La hija de un destacado ex ministro del gobierno de Juan Vicente Gómez y esposa de un escritor norteamericano estaba involucrada en una trama de pasión y muerte; era la protagonista principal de un relato digno de una novela de Conan Doyle (1859-1930), el autor inglés y creador de Sherlock Holmes o simplemente un caso de clínica siquiátrica.
JOSE OBSWALDO PEREZ
IMAGE Reproducción JOP | Virginia Pereira Álvarez.
HACE UN TIEMPO la
prensa norteamericana se hizo eco de la historia de la doctora Virginia Pereira
Álvarez. La profesional de la medicina de origen venezolana -residente en
Estados Unidos-, hacía de su vida un escándalo en 1928. El affaire, como
la titularon algunos medios periodísticos, resultó un caso curioso y
sensacional para los mass media estadounidenses. La hija de un destacado
ex ministro del gobierno de Juan Vicente Gómez y esposa de un escritor
norteamericano estaba involucrada en una trama de pasión y muerte; era la
protagonista principal de un relato digno de una novela de Conan Doyle
(1859-1930), el autor inglés creador de Sherlock Holmes o simplemente estábamos
al frente del entramado de un caso de clínica siquiátrica.
Todo empezó en la
primavera de 1927, cuando los esposos Hussey-Pereira sufrieron un accidente en
un viaje automovilístico cerca de Collegeville, un borough del condado
de Montgomery. En aquel evento, nada lamentable, Virginia presentó una
contusión cerebral y su marido, a penas, excoriaciones leves. Cuando ocurrió el
incidente, la doctora Virginia Pereira Álvarez prestaba sus servicios
profesionales en el West Philadelphia Hospital for Women de Norristown,
Filadelfia. Allí fue atendida por sus colegas.
Aquel día marcó un
antes y un después en la vida de esta mujer que se convirtió en la figura central
de una larga serie de eventos ampliamente publicitados por los medios locales
de Estados Unidos; pero también por las agencias internacionales. Su marido
definió aquellos acontecimientos como una “tragicomedia de errores” que al
final socavaron la vida marital de aquella pareja.
Guayanesa de sangre
llanera
Virginia Pereira
Álvarez fue guayanesa, nacida en Ciudad Bolívar, en 1886. Hija del periodista
orticeño Ismael Pereira Álvarez, ex ministro del General Juan Vicente Gómez,
quien había servido en diversos períodos como el Secretario de Estado, Ministro
de Guerra y Secretario de Marina de Guerra, y de doña Heraclia López, dama de
casa, también natural de Ciudad Bolívar. Fue la mayor de cinco hermanos: Ismael
Aníbal, Alejandro, Héctor y América Pereira Álvarez. Ninguno utilizó el
apellido materno.
Ismael Aníbal se hizo
periodista como su padre. Fue el
fundador de la Asociación de Cronistas Deportivos de Venezuela y redactor de
Deportes del Diario El Universal de Caracas, en la especialidad de ciclismo;
pero, también, se desempeñó en la fuente política como lo comprueba una
entrevista que le realizó al Capitán
Luis Rafael Pimentel, Director Ejecutivo
del recién fundado partido cooperativista
de izquierda Bloque de Avance Nacional (BAN). Fue defensor de Derechos
Humanos y miembro del Partido Comunista de Venezuela (PCV). En 1936 fue
expulsado del país por el gobierno del
general Eleazar López Contreras (El Universal, 27 de junio de 1936). Casó con
Vivita de Pereira.
Alejandro se gradúa de
abogado en la UCV y más tarde obtiene en el Paraninfo de esa Casa de Estudios
el grado de Doctor en Ciencias Políticas. En una reseña del Diario El
Universal, del 15 de enero de 1911, se le califica de “inteligente y
acucioso estudiante de la juventud venezolana”. Más tarde, ejerce como juez en
el estado Carabobo y es designado Director de la Escuela de Derecho de la
Universidad de Carabobo, en el año 1934. Casó con María de Lourdes de Pereira,
con descendencia (La Esfera, lunes 25 de abril de 1927. No.39).
Por su parte, Héctor
fue diplomático, se desempeñó como cónsul de Venezuela en Puerto Rico y en
Filadelfia, Estados Unidos, desde 1911, manteniéndose en esa función durante
tres años. Posteriormente, fue profesor de español en la Universidad Médica de
Hahnemann. Igualmente, se desempeñó en el Departamento Comercial para América
Latina de Pensilvania hasta su muerte en 1932. Dejó tres hijos, Gladys, de 17
años; Dorothy, de 10 años y Donald, de cinco.
América se desposo con
el diplomático F. Armando de Pedraza. También, vivió en Filadelfia y se
desconoce si dejó familia.
Mujer de precoz feminismo
Virginia Pereira
Álvarez fue una mujer sobre saliente y culta. Adelantada en su “feminismo”. En
1902, obtuvo el título de Profesora Normal expedido por el Colegio Nacional de
Niñas de Caracas, luego de cumplir con todos los requisitos de Ley y de
presentar un examen individual ante una Junta de 22 profesores de distintas
materias curriculares, con el cual alcanzó la calificación unánime de sobresaliente
en grado máximo en todas y en cada una
de las materias (Recopilaciones de Leyes y Decretos de Venezuela, 1902;
p.248-249). Así que fue una de las primeras educadoras normalistas de
Venezuela, producto de los cambios pedagógicos del país. Su padre la homenajeó
con un trabajo ensayístico titulado Profesorado Normal de la Mujer
Venezolana (1903), publicado por la Imp. Editorial de Soriano Sucs. Relata
su progenitor que se graduó el 18 de agosto de 1902, en el Colegio Nacional de
Niñas, dirigido por la señorita Francisca M. Andueza. Aunque fue estudiante un
tiempo del Colegio de Nuestra Señora del Socorro.
Cuando obtuvo el título
de profesora con el “sobresaliente en toda y cada y cada una de dicha materias
con el número máximo de puntos que dispone la ley”, contaba con 16 años y fue
homenajeada con todos los honores. Virginia solicitó su grado, de acuerdo a un
resuelto del Ministerio de Instrucción Pública, el nueve de mayo de ese año. Un
testimonio de su hacer pedagógico lo demuestra una resolución del 16 de octubre
de 1903 del Ministerio de Instrucción Pública,
donde se le nombraba miembro de
la Junta Examinadora de las señoritas Josefina Osorio, Francisca L Machado,
Emilia Lafée, Trina Menginou, Carmen Galarraga y Ana L. Bremont, alumnas del
Colegio Nacional de Niñas de Caracas, en la cual manifestaron que deseaban
optar al grado de Maestras. Elementales de segunda enseñanza en dicho
Instituto. Además de la señorita Virginia, la Junta estaba compuesta por su
padre el General Ismael Pereira Álvarez,
Doctor Enrique Delgado Palacios, Profesor M. M. Villalobos y la señora Julia
Soto de Garban (Recopilaciones de Leyes y Decretos de Venezuela, 1903;
p.231-232).
Asimismo, la Memoria
que presenta el Ministro de Instrucción Pública al Congreso del año 1905, da
cuenta de la presencia de la señorita Virginia durante un examen realizado el
15 de julio de 1906. Dice el documento:
“A las 3 p. m. del día
de hoy se practicó el examen de Geografía de Venezuela (2 sección) de que es
Profesora la señorita Virginia Pereira Álvarez, encontrándose presentes las 40
alumnas de que consta esta asignatura. Transcurrido el tiempo que marca la ley
la Junta examinadora se declaró satisfecha aprobando a todas las alumnas y
calificando de sobresalientes a las señoritas: Lucía Toledo, Aída Ellul, Adela
Osorio, Carmen Badillo, Angelina Ortiz “, entre otras jóvenes.
También, fue una de las
primeras mujeres que optó en la Universidad Central por el grado de Bachiller
en Filosofía, en la cual presentó el trabajo titulado Hidratos de carbono.
Ideas generales (Imprenta Bolívar, 1910). Así, desafió todos los estereotipos
de la época. Cuando se le examinó en Caracas, en 1910, tal hecho fue un suceso
curioso, “pues además de los examinadores asistieron numeroso público y hombres
de Ciencias, así sería el asombro que causaba el acontecimiento”.
El hecho lo narra una
crónica del periódico El Noticiero-Diario de la Tarde-, en su edición
del 30 de agosto de 1910:
“Ayer en la mañana optó
en la Universidad Central al título de Bachillerato, la distinguida señorita
Virginia Pereira Álvarez, ante una junta presidida por el doctor Alberto Smith
y compuesta, además, por los doctores Enrique Delgado Palacios, Luis Soriano,
E. Gómez Franco y José Miguel Crespo Vivas. En la concurrencia había muchos
hombres de ciencias, tales como los doctores Agustín Aveledo, Miguel Ruiz,
Elías Toro, Núñez de Cáceres, Obelmejías, Abrahams, Ovalles y alumnos de todos
los cursos. Hallábase también allí el ilustrado orador sagrado Padre Mendoza,
el presbítero doctor Calixto González y el aventajado Director del Colegio
Francés, padre Michaud...”
Más tarde – y por
primera vez-, esta joven mujer se matricula en la Universidad Central de
Venezuela, junto con treinta estudiantes más, para estudiar la profesión de la
medicina. Era la única mujer. Allí cursó estudios entre 1910 y 1912 obteniendo,
en el primer año de la carrera, notas sobresalientes en las unidades
curriculares de Anatomía, Histología, Microbiología, Física y Química Médica.
Dicho acontecimiento mereció que el general Juan Vicente Gómez, Presidente de
la República de Venezuela, se refiriera a ella durante el mensaje anual al
Congreso Nacional, el 19 de marzo de 1911, como resultado de su gestión
gubernamental sobre “los avances que ha tenido la mujer venezolana a estudiar
ciencias en nuestra Universidad Central, habiéndole tocado a la señorita
Virginia Pereira Álvarez iniciar el luminoso derrotero”, señala el periodista
Luis Correa.
Dado a sus
extraordinarios conocimientos, Virginia Pereira concursó como docente de la
UCV, en calidad de estudiante, puesto que el Concurso de Oposición celebrado el
7 de septiembre de 1911, ganó el cargo de preparadora de la Cátedra de Química
y Física Médica de esa Casa de Estudios, asistiendo al profesor de la cátedra, el doctor G. D.
Palacios, en una importante investigación sobre química patológica tropical,
donde su nombre aparece como colaboradora en el prefacio de esta obra. También,
Virginia formó parte de un curso para estudiantes sobre Química Agrícola,
promovido por el Ministerio de Fomento para familiarizar a los jóvenes con las operaciones
de esta materia.
Durante sus estudios,
Pereira Álvarez fue becada por el Ejecutivo Nacional, según resolución de 23
de setiembre de 1910, por la cual se le pensionaba con Bs. 100 mensuales, para
que continúe sus estudios superiores en la Universidad Central.(Gaceta
Oficial, número 11.112).
En un artículo, escrito
en inglés, para la publicación de la Asociación Norteamericana de Mujeres
Universitarias (Journal of the American
Association of University Women, en
inglés), Virginia P. Álvarez, hace un análisis del sistema educativo venezolano
para la época; así, como sobre las enfermedades prevalentes en el país. En este
escrito, su autora testimonia su experiencia durante el primer año de su
carrera en Venezuela.
“Hasta ahora, he sido
la única mujer en tomar una carrera en la Universidad Central, aunque la
universidad ha estado abierta a las mujeres desde hace algún tiempo. Las
ventajas son las mismas para ambos; pero, en verdad, los hombres no aceptan a
las mujeres con buen agrado”.
Sin embargo, como
sostiene Rodríguez Jiménez (1964; p.311) “al principio tuvo que sufrir
hostilidad declarada, amarguras sin cuento, burlas...”. No obstante, el doctor
Miguel González (2009), profesor de la cátedra de Historia de la Medicina de
la Escuela Luis Razzeti de la UCV, relata que
“Virginia debió tener un carácter fantástico e impresionante. Nunca hubo
una mujer estudiando medicina y la primera que ingresa es la mejor de todo el
grupo, eso es llamativo”.
Por su parte, Willmen
Ortega (2009), en su libro La Asociación General de Estudiantes en Venezuela
refiere sobre las manifestaciones encontradas entre las posturas de
movimiento estudiantil y la joven estudiante de medicina. “Una de ellas tiene
que ver con la aclaratoria que hiciera Virginia Pereira Álvarez, primera mujer
cursante de los estudios médicos en la UCV y destacada preparadora de la
cátedra de química y física médica, quien, al hacer uso de las páginas de El
tiempo, trata de aclarar un malentendido entre el bachiller Núñez Carrillo
y el rector Guevara Rojas, a raíz de la elaboración por parte de los
estudiantes de medicina de una hoja suelta en donde exigían su renuncia. Para
limar las asperezas, Pereira Álvarez hizo pública la conversación que sostuvo
con Núñez Carrillo, en la que aclaró le habían tomado su firma sin su
autorización, creándole problemas con el rector Rojas quien le había dispensado
favores y ante el cual no deseaba aparecer como un desagradecido”.
Con 26 años, Virginia
se verá obligada a trasladarse a los Estados Unidos en 1912, porque Juan
Vicente Gómez clausuró la Universidad (debido a la huelga de los estudiantes
que solicitaban la renuncia del ministro Felipe Guevara Rojas en ese año).
Allí continúa sus estudios de medicina. Se establece en Filadelfia,
matriculándose en el Woman’s Medical College of Pennsylvania, donde se
graduó en el 1920. En esta institución se le recordará como una de sus mejores
estudiantes extrajera. Fue así que, en 1917, recibió como premio una beca
internacional para apoyarla en sus estudios médicos, otorgada por la Asociación
Norteamericana de Mujeres Universitarias, conocida por sus siglas en inglés
como AAUW (American Association of University Women), la cual se le renovó
por cuatro años consecutivos. El premio denominado Latin American Fellowship
consistía de mil dólares establecido por este gremio feminista para
fomentar las relaciones de amistad con estudiantes féminas de las repúblicas
latinoamericanas y para apoyarlas en la preparación para servicios públicos de
sus naciones.
En aquel evento, donde
concursó junto con 10 participantes, la joven venezolana obtuvo un porcentaje
de 99.9 de 100 puntos. Lo más cercano para esta alta puntuación fue hecho por
otros concursantes que alcanzaron sólo 95 puntos. La joven ganadora premiada
fue receptora de muchas felicitaciones por los integrantes de la facultad de
medicina y amigos.
Al recibir el premio,
Álvarez manifestó que, una vez terminados sus estudios, pensaba fundar en su
país una institución para la prevención y cura de enfermedades infantiles. Tal
establecimiento se necesitaba, en gran medida, porque la tasa de mortalidad
infantil era, en extremo, alta en Venezuela.
El amor llega
Un año antes, la
doctora Pereira Álvarez había contraído matrimonio con el investigador
norteamericano Lindley M. Hussey - nacido Pennsylvania, el 13 de agosto 1884-,
quien vivía en Los Ángeles, Estados Unidos, con quien –al parecer- no tuvo
descendencia. Hussey era químico y farmaceuta de profesión, dedicado a los
estudios farmacológicos y quimioterápicos. Pero, también, se destacó como
escritor, cuyo talento literario se manifestó en diversos artículos para
revistas científicas y literarias, como la prestigiosa The American Mercury.
Es autor de la novela Odalisque, publicada en 1927; obra que narra, en
estilo costumbrista, las aventuras de una señorita venezolana en Venezuela y
Nueva York. Este libro fue tributado a su mujer a “quien será para mí la
siempre bien amada”, dice en su dedicatoria.
Aquel hombre, dos años
mayor que Virginia, la había conocido en Caracas, en una de esas fiestas
oficiales del Gobierno de Juan Vicente Gómez y empresarios petroleros
norteamericanos. En esos días, ambos, terminaron enamorándose. Lindley había
quedado atrapado por aquella morena de ojos negros y singular belleza. Su
matrimonio se anunció el 26 de marzo de 1919, en The Philadelphia Inquire, donde se publicó la licencia matrimonial
de los contrayentes: Virginia P. Álvarez, 6015 Ossage ave y Lindley M. Hussey,
5254 webster st.
Un triunfo en el
exterior
El 16 de junio de 1920,
Virginia P. Álvarez Hussey recibió el título de médico, en la Woman’s
Medical College of Pennsylvania, con su tesis de grado sobre quimioterapia.
Aquello fue un acontecimiento que la prensa nacional, como el diario caraqueño El
Universal, se dio eco de la noticia y la calificó de “insólita”. Por otra
parte, el autor de Al filo de los años veinte: exposiciones y crítica de la
pintura en Venezuela, Simón Noriega, también asume como asombroso
aquel suceso y agregaba que “… un periódico de Filadelfia reportaba que,
cuando Virginia optó por estudiar esa carrera, sus parientes la contrariaron y
sus amigos la proscribieron “.
Más tarde, la joven
médica abandonó el internado para iniciar estudios de cuarto nivel en medicina
interna con el doctor A.C. Morgan, profesor de Posgrado de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Pensilvania. Sus investigaciones con él se
basaron principalmente sobre enfermedades cardiacas y pulmonares. Además, de
manera regular, estuvo trabajando en la clínica ambulatoria genitourinaria de
la Universidad Médica de Jefferson, bajo la dirección del Dr. S.W. Jackson.
Sus conocimientos en este centro de salud serán muy importantes para el estudio
de enfermedades comunes de Suramérica. Con su marido, también, investigó sobre
ciertos fármacos que parecía mejorar el tratamiento de la lepra (Journal of
the American Association of University Women. V.15, Año 1921-22; p.21).
En 1921, después de
retornar a Venezuela, trabajó en Caracas con su esposo en un proyecto de
investigación sobre el tratamiento de la lepra con aceite Chaulmugra. Este
procedimiento médico había estado estudiando para tratar a los enfermos de
esta enfermedad en el país. Sin embargo,
tantas dificultadas surgieron que finalmente desistieron del estudio y regresaron
a los Estados Unidos. Durante su permanencia en Caracas, Virginia y su esposo
Lindley M. Hussey compartieron experiencias con los doctores A. Benchetrit,
quien fuera director del Leprosorio de Cabo Blanco e impulsor del proyecto; el
médico colombiano Juan Francisco Pesticott, Andrés Eloy de la Rosa, entre otros
destacados especialistas sobre leproserías
Por otra parte, la
doctora Virginia Pereira Álvarez conoció y trató el caso del poeta cumanés Cruz
María Salmerón, a quien le ordenó un tratamiento a base de ampollas de
heterogetílico, con el fin de agilizar el movimiento manual del paciente. Sobre
esta y otras enfermedades publicó trabajos de investigación en la Gaceta Médica de Caracas, Vol. 22 Nº
20, convirtiéndose en la primera mujer que hizo un artículo científico en 1939.
En referencia a esta
aseveración, el doctor Jaime Requena Mandé, de Biblios (citado por el Boletín
Antropológico de la Universidad de los Andes, Julio–Diciembre, 2015. Nº 90, pp.
151-186) informó durante su conferencia titulada ‘Algo más de un siglo de publicaciones científicas en Venezuela: una
revisión bibliométrica que “en la base de datos plana que maneja sobre
ciencia en Venezuela hay registradas, desde el año 1893 a 2015, 181 mil 664
entradas, 61mil 320 trabajos y 56 mil 449 autoras y autores. El primer artículo
científico en el país se publicó en 1893, de Dominici Otero, y la primera mujer
que hizo una publicación científica fue Virginia Pereira Álvarez, en 1939, en
la Gaceta Médica de Caracas”
También, trabajó en el Laboratorio de
Bacteriología del entonces Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, el cual
dirigió el doctor Analdo Gabaldón, en el estudio del paludismo en Venezuela.
Integró parte del equipo de médicos del Instituto de Higiene, también, bajo la
dirección del doctor Gabaldón. Según el profesor Augusto Germán Orihuela, quien
ha sido quizás la primera persona que ha publicado un artículo de opinión sobre
esta mujer venezolana en el diario El Nacional, indicó que la doctora
Virginia realizó importantes estudios en la UCV y en Nueva York, la cual
requiere una revalorización histórica.
Entre otras facetas de
su vida, la investigadora venezolana se destacó como poeta y narradora. Es
autora de la novela El Ávila mira hacia abajo, con la cual concurrió al
certamen de novelas inéditas hispanoamericanas y fue publicada en la Revista
Nacional de la Cultura (RNC), en su edición número 1-50, en el año de 1946.
Dicha obra fue escrita originalmente en inglés y traducida al español por su
misma narradora. También formó parte de la Junta Directiva de la Sociedad
Bolivariana de Venezuela, como delegada de Ciudad Bolívar y tercera vocal a
nivel nacional.
Amor y celos
Como las
investigaciones sobre la lepra se paralizaron, la pareja decide regresa a EEUU
en 1927. Vuelven a su hogar en Parkerford, a seis millas de Pottstown, Chester,
en una acogedora mansión. Virginia regresa a Nueva York, al Centro Clínico
Privado de Lansdowne, donde colabora con la doctora Susan R. Corson. Pero los
episodios de celos fueron afectando su relación personal. No hay nada más cruel en una historia de amor
que la mentira. Pero, la galena venezolana estaba afligida a la idea de perder
a su marido. Aunque no estaba segura de que su historia fuera de amor, su
paroxismo intermitente de obsesiones e impulsos la llevaría a la paranoia, a un
delirio sistemático y coherente, creyéndose lo que decía.
Fue en julio de 1928,
después de una investigación, cuando la policía descubrió que Virginia alucinaba
todo; inventaba sus propias historias de celo. Desde el punto de vista médico,
el Dr. H. Metz Miller, superintendente del hospital psiquiátrico local la
examinó y dijo que estaba loca. Aunque voceros del centro de salud dijeron a la prensa que la
paciente se encontraba, de manera temporal y mentalmente, desequlibrada
debido a una terrible tensión mental o emocional. Así fue, la médico recayó
con sus obsesiones y, en una trama inventada, confesó a la policía que había
asesinado a su marido Hussey y su amante, la cual Virginia denunciaba como la
“otra mujer”.
-No puedo creerlo; los
he matado a ambos; puedo asegurarlo. Recuerdo haber visto a mí .esposo caer
del auto cuando dispare dos veces, y ella también cayó. Ambos están muerto y
los maté yo, y vi la sangre corre- dijo la médico a los policías del condado.
Pero su esposo y su
amiga fueron encontrados con vida y salud, en un bungalow (búngalo o
chalet para artistas), cerca de Sergeantsville en Nueva Jersey, tres días
después que la doctora Hussey había dicho que los había matado. El señor Hussey
confesó al Jefe de la Policía de Montmery que su acompañante se llamaba Grace
Tetlow Saauveur, una adinerada dama divorciada con tres separaciones encima,
hija del millonario Henry J. Tetlow, un fabrícate de perfumes de Filadelfia y
hermana de un reconocido escritor de ese estado. Vivía en Broad Axe, cerca del
municipio de Ambler.
Otro de sus episodios
de locura fue aquella noche del 16 de noviembre de 1928, en el Condado de
Montgomery, Pensilvania, cuando fue hallada inconsciente por la señora M.
Cherriere, quien dirige una casa de apartamentos. Se había intentado suicidar.
Tenía dos heridas en el pecho y apretada en sus manos una pistola calibre 32.
En una mesita cercana había una nota escrita a puño, con la siguiente inscripción
“A quien pueda interesar”.
“Nadie es responsable
por mi muerte. Hussey ha sido muy amble y bueno conmigo, él no tiene nada que
ver con mi muerte. Simplemente estoy destrozada y no quiero vivir más”. La
anotación estaba firmada como Virginia Hussey.
Al día siguiente fue
recluida en estado crítico en el Misericordia Hospital de la localidad y,
durante ese lapso, fue sometida a un tratamiento y observación médica. Sufría
de trastorno mental, según sus antecedentes médicos. Dos meses después de su
rehabilitación fue dada de alta y se fue a vivir con su hermano, Héctor; pero,
sólo por unas pocas semanas. En seguida, alquiló un apartamento en avenida
Larchwood, a pocas cuadras donde su esposo vivió. Los amigos dijeron a la
prensa que Hussey subvencionaba a su esposa con una pensión semanal y la
visitaba casi diariamente para verla en su habitación. Lindley se había
retirado a New England a encontrar paz y sosiego literario para terminar un
nuevo libro.
La separación
Virginia y Lindley
conciliaron su matrimonio en 1929. Pero, la pareja continuó teniendo problemas
y, finalmente, se divorciaron en 1943. Siete años antes, la médico había
entablado un juicio judicial contra la amante de su esposo, la señora Grace
Tetlow Saauveur, por supuesta enajenación del cariño de su esposo. En 1934, un
tribunal de Common Pleas Court de Pensilvania, se pronunció a su favor según
un informe periodístico de Tyrone Daily Herald.
El veredicto del
tribunal llegó a su clímax durante dos días de asombrosos testimonios, lo que
le permitió al jurado compuesto por 12 jueces deliberar durante cuatro horas y
15 minutos. Durante sus alegatos, la Dr. Álvarez Hussey dio cuenta de una
batalla de siete años para recobrar el amor de su marido. “El corazón deshecho
de Dr. Virginia Álvarez, hija de un estadista venezolano, tuvo hoy una valoración
de $25,000, cantidad conque fue rescindida por
los daños de alienación del cariño de su marido, otorgadas por 12
magistrados contra una dama divorciada, prominente y rica”, destacaron medios
impresos de la época.
Sin embargo, la señora
Grace Tetlow Saauveur apeló la decisión y el juez Albert S.C. Miller, después
de una revisión del caso, le concedió a la amante la invalidez del veredicto.
Por lo tanto, Virginia perdió a su marido y los $25,000.
De nuevo a Venezuela
Regresó a Venezuela en
1938 y funda la Sociedad Venezolana de Bacteriología, Parasitología y Medicina
Tropical de la Universidad Central de Venezuela; pero, no se sintió bien
recibida y regresó a Estados Unidos, donde se concentró en sus investigaciones
hemáticas. Al parecer, Virginia Pereira Álvarez había manifestado al
presidente de la República, Eleazar López Contreras, su interés de revalidar su
título de médico y ejercer la profesión en su país, tal como lo reveló en una
carta dirigida al mandatario nacional, el 9 de diciembre de 1939.
Sin embargo, Arturo
Uslar Pietri, quien era ministro de Educación Nacional, le manifiesta al
secretario de la Presidencia de la
República, Doctor Tulio Chiossone,
que según un informe emanado de la Dirección de Educación Secundaria, Superior
y Especial del Despacho a su cargo se indicaba lo siguiente:
“La Doctora Virginia
Pereira Álvarez no ha hecho por escrito ninguna solicitud acerca de la reválida
de su Título, ni al Ministerio ni al Consejo Universitario, que es a quien
corresponde conocer del asunto.
Verbalmente ha
manifestado su deseo de que dicha reválida se le conceda sin presentar examen y
alega que para la época en que ella se graduó no se exigía tal requisito en
Venezuela.
Parece ser que en
efecto en dicha época se concedieron algunas reválidas en tal forma; pero la
Ley actual en su artículo 81 establece que “los venezolanos que hayan obtenido
en el Extranjero títulos que permitan ejercer en los respectivos países alguna
de las profesiones a que se refieren la Ley Orgánica de la Instrucción y la
presente Ley, pueden obtener el equivalente título venezolano mediante un examen
integral de tres horas”.
Más adelante, el
ministro Uslar Pietri explica que este asunto procedimental rige la Ley que
acaba de citarse, y así lo expresa el Consultor Jurídico de este Ministerio en
el memorándum que a continuación se transcribe:
“El examen de reválida
del Título de Doctor en Medicina de la señora Virginia Pereira Álvarez no
puede verificarse sino de acuerdo con las disposiciones de la Ley vigente, y de
ninguna manera mediante las posiciones de la Ley que regía para 1920, pues ésta
ya no existe por haber sido derogada en todas y cada una de sus partes por los
estatutos legales sucesivos. Por lo Tanto, mal puede acogerse la solicitante,
para verificar el acto de reválida, a disposiciones ya sin ningún efecto legal,
por ser inexistentes en la actualidad”.
Luchadora por los
derechos de la mujer
Virginia Pereira
Álvarez fue una mujer con un empuje social admirable. No sólo en su vida
intelectual y académica sino en su postura ideológica y en su emancipación
femenina en pro de la igualdad de los derechos de la mujer (Rodríguez Jiménez,
1964; p.58). Durante el tiempo que estuvo en Venezuela, Virginia participó en
algunas actividades políticas. En 1941, formó parte de un grupo de damas de la
sociedad caraqueña organizadas en pro de la candidatura de Isaías Medina
Angarita, la cual aupaba demandas democráticas en el país. En este sentido,
fundo la Agrupación Independiente, con un directorio presidido por ella,
junto con la señora Lola Rangel de Rodríguez y la señorita Carmen Rosa Rodríguez.
Dicha organización se dedicó a promover el derecho al voto de la mujer a que
este estaba privada en Venezuela (El Candidato de las mayorías venezolanas;
p.141). En esta circunstancia, Virginia revivía su sangre política que venía de
sus ancestros. Primeramente, empezando por su padre, quien muy joven se había
formado en la política en tierras de Guárico; o por el linaje de los Álvarez,
líderes regionales que pertenecieron a esa casta de políticos liberales
federalistas que, algunas veces, aparecían bajo la roja bandera goda, y otras bajo la amarilla
bandera liberal, y sus diversas ramificaciones.
En el campo científico,
Virginia fue una gran investigadora venezolana. No ejerció la medicina como
tal, como lo atestiguan los doctores S. de Wittl Ludlum y William Drayton,
ambos de Filadelfia. Su pasión siempre fue la investigación. Uno de los
grandes aportes fue el uso de mercurio en diferentes infecciones mediante la
utilización de inyecciones intramusculares, propuesto en algunos casos, en
enfermedades intestinales crónicas que parecían incurables.
La doctora Virginia
Pereira Álvarez falleció el sábado 12 de abril de 1947, a la edad de los 58
años, a causa de una hipertensión maligna y un infarto cardíaco, según publicó
The Wisconsin State Journal, – un periódico del Estado de Pensilvania-.
En aquella ocasión, la Sociedad Bolivariana de Venezuela se pronunció sobre
este lamentable hecho:
“Dolorosa sorpresa nos
ha causado la muerte de la señora doctor Virginia Pereira Álvarez, acaecida
recientemente en Filadelfia, Estado Unidos de América, donde se encontraba
residenciada desde hacía largo tiempo- Distinguían a la apreciable compatriota
relevantes dotes de cultura, bondad, de talento y vasta preparación, y
ostentaba el mérito de habido la primera dama venezolana graduada en Ciencias
Médicas (Revista de la Sociedad Bolivariana: órgano de la Sociedad
Bolivariana de Venezuela, No 15-22 Coop de Artes Grafica, 1944; p.712).
Igualmente, el Colegio
de Médico de Caracas suscribió un acuerdo de duelo con motivos de su muerte.
Los restos de esta destacada investigadora venezolana fueron sepultados en el
Cementerio Fernwood Lansdowne, Pennsylvania, Estados Unidos.
Bibliografía
Fuentes heMeroGráficas
Diario El Universal, 1911
The Wisconsin State Journal
Revista de la Sociedad
Bolivariana:
órgano de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, No 15-22
Gaceta Médica de Caracas, Vol. 22 Nº 20
Revista Nacional de
la Cultura No.1-50
Journal
of the American Association of University Women. V.15,
Año 1921
The
Philadelphia Inquirer, 1928
Boletín
del Archivo Histórico de Miraflores, pp. 154-160
BIBLIOGRAFÍA
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1912 y 1950. Caracas: Escuela de Educación. F.H.E.– U.C.V. Tesis; p.75.
ARCHIVO
GENERAL DE LA NACIÓN (1902). Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela.
Tomo XXV. Caracas:
BEAUPERTHUY
DE BENEDETTI, ROSARIO (1970).La mujer y la medicina. Trabajo de
incorporación como individuo de numero para ocupar el Sillón XXII a la Sociedad
Venezolana de Historia de la Medicina. Caracas: Archivos de la Sociedad Venezolana
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* Periodista, docente e historiador venezolano