ediciones Tripode
RODRIGUEZ, MOISES (1972). Zaraza: (desde una esquina con faroles). Caracas: Publicaciones "Vale Juan González
SOTO ARBELÁEZ , MANUEL (2001). El Guárico oriental, Volumen 2‎
domingo, septiembre 05, 2010

Dos médicos orticeños



POR JOSÉ OBSWALDO PÉREZ|
A LO LARGO de su historia local, Ortiz ha contado con profesionales de la medicina. Una referencia histórica es la presencia de dos médicos y cirujanos oriundos de esta localidad que ejercieron su profesión en el pueblo que los vio nacer en el siglo XIX. El primero de ellos se llama José María Graterol Matute. Nació en 1841, en el seno de una modesta familia integrada por el ganadero don Gabriel Graterol y doña Ynes María Matute. Curso estudios de bachiller y licenciatura en medicina y se gradúo de doctor en la Universidad de Caracas (como se denominaba en ese entonces, a la hoy UCV), el 22 de Octubre de 1864. Casó con la joven Obdulia Hernández Hernández en 1865, con descendencia.
miércoles, junio 02, 2010

Microbiografía | Antonio María Rodríguez

por  JOSÉ OBSWALDO PÉREZ


El DÍA DEL MATRIMONIO civil de don Antonio Loreto Arana y doña Agueda Epifanía Paúl Navarrete, hubo un testigo especial en su boda. Era 30 de septiembre de 1901. Desde luego, la ceremonia contaba con otras personas y familiares de los contrayentes. Por los presentes en el acto nupcial y por las firmas que rubrican el libro de matrimonio de ese año, se podía notar que los esposos eran hijos de notables familias. Pero, llama la atención la presencia de don Antonio María Rodríguez. Un viejo orticeño que, para la fecha, debió tener la edad de 68 años. Vivía sus últimos días en Valencia, estado Carabobo.


martes, mayo 18, 2010

Microbiografía/Jesús María Camejo González

Don Jesús María Camejo fue un hombre de contextura fuerte. Tenía una altura aproximada de 1,75, era moreno, de cabello blanco, ojos claros; era de fácil diálogo con las personas.

Por José Obswaldo Pérez

De profesión farmacéutico, cursó estudios de farmacia y botánica (en los Laboratorios Vargas en Caracas). Nació el 17de abril de 1903, en el Estado Miranda, San José de Río Chico (Barlovento), donde pasó gran parte de su niñez. Hijo de don José Gabriel Camejo y doña Natalis María González.

A la edad de 14 años, tuvo la oportunidad de trabajar en una farmacia, en el Estado Miranda. Allí comenzó a germinar una pasión por los estudios de medicina botánica y farmacia, los cuales le permitirán desarrollar grandes conocimientos para atender y ayudar a sus semejantes. Bajo este ambiente de trabajo le permitió relacionarse con diferentes laboratorios del centro del país, debido a que con frecuencia viajaba a la Capital caraqueña, lo que le permitió estar actualizado.

Tenía una gran sensibilidad para atender y compartir con las necesidades de los más desprovistos. “De Jesús María Camejo González, decían que el era más suave que un guante de seda y más fuerte que el odio”, nos cuenta su hijo José Camejo Castillo.

Don Jesús María Camejo fue un hombre de contextura fuerte. Tenía una altura aproximada de 1,75, era moreno, de cabello blanco, ojos claros; era de fácil diálogo con las personas.

Vivió en Macaira, en Altagracia de Orituco. Más tarde, en San José y San Francisco de Tiznados y finalmente en Ortiz, donde se residenció y se estableció dedicándose al comercio con una farmacia que tuvo ubicada en la avenida Bolívar. Allí, en el patio trasero tenía su gallera y algunas matas de árboles.

Casó en primera nupcias con doña Rosa Medina Rodríguez González, de cuya unión hubo un hijo: Carmelo Camejo González; y en segundo matrimonio con
Guillermina Lourdes Castillo Mier y Terán, de cuya unión hay cinco hijos: Dila, Gisela, Socor, José y Pedro Camejo Castillo.

En la población de Ortiz fue encargado de los dispensarios de San José de Tiznados y San Francisco de Tiznados, por el Ministerio de Sanidad. En la década de los años 50, trabajó en la organización del censo nacional.

Fue un gran lector de los medios de comunicación, y se expresaba por escrito con una buena ortografía. Era amante de tocar tambor e ir a fiestas de parrandas; así como compartir con sus amistades y amigos. Era aficionado al deporte hípico, visitaba el hipódromo con frecuencia, e incluso llegó a tener caballos de carreras.

Entre otras de la facetas de su vida, le gustaba el manejó de los asuntos jurídicos en materia de tierras.

Don Jesús María Camejo falleció en el Hospital Guárico en San Juan de los Morros, el 21 de Septiembre de 1973 y sepultado en el Cementerio Municipal de Ortiz, justo al lado de la tumba del General y Doctor Roberto Vargas.jo
miércoles, marzo 12, 2008

Arturo Rodríguez, en el espejo de papel

Don Arturo Rodríguez Rodríguez fue periodista, poeta y funcionario público. Ejerció varios cargos burocráticos. Entre ellos, Jefe del Estacionamiento Ganadero de Ortiz, adscrito a la dirección del entonces Ministerio de Agricultura y Cría. Prefecto del municipio Ortiz, entre los años 1945-1948; y, varias veces, miembro de la Junta Comunal, vicepresidente de la misma y empleado de rentas municipales.


por JOSE OBSWALDO PÉREZ

He aquí un personaje histórico de nuestra historia local. Un personaje que me unió una sincera amistad desde tiempos cuando cursaba estudios de bachillerato en nuestro querido liceo y luego en resto de la vida hasta su muerte. Se trata de un orticeño que vivió y actuó a lomo del siglo XX, cuyo primeros pasos coinciden con el inició de las dictaduras andinas (1899-1935).

Don Arturo Rodríguez nació el 8 de Julio de 1910, dos años después del nacimiento de su hermano mayor Nicanor Rodríguez Rodríguez (1908-1992); dos años después que el gobierno de Venezuela paso de la manos de Cipriano Castro a las de Juan Vicente Gómez (es decir, de una dictadura a otra), y a unos seis meses de la muerte de su padre el general Nicanor Arturo Rodríguez Moreno[1], quien tenía 42 años cuando ocurrió su fallecimiento, el 18 de diciembre de 1910.

Fue descendiente de una modesta familia originaria de Cagua[2] (estado Aragua), establecida en Ortiz a mediado siglo XIX, fundada por el General Pedro Pablo Rodríguez. Aunque nació sin conocer a su padre, don Arturo convivirá en un ambiente familiar regido por su anciana abuela Evarista Moreno Vilera de Rodríguez (n. 1860)[3], su madre doña Beatriz Benigna Rodríguez Sierra (1883-1961)[4] y su tío don Domingo Rodríguez Moreno (n. 1886)[5], en la vieja casona La Loretera, ubicada en una esquina de la Plaza Bolívar. En ese ambiente familiar crecerá don Arturo Rodríguez. En un círculo lleno de fascinación por el pasado orticeño, recuerdos de familias beneméritas

No obstante, la familia Rodríguez Rodríguez se muda posteriormente a una vieja casa del general Joaquín Crespo Torres, conocida como la Casa Crespera o Casa Atravesada, ubicada en el viejo camino del ganado y a la entrada del Barrio La Romana. Allí su madre, Doña Beatriz Rodríguez Sierra, les enseñará sus primeras letras. Más tarde, en aquella vieja casona funcionará la Escuela Federal No. 33, a la cual iban los muchachos, hembras y varones, a recibir las primeras letras de manos de Doña Beatriz de Rodríguez.

De la formación escolar de Don Arturo Rodríguez de las manos de Doña Beatriz de Rodríguez pasó a la dirección de los maestros privados don Guillermo Aderson, Guillermo Matute, Albina Gómez, Pacifico Paredes y el padre José Carmelo Matute Moreno. Todos ellos influyeron en la personalidad de Don Arturo Rodríguez, quien perteneció a la generación palúdica y llagosa que afecto, traumáticamente, al pueblo de Ortiz. Una generación que fue inmortalizada por el escritor Miguel Otero Silva en su novela Casa Muertas. Don Arturo Rodríguez nos recuerda que cuando era niño se colocaba en las barandas de la Casa Atravesada, para contar los muertos de la peste. Desde allí veía pasar a tempranas horas de la mañana a los difuntos, envueltos en chinchorros o traslados en la Urna de la Caridad, un ataúd negro, fabricado para uso público del Concejo Municipal que prestaba sus servicios gratuitamente a las desamparadas víctimas del paludismo, la hematuria, el vomito negro y últimamente a los de la peste española. Uno tras otro iban desfilando hacia el cementerio hasta casi tarde de la noche. Don Arturo señala que no solamente la peste causó estragos en el pueblo orticeño sino que se expandió por casi toda Venezuela. Pero, aquí, en el pueblo de Ortiz fue más terrible porque encontró el terreno abonado: un pueblo palúdico, con hambre, y en el último estado de desidia como estaba en esa época.

Don Arturo Rodríguez Rodríguez fue periodista, poeta y funcionario público. Ejerció varios cargos burocráticos. Entre ellos, Jefe del Estacionamiento Ganadero de Ortiz, adscrito a la dirección del entonces Ministerio de Agricultura y Cría. Prefecto del municipio Ortiz, entre los años 1945-1948; y, varias veces, miembro de la Junta Comunal, vicepresidente de la misma y empleado de rentas municipales. Fue fundador del partido Acción Democrática local y luego del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), en la tercera división de AD.

Un septiembre de 1932 apareció en Ortiz, un curioso periódico manuscrito que se llamó El Pampero[6]. Eran aún días de la dictadura de Juan Vicente Gómez y el pueblo de Ortiz vivía los últimos coletazos de la “fiebre española”, una de las epidemias que remató a muerte, junto con el paludismo, esta población llanera. El Pampero fue un vocero ocasional de intereses generales, escrito en letras de molde en pluma fuente. Había salido a la luz pública para reivindicar el progreso y los anhelos de superación de un pueblo sumergido en el atraso y la miseria. Al frente de este órgano informativo estaban los jóvenes Arturo Rodríguez Rodríguez, como director-administrador y Luís Acosta Rodríguez, como su redactor. Debió ser una tarea titánica y elogiosa de estos muchachos inquietos y emprendedores. Hacer un periódico manuscrito no era cualquier cosa para el contexto histórico en que nos ubicamos.

Para el momento en que salió El Pampero, la capital del Guárico estaba establecida en el pueblo de Ortiz. Era la tercera vez que por razones políticas un gobernante había escogido como sede de gobierno a esta localidad. La primera vez fue el general Joaquín Crespo Torres, quien la trasladó por razones estratégicas militares; la segunda vez lo hizo la Asamblea Legislativa de 1877[7] y esta última por el general Juan Alberto Ramírez, que aún por razones no estudiadas, dícese que por un disgusto con los estudiantes calaboceños, mudó casi todo el gobierno regional hacia Ortiz [8].

El general Juan Alberto Ramírez le había confesado a Nicanor, a Arturo y a Luís Acosta Rodríguez sus intensiones de mudar la capital de Calabozo a Ortiz. Esto generó un cierto movimiento de opinión solapado en otras localidades guariqueñas, que se disputaban la capitalidad regional. Por su puesto, el pueblo de Ortiz no se quedaba atrás. Muchas veladas y agasajos ofrecieron varias familias orticeñas al presidente del estado a fines de promover la capitalidad de Ortiz.

El general Juan Alberto Ramírez, hombre de confianza del régimen gomecista[9], tiene una gran significación en la historia contemporánea del estado Guárico, quien no sólo le tocó trasladar la capital de dicho estado desde Ortiz hasta San Juan de los Morros en 1934. Durante su gestión de gobierno, se percibe una tímida transformación en el paisaje urbano de Ortiz. Se inicia una campaña de saneamiento ambiental y limpieza de escombros de las viejas casas muertas, derrumbadas. Se arboriza la avenida Bolívar, entre otros espacios públicos. El diario El Universal de Caracas reportaba el incipiente esfuerzo que hacían sus pobladores y el gobierno para revivir la localidad de la ignominia. “El mejoramiento de los jardines y parques de la Plaza Bolívar – señala la nota periodística-, construcción de un surtidor que abastece el agua para el riego de la plaza y para el servicio de gobierno y otra para el local del registro público, reconstrucción para otra casa para una oficina publica”.

Muchas veces el lápiz rojo del gobierno les impuso la censura a los incipientes periodistas de El Pampero. Una nota del Secretario de Gobierno, doctor José Tomás Sosa Altuna -cuenta Don Arturo Rodríguez-, exigía que antes de publicar el periódico teníamos que llevar los trabajos para ponerle el visto bueno. Eso era una censura de prensa. Eso ocurrió así, pues, yo recogía los trabajos que se iban a imprimir y los llevaba a la casa del señor Sosa, entonces lo dejaba allá hasta el otro día cuando lo iba buscar. Lo que no convenía lo tachaba. En eso, de una ida a la secretaría de gobierno del Guárico, me vio el General Ramírez que iba entrando:

-Hola. ¿Qué se le ofrece amigo? Nada general- respondió Don Arturo. Sólo vengo a traerle los trabajos del periódico al doctor Sosa, para que los vea, lo examine y lo que no convenga al gobierno que se publicará. Muy mal hecho, dijo el general Ramírez: Eso no, ustedes son amigos del gobierno y no tienen porque pasar esto.

En la segunda etapa de El Pampero -cuenta Arturo Rodríguez- que la dirección y la administración del periodiquito pasó a manos de Vicente Loreto y Francisco Arteaga, quien este último firmaba con el seudónimo “Pancho el Gatea”,[10]. También destaca Arturo que, en la primera etapa, salieron ocho o diez números y en la segunda se publicaron dos ediciones.

En 1935, el periódico La Puerta del Guárico anunciaba el establecimiento de don Arturo Rodríguez y su familia en San Juan de los Morros.[11] El redactor de la noticia no nos deja pistas, por lo menos en la nota periodística, sobre cuáles eran las razones de su permanencia en la capital del Guárico. En 1944, el pueblo de Ortiz mostraba signos de resurrección. Funcionaba aquí una misión técnica agropecuaria encargada del resurgimiento de la población, con lo cual el Ministerio de Agricultura y Cría accedería darle agua tratada a la población. “El abastecimiento de agua potable – escribía Don Guillermo Matute – es la tragedia máxima de este pobre pueblo...”. En ese año se casó Don Arturo Rodríguez con doña Josefina Trujillo Herrera (n.1921-1994), oriunda de San José de Tiznados y de ancestros de reconocida vida política, militar y académica de Ortiz y Villa de Cura. De este matrimonio nacen: Arturo (fallecido al nacer), Domingo Silo y los morochos Froilán y Aurys Beatriz Rodríguez Trujillo.

Don Arturo Rodríguez fue un promotor de actividades de culturales. No sólo con su hermano Nicanor Rodríguez y su primo Luís Acosta Rodríguez promovió la creación del Centro Cultural Pro-mejoramiento, que fue lugar de cita de grupos intelectuales, musicales y teatrales como el Retablo de Las Maravillas (conocido hoy como Danzas Venezuela), con la actuación de la famosa artista Yolanda Moreno, y que fundó el profesor Manuel Rodríguez Cárdenas[12]. En 1950 fue socio de la primera sala de cine que funcionó en el Ortiz. Esta sociedad la conformaba también el Padre Grau y Ernesto Rodríguez Medina, la cual se había establecido para adquirir un proyector de películas 16mm y una planta eléctrica.[13]

Don Arturo fue un hombre religioso. En su poesía se plasma esa personalidad en el catolicismo y la fe. Muchos de sus poemas guardan la influencia del poeta colombiano Héctor Guillermo Villalobos y por el gran bardo nicaragüense Rubén Darío, que le permitió dejar una interesante obra literaria que permanece hoy ignorada. Una vez me contó que la poesía había nacido con él a la edad de los 15 años. “No puedo decir que soy un poeta, pero he tratado que mis versos tengan sentido común”, me dijo.

Dejó una recopilación de poemas para un libro de poesía con el tentativo nombre de Chubasco. Estos materiales permanecen bajo la custodia de su hijo el doctor Froilán Rodríguez Trujillo. Algunos de ellos incluimos al final de este texto. Fue un gran lector y un amante del periodismo. Colaboró en la publicación Orientación, revista fundada por el padre Ricardo Pínter Revert el 18 de febrero de 1962, impresa en los talleres gráficos que funcionaron en la Casa Parroquial. Igualmente lo hizo en la revista multigrafiada Ortiz, también fundada por el párroco Pínter, en mayo de 1967. Como también escribió artículos y poemas para los periódicos multigrafiados El Estudiantil y Luz y Pensamiento, fundados por mi persona y el bachiller Orlando Cordero Castillo. El primero fundado en 1984 y el último el 17 de julio de 1985.

En los últimos años de su vida, Don Arturo Rodríguez vio crecer el desarrollo urbano de Ortiz. Sus calles y sus barrios. Eso le motivó una gran alegría y satisfacción por el crecimiento de sus lar narivo. Desde 5 de enero de 1990, la pequeña biblioteca comunal del Barrio La Romana lleva el epónimo de nuestro biografiado. En esa fecha, don Arturo Rodríguez pronunció estas breves palabras:

“ Doy un saludo de agradecimiento al Barrio La Romana. A este barrio donde pase yo largos años de mi vida, por eso reciban mi cordial saludo y un abrazo muy afectuoso. Al mismo tiempo quiero llamar a los jóvenes, de ambos sexos, los cuales sé que hay bastante en este barrio para que vengan a esta sala de lectura para que le den calor, para que le atiendan porque es preferible nutrir la mente con un buen libro que caer en los vicios funestos del alcoholismo y la droga”.

De este modo hemos querido honrar la memoria de Arturo Rodríguez como la del intelectual, ciudadano y hombre público. Porque, ante todo, fue un hombre sin tacha, cabal, bondadoso y sapiente Un modelo para nuestra juventud.



ANEXOS


(Elegía)
Ultimo vestigio de un pasado de esplendor del viejo Ortiz.
Para: Orientación

Más de cien años pesan sobre tu arqui
(tectura
de molduras doradas de exquisito esplen
(dor
que con manos benditas o con manos
(impuras
te brindó las caricias algún predicador

En la penumbra sobria de ésta Iglesia
(de pueblo
desfilaron dolientes los recuerdos re
(motos
de campanas que alegres repicaban al
(vuelo
de campanas que a muerte doblegaban
(quejumbrosos
De aquel Ortiz de entonces tu fuiste
(fiel testigo
y tal vez cual ninguno te tocó des-
(cifrar
la prédica elegante del padre Franchis
(quini
y del padre Tineda su verbo irregular
Hoy cuando Ortiz renace de su propia
(tragedia
y deja atrás un siglo de ficticio esplen
(dor
caístes cual coloso sobre la misma
(tierra
como Cristo el Mesías, como Judas el (traidor.

Ortiz, 20 de Agosto de 1.965. Por Orticeño Católico.



AÑO NUEVO
A mí apreciado y distinguido amigo Don Vinicio Jaén Landa

Renacen en nosotros frustradas esperanzas
tan humanas en los seres, que esperan sin rencor
que brille un nuevo día sobre un mar de bonanzas
para todo el que sueñe con un mundo mejor

Como todo el augurio de las primeras horas
pasa y se desvanece como cruel espejismo
Sigue tenaz el tiempo; se hace la espera
bajo el pálido ambiente de un hondo pesimismo

Sólo aquellos que viven arrastrando penas
sin que brille una estrella, en su lúgubre noche
ahogan en sollozos el año que se aleja
recibiendo el que viene con mudo reproche

Ortiz, 27 de febrero de 1995

Arturo Rodríguez


Lagrimas de Niño

(Estampas Navideñas
Para: “Orientación

(1)

Fue dolor, decepción inocente
Que le hicieron brotar de sus ojos
Por negarle mezquino, indolente
Un juguete que calme su antojo
(
Contemplé la criatura en su roç
se marcaba una pena, tal vez la primera.
Que ;e plasmó en su sueños ignotos
Cual soplo de brisa en la noche serena.

(1 1 1)

Reteniendo en sus ojos divnos
El infante prilijo en ernuras
Transform6 las lágrimas del niño
En cántico de amor en las alturas.
Ortiz: 20 de Diciembre de 1.962
POR: Orticeño Católico



El pecador

(Para Orientación)
Dedicado a los jóvenes cursillistas: Pérez, Seijas, Baloa, Ramos y Rojas.

(I)

El pecador entró con su paso, tardío
Con sus ojos sin brillo, su fe derrumbada
A una Ig1esi de pueblo como el mío
Donde un buen Sacerdote una Misa oficiaba.

(II)

El Pecador salió con brillo en la mirada
Con el paso ligero y su fe restaurada
De esta Iglesia de pueblo que fue el ara
Que redimió sus culpas y confortó su alma.

Ortiz, 10 de Abril de 1962
Por “Orticeño Católico”


MADRE
Dedicado en su día

(1)
Madre es nombre sacrosanto
Que inspira fervoroso gran cariño
Lo pronuncia llorando todo niño
Con la inocencia de su tierno llanto

(II)

Madre dice en su cruel quebranto
El moribundo infeliz en su agonía
Madre, madre te evoco con mi llanto
Cuando te nombro muerta Madre mía

(III)

Cuando contemplo con pesar profundo
Del claro día muriéndose la luz
Madre, madre pronuncio en la cruz
El infinito Redentor del Mundo.

Por: Orticeño Católico
Ortiz, 15 de Mayo de 1962


NOTAS



[1] Hijo de Doña Evarista Moreno Vilera y Don Fernando Rodríguez Moreno. Había sido comerciante, político y distinguido personaje de la aristocracia burocrática de Ortiz. Llegó a ser concejal y presidente del Concejo Municipal, en el año uno. Asimismo, participó en diversas funciones y actividades públicas. Fue Jefe Civil de San Juan de los Morros (en aquel tiempo perteneciente a la Jurisdicción de Aragua) y luego del pueblo del Señor San José de Tiznados, donde falleció a causa de una fiebre palúdica.
[2] BOTELLO, OLDMAN (1995): Apuntes para la historia de Ortiz. Ortiz: publicaciones de la Alcaldía de Ortiz, p. 68. Según Fernando Rodríguez Mirabal señala que, quienes por ser nativos de Cagua, en el pueblo de Ortiz se dieron a conocer como los hermanos Rodríguez Cagua. Ver RODRIGUEZ MIRABAL, FERNANDO (2006).”Los Rodríguez Moreno de Ortiz”. Valle de la Pascua: X Encuentro de Cronista e Historiadores del Estado Guárico. 29, 30 y 31 de marzo.
[3] Doña Evarista Moreno Vilera ejerció una gran influencia matriacal en los hermanos Nicanor y Arturo Rodríguez. Fue hija de Antonio Moreno Sierra y Rita Vilera Moreno. Nieta del famoso militar Roso Vilera, joven orticeño, quien se alistó en el ejército del general José Antonio Páez, en el Apure de 1818, y que continuó en campaña hasta el año 21, cuando llegó a Carabobo.
[4] Doña Beatriz Rodríguez Sierra fue hija del general Pedro Pablo Rodríguez y Doña María Dolores Sierra García. A la edad de 28 años contrae nupcias con Don Nicanor Arturo Rodríguez Moreno. Del matrimonio nacieron cuatro hijos. Una niña que falleció a nacer; Fernando Antonio, que murió a los pocos días con gripe. Nicanor y Arturo Rodríguez, quienes lograron sobrevivir de las enfermedades palúdicas.
[5] Político, comerciante y concejal pro gomecista.
[6] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (1990, 03 Agosto). El Pampero: Un periódico manuscrito. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, p. 18
[7] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (2004, 15 Octubre): Ortiz: Dos veces capital de Guárico. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, p.5
[8] CORDERO VELASQUEZ, LUIS (1991, Marzo).”Cambio de ciudades y capitales. Gómez determinó la capital de Guárico”. Caracas: Revista Elite, pp, 40-42. Ver también ADOLFO RODRIGUEZ (1989, 01 septiembre). “Don Nicanor Rodríguez: oráculo de la resurrección de Ortiz”. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista, pp. 12-13
[9] El general Juan Alberto Ramírez fue músico, compañero de serenatas y farras del general Juan Vicente Gómez, considerado su medio hermano o criado de Don Pedro Cornelio Gómez.
[10] PEREZ A, JOSE OBSWALDO (2004, 15 Septiembre): “ El Periodismo en Ortiz” San Juan de los Morros: El Diario El Nacionalista, p. 21
[11] La Puerta del Guárico, 15 de septiembre de 1935
[12] PEREZ A, JOSÉ OBSWALDO (2000): Orígenes Históricos del pueblo de Ortiz. Ortiz: Ediciones de la Cámara de Comercio de Ortiz, p.15
[13] RODRIGUEZ, FERNANDO (2006,10 Marzo).”El cine en Ortiz”. San Juan de los Morros: El Diario El Nacionalista, p,A-8
sábado, agosto 25, 2007

Concho Lara/Un descendiente del Mocho Hernández

Concho Lara llegó a Parapara en 1949. Se vino a trabajar con un señor llamado Salvador Solórzano. Allí se formó como funcionario público. Fue policía y estuvo por cinco años de Presidente de la Junta Comunal de Santa Catalina de Sena de Parapara, donde se vanagloria de ser aún apreciado por los parapareños.


Por José Obswaldo Pérez

RAMÓN CONCEPCIÓN HERNÁNDEZ, mejor conocido como Concepción “Concho” Lara vive en San Francisco de Tiznados (municipio Ortiz, estado Guárico), con sus 73 años acuesta. Nació el 8 de diciembre de 1932. Se dice ser el segundo sobrino del General José Manuel Mocho Hernández, a quien admira como “un hombre histórico” y que el historiador José Antonio Armas Chitty en su libro “El Mocho” Hernández. Papeles de su archivo (1973), lo considera como “el caudillo que arrastró las más grandes simpatías a finales del siglo pasada en procesos eleccionarios e igual fervor popular bajo las dictaduras de los generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Sorprendía su influencia en los hombres que habían llegado a la treintena y se le admiraba en el exilio por su protesta noble en aquella Venezuela que se fue acomodando, no obstante los alzamientos, al carácter pétreo del caudillo de La Mulera”.



lunes, marzo 26, 2007
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