A 157 años de la muerte de Ezequiel Zamora, el general del Pueblo Soberano (10 de enero de 1860-2017).
Ezequiel Zamora, General del Pueblo Soberano, (Cúa, estado Miranda, 1º/02/1817—San Carlos, estado Cojedes, 10/01/1860), estratega militar y primer líder de los movimientos sociales en el siglo XIX venezolano, fue uno de los principales protagonistas de la Guerra Federal (1859-1863) que propugnaba una extensa reforma agraria a favor de los campesinos. Su asesinato se produjo el 10 de enero de 1860, a consecuencia de un disparo traicionero que se le hizo desde el campanario de la iglesia, cuando se encontraba en la plaza mayor de la ciudad de San Carlos de Austria, asediando a los restos derrotados del ejército conservador. Refiere el historiador J.M. Siso Martínez, que: “Durante las acciones preliminares para la toma de la plaza... recibe un balazo en la cabeza que le causó la muerte. La causa queda en el misterio. Algunos dicen que la bala salió de su propio campo, obedeciendo órdenes de Juan Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán Blanco”.
Jefe indiscutible del Ejército Federal, Zamora hizo de la guerra entre los conservadores y liberales un amplio movimiento popular liberador, que levantaba las banderas de la liquidación de la oligarquía y la entrega de la tierra a los campesinos. Los historiadores, entre otros, Federico Brito Figueroa y Adolfo Rodríguez, le han atribuido cualidades propias de héroe popular: valentía, constancia indomable y horror a la oligarquía. Dedicado originalmente al comercio de víveres, su relación con el pueblo le hizo comprender el descontento social ante la crisis económica que asolaba al país desde la guerra de la independencia y, acogiendo las propuestas de Antonio Leocadio Guzmán, se une a él, convirtiéndose en el Jefe regional de los liberales.
El 7 de septiembre de 1846, Zamora se alza en Guambra, proclamando las consignas “Tierra y hombres libres” y “Respeto al campesino y desaparición de los godos”, lo que le haría ganar la devoción popular y el nombre de “General del Pueblo Soberano”. Bajo la dirección de Ezequiel Zamora, la campaña del Ejército Federal condujo a sucesivas derrotas de los godos en 1859. El 10 de diciembre de ese mismo año, en la batalla de Santa Inés (estado Barinas), quedaron diezmados los conservadores, y se abrió el camino hacia Caracas y la victoria definitiva. Después de Santa Inés, Zamora se dirigió hacia el centro del país a través de Barinas y Portuguesa, pero antes de aproximarse a Caracas resolvió desalojar a los restos conservadores de la ciudad de San Carlos.
Durante las acciones para la toma de la plaza, mientras dirigía una operación de aproximación a las trincheras enemigas, recibió un balazo en la cabeza disparado por un francotirador colocado en el campanario de la iglesia. Se afirma, que el asesinato de Zamora fue producto de una conjura fraguada por la oligarquía conservadora, que se valió de una traición dentro de las filas liberales.
Su inesperado deceso cambió el rumbo favorable que llevaba la guerra para los federalistas y produjo la pérdida de quien para muchos fue uno de los más importante líderes populares del siglo XIX venezolano. Sus restos fueron trasladados a Caracas y colocados en la iglesia de la Santísima Trinidad, actual Panteón Nacional, el 13 de septiembre de 1872.
“No habrá pobres ni ricos, no habrá esclavos ni amos, no habrá poderosos ni desdeñados; a partir de ahora, todos seremos hermanos y nos trataremos de igual a igual, como hermanos”, fue la proclama más emblemática que, poco antes de ser asesinado, dejó por escrito el general Zamora. Tras la muerte de Zamora, el liderazgo federalista recayó principalmente en Juan Crisóstomo Falcón y Juan Antonio Sotillo.
*UNESR/Cronista del Municipio Leonardo Infante
felipehernandez457@yahoo.com
Jefe indiscutible del Ejército Federal, Zamora hizo de la guerra entre los conservadores y liberales un amplio movimiento popular liberador, que levantaba las banderas de la liquidación de la oligarquía y la entrega de la tierra a los campesinos. Los historiadores, entre otros, Federico Brito Figueroa y Adolfo Rodríguez, le han atribuido cualidades propias de héroe popular: valentía, constancia indomable y horror a la oligarquía. Dedicado originalmente al comercio de víveres, su relación con el pueblo le hizo comprender el descontento social ante la crisis económica que asolaba al país desde la guerra de la independencia y, acogiendo las propuestas de Antonio Leocadio Guzmán, se une a él, convirtiéndose en el Jefe regional de los liberales.
El 7 de septiembre de 1846, Zamora se alza en Guambra, proclamando las consignas “Tierra y hombres libres” y “Respeto al campesino y desaparición de los godos”, lo que le haría ganar la devoción popular y el nombre de “General del Pueblo Soberano”. Bajo la dirección de Ezequiel Zamora, la campaña del Ejército Federal condujo a sucesivas derrotas de los godos en 1859. El 10 de diciembre de ese mismo año, en la batalla de Santa Inés (estado Barinas), quedaron diezmados los conservadores, y se abrió el camino hacia Caracas y la victoria definitiva. Después de Santa Inés, Zamora se dirigió hacia el centro del país a través de Barinas y Portuguesa, pero antes de aproximarse a Caracas resolvió desalojar a los restos conservadores de la ciudad de San Carlos.
Durante las acciones para la toma de la plaza, mientras dirigía una operación de aproximación a las trincheras enemigas, recibió un balazo en la cabeza disparado por un francotirador colocado en el campanario de la iglesia. Se afirma, que el asesinato de Zamora fue producto de una conjura fraguada por la oligarquía conservadora, que se valió de una traición dentro de las filas liberales.
Su inesperado deceso cambió el rumbo favorable que llevaba la guerra para los federalistas y produjo la pérdida de quien para muchos fue uno de los más importante líderes populares del siglo XIX venezolano. Sus restos fueron trasladados a Caracas y colocados en la iglesia de la Santísima Trinidad, actual Panteón Nacional, el 13 de septiembre de 1872.
“No habrá pobres ni ricos, no habrá esclavos ni amos, no habrá poderosos ni desdeñados; a partir de ahora, todos seremos hermanos y nos trataremos de igual a igual, como hermanos”, fue la proclama más emblemática que, poco antes de ser asesinado, dejó por escrito el general Zamora. Tras la muerte de Zamora, el liderazgo federalista recayó principalmente en Juan Crisóstomo Falcón y Juan Antonio Sotillo.
*UNESR/Cronista del Municipio Leonardo Infante
felipehernandez457@yahoo.com