Analisis

Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana.Resumen (1)

El grave problema nutricional de los venezolanos se ha constituido en un asunto de salud pública; como hemos podido observar, es numerosa la población afectada por problemas de malnutrición, desnutrición e inseguridad alimentaria (cerca de diez millones de personas, según los datos publicados por el PMA y corroborados por ENCOVI, de un total poblacional estimado para el año 2019



Por Jesus Cepeda Villavicencio


Nunca antes; en los cien años de absoluto monopolio del rentismo petrolero en el pais, se había observado una crisis de las proporciones y magnitudes que hoy se padece, en todas y cada una de las aristas que nos definen como República (planos; sociales, políticos, administrativos, económicos, ambientales, culturales y territoriales). No hay un segmento en nuestra sociedad que no esté afectado por esta especie de cáncer que ha ido corroyendo nuestras costumbres, tradiciones y valores; colocándonos en una de las más difíciles, inéditas y complejas situaciones de nuestra accidentada historia republicana”.


I). Con las dos entregas subsiguientes, culminamos una larga serie dedicada a uno de los encadenamientos socioproductivos (sistema agroalimentario venezolano; SAV) más afectados por la irracionalidad de un modelo político, que con su ética del mal (Antipolítica y Corrupción; como políticas de Estado, y el cinismo como discurso político), han destruido los cimientos de una sociedad, que otrora podía considerarse (más allá de los muchos problemas socioeconomicos y politicos que padecía para ese entonces) la de mayores expectativas de desarrollo dentro del concierto de las naciones latinoamericanas. Hoy con profunda tristeza hay que admitir, que estamos a la par de las más atrasadas del subcontinente. ¿ Cómo ocurrió este atavismo histórico, ese milagro a la inversa ?; creo que hoy, las grandes mayorías de nuestra sociedad están relativamente conscientes, o son menos susceptibles al engaño sistemático, por lo que resulta innecesario seguir con narrativas de explicaciones causales, debiendo en consecuencia pasar a la definitiva fase del gran encuentro unitario de los venezolanos, sobre la base de los acuerdos pro democráticos y las directrices del pais que aspiramos todos construir, con la mirada puesta en el futuro y no en lo que fuimos o somos. Este es el momento decisivo para definir el sistema político en el cual queremos vivir. No hay fuerza, por más despiadada que esta sea, capaz de detener la voluntad telúrica de un pueblo cansado de pedir limosnas, decidido a vivir en democracia (no solo como forma de gobierno, sino como estilo de vida).


Estos escritos han estado dirigidos a los sectores políticos y productivos que aspiran ese cambio; son propuestas para el encuentro, para el debate sincero, oportuno y conveniente, de uno de los estamentos  que como se ha podido apreciar a lo largo de los trabajos presentados, constituye un eje vital de ese nuevo pais que soñamos y deseamos. Estas  últimas entregas resumen lo que aspiramos sea concertado:


El grave problema nutricional de los venezolanos se ha constituido en un asunto de salud pública; como hemos podido observar, es numerosa la población afectada por problemas de malnutrición, desnutrición e inseguridad alimentaria (cerca de diez millones de personas, según los datos publicados por el PMA y corroborados por ENCOVI, de un total poblacional estimado para el año 2019, en veintisiete millones, padecen una crisis alimentaria aguda; ver entrega número cuatro), sobre todo en los estratos más vulnerables (niños y adultos mayores), lo que nos conducirá  si no se establecen los correctivos de rigor, a un punto de difícil retorno que hará más complicada nuestra incorporación al desarrollo global. Este hecho por sí solo, nos conmina a replantear todo lo que tiene que ver con la producción y consumo de alimentos, ya no basta con que solo se piense en satisfacer nuestras necesidades con la importación de alimentos, porque ya no se cuenta con la factura petrolera para tales efectos, incluso aun teniendola, es un deber nacional salir del sortilegio rentístico.


Dos conceptos correlativos y complementarios, son estratégicos en la definición de los objetivos que debemos trazarnos de manera concertada, para con progresividad ir disminuyendo los niveles de dependencia alimentaria. Nos referimos a la seguridad y soberanía alimentaria, siendo la primera un derecho humano fundamental; “el derecho de todos a tener una ingesta de alimentos en calidad, cantidad y oportunamente, de manera que se pueda tener una vida socialmente útil”, y la segunda; “se refiere a la disponibilidad y capacidad productiva que una nación y su sociedad posean, para poder satisfacer ese derecho”. Estamos aquí ante una disyuntiva; o producimos nuestros alimentos, o los importamos, es obvio, que cuando un pais renuncia a la disposición de producir sus alimentos,se está desentendiendo de sus productores nacionales y de la estabilidad de sus regiones agrícolas (dejándolas a su suerte), y lamentablemente esto es lo que ha ocurrido con el abandono del campo y la ruralidad.


Hemos venido proponiendo un acuerdo nacional, un gran consenso en torno a tres objetivos fundamentales y cinco grandes líneas de acción para la consecución de tales objetivos. A continuación los resaltamos una vez más.


OBJETIVOS-METAS:


1.-  Garantizar para toda la población venezolana una disponibilidad de alimentos (y su respectiva accesibilidad) capaz de suplir un per cápita calórico superior a las 2800 k-calorias por día, y un per cápita proteico superior a los 80 gramos por día; en un lapso no mayor a los 8 años.


2.-  Garantizar que la demanda nutricional de la población, sea suplida en una proporcion equivalente a la siguiente inecuación (producción nacional no menor al 70% y las importaciones no mayor al 30%); en un lapso no mayor a los 8 años.


3.-  Garantizar que la balanza comercial agroalimentaria se aproxime a su equilibrio en un lapso no mayor a los 8 años (aproximar las exportaciones agrícolas a un nivel cercano o superior a las importaciones respectivas).


LÍNEAS ESTRATÉGICAS:


1.-  El asunto macroeconómico y su impacto directo en el comportamiento del SAV.

2.-  Las reformas necesarias para el definitivo impulso del SAV.

3.-  La visión holística (sistema de sistemas).

4.-  El asunto de la ruralidad.

5.-  La planificación del SAV. 


Todo ello dentro del marco de una nueva visión de la ruralidad; con encadenamientos productivos, el impulso de una economía rural diversificada (economía verde; salud, bienestar humano, equidad y de servicios ambientales) y una mayor movilidad social, para poder contar con la voluntad política para legislar y los insumos estratégicos necesarios en la elaboración del respectivo “Plan Nacional Agroalimentario”, asunto al que dedicaremos los planteamientos que a continuación desarrollamos. 

 

El primer punto de las líneas estratégicas fue discutido en la entrega número cinco, sin embargo consideramos necesario recalcar, que más allá de la compleja y amplia cobertura de la macroeconomía, es importante que desde el inicio de la transición entendamos que el objetivo fundamental de un programa de estabilización, debe reflejarse en un quiebre sostenido en la tasa de inflación (acompañado de la reconstrucción de las redes de proteccion social, recuperación de las capacidades productivas y del empleo formal) para que así se pueda equilibrar la tasa de cambio real (TCR), reduciendo la sobrevaluación de nuestro signo monetario a un nivel que permita la recuperación productiva y competitiva del SAV. De igual manera todas y cada una de las líneas estratégicas han sido desarrolladas en entregas anteriores, quedando solo pendiente las referidas al punto cinco; su articulación debe materializarse en los planes agroproductivos que se proponen, los cuales a su vez deben ser el resultado de un consenso nacional sobre tres aspectos claves; un gobierno de unidad nacional que priorice la estabilización a la que hemos hecho referencia, acuerdos políticos sólidos que garanticen la coherencia de las políticas y las reformas, y por último, la no menos importante necesidad del restablecimiento de las relaciones económicas y financieras internacionales para salir del aislamiento.


Con la propuesta de la semana próxima, referida a la metodología que se sugiere para la elaboración del PLAN NACIONAL AGROALIMENTARIO, cerramos esta serie dedicada al SAV, con la esperanza puesta en Dios, y en la firme convicción de que “SI SE PUEDE”.


Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.


viernes, abril 21, 2023

Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (seis).

Queremos dejar claro y taxativo testimonio, que tenemos un compromiso existencial con la definición de acertadas políticas, para atender socialmente y de manera integral, a la enorme cantidad de personas que hoy lamentablemente han sido arropadas por la pobreza general que nos asiste


Por Jesús Cepeda Villavicencio.


Nuestra comida debería ser nuestra medicina y nuestra medicina debería ser nuestra comida.

HIPÓCRATES

Todos los esfuerzos que se hagan por mejorar la organización del SAV, deberían contar con el beneplácito de quienes de una u otra manera, tienen responsabilidades dentro de él. Con mucho pesar he podido observar que esto no es así, y en el artículo de esta semana, expongo y complemento aún más, lo que expresamos en la entrega anterior, y que insisto, es parte de una visión, que en ningún momento he pretendido se convierta en una infalible posición. Pero de lo que sí estoy seguro, es que los actores más débiles de esta larga y complicada cadena, son los productores primarios y los consumidores finales, ya que ellos dependen de lo bueno, regular o malo que ocurra en la organización del sistema. (Por ejemplo; de ellos no depende que las vialidades agrícolas están destruidas, de ellos no depende que la ciencia y la tecnología agroalimentaria permanezca rezagada en el país, de ellos no depende que los venezolanos no tengamos poder adquisitivo, porque la institucionalidad del salario fue demolida en Venezuela). Pero, por estas y muchísimas otras circunstancias, es que se necesita un protagonismo más activo, tanto de los que producen, como de los que consumen, que a la postre somos todos, para enfrentar con firmeza a una descomunal macrocefalia burocrática, que ha hecho del SAV, una de las instituciones más infuncionales del país.


En la actualidad las políticas rectoras del SAV, se dictan a través de cinco ministerios: a) Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras, b) Ministerio del Poder Popular para la Alimentación, c) Ministerio del Poder Popular para la Agricultura Urbana, d) Ministerio del Poder Popular para la Pesca, y por último, las FANB, que controla todo y a ella no la controla nadie. Todos estos ministerios, están constituidos a su vez, por innumerables institutos autónomos adscritos a cada uno de ellos, que también actúan, como su burócrata jefe lo dictamina. Esta desmedida y clientelar mente absurda burocratización del SAV, ha tenido como consecuencias desastrosas, el desmontaje de todo el andamiaje estructural agroalimentario nacional, lo que ha favorecido e impulsado una descomunal corrupción, sostenida por las crecientes importaciones de alimentos ( aunque hay que recalcar que a partir del año 2015, esta tendencia, como ha ocurrido en todas las otras importaciones de bienes no alimentarios, también ha decaído, por las razones ya comentadas con anterioridad). Una vez creado el Ministerio para la alimentación y entregada su tutela a las FANB, advertimos sobre los gravísimos inconvenientes que se derivarían de su implementación, sin que estas tuviesen las más mínimas consideraciones. En teoría, el régimen pretendía “favorecer” los subsidios directos en alimentación a las familias de escasos recursos y para ello creó el polémico programa de los CLAPs, que terminó siendo, como es público y notorio, un escándalo, por el grosero y clientelar populismo que se instaló con dicho programa. Queremos dejar claro y taxativo testimonio, que tenemos un compromiso existencial con la definición de acertadas políticas, para atender socialmente y de manera integral , a la enorme cantidad de personas que hoy lamentablemente han sido arropadas por la pobreza general que nos asiste, pero ello debe darse en el marco del más estricto respeto a la DIGNIDAD HUMANA ( mayúsculas ex profeso), y por eso elevamos nuestra modesta voz de protesta,contra el hambre que sufre en carne viva nuestra población. Hambre que por supuesto no padece, el pequeño sector social que se ha venido beneficiando con las políticas de este régimen, y que nos ha colocado como una de las naciones más desiguales del planeta, por no decir la más.


El otro elemento que consideramos oportuno resaltar en este alocado proceso político (rogamos disculpas a quienes nos leen, por no encontrar, otro adjetivo, distinto a la locura), pero cómo? se puede entender esta proliferación de organismos nacionales, a los que hay que sumarles la “genialidad “de algunos gobernadores que no conformes con lo ya descrito, han venido creando nuevas instancias, que se “supone”, son para atender la actividad agropecuaria y la alimentación de sus respectivos pueblos. Al final todo este entramado ha terminado siendo un eficiente molino para trillar esfuerzos (enormes duplicidades), y dilapidar los escasos recursos destinados al agro. Por eso insistimos en la necesidad de establecer una direccionalidad de políticas agroalimentarias, que emanen de un solo ministerio y de pocos institutos autónomos adscritos a él, como bien aclararemos más adelante, pero este, tiene que estar circunscrito en su direccionalidad, por una triada compuesta de tres ejes fundamentales; una nueva legislación , la descentralización de las regiones agrícolas y el plan nacional agroalimentario de largo plazo. Como se pensó una vez, cuando de manera conjunta se planteó la necesidad de la implementación de dos leyes orgánicas de manera simultánea; la ley orgánica que daba lugar al plan agroalimentario y la ley orgánica de ordenación del territorio.


A propósito de los esfuerzos que se hacen por la reinstitucionalización del país a todos los niveles, donde obviamente, lo agroalimentario debe ser considerado en su adecuada dimensión, nos atrevemos a proponer dentro del marco de las necesarias vías transicionales, fusionar los respectivos ministerios en uno solo, con un conjunto de institutos adscritos a él (un instituto autónomo nacional de tierras, un instituto autónomo de investigación y asistencia técnica agropecuaria, un instituto autónomo nacional de suelos, un instituto autónomo nacional de riegos y drenajes, un instituto autónomo nacional de vialidad agrícola, un instituto autónomo nacional de electrificación rural, un instituto autónomo nacional de pesca, y una empresa nacional de silos y almacenamientos) para evitar las nefastas consecuencias referidas en anteriores párrafos, y crear sobre sus concepciones originarias, el ministerio del ambiente y los recursos naturales renovables, en el entendido que no podremos hablar de desarrollo agroalimentario, sin que esto funcione de manera coordinada con todo lo referido a los aspectos ambientales. Es apremiante la necesidad de superar el rentismo y el extractivismo, por cierto, precisamente uno de los actos más voraces y ofensivos contra la naturaleza, provienen del extractivismo primitivo que se instauró en nuestro país, con ese adefesio denominado Arco Minero del Orinoco, que refleja no solo el cinismo como detestable práctica política, sino una de las más graves violaciones, a los tratados y pactos que sobre la materia ha suscrito nuestro país.


Quiero finalizar la presente entrega, respondiendo algunas interrogantes que me han formulado con razonables preocupaciones, algunos amigos, preguntando el por qué? del plan de largo plazo, cuando la situación es apremiante en el aquí y el ahora. Al respecto aclaro, que el plan cuenta con un conjunto de propuestas de acciones inmediatas, como las referidas al capítulo cerealero, porque por allí está planteado el inicio de los programas de acción hacia el SAV. Los cereales son cultivos elásticos que reaccionan en el muy corto plazo, ante los estímulos correspondientes, además de poseer la virtud de ser la materia prima fundamental para activar los circuitos agroindustriales y cárnicos en el país, estos aspectos serán tratados en capítulos posteriores..


HACIA LA REINSTITUCIONALIZACIÓN DEL PAÍS Y EL RESCATE DE LA DEMOCRACIA. Continuaremos.


Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

viernes, diciembre 02, 2022

Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana  (dos)


En cien años de absoluto monopolio del rentismo petrolero, tanto en lo político, como en lo cultural, social y económico, el país ha transitado por innumerables y lamentables capítulos que han comprometido seriamente nuestra propia seguridad alimentaria, al estar bastante lejos de una actuación responsable, en lo que a definiciones de soberanía respecta


Por Jesús Cepeda Villavicencio

En la entrega anterior, se hizo énfasis en lo amplio y  complejo que resulta una temática como la que pretendemos abordar, resaltamos un hecho concreto, que por supuesto no compartimos, como lo es, la calificación de ser considerados por la organización mundial de comercio (OMC), como un país netamente importador de alimentos; primero, porque no se justifica que siendo poseedores de un enorme potencial para la producción de alimentos a gran escala, así se nos califique, y en segundo lugar, porque sabemos que esto es el resultado de un gran desarreglo político, que tiene por supuesto sus raíces históricas e institucionales. Estos dos ejes, constituyen los elementos centrales sobre los que discernimos en los análisis que presentaremos en sucesivos capítulos.


Hay sectores de la socioeconomía cuya específica caracterización, los coloca en una situación de mayor vulnerabilidad y debilidad para poder enfrentar con éxito, las crisis cíclicas, recurrentes o estructurales que la propia dinámica socioeconómica y política, imponen en determinados momentos de la historia. La dependencia climática y la propia naturaleza biológica de la actividad agropecuaria, ubica a esta, en la cúspide de la pirámide de riesgos, de manera que la importancia vital que ella reviste para la sociedad, debe inexorablemente ser atendida bajo un enfoque integral en sus políticas; racional y consensuadamente, sin ambigüedades, dispersiones o perversos intereses político partidistas.

En cien años de absoluto monopolio del rentismo petrolero, tanto en lo político, como en lo cultural, social y económico, el país ha transitado por innumerables y lamentables capítulos que han comprometido seriamente nuestra propia seguridad alimentaria, al estar bastante lejos de una actuación responsable, en lo que a definiciones de soberanía respecta. En el siguiente epitafio ilustramos tal afirmación: “Épocas de alta bonanza petrolera, políticas expansivas del gasto público, atenuación del hambre y la pobreza relativa. Épocas de crisis en los precios petroleros y ahora con producciones en franca caída, incrementos del hambre y la pobreza relativa”. Esta lamentable realidad que nos ha caracterizado, y que ha llegado a sus máximos niveles de degeneración, con el trágico desatino político del actual régimen, hace obligante el accionar consensuado de los diversos sectores y actores pensantes, racionales y dolientes de esta terrible causalgia, así mismo nos compromete no solo a los que conformamos una amplia plataforma agroalimentaria, sino también a todos los consumidores, a repensar y buscar las coincidencias para la atención del enorme desafío, que significa proponer las acciones, programas y planes para el sector agroalimentario, bajo el paraguas de una visión integral, holística y moderna.

El abordaje de los problemas de la agricultura en Venezuela, así como las soluciones presentadas históricamente, se han realizado bajo diferentes visiones (cada una de ellas respondiendo a determinados intereses); gremiales, empresariales, institucionales, políticos, de demagogia y populismo, en fin, un largo etc. De manera que siendo el prisma y los intereses que se defiendan distintos, igual multiplicidad de problemas y soluciones serán planteados, y esto, precisamente, es lo que no podemos permitir que siga sucediendo, es propicia en consecuencia la ocasión y el momento histórico, para el encuentro de los arreglos y registros necesarios, es decir, es en el aquí y el ahora, donde tenemos que parir las coincidencias oportunas, que se adecuen a una sola dirección orquestal, que no puede ser otra que la ley que materialice, el plan nacional agroalimentario de largo plazo, aspecto sobre el que volveremos en próximas entregas.

Concluimos este segundo capítulo de la serie, con una síntesis de lo que ha sido la génesis, evolución y perspectivas de nuestro SAV. La génesis la ubicamos en el año 1924, por una razón estrictamente de carácter económico política; ese año, por primera vez en la historia de la república, los ingresos por concepto de exportaciones petroleras superan a los percibidos por las exportaciones cafetaleras, constituyéndose esa fecha como un punto de inflexión histórico ( la economía petrolera comienza formalmente a desplazar a la agroexportadora ) a partir del cual se acentúan dos grandes acontecimientos que marcarán el rumbo definitivo de Venezuela; el éxodo poblacional campo ciudad por un lado (en la década que va de 1910 a 1920, la población rural era del 80% y la urbana el 20% restante, para la década de los años 80, esa ecuación se había invertido ), y el segundo gran acontecimiento fue la consolidación del rentismo que cambió el rostro de la nación en todos sus órdenes. En este largo siglo que transcurre a partir de la referida fecha se puede observar, como apreciaremos en posteriores capítulos, como la actividad agropecuaria fue perdiendo gradualmente importancia relativa, hasta llegar a tener prácticamente una participación absolutamente marginal en el concierto de la economía nacional, a pesar de que importantes regiones del país continuaron dependiendo de ella en su economía. Problemas estructurales y coyunturales ( de políticas macroeconómicas y agricolas, de seguridad jurídica y personal, de infraestructura de apoyo a la producción, de ciencia y tecnología, así como los precios , los flujos de insumos, los créditos y los desacertados programas agropecuarios ) tributaron para reducir a niveles insignificantes la participación del PIB agrícola en el PIB de la nación.

Finalmente, la pregunta obligatoria  ¿qué hacer? para transversalizar el SAV desde la producción de alimentos hasta su consumo. Esto pasa porque logremos encontrarnos y coincidir, según nuestro modesto punto de vista, solo en tres objetivos básicos, que estamos convencidos  podemos alcanzar, si y sólo si, logramos el encadenamiento holístico que proponemos ( simultaneidad de acciones políticas en los siete subsistemas que hemos definido y que analizaremos más adelante ).

1) En el plano productivo, nuestra demanda de alimentos debe ser suplida por producción nacional, en al menos un 70% (capacidad productiva nacional, acercarnos a ser más soberanos). 2) todos los venezolanos; niños, jóvenes, adultos y mayores deben consumir las calorías, las proteínas, las vitaminas y minerales necesarios, que garanticen su seguridad alimentaria (derecho a tener una vida sana y socialmente útil), y como punto 3) estamos en la obligación de convertirnos en exportadores de alimentos, en aquellos rubros en los que tenemos buenas ventajas comparativas, debemos generar divisas, debemos competir, debemos ser en consecuencia eficientes y zonificar estratégicamente nuestras regiones agrícolas, pero también debemos reinstitucionalizar y armonizar la macroeconomía, con acertadas políticas agrícolas sustentables ambientalmente, acordes con los modernos conceptos de ruralidad, por eso la importancia del plan nacional agroalimentario de largo plazo.Continuaremos precisando en próximas entregas, los elementos que hemos tratado por ahora, solo a grandes rasgos.

Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

viernes, noviembre 04, 2022

Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana. Capítulo introductorio.

No se necesita ser un estadista, para suponer los posibles y devastadores efectos que una contracción mundial en la oferta de bienes alimentarios, podría tener sobre todos aquellos países calificados justamente o no, como importadores netos de alimentos, por la organización mundial de comercio (lamentablemente, Venezuela, por una absurda sin razón, está ubicada en esa desagradable lista Tascon)


Por Jesus Cepeda Villavicencio



“La longevidad y calidad de la vida, tienen en la alimentación al elemento más crucial. Alimentarse no es comer, es nutrirse, porque se puede comer y no alimentarse, y este es un terrible drama en las sociedades actuales, donde la propensión a la obesidad, la malnutrición, la subnutrición y la desnutrición, se han convertido en verdaderos problemas de salud pública.”

Elementos conceptuales: Desnutrición, ocurre cuando una persona tiene un déficit alimentario, es decir , no come todo lo que debería. Subnutrición, ocurre cuando una persona tiene inseguridad alimentaria crónica, su consumo o ingestión de alimentos no cubre sus necesidades energéticas básicas de forma continua. Malnutrición, ocurre cuando una persona tiene un estado patológico resultante por lo general de la insuficiencia o el exceso de uno o varios nutrientes, o de una mala asimilación de los alimentos. Obesidad, ocurre cuando una persona tiene una acumulación excesiva de grasas en el cuerpo. Existen dos conceptos complementarios, que resultan fundamentales, claves, diría yo, en cualquier discusión que se realice en función de analizar el asunto agroalimentario, nos referimos a la seguridad alimentaria y a la soberanía alimentaria, por ahora nos limitaremos a referirnos; al primero como un derecho y al segundo como una capacidad, y a lo largo del desarrollo de la temática, trataremos de ir ampliando sus respectivos significados y grados de dificultades.

No es nuestra intención seguir profundizando en las complejidades de una crisis social que es conocida por todos, y que evolucionó hacia lo que se ha identificado, como una emergencia humanitaria compleja (EHC), aspecto que hemos tratado en escritos anteriores. De lo que se trata, es de seguir contribuyendo con la difusión de criterios, vivencias y análisis, que pueden perfectamente ser objetos de las necesarias críticas y sugerencias pertinentes, porque en el fondo, una de nuestras máximas aspiraciones es que estos planteamientos puedan servir como palanca de acercamiento, no solo en los planos discursivos, sino también de actuación compartida en el rescate de nuestros derechos.

La mayoría de los aspectos cualitativos y cuantitativos que abordaremos en las próximas entregas, han sido extraídos básicamente de dos textos de mi autoría; “La agricultura Venezolana : Desafíos y Perspectivas” editado en el año 2011, y un trabajo en curso que hemos intitulado “Una visión holística del Sistema Agrolimentario venezolano”, que para efectos de su respectiva cita ubicamos como SAV. Hemos tratado hasta donde ha sido posible, de conjugar concepto y política, en un empeño por ayudar a construir pedagogía política, porque no tengo dudas, incluyendome en primer lugar, que una gran mayoría, por no decir todos, los que estamos involucrados en esta difícil tarea de hacer política y actuar como políticos, adolecemos de pedagogía política, lo cual a mi manera de apreciar, complica aún más el panorama que tenemos por delante.

Todo el bombardeo mediático que recibimos a diario, independientemente de cual sea el canal por donde nos informemos, nos indica que estamos acercándonos peligrosamente a unos indefinibles límites, que realmente, nos colocan en una angustiante reflexión sobre la viabilidad de la convivencia a escala global. Las prolongadas crisis económicas globales, la pandemia del covid 19, la guerra rusa ucraniana, el enfrentamiento entre dos maneras de concebir la organización y manejo de las sociedades (administraciones democráticas versus formas de control autoritarios ), crisis climática ( ya pocos niegan los gravísimos efectos del cambio climático en todos los órdenes de la vida humana ), crisis de la diplomacia, la política y la razon, asi como un largo etc, configuran un delicado escenario, incluso más complicado que los aciagos momentos que le tocó vivir a la humanidad, en la última gran conflagración mundial.

No se necesita ser un estadista, para suponer los posibles y devastadores efectos que una contracción mundial en la oferta de bienes alimentarios, podría tener sobre todos aquellos países calificados justamente o no, como importadores netos de alimentos, por la organización mundial de comercio ( lamentablemente, Venezuela, por una absurda sin razón, está ubicada en esa desagradable lista Tascon ). Este incomodo relato de recientes acontecimientos, cobra razón y le da sentido a una histórica lucha, que a lo largo y ancho del país, han librado los hombres y mujeres del campo, muchos analistas e investigadores y no pocos políticos, por hacer del SAV, un espacio para la vida, la economía, una sana, racional y nacional alimentación.

Hemos decidido organizar la discusión de tan sensible tema, en varios capítulos, que desde nuestra óptica prefiguran la necesaria transversalidad que un asunto de tal naturaleza amerita, , en ese sentido la panorámica que aspiramos describir, va desde el análisis del contexto histórico, hasta llegar a nuestras reales perspectivas, como nación que tiene pleno derecho a ser soberana, sin la demagogia, ni el atrevimiento de proponer la autarquía, sino tratando de responder reiteradas interrogaciones históricas, diagnósticos actualizados, aspectos poblacionales, nutricionales, institucionales y políticos, justificaciones, estrategias y reformas, planes de distintos alcances, para finalmente tratar de concientizar acerca del necesario PLAN NACIONAL AGROALIMENTARIO DE LARGO PLAZO, sustentado y protegido por una fuerte legislación, que evite las improvisaciones e intereses encontrados, que la deseada alternabilidad en el ejercicio del poder y los intereses encontrados acarrean.

Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.

viernes, octubre 28, 2022

El pez y la nada



Aunque fue jefe de comando de campaña de Capriles y varias veces gobernador de la Unidad, Falcón no tendría el pedigrí necesario, porque así lo decidió el este de Caracas

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ

Latinoamérica, EEUU y la Unión Europea acechan al gobierno, con amenazas de embargo si “gana” las elecciones. Su apoyo popular apenas llega a 25%, 90% de la gente lo cuestiona y 75% está contra él. Hiperinflación, hiperdevaluación, desabastecimiento y demás jinetes del Apocalipsis convierten Venezuela en Haití. Pero para eclipse de cualquier mente normal, grupos urbanos acomodados, decidieron abstenerse de votar. Algo tan incomprensible como un boxeador que no sale en el último asalto cuando su contrincante está groggy.

Pero la clave es la siguiente: como los aspirantes de estos sectores quedaron anulados, prefirieron sacrificar todo, incluso sus propios partidos, con tal de que el único de la MUD que podía y quería, no fuera candidato. Esta es la auténtica razón para abstenerse (me-abstengo-pero-no soy-abstencionista) y pido-condiciones, una excusa abigarrada para incautos, una carnada de colores brillantes que engaña a los peces. Aunque fue jefe de comando de campaña de Capriles y varias veces gobernador de la Unidad, Falcón no tendría el pedigrí necesario, porque así lo decidió el este de Caracas.

No ir a las municipales ni a los concejos regionales es una bomba solo mata gente contra la provincia, las bases de sus partidos y cualquier sentido de la política. Recuerda aquella comunidad de 900 norteamericanos radicados en Guyana, cerca de la frontera con Venezuela, que hace mucho tiempo decidieron suicidarse en masa y matar antes a sus niños. En la furia contra Falcón, liquidan a su propio liderazgo medio y ya hay pobladas en partidos que lucen en disolución. Los dirigentes de base colocan la mirada hacia la fuerza ascendente que les abre las planchas, con perspectivas auspiciosas e impredecibles.

Siempre tendremos París

Ante eso no asombra la montaña de acusaciones, groserías, calumnias, insultos, orquestada desde los alrededores del frente, sobre todo grupos tuiteros moralmente lumpen, sin decencia y vidas rabo e cabuya. Tarde comienzan a comprender la trampa en la que se metieron y que les quiebra los huesos. La esperanza de sobrevivir está en un nuevo 23 de enero de 1958, que de un envión voltee la tortilla, una prueba más de que muchos viven en Narnia o en todo caso, en un mundo no probabilístico. Así las FF.AA. restablecerían de un solo swing el orden y todo el mundo contento. Frente sería la Junta Patriótica. Ya se dijo que la historia cuando se repite no es drama sino comedia.

Arreció desde que publicaron la gráfica de tres dirigentes opositores (ya tienen hasta el candidato para representar a Monseñor Arias Blanco), sellando en París un redivivo Pacto de Nueva York de 1957, el de la histórica foto de Betancourt, Caldera y Villalba. Y el No tiene sentido especular sobre si las dos reuniones, con 61 años de diferencia, tendrán significados equivalentes, pero prefigura el esquema que acarician ido Maduro y los que no aparezcan en esa gráfica, Falcón, Ramos, Rosales, irán al basurero de la historia.

Por esa razón decidieron borrar a Falcón de la faz de la tierra con cualquier recurso disponible, e incluso Borges, siempre comedido, dispara a quemarropa contra él. El problema para los autores del nuevo Pacto de Punto Fijo está en que Falcón en caso de perder, quedaría como jefe de la oposición interna, en el terreno, mientras los otros están inhabilitados o en desbandada, sus partidos ilegalizados y además heridos por las acciones de los dos últimos años. Una fuerza interna con millones de votos encabezada por Falcón, ralentiza el papel del exilio.

El comando Gadot

Que se muera, que se lo lleven los extraterrestres, que lo secuestre un comando formado por Gal Gadot, Blake Lively, Scarlett Johansson y Jessica Biel y que no regrese nunca más, que renuncie (se lo piden los angelitos carbonizados del 350) y que se hunda con ellos en el pozo abstencionista, la nada de Fernando Mires. Ahí sería un pececito más entre otros. Los ejércitos norteamericano y soviético corrían a toda máquina a ver quien llegaba primero a Berlín en la derrota alemana. PJ, VP y Soy Venezuela (¿se llama todavía así?) quieren llegar primero que Copei, el MAS y AP, pero el segundo grupo ya está en la Puerta de Brandeburgo.

Pero el cambio de régimen no tiende a parecerse al 23 _E., un pronunciamiento del comando conjunto de las FF.AA. que depone a Pérez Jiménez, tal como ocurrió con Medina y Gallegos. No fue un golpe de Estado tal como se le entiende comúnmente, un cuartelazo y plomo sino una acción militar “seca” y masiva. Al contrario pareciera que el cambio deseable o posible será una larga pulseada dentro del país con los militares y el madurismo plagado de dificultades, lo que obligará a una negociación seria, no la pantomima de R.D. con la oposición interna.

Ello obligaría a un pacto de coexistencia, al respeto por enclaves de poder, la justicia transicional y a una marcha consensuada y cuidadosa diferente a la que prefiguran desde París. Y hay que tener un bagre podrido en vez de sesos para pedir embargo a los barcos venezolanos en el Canal de Panamá, una de las declaraciones más ridículas que se han dado últimamente (o que “luego de la orden de captura contra Maduro, solo falta que se pronuncie la AN”). Incluso si se diera una acción militar victoriosa como la de Larrazábal en 1958, los militares y el madurismo tendrían mil razones para hablar con Falcón y no con los otros.

@CarlosRaulHer
domingo, abril 15, 2018

¿Y Venezuela qué?


Nicolás Maduro, presidente Venezuela
Nicolás Maduro, presidente Venezuela

Por Carlos Alberto Montaner
Nicolás Maduro perdió la batalla de la OEA. Ya no es sólo Luis Almagro, el Secretario General de la institución, quien exige la suspensión de los comicios fraudulentos pautados para abril por la dictadura de Maduro, ahora postergados hasta mayo. Esta vez lo acompañaron en la petición 19 países directamente, 8 indirectamente (los que se abstuvieron), más los dos que no acudieron.

Objetivamente, las abstenciones y las ausencias funcionaban a favor de la moción de los 19 acaudillada por Jorge Lomónaco, el embajador de México en la OEA. Entre las abstenciones estaban Ecuador, Nicaragua y El Salvador, tres países que figuraban como parte del circuito del Socialismo del Siglo XXI, una red de naciones que repetían las consignas chavistas dirigidas por Caracas y La Habana. Giro que demuestra el fin sin gloria de esa alianza como consecuencia de la debacle venezolana y la decrepitud de una revolución cubana que pronto cumplirá 60 años “hasta el fracaso siempre, Comandante”.

Votaron ardorosamente en contra, la propia Venezuela, la Bolivia de Evo Morales, quien prepara su fraude electoral en el 2019 contra la voluntad del país, reflejada en un inútil referéndum y en una inservible Constitución, dos islotes caribeños estomacalmente agradecidos (Dominica y San Vicente & Granadinas), más Suriname, una excolonia holandesa cuyo presidente, Desiré Bouterse, padre y maestro de Nicolás Maduro, un viejo militar golpista,  acusado y reclamado por las autoridades de Holanda por tráfico de drogas y el asesinato de opositores.

Ante esa derrota diplomática el régimen de Maduro no se arredró. Sacó pecho, invocó gallardamente la soberanía, acusó de traidores a los gobiernos latinoamericanos plegados a la CIA, y continuó aferrado a la fecha elegida para perpetrar el fraude, aunque ahora la ha pospuesto un mes. Sencillamente, Maduro y su camarilla no van a entregar el poder. Tienen entre un 10 y un 12% de apoyo popular, pero esa exigua cifra incluye a narcomilitares, narcopolicías y a los narcomatones de las pandillas armadas, suficiente gente de rompe y rasga para mantener el control sobre una sociedad que muere de hambre y de enfermedades curables, o huye hacia las fronteras desesperada.

¿Cuál es el próximo paso? La cita es en Lima, el 13 y 14 de abril, con motivo de la Cumbre de las Américas. Muy probablemente las naciones ahí reunidas le reiteren sus críticas a Venezuela, pese a que Maduro ha sido excluido basándose en una resolución aprobada en Quebec en el 2001 que eliminaba del cónclave a los gobiernos dictatoriales. No obstante, los regímenes venezolano y cubano movilizarán a sus partidarios para aguarles la fiesta a las naciones democráticas. Habrá manifestaciones teledirigidas, disfrazadas de reclamos espontáneos, en las que no faltarán los pueblos indígenas o los fotogénicos “verdes”.

Y después, ¿qué viene? No creo que mucho. Un rasgo fatal de las democracias latinoamericanas es la falta de una política exterior con garra. Sólo existió, muy parcialmente, a mediados del siglo pasado, con la Legión del Caribe creada por José Figueres de Costa Rica, Juan José Arévalo de Guatemala, Ramón Grau-Carlos Prío de Cuba y, en menor grado, Rómulo Betancourt de Venezuela, encaminada a luchar contra los espadones de derecha, pero se empantanó tras el esfuerzo de liquidar al dominicano Rafael L. Trujillo desde Cuba, abortado por presiones norteamericanas en 1947.

Estados Unidos, naturalmente, continuará señalando malversadores y narcotraficantes venezolanos, impondrá sanciones económicas contra el régimen de Maduro, y es probable que otros países latinoamericanos y de la Unión Europea hagan lo mismo al discreto reclamo de Washington, pero esas medidas serán eficaces en privar de recursos a Venezuela, mas no servirán para desalojar del poder al dictador y a sus 40 (mil) ladrones, como se demuestra en Corea del Norte y Cuba.

Ese objetivo requeriría la voluntad de utilizar la fuerza –como ha hecho Cuba sistemáticamente-, o como hizo Estados Unidos durante varios episodios de la Guerra Fría, pero entonces existía el incentivo de evitar que la URSS continuara expandiéndose. Hoy, y desde Bill Clinton, prevalece la actitud de arruinar totalmente a los países enemigos, a la espera de que el golpe final se produzca internamente, o que esas naciones evolucionen voluntariamente hacia un cambio de régimen.

A mediados de la década de los 90, cuando Cuba, otra vez, perpetró una nueva agresión demográfica contra Estados Unidos y decenas de miles de balseros fueron lanzados al Estrecho de Florida, recuerdo que le pregunté a un importante político norteamericano por qué no respondían militarmente, en un momento en el que incluso Rusia estaba dispuesta a ayudar. Me dijo: “Cuba ya no es un peligro. Es una molestia. Es un país podrido cuyo gobierno caerá solo”. De eso hace un cuarto de siglo. Me temo que con Venezuela ocurrirá lo mismo.


Carlos Alberto Montaner nació en La Habana, Cuba, en 1943. Reside en Madrid desde 1970. Ha sido profesor universitario en diversas instituciones de América Latina y Estados Unidos. Es escritor y periodista. Varias decenas de diarios de América Latina, España y Estados Unidos recogen desde hace más de treinta años su columna semanal. La revista Poder lo ha calificado como uno de los columnistas más influyentes en lengua española. Se calcula en seis millones de lectores semanales quienes tienen acceso a sus artículos en español, inglés y portugués. Montaner ha publicado una veintena de libros. Varios han sido traducidos al inglés, al portugués, el ruso y el italiano. Entre los mas conocidos y reeditados están Viaje al corazón de Cuba, Cómo y por qué desapareció el comunismo, Libertad: la clave de la prosperidad, y las novelas Perromundo y 1898: La Trama.


Fuente: El Nuevo Herald
lunes, marzo 05, 2018

La izquierda mundial y los disturbios en Egipto

Por Immanuel Wallerstein
El mismo título de este comentario entraña una pregunta. ¿Quién o qué es la izquierda? Hay poco acuerdo al respecto. Utilizaré el término de tal modo que incluya a cualquier grupo que reivindique ser parte de la izquierda o al menos de la centroizquierda. Es, por supuesto, un grupo amplio. Y, en consecuencia, hay muy poco acuerdo en el grupo en cuanto a quiénes apoyar, moral o políticamente, en la enorme ola de disturbios que ha sacudido a Egipto y que condujo al derrocamiento de Mohamed Mursi como presidente de Egipto por parte de las fuerzas armadas egipcias.

Conforme leo las declaraciones y explicaciones de los varios grupos de la izquierda que está fuera de Egipto creo que es una cuestión de prioridades: ¿quién o qué constituye el mayor peligro en el mediano plazo? Pienso que discierno tres posiciones básicas.

Hay quienes piensan que los islamitas de cualquier variedad representan la amenaza fundamental. Por supuesto, hay muchas, diferentes, clases de islamitas. Las tres principales variedades entre los musulmanes sunitas son la Hermandad Musulmana, los wahabitas/salafistas y quienes se agrupan bajo el membrete de Al Qaeda. Estos tres repudian a los otros dos, y eso explica muchas de las alianzas que emergen en cualquier país que cuente con una sustancial población musulmana.

Para aquellos que en la izquierda tienen como prioridad mantener lejos del poder político a los islamitas, los llamados islamitas moderados, son simplemente islamitas más astutos que persiguen los mismos objetivos de largo plazo: contar con estados gobernados por la sharia. Por tanto, estas personas están listas para hacer alianzas con cualquiera que combata a los islamitas.

Hay un segundo grupo que ve los ejércitos como el enemigo primoridal. Consideran que los ejércitos son fuerzas muy conservadoras y represivas, que mantienen puntos de vista políticos y económicos reaccionarios, y que con frecuencia tienen intereses económicos directos que los hacen mantener políticas económicas neoliberales. Reconocen que algunas veces los ejércitos parecen respaldar a las fuerzas populares y algunas veces emprenden políticas opuestas a las de Estados Unidos o a las de los poderes de Europa occidental.

Pero su punto de vista en torno a estas opiniones moderadas de las fuerzas armadas es paralelo al punto de vista de los anti-islamitas. Perciben la moderación o el populismo por los ejércitos como simple cobertura para sus objetivos reaccionarios de largo plazo.

Y luego están quienes perciben que la principal amenaza es Estados Unidos (y en correlación los poderes ex coloniales de Europa occidental). Consideran que los ejércitos y los islamitas simplemente juegan el juego que les asignó Estados Unidos. Por tanto, desde su punto de vista, debe ser apoyado cualquier grupo que activamente se oponga a cualquier cosa que piense qué quiere Estados Unidos. De hecho, de nuevo hay una versión dura. Algunas personas piensan que aun los jóvenes radicales que encabezan levantamientos están manipulados por Estados Unidos. Para este grupo, Estados Unidos es, todavía, todopoderoso.

Por supuesto habrá algunos, inclusive muchos, que argumentarán que todas éstas son falsas opciones. Uno puede, y debería, simultáneamente estar contra los islamitas, los ejércitos y Estados Unidos. Pero en la práctica hay con frecuencia momentos en que se deben elegir las prioridades. Así que la cuestión sigue siendo total.

Este debate acerca del enemigo prioritario es, en gran medida, lo que explica la debilidad relativa de las fuerzas de izquierda en estas luchas. Están divididas en su análisis. Por tanto, están divididas en sus objetivos de corto plazo e inclusive en sus objetivos de mediano plazo. Y, peor aún, muchos individuos y grupos de izquierda parecen estar concientes de esto, lo que los conduce a un pesimismo reptante y a una retirada reptante de la política militante.

La alternativa a tal auto-deshabilitación de la izquierda es involucrarnos en un debate de camaradas, más abierto, al interior de la izquierda. Y esto sólo puede ocurrir si la izquierda se da cuenta de que la derecha mundial representa un panorama tan enorme de fuerzas y análisis como la izquierda mundial. De nuevo digo que este debate de camaradas debe ocurrir dentro del marco de la transición de un sistema capitalista a algo más que aún debe determinarse. Si la izquierda pierde la batalla más grande deberá, primero que nada, culparse a sí misma.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein
sábado, julio 20, 2013

¿Qué es el poder?

Pero, si el llamado poder popular no es político ¿qué es? La respuesta es simple: es un poder post-político; vale decir, emerge justo en el momento en que muere la política. No hay ninguna experiencia histórica que muestre lo contrario. La democracia participativa no ha sido así más que un simulacro de participación organizada por un poder ejecutivo que monopoliza para sí las decisiones legislativas, las judiciales, las culturales y las militares. 

Por Fernando Mires

1.

El concepto de poder es relacional y no autoreferente, es decir, siempre existe en relación con alguien o algo. Podemos así hablar del poder frente a la naturaleza, frente al destino, frente a los demás; nunca del poder en sí. Con mucha mayor razón cuando hablamos del poder en la política, lugar este último donde dirimimos nuestros ideales e intereses juntos y en contra de los demás. Por el mismo motivo, el sentido político del poder adquiere relevancia cuando ese poder no lo poseemos (o cuando lo hemos perdido). De este modo, el poder se revela en toda su intensidad frente a la ausencia de poder, ausencia que nos impulsa a apoderarnos del poder que no tenemos para ejercer nuestro poderío, hecho que si se transforma en ejercicio constante puede hacer imposible la gobernabilidad de las naciones. Fue precisamente el peligro de la ingobernabilidad el que llevó en el pasado a la formulación de las llamadas teorías contractuales, particularmente a las de Hobbes (Leviathan) y Rousseau (contrato social), destinadas a sustentar la tesis de la delegación del poder -de origen popular o no- en una monarquía absoluta.

Ahora bien, habiendo sido abolidas las monarquías europeas, el poder delegado a una instancia estatal no fue disuelto, sino fragmentado. Como consecuencia de esa fragmentación surgió la necesidad de su repartición entre –valga la paradoja- diversas instancias de poder, razón que a su vez hizo posible que la política moderna fuera concebida como una práctica orientada en el marco de la lucha por el poder. La lucha por el poder trajo a su vez consigo la necesidad de su reglamentación y fue así como surgieron las instituciones y constituciones republicanas que todos conocemos. De acuerdo a tal reglamentación, la república no es una institución de poder sino el campo en donde tiene lugar la lucha por el poder que es, a su vez el motivo que da sentido a la política.

"El objetivo de la política es el poder” –dice el conocido dictamen de Max Weber (1864-1920). “Y el poder reside en el Estado”, agregaría el gran sociólogo. Por lo tanto, según Weber, la lucha por el poder político es la lucha por acceder al Estado, lo que obliga a quienes buscan obtenerlo a asociarse con “partidarios”, formando partidos. Debido a esas razones, el poder político es un poder “re-partido” entre partidos que se forman para acceder al poder. En la “partición y re-partición” del poder entre y en los partidos reside el secreto de la democracia moderna.

Desaparecida o disminuida en sus dimensiones la lucha por el poder, la actividad política es convertida en simple práctica administrativa y burocrática, constatación de Weber radicalizada por Carl Schmitt (1888-1985), quien confirió a la política un sentido existencial que surge del antagonismo entre fuerzas diferentes alineadas en una relación de amigo-enemigo.

Schmitt coincide con Weber en que el objetivo del poder reside en el Estado, pero agrega que para que el poder sea realizado plenamente, un enemigo debe intentar derrotar al otro imponiendo así su soberanía, y si es necesario, sobre la constitución y las leyes. De este modo “el soberano es quien está en condiciones de dictar el estado de excepción” es decir, quien está en condiciones de terminar el juego político, aunque no siempre lo haga.

Sin embargo, Carl Schmitt no llevó a cabo la diferencia entre una relación de simple dominación y la soberanía política, tarea que apelando a otra terminología emprendió Antonio Gramsci (1891-1937) al introducir en el espacio de la lucha por el poder el concepto de hegemonía, desplazando así el lugar de la lucha política desde el Estado hacia la “sociedad civil” (concepto hegeliano). La hegemonía, según Gramsci, debe ser conquistada, antes que nada, en el plano de las ideas. De ahí la importancia que Gramsci confiere a los por él llamados “intelectuales orgánicos”. En ese contexto, Gramsci realiza la distinción entre una “clase dirigente” y una “clase dominante”. Cuando la clase dominante ya no está en condiciones de dirigir el Estado al haber perdido o no alcanzado su hegemonía sobre la sociedad, el lugar de la dominación debe ser ocupado por la clase hegemónica, o dirigente, es decir, para Gramsci la hegemonía es un pre-requisito de la dominación estatal.

Siguiendo una línea que sólo por momentos pareciera tener cierta afinidad con la gramsciana, Hannah Arendt (1906-1975) constató que la teoría política moderna no había especificado con claridad la diferencia entre el poder político y el poder que deviene de medios no políticos, como por ejemplo, de la violencia. Esa no-diferencia se encuentra incluso en una palabra alemana, Gewalt, que quiere decir poder y violencia al mismo tiempo, a diferencia de otra palabra alemana, Macht, que al venir del verbo machen (hacer) significa sólo poder (poder hacer) y luego es la más apta para el uso político.

Pero Hannah Arendt no se limitó a establecer la diferencia entre violencia y poder sino, además, otorgó a ella un carácter antagónico. En efecto, según Arendt, quien tiene poder no requiere de la violencia. A la inversa, el uso de la violencia revela ausencia de poder. La razón es que el poder se expresa en la política de un modo numérico (y no sólo hegemónico como en Gramsci). El poder, de acuerdo a Arendt, reside en las mayorías y- podríamos agregar- las mayorías son siempre hegemónicas. Hannah Arendt entiende así el concepto de poder no sólo en un sentido político-republicano sino, antes que nada, en un sentido político-democrático.

En un espacio democrático el poder no es disuelto pero tampoco reside exclusivamente en el Estado como “instrumento de dominación de clase”, premisa gramsciana- marxista que fue rebatida de modo implícito por Hannah Arendt.

Michael Foucault fue también más allá de Gramsci postulando la tesis de que el poder se encuentra atomizado en instituciones como las cárceles, las escuelas, la familia, e incluso al interior de nosotros mismos. Pero Foucault no siempre especificó si él se refería al poder político o al poder en su sentido más amplio. No obstante, el hecho de que el poder político no sólo es estatal ni sólo clasista, ha llevado a determinados autores, entre quienes se cuentan Chantal Mouffe y Ernesto Laclau, a referirse a las llamadas articulaciones hegemónicas que ocurren como un desplazamiento permanente de actores en el campo indeterminado de “lo social” y que por su heterogeneidad sólo pueden expresarse en el poder a través de significantes imprecisos y de un modo más bien simbólico.

Siguiendo una línea “arendtiana” y no “gramsciana” autores como Jacques Ranciere- de modo implícito- y Claude Lefort (1924-2010) –de modo explícito- han buscado otorgar a la lucha política por el poder un sentido deliberativo, subrayando el primero que la lucha por el poder requiere que un contendiente al menos entienda las reglas del juego como “un mal entendido” (o desacuerdo), el que para que se transforme en un “bien-entendido” (o acuerdo) precisa de una lucha que tiene lugar mediante la presentación sintáxica de los argumentos. La lucha política deviene así en lucha sintáxica. Claude Lefort, a su vez, siguiendo la crítica de Hannah Arendt a las concepciones políticas totalitarias, postula que el poder político, para que siga siéndolo, requiere de su no ocupación definitiva.

Según Claude Lefort, la caída de la monarquía, sobre todo en Francia, dejó un lugar vacío pues, al haber sido la monarquía la representación virtual del poder divino, el espacio heredado por la modernidad republicana es un poder vacío (aunque no es un vacío de poder) esto es, un símbolo de “un poder sobre el poder” que para que exista no debe ser ocupado por nada ni por nadie. Si el poder político es “vaciado de su vacío”, comienza la lucha por la libertad. De este modo Lefort refuerza el postulado de Arendt: “el sentido (último) de la política es la libertad”.

De acuerdo al postulado de Hannah Arendt, podemos hablar entonces de un poder político que oprime y de otro que nos libera. La elección entre el uno y el otro es personal y en las condiciones actuales esa elección se expresa a través del sufragio universal.



2.

Hay, sin embargo, una teoría, o mejor dicho una doctrina, que intenta contraponer una concepción del poder muy diferente a la que han sostenido los más importantes representantes de la filosofía política moderna. Dicha doctrina es la de “la democracia participativa”, doctrina representada en supuestos “concejos”, que pueden ser, según las circunstancias, concejos obreros, barriales o comunales. Los fundadores de esa doctrina fueron Lenin y Trotsky –la palabra rusa “soviets” significa concejos- pero también fue aplicada por Mussolini y Hitler, sobre todo en los barrios y fábricas.

La implantación de los llamados “concejos”, en sus más variadas formas, ha sido y es utilizada por todas las dictaduras que han emergido en nombre de una revolución (real o supuesta). De acuerdo a esa doctrina, el poder es devuelto (traspasado) al pueblo por una dictadura, poder que es ejercido teoricamente desde las bases de acuerdo a las líneas directrices dictadas por el poder central. Esa es la razón por la cual el llamado poder popular no es más que otro nombre otorgado al corporativismo estatal, y en todos los casos donde ha intentado aplicarse, no ha significado otra cosa que la estatización de las organizaciones sociales las que, mediante ese procedimiento, son puestas al servicio de una dictadura.

El poder político, por su propia naturaleza, es un poder representativo y por lo mismo delegativo. La democracia participativa, por el contrario, es una fantasía ideológica que jamás ha podido convertirse en realidad. En la mayoría de los casos no ha sido más que parte de una estrategia destinada a preservar y consolidar el poder de la clase dictatorial. Dicho en otras palabras: sólo sobre la base de una democracia representativa puede existir participación ciudadana. Sustentar la tesis de la participación en contra de la democracia representativa significa, en cambio, no sólo anular la representación; sino, además, convertir la participación (política) de los ciudadanos en una simple ficción. Y eso significa, a su vez, el fin de la política.

Pero antes que nada –y sobre ese tema hay que insistir- el poder de base, representado en supuestos concejos, no es un poder político.

El poder de los concejos populares no es político en el sentido de Weber puesto que para Weber la política es el medio para acceder al poder del Estado y los llamados concejos populares son parte del Estado. Tampoco es político en el sentido de Schmitt ya que bloquea el enfrentamiento entre bandos contrarios los cuales son disueltos al interior de las llamadas asociaciones participativas de base. En ningún caso es político en el sentido de Gramsci puesto que reducida la actividad ciudadana a la participación en concejos separados entre sí, termina la lucha por el poder central y sin esa lucha no puede haber hegemonía de nadie. Mucho menos es político en el sentido de Arendt, porque anula y oculta el poder de las mayorías. Más aún, la llamada democracia participativa expresada en concejos populares es el medio del que se sirven las dictaduras cuando éstas son minoritarias. Y ni siquiera en el sentido de Foucault el poder concejal puede ser político ya que no sólo fracciona el poder popular, sino, además, centraliza el poder dictatorial. Desde ese punto de vista, el poder político es atomizado en una multiplicidad de micro-unidades que toman la forma de un archipiélago alrededor de un continente dictatorial. Tampoco es político en el sentido de Mouffe/Laclau dado que la llamada sociedad, al estar dividada en múltiples compartimentos estancos -que eso y no más son los llamados concejos populares- no puede articularse entre sí ni formar movimientos sociales más allá de las “organizaciones de base”. Por último, no es político en el sentido de Ranciere y Lefort, puesto que el Estado al estar ocupado, ya no contiene más ese espacio vacío que hace posible la acción política y la comunicación discursiva.

En síntesis, el llamado poder popular, o de base, expresión de la así llamada “democracia participativa”, no ha pasado de ser una instancia derivada de un poder central. En esa instancia para-estatal, sus participantes obtienen la ilusión de un poder que no tienen, o que en el mejor de los casos sólo usan en discusiones absolutamente irrelevantes para la vida política de una nación.

Pero, si el llamado poder popular no es político ¿qué es? La respuesta es simple: es un poder post-político; vale decir, emerge justo en el momento en que muere la política. No hay ninguna experiencia histórica que muestre lo contrario. La democracia participativa no ha sido así más que un simulacro de participación organizada por un poder ejecutivo que monopoliza para sí las decisiones legislativas, las judiciales, las culturales y las militares. O dicho de este modo: la llamada democracia participativa representa la supresión de “lo político” en nombre de “lo social”. La democracia participativa, en fin, no es más que una metáfora utilizada por las dictaduras para llevar a cabo la expropiación política del pueblo por el Estado.

De tal modo, siempre que alguien use el término poder popular como sustituto del poder representativo, o el de democracia participativa como sustituto de la democracia delegativa, ya lo sabemos: ese alguien está postulando la necesidad de una dictadura. Cuidado.
domingo, febrero 05, 2012

Fidel Castro a la cabecera de Hugo Chávez

Castro y Chávez no son creaciones de Thomas Mann, y es dudoso que sus intercambios igualen las meditaciones filosóficas e históricas de la imaginación del novelista alemán. Pero lo que es casi tan extraordinario es la idea de dos hombres fuertes -uno de ellos un dictador brutal, el otro un aspirante a autócrata- incapacitados por la vejez o la mala salud en el único lugar donde la naturaleza de sus padecimientos puede ser mantenida en secreto.

La incertidumbre sobre la salud de Chávez

Por Jorge G. Castañeda
La foto de la noticia es evocativa: el anciano Fidel Castro al lado de un debilitado Hugo Chávez, presidente de Venezuela, quien actualmente convalesce en una prolongada y misteriosa estancia en un hospital de La Habana. Quizá estén discutiendo los agravios del imperialismo y las perennes virtudes de Simón Bolívar y José Martí.

En cualquier caso, la escena hace pensar en La montaña mágica de Thomas Mann, probablemente la novela más importante del siglo XX. La obra, que se desarrolla en la aldea alpina suiza de Davos en vísperas de la Primera Guerra Mundial, gira en torno a la enfermedad, recuperación o muerte de más o menos una docena de enfermos de tuberculosis, todos aislados en un sanatorio en las laderas de la Montaña mágica.

Personajes memorables habitan la novela. Madame Chauchat; la angustiada mujer mexicana conocida como Tous-les-Deux; y por supuesto el protagonista, Hans Castorp. Pero el núcleo de la obra son las interminables conversaciones entre dos pacientes, Lodovico Settembrini y Leo Naphta, respectivamente un idealista italiano y un jesuita cínico, acerca de la guerra, la moralidad, la vida, la muerte y la salvación del alma de Castorp.

Admito que hay una gran diferencia entre Castorp y Castro. Castro y Chávez no son creaciones de Thomas Mann, y es dudoso que sus intercambios igualen las meditaciones filosóficas e históricas de la imaginación del novelista alemán. Pero lo que es casi tan extraordinario es la idea de dos hombres fuertes -uno de ellos un dictador brutal, el otro un aspirante a autócrata- incapacitados por la vejez o la mala salud en el único lugar donde la naturaleza de sus padecimientos puede ser mantenida en secreto.

Ahí, Castro y Chávez pueden tratar de enfrentar las consecuencias de su propia desaparición, dada su absoluta dependencia mutua. En el caso de Castro, cuando menos, sabemos que ha estado enfermo durante cerca de cinco años, aunque se ha recuperado en gran parte; que tiene casi 85 años de edad y está lúcido sólo intermitentemente (según personas que han estado con él recientemente); y que no maneja ya Cuba en el día a día.

No sabemos cuál puede ser su prognosis o cuánta influencia tiene sobre su hermano "menor" Raúl, de 80 años. En principio, Raúl está comprometido con un cambio significativo en la desvencijada economía de la isla - conservando al mismo tiempo el poder total que tienen ambos hermanos.

Sabemos mucho menos acerca de Chávez, que es el punto principal de la convalecencia en La Habana, Independientemente de qué otra cosa sea cierta, la aseveración del caudillo venezolano de que pasará varias semanas en Cuba debido a una operación de emergencia por un absceso pélvico simplemente no es creíble.

Cuba no es respetada por su capacidad médica de alto nivel y alta tecnología. Podremos evaluar mejor la medicina social cubana o sus médicos descalzos cuando sea posible efectuar comparaciones internacionales.

Sea lo que Chávez padece -desde cáncer de próstata hasta una infección menor- sigue siendo un misterio. Así que la explicación más probable para que Chávez se someta a tratamiento en otro país es la necesidad de conservar el secreto. El único otro país del mundo donde la salud de un presidente se mantiene como secreto de estado es Corea del Norte, que está un poco lejos de Venezuela.

Si nada está seriamente mal con la salud de Chávez (quizá aparte de un padecimiento que podría causarle cierto embarazo personal, desde una mirada de "macho"), la atención médica sin publicidad en La Habana le permitirá mantener todo bajo control y regresar triunfante a casa, cuando los criterios médicos y políticos coincidan.

Por el contrario, si Chávez padece una enfermedad terminal, su conexión cubana le permitirá a él y a los hermanos Castro trazar una ruta para el futuro que idealmente -para el trío, cuando menos, si no para los pueblos de sus dos naciones- aseguraría la continuidad de la política y las alianzas.

Son muchas las apuestas que se han perdido en el medio siglo pasado en torno a aseveraciones de que Cuba no puede sobrevivir sin una u otra ayuda. Sin duda, Cuba depende de un masivo subsidio venezolano -divisas duras y petróleo barato a cambio de médicos, entrenadores atléticos y personal de seguridad cubanos. La pérdida de ese subsidio quizá podría ser un desafío insuperable para la supervivencia del régimen de Castro.

En forma similar, la idea misma del chavismo sin Chávez quizá sea quimérica. No tiene un sucesor viable, y todos los agentes de inteligencia y de seguridad cubanos estacionados en Caracas casi seguramente no serían capaces de volver a construir a Humpty Dumpty en la forma del hermano mayor de Chávez, Adán; o de su ex vicepresidente, Diosdado Caballero; o su ex ministro de Gabinete y principal matón, Jesse Chacón.

Si ése es el caso, La Habana y Caracas tienen un problema. Chávez llegó al poder hace 12 años. Con excepción de los Castro, es el jefe de Estado actual que más tiempo ha permanecido en el poder en América Latina. Las elecciones presidenciales están programadas en Venezuela para diciembre de 2012. Pero la desaparición del teniente coronel podría obligar a elecciones anticipadas o bien se crearía un vacío de poder en el que cualquier cosa podría suceder. Los cubanos tendrían escasa influencia en el resultado, pero su destino quizá dependa de él.

No es de extrañar, entonces, que los cubanos quieran conservar vivo y bajo su protección a Chávez, cuando menos hasta que se recupere, o que formulen un Plan B.

En tanto, nosotros sólo podemos tratar de adivinar lo que le duele a Chávez, y lo que los tropicales Naphta y Settembrini discuten en la "montaña" de una isla que ha dejado de ser mágica.

Jorge G. Castañeda, ex ministro de Relaciones exteriores de México, es Profesor Global Distinguido en la Universidad de Nueva York y autor, más recientemente, de Ex Mex: From Migrants to Immigrants
jueves, junio 30, 2011

Bin Laden y Che Guevara

"El presente texto lo escribí en el 2003 y fue publicado en diversos medios. Hoy lo publico nuevamente. La razón es que hoy es aún más actual que ayer. Hay, en fin, textos que aguardan su momento", dice Fernando Mieres




Por Fernando Mires | 4 de Mayo, 2011
Bin Laden y Che Guevara han sido comparados varias veces por los medios de comunicación hasta el punto de que se ha sugerido insistentemente que Bin Laden es el Che Guevara del mundo islámico. Por supuesto, las izquierdas tercermundistas (o sus restos) se defienden de tan macabra comparación. ¿Cómo comparar a ese asesino terrorista como Bin Laden con ese revolucionario racional, ateo y secular, lleno de idealismo y de amor por los pueblos y la humanidad que era el Che Guevara?
No obstante la comparación es posible si se entiende que comparar es un procedimiento que lleva a establecer listados de semejanzas pero también de diferencias.
El conocimiento es esencialmente comparativo y no podemos acceder al conocimiento de ningún objeto si no establecemos su identidad, la que sólo se puede lograr mediante relaciones de semejanza y diferencia con otros objetos. Por lo tanto, está claro que Bin Laden no es el Che, porque son muchísimas las diferencias que los separan. Sin embargo también hay semejanzas; algunas de ellas son: el marcado carácter antipolítico de ambos, el culto a la violencia que los caracterizaba y el antinorteamericanismo que casi religiosamente profesaban.
Terroristas, guerrilleros, soldados y políticos
La principal diferencia, a mi juicio, reside en la identidad particular de cada uno de ambos combatientes: Bin Laden era un terrorista, Che Guevara un guerrillero, y entre terrorismo y guerrilla hay diferencias.
Para esclarecer de modo más preciso las diferencias es necesario distinguir por lo menos cuatro tipos de combatientes: el terrorista, el guerrillero, el soldado, y el político.
Afinando un poco más todavía la distinción: el terrorista equivale al período salvaje de la humanidad; el de la destrucción por la destrucción, cuando no importan las muertes de los no combatientes; y en el caso más radical, que era el del terrorismo de Bin Laden, donde la propia vida no cuenta. La guerra del terrorista es total; es destrucción y autodestrucción a la vez; es, en breve, el triunfo definitivo del principio de muerte sobre el de vida.
La guerrilla en cambio corresponde históricamente con el período de la barbarie, cuando hordas organizadas designaban destacamentos para compensar mediante la astucia y la sorpresa la superioridad militar de los ejércitos enemigos que residían en las grandes ciudades, centros de poderosos imperios.
El soldado, a su vez, es un combatiente a quien se compensa mediante dinero, o simplemente bienes, por su participación en la defensa y expansión de las naciones; se trata, en consecuencia, de un guerrero instrumental quien para combatir no necesita odiar al enemigo pues combatirlo es su profesión.
El guerrillero, a diferencia del soldado, no habitaba en las ciudades. El fenómeno de las guerrillas urbanas es moderno y tiene que ver fundamentalmente con el intento de llevar la guerra a los recintos urbanos para penetrar o infiltrar las ciudades con el “virus” de la guerra. En ese sentido la guerrilla moderna ha aprendido del terrorismo, que sí ha sido tradicionalmente urbano.
Cuando la guerrilla o el terrorismo urbano no actúan en contra de una dictadura, esto es cuando realizan sus actos en contra de regímenes políticos y democráticos, se produce la des-poli-tización de la polis, hecho que rara vez lleva al triunfo del terrorismo o de la guerrilla y que más bien lleva, ante la ausencia de vida política, al apoderamiento de la ciudad de parte de los demagogos que, como constataba Aristóteles (1962), casi siempre anteceden a los tiranos. El populista y el militar acceden a la política cuando ésta se encuentra en estado de degradación. La historia reciente de los países latinoamericanos está llena de casos que comprueban dicha tesis.
Por último, el político es el combatiente que ha abandonado la guerra pero no su lógica pues un político que no es polémico es un mal político. Como decía Carl Schmitt (1996, p.34) la diferencia entre el soldado y el político no reside en que este último no combate, sino en el hecho de que el político se encuentra permanentemente combatiendo a diferencia del soldado que sólo lo hace de modo ocasional, es decir, en épocas de guerra que, se supone, son las de excepción. La política, en tanto vive del antagonismo, al igual que la guerra, se diferencia de esta última en los medios de combates: las palabras. La política es, dicho en breve: guerra gramaticalizada.
La tipología expuesta no debe ser entendida de modo vertical o como etapas históricas que se suceden y excluyen. De la misma manera, el salvajismo y la barbarie coexisten en medio de la civilización y en muchos casos se sirven de la política. Me atrevería a decir que ni salvajismo ni barbarie son erradicables de la vida social (basta leer los periódicos) aunque sí es posible reducir sus dimensiones, si es que tales expresiones se encuentran bajo la hegemonía de la cultura y de la política. De la misma manera, los límites que separan a un momento del otro son a veces muy difusos.
Suele ocurrir, y este era el caso del Che Guevara (o de Mao) que la actividad guerrillera es concebida como un momento que llevará, en una fase más avanzada de la lucha, a la transformación de la guerrilla en un “ejército popular” cuyo objetivo será restaurar un Estado Político (objetivo que nunca los ejércitos llamados populares han cumplido). En ese sentido “potencialmente” político, el Che se diferencia radicalmente de Bin Laden, quien no se planteó ninguna fase superior en el desarrollo de una lucha armada al mandar destruir las torres gemelas. Más todavía: los terroristas de Bin Laden no dejaron ningún mensaje; algo que jamás haría un guerrillero quien utiliza sus acciones como propaganda. El terrorismo, en cambio, comienza y termina con la muerte; e incluso, con la muerte del terrorista. Suele ocurrir también que los ejércitos más profesionales, al verse envueltos en la lucha, se transforman en hordas bárbaras e incluso salvajes, cuyo único objetivo es la destrucción y el saqueo. Hay muchos films de guerra, principalmente norteamericanos, que dan cuenta de ese proceso regresivo, y de ellas, Apocalipsis Now de Francis Copola continúa siendo un clásico de rango superior.
La antipolítica
Mas, no sólo a partir de las diferencias sino también de las semejanzas es posible establecer una comparación entre Che Guevara y Bin Laden. Como ya ha sido dicho, una de las principales semejanzas reside en el carácter definitivamente antipolítico de ambos combatientes. Esa actitud antipolítica no se deduce sólo de la condición guerrera. También del hecho de que en ambos la guerra se emancipa de toda instancia política hasta el punto de que no dejan ninguna posibilidad para reciclar la violencia militar y convertirla en polémica política, y eso quiere decir que tanto en el terrorismo de Bin Laden como en la guerrilla del Che la guerra adquiere una significación total, aunque, hay que precisar, en Bin Laden desde un comienzo y en Che Guevara como parte de un proceso más bien evolutivo.
De este modo, mientras Bin Laden se propuso destruir todos los espacios que llevan a la política, ya sea en el mundo islámico, ya sea en Occidente, Che Guevara, al declarar la revolución en estado de permanencia y al declararse él mismo como revolucionario permanente, realizó una rotunda negación de cualquier práctica que condujera a la reactualización de la política, factor determinante en la rotunda derrota militar que experimentó Guevara y el guevarismo.
Hay tres momentos que llevan a la negación de la política. El primero es el establecimiento de una dictadura. El segundo es la guerra. El tercero: la revolución. Curiosamente los tres han sido realizados con el supuesto objetivo de restaurar las condiciones políticas, objetivo que raramente ha sido cumplido. Ahora bien, los tres momentos se encontraban perfectamente sincronizados en la ideología que profesaba Guevara y el guevarismo y, hay que decirlo, esa idea era seguida por gran parte de la izquierda no comunista, tanto latinoamericana como europea. De acuerdo a los principales postulados, esa idea se trataba de realizar una guerra revolucionaria que, en un momento determinado de la lucha, debería tomar la forma de una insurrección popular o revolución social, comandada por un ejército de vanguardia cuyo objetivo sería implantar una dictadura revolucionaria para así destruir el capitalismo y construir el socialismo.
El triunfo de la ideología sobre el pensamiento
Siendo negada la política su lugar no puede sino ser ocupado por la ideología, y eso caracteriza tanto al Che Guevara como a Bin Laden.
Naturalmente es posible argumentar que Bin Laden –a diferencia del Che que adscribía a una ideología “científica” el marxismo– adhiere a una religión. No obstante, basta consultar a cualquier entendido en teología islámica para saber que el Islam de Bin Laden tiene que ver tanto con el Corán como el marxismo de Guevara con “El  Capital” de Marx; es decir, nada o casi nada.
Una ideología se alimenta, por decirlo así, de “elementos” aislados extraídos ya sea de una religión o de un conjunto teórico que los organiza en sistemas cerrados de los cuales se deduce la realidad y no al revés. Al interior de una ideología, tanto conceptos como teorías entran en un proceso de petrificación de modo que las personas que ya han sido poseídas por una ideología muestran una falta de flexibilidad cada vez mayor, tanto en su carácter como en sus palabras y actos, lo que les imposibilita comunicarse dinámicamente con otras personas (Mires 2002). Esas son, en general, las características principales de los militares, de los dictadores, de los profetas y santos, y no por último, de los revolucionarios permanentes.
Llegará así un determinado momento –y ocurre cuando la ideología realiza una posesión total sobre la mente–, cuando las personas ideológicamente poseídas entrarán en un radical proceso de descorporización. La similitud de los rostros de Bin Laden y del último Guevara con el de los santos místicos medievales de Occidente, es más que notable, hecho que explica por qué tantos cristianos latinoamericanos se sintieron fascinados por Guevara y el guevarismo, del mismo modo que muchos jóvenes islámicos han creído ver en Bin Laden el iracundo renacimiento del profeta. El reino de los profetas –sean estos religiosos, terroristas o revolucionarios– no es de este mundo. Esa renuncia al mundo la realizan los profetas abandonando sus riquezas, sus profesiones, sus mujeres y sus hijos, llamados por las voces que le indican desde el más allá –un más allá que sólo se encuentra dentro de ellos– las misiones que han de cumplir en esta tierra.
Pero la política sí es de este mundo, y no pertenece a ningún lugar que no sea de este mundo. No hay, efectivamente, nada más mundano que la política, la que para realizarse requiere de la luz pública, donde nos vemos todos, frente a frente los unos con los otros; y los nos-otros con los vos-otros quienes, para resolver nuestros interminables antagonismos, nos partimos en “partidos”.
La política no puede realizarse en selvas o en montañas sino en esas ciudades que nos convierten en ciudadanos, quienes al vivir unos tan cerca de los otros debemos resolver nuestros conflictos de modo no armado pero sí mediante argumentos que vienen de las opiniones que, a su vez, vienen del pensamiento. La política, en fin, es el lugar en donde convertimos nuestras pasiones, o nuestros deseos de amor y odio, en intereses e ideales. Eso explica porque los profetas son personas con una capacidad ilimitada de amor pero también de odio; pero de un odio que lleva no sólo a la destrucción de los demás, sino de sí mismos. Los profetas mueren relativamente jóvenes, ejecutados o asesinados.
Con la excepción de Bin Laden pocos seres han amado y odiado tan intensamente como el Che Guevara. En su carta de despedida a sus hijos, antes de inmolarse de puro amor por los pueblos, escribía el Che:
“Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario” (Guevara, 1970, p.696).
Esa, la del Che, es también la mejor cualidad de un cristiano: asumir el dolor de todo el mundo. Palabras místicas que muestran de qué modo la revolución hace regresar a sus héroes desde el espacio político al pre-político que, por serlo tal, no puede ser sino religioso.
El amor al prójimo convertido en expiación y sacrificio lleva a la creación de un “hombre nuevo”, una especie de “santo armado” al que, por su amor al mundo, le está vedado descender a los amores simples de esta tierra. Son muy conocidas las palabras del Che en su ya mítico El hombre y el socialismo en Cuba:
“Déjenme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor (…) Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita” (p. 382)
Apología del odio
Pero cuanto mayores son los sentimientos de amor a los pueblos mayores deben ser los sentimientos de odio a sus enemigos. El hombre pre-político, en un momento determinado, debe llevar su amor y su odio hacia la destrucción ya no sólo del enemigo sino de sí mismo. Ese mundo despolitizado donde el odio-amor impone su dictadura no deja al final más alternativa que la muerte: una muerte recibida con mística, éxtasis y amor. Sobre las cenizas ardientes de los cadáveres mutilados nacerá la esperanza redentora de un mañana que para que sea posible debe renunciar al “hoy día”. Citando de nuevo al Che Guevara:
“El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal (….). Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve; a su casa, a sus lugares de diversión, hacerla total (….) Eso significa una guerra larga; y lo repetimos una vez más, una guerra cruel” (Ibíd. pp. 596-597)
El ser humano convertido en una efectiva, violenta y fría máquina de matar que lleve la muerte a la casa y a los lugares de diversión del enemigo en el marco de una guerra total de larga duración fue el legado del Che que afortunadamente casi nadie ha querido heredar en América Latina (al fin y al cabo, un continente occidental) pero que, en otros lugares del mundo lo están cumpliendo los terroristas islamistas llevando su mensaje de odio y muerte; sin contemplaciones, sin descanso y sin piedad. Ese mensaje del Che muestra también el proceso de degradación que vivía la izquierda revolucionaria latinoamericana del cual él era su representante más simbólico.
Surgida la guerrilla del Che como una forma de lucha armada con una conducción político-militar, se despidió, en el proceso de lucha, de todos sus contenidos políticos iniciales, permaneciendo sólo los militares los que sin conducción política llevan a transformar la lucha guerrillera en simples actos de terror, como fueron los que encomendó Bin Laden a sus ángeles de la muerte. Mientras la política representa el triunfo colectivo del principio de vida, el terror organizado –lo más contrario a la política– representa el triunfo definitivo del principio de muerte hasta el punto de que los santos del terror se enamoran perdidamente de la muerte, a la que terminan declarando, poéticamente, su amor. Ese fue el destino final del Che Guevara, quien además lo dejó consignado en las siguientes palabras:
“En cualquier lugar donde nos sorprenda la muerte bienvenida sea (las cursivas son mías), siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos, con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria” (Ibid, p. 598).
Con esa intención Guevara ya había firmado su derrota antes de comenzar a luchar. Porque una guerra total, que no tiene término, ni perspectiva, y que deslocaliza radicalmente a sus enemigos, sólo puede llevar a la muerte de quien la proclama, pues si el enemigo está en todas partes también puede estar en uno. Esa proclamación febril sólo puede ser comparable con aquella otra emitida por Bin Laden desde las montañas afganas:
“A América y su gente les digo unas pocas palabras. Juro por Dios que América no vivirá en paz hasta que la paz no reine en Palestina y hasta que todos los ejércitos de los infieles no salgan de la tierra de Mahoma, la paz sea con él. Dios es el más grande y gloria al Islam.”
Che Guevara inició “su” guerra a partir de un análisis político, equivocado o no, pero político. De acuerdo a ese análisis, avalado por ciertas teorías “científicas” de la dependencia, el capitalismo había agotado sus posibilidades en América Latina y sus burguesías estaban ya entregadas al imperialismo. Luego: combatir a esas burguesías no nacionales, significaba, de acuerdo a su evaluación, combatir al imperialismo. Se trataba, por lo tanto, a su juicio, de una guerra justa. Como era justa, al foco guerrillero se irían plegando las muchedumbres de andrajosos, humillados y ofendidos de todo el continente, es decir, Guevara buscaba ordenar detrás de sí a la mayoría popular en el marco de una guerra irregular y prolongada cuyo objetivo era transformar la guerrilla en un ejército popular: nacional primero y continental después. No obstante, esa guerra originariamente política asume en un momento determinado un carácter puramente militar y por lo mismo es despojada de límites y perspectivas. Y sin política, aparecen las pasiones, expresadas en sentimientos salvajes de amor y odio.
El odio al enemigo llega a ser tan grande en el Che, que alcanza el punto en que ordena asesinar al enemigo, no sólo en los campos de batalla sino donde se encuentre, es decir, teóricamente el Che ya no diferenciaba entre soldados y civiles, y esa es la principal característica del terrorismo.
El enemigo, para el terrorismo, es total, con o sin uniforme. Alcanzado ese momento, la guerra del Che perdió incluso su carácter militar y se transformó en puro terror. Al no encontrar límites que lo contuvieran, ese terror se vuelve, tarde o temprano, contra quien lo profesa, hecho que explica porque el Che terminó su campaña dando la bienvenida a la muerte que no era otra sino su propia muerte. Incluso terminó creyendo en la resurrección de los cuerpos, representada en esas miles de manos imaginarias que empuñarán las armas de los caídos. Así, el Che regresó, antes de morir, a la más antipolítica de todas las visiones, a las de la magia, es decir, a la renuncia absoluta de la razón. Quiero afirmar, en fin, que el Che terminó su camino ahí justo donde lo comienza Bin Laden: en el culto al principio de la muerte.
No obstante, quisiera terminar esta comparación reiterando una diferencia: el Che nunca se refugió, como lo hizo Bin Laden, detrás de las espaldas de algún supuesto Dios. Hasta el momento de su destrucción, asumió él mismo la responsabilidad de sus actos y pagó, con su trágico destino, dicha decisión.
*****
Referencias bibliográficas
Aristóteles, La Política, Espasa Calpe, Madrid 1962
Guevara E. Obras, Casa de las Américas, La Habana 1970
Mires F. Crítica de la Razón Científica, Nueva Sociedad, Caracas 2002
Schmitt C. Der Begriff des Politischens, Duncker § Humblot, Berlin 1996. Trad. esp. El Concepto de lo Político, Alianza Editorial, Madrid 1992

Fuente: Prodavince


miércoles, mayo 04, 2011
Older →

Un espacio para las ideas...

Con tecnología de Blogger.

Ads Top

160x600

Like and share

Top Menu

[img src="http://3.bp.blogspot.com/-XnuiloUNOA0/VTrt2fyh4eI/AAAAAAAAAa4/Wro4KB-_5CM/s1600/SNewsLogo.png"/] The second monster followed the first, and at that the artilleryman began to crawl very cautiously across the hot heather ash towards Horsell. He managed to get alive into the ditch by the side of the road, and so escaped to Woking

Facebook

Search This Blog

Find Us On Facebook


Stay Connected

Instagram

Social Share

300x250

Video Of Day

Nombre

Header Ads

Popular Categories

0pinión Acción Democrática Actualidad Adolfo Rodríguez Africanía Alexis García Muñoz Alí Almeida Alicia Ponte-Sucre Alirio Acosta Analisis Análisis Andres Oppenheimer Andrés Rojas Jiménez Ángel Lombardi Boscán Ángel Rafael Lombardi Boscán Angelo Donnarumma Anibal Romero Antropocultura Arcadio Arocha Argenis Ranuarez Armando González Segovia Arte Artículo Arturo Álvarez D´ Armas Arturo Alvarez D´Armas Ascensión Reyes R Aura Marina Betancourt Autores Bret Stephens Carlos Alberto Montaner Carlos Belisario Carlos Malamud Carlos Maldonado-Bourgoin Carlos Raúl Hernández Christopher Hitchens Ciencia Contacto Crítica Crónica Dani Rodrik Daniel R Scott Darío Laguna David Brooks DAVID TRUEBA Derecho Diego Márquez Castro Domingo Silo Rodríguez Trujillo Edda Armas Eddie Ramírez Edgardo Malaspina Edgardo Rafael Malaspina Guerra Eduardo Galeano Eduardo López Sandoval Educación Eleonora Gosman Elias Pino Iturrieta ELÍAS PINO ITURRIETA ELÍAS PINO ITURRIETA | ELÍAS PINO ITURRRIETA En portada Ensayo Entrevista Ernesto Andrés Fuenmayor Ernesto Ochoa Moreno Esteban Emilio Mosonyi Farid Kahhat Fausto Masó Felipe Hernández Felipe Hernández G Felipe Hernández G. Felipe Hernández. Félix Celis Lugo Fernando Henrique Cardoso Fernando Mires FERNANDO NAVARRO Fernando Rodríguez Mirabal Fidel Castro.NINOSKA PÉREZ CASTELLÓN Foto Francesco Manetto Francis Fukuyama Francisco Olivares Franklin Santaella Isaac Fritz Thomas Gabriel Tortella Gisela Kozak Rovero Gloria M. Bastidas Gustavo Valle Harrys Salswach.- HÉCTOR ACOSTA PRIETO Henri Tincq Historia Historiografía Historiografìa Ibsen Martínez Immanuel Wallerstein Jacques Attali Jacques Benillouche Javier Díaz Aguilera Jean-Paul Brighelli Jeroh Juan Montilla Jerónimo Carrera Jesus Jesús Cepeda Villavicencio Jesús Piñero JESÚS SANCHO Jon Lee Anderson Jorge G. Castañeda José Aquino José Camejo José Luis Centeno José Manuel Aquino José Obswaldo Pérez José Obswaldo Pérez Juan Flores Zapata Juan José Hoyos Julio Londoño Paredes Karelbys Meneses La Revista Laura Weffer Cifuentes Leonardo Rodríguez Libro Libros Literatura Luis Almagro Luis Eduardo Viso Luis Pedro España N Luis Vicente León Manuel Esteban Díaz Manuel Soto Arbeláez Manuel Vicente Soto Arbeláez Manuel Vicente Soto Arbeláez. Marinela Araque Martín Guevara Martín Yeza Mary Roach Massimo Pigliucci Máximo Blanco Michael Dobbs Microbiografía Microbiografías MIRLA ALCIBÍADES Misael Flores Misael Flores. Mundo Nancy El Darjani Nelson Rivera Oldman Botello Opinión Opinón Opinòn Orlando Medina Bencomo Óscar Henao Mejía osé Obswaldo Pérez Pablo L. Crespo Vargas Pablo Pérez Pablo R Pedro Benítez Pedro García Cuartango Pedro Salmerón Pedro Sivira Pensar Educativo Pérez Aragort Perfil Periodismo Personajes Pierre Buhler Por Daniel R Scott Portada Publicaciones Rafael Arráiz Lucca Rafael Gallegos Ramón Cota Meza Rebeca Chaya Reinaldo Bolívar Reinaldo Rojas Relato Robert J. Shiller Rogelio Núñez Roger Herrera Rivas Sadio Garavini di Turno Sergio Ramírez Simón Alberto Consalvi Sociedad Tomás Straka Topnimia Toponimia Trino Márquez Ubaldo Ruiz Uta Thofern V. Loreto Valle de la Pascua Video William Neuman William Ospina Yegor Firsov Yoani Sánchez Yuriria Sierra

Facebook

Follow Us

Ads

Ad Banner

Recent Posts

test

Ads

randomposts

ABOUT ME

I'M SOCIAL

Adbox