Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana. Capítulo introductorio.

No se necesita ser un estadista, para suponer los posibles y devastadores efectos que una contracción mundial en la oferta de bienes alimentarios, podría tener sobre todos aquellos países calificados justamente o no, como importadores netos de alimentos, por la organización mundial de comercio (lamentablemente, Venezuela, por una absurda sin razón, está ubicada en esa desagradable lista Tascon)


Por Jesus Cepeda Villavicencio



“La longevidad y calidad de la vida, tienen en la alimentación al elemento más crucial. Alimentarse no es comer, es nutrirse, porque se puede comer y no alimentarse, y este es un terrible drama en las sociedades actuales, donde la propensión a la obesidad, la malnutrición, la subnutrición y la desnutrición, se han convertido en verdaderos problemas de salud pública.”

Elementos conceptuales: Desnutrición, ocurre cuando una persona tiene un déficit alimentario, es decir , no come todo lo que debería. Subnutrición, ocurre cuando una persona tiene inseguridad alimentaria crónica, su consumo o ingestión de alimentos no cubre sus necesidades energéticas básicas de forma continua. Malnutrición, ocurre cuando una persona tiene un estado patológico resultante por lo general de la insuficiencia o el exceso de uno o varios nutrientes, o de una mala asimilación de los alimentos. Obesidad, ocurre cuando una persona tiene una acumulación excesiva de grasas en el cuerpo. Existen dos conceptos complementarios, que resultan fundamentales, claves, diría yo, en cualquier discusión que se realice en función de analizar el asunto agroalimentario, nos referimos a la seguridad alimentaria y a la soberanía alimentaria, por ahora nos limitaremos a referirnos; al primero como un derecho y al segundo como una capacidad, y a lo largo del desarrollo de la temática, trataremos de ir ampliando sus respectivos significados y grados de dificultades.

No es nuestra intención seguir profundizando en las complejidades de una crisis social que es conocida por todos, y que evolucionó hacia lo que se ha identificado, como una emergencia humanitaria compleja (EHC), aspecto que hemos tratado en escritos anteriores. De lo que se trata, es de seguir contribuyendo con la difusión de criterios, vivencias y análisis, que pueden perfectamente ser objetos de las necesarias críticas y sugerencias pertinentes, porque en el fondo, una de nuestras máximas aspiraciones es que estos planteamientos puedan servir como palanca de acercamiento, no solo en los planos discursivos, sino también de actuación compartida en el rescate de nuestros derechos.

La mayoría de los aspectos cualitativos y cuantitativos que abordaremos en las próximas entregas, han sido extraídos básicamente de dos textos de mi autoría; “La agricultura Venezolana : Desafíos y Perspectivas” editado en el año 2011, y un trabajo en curso que hemos intitulado “Una visión holística del Sistema Agrolimentario venezolano”, que para efectos de su respectiva cita ubicamos como SAV. Hemos tratado hasta donde ha sido posible, de conjugar concepto y política, en un empeño por ayudar a construir pedagogía política, porque no tengo dudas, incluyendome en primer lugar, que una gran mayoría, por no decir todos, los que estamos involucrados en esta difícil tarea de hacer política y actuar como políticos, adolecemos de pedagogía política, lo cual a mi manera de apreciar, complica aún más el panorama que tenemos por delante.

Todo el bombardeo mediático que recibimos a diario, independientemente de cual sea el canal por donde nos informemos, nos indica que estamos acercándonos peligrosamente a unos indefinibles límites, que realmente, nos colocan en una angustiante reflexión sobre la viabilidad de la convivencia a escala global. Las prolongadas crisis económicas globales, la pandemia del covid 19, la guerra rusa ucraniana, el enfrentamiento entre dos maneras de concebir la organización y manejo de las sociedades (administraciones democráticas versus formas de control autoritarios ), crisis climática ( ya pocos niegan los gravísimos efectos del cambio climático en todos los órdenes de la vida humana ), crisis de la diplomacia, la política y la razon, asi como un largo etc, configuran un delicado escenario, incluso más complicado que los aciagos momentos que le tocó vivir a la humanidad, en la última gran conflagración mundial.

No se necesita ser un estadista, para suponer los posibles y devastadores efectos que una contracción mundial en la oferta de bienes alimentarios, podría tener sobre todos aquellos países calificados justamente o no, como importadores netos de alimentos, por la organización mundial de comercio ( lamentablemente, Venezuela, por una absurda sin razón, está ubicada en esa desagradable lista Tascon ). Este incomodo relato de recientes acontecimientos, cobra razón y le da sentido a una histórica lucha, que a lo largo y ancho del país, han librado los hombres y mujeres del campo, muchos analistas e investigadores y no pocos políticos, por hacer del SAV, un espacio para la vida, la economía, una sana, racional y nacional alimentación.

Hemos decidido organizar la discusión de tan sensible tema, en varios capítulos, que desde nuestra óptica prefiguran la necesaria transversalidad que un asunto de tal naturaleza amerita, , en ese sentido la panorámica que aspiramos describir, va desde el análisis del contexto histórico, hasta llegar a nuestras reales perspectivas, como nación que tiene pleno derecho a ser soberana, sin la demagogia, ni el atrevimiento de proponer la autarquía, sino tratando de responder reiteradas interrogaciones históricas, diagnósticos actualizados, aspectos poblacionales, nutricionales, institucionales y políticos, justificaciones, estrategias y reformas, planes de distintos alcances, para finalmente tratar de concientizar acerca del necesario PLAN NACIONAL AGROALIMENTARIO DE LARGO PLAZO, sustentado y protegido por una fuerte legislación, que evite las improvisaciones e intereses encontrados, que la deseada alternabilidad en el ejercicio del poder y los intereses encontrados acarrean.

Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

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