Acerca de la cuestión agroalimentaria venezolana (quince)
En el análisis del consumo, el otro factor estratégico a considerar lo constituye el poder adquisitivo del consumidor, severamente afectado por la crisis multidimensional que se prolonga en el tiempo, sin que se vislumbren salidas concertadas y consensuadas en los planes políticos y económicos
Por Jesús Cepeda Villavicencio
Con la presente entrega, donde abordamos y conceptualizamos los dos últimos subsistemas que conforman todo el andamiaje que hemos denominado sistema agroalimentario venezolano (SAV), culminamos el eje número tres, de los cinco establecidos como propuesta innovadora de políticas para la atención del SAV, y con ello formalizamos lo que se ha denominado la visión de sistema de sistemas (holística), la cual debe y tiene que conformar la base de una nueva interpretacion y valoracion de lo que hasta ahora, ha sido la metodología para la medición de la importancia cualitativa y cuantitativa de las actividades agropecuarias.
VI.- EL SUBSISTEMA DE LA INFRAESTRUCTURA AGROINDUSTRIAL:
Este subsistema lo conforma toda una amplia gama de redes de industrias, cuyo fin y propósito no es otro que el procesamiento de la materia prima de origen agropecuario, y la respectiva añadidura de valor agregado, para que esta, pueda estar apta para el consumo. Aquí se incluyen a todos los complejos agroindustriales cerealeros (arroz, maíz, sorgo y demás cereales), las plantas oleaginosas, procesadoras de pulpa de frutas, las torrefactoras de café, los centrales azucareros, las pasteurizadoras de leche y de procesamiento industrial del queso, los mataderos industriales y beneficiadoras de variados tipos de carnes, pescados y mariscos, y en menor escala las empaquetadoras de granos, etc.
En términos generales se puede afirmar que el desarrollo agropecuario de un pais, es medido por su capacidad y potencial agroindustrial, y este a su vez, es el que permite y hace posible el impulso de las políticas sustitutivas de importaciones en el área respectiva, (paso previo en la sustentabilidad de una actividad exportadora con visos de competitividad)..
Históricamente la relación entre los gremios de productores y agroindustriales, no ha funcionado con la racional cordialidad que debe imperar entre dos entidades que se necesitan mutua y biunivocamente, sin embargo, se puede decir con cierta propiedad, que la grave crisis por la que atraviesan ambos componentes en los últimos años, ha dado lugar a una disminución de estas tensiones, o por lo menos las ha atenuado, por más intriga que el gobierno impulse para exonerarse de responsabilidades, fomentando discordias, de manera que la presión de los productores por precios justos para sus productos, recaiga sobre la agroindustria, como recientemente observamos con mucha preocupación en distintas regiones agrícolas del pais.
Al igual que el agrocomercio, la agroindustria constituye un engranaje fundamental en todos los diseños de planes para el SAV, diagnosticar su capacidad instalada es un elemento clave para poder medir, no solo la posible expansión del horizonte primario de producción, sino que la manufactura, debe ser vista como uno de los principales epicentros de cualquier estrategia de desarrollo.
La apreciación anterior se reafirma, al visualizar el peso específico que tiene la manufactura agroindustrial; en términos de su contribución al PIB de la industria nacional, y a su representación en el capital y la generación de empleos, que en el caso venezolano la podemos situar en, 36%, 32%, y 25% respectivamente, según el BCV y conindustria.
VII- EL CONSUMO FINAL:
Este subsistema debe ser analizado desde dos ópticas; la primera ya fue discutida en el capítulo número cuatro, donde resaltamos la emergencia humanitaria compleja por la que atravesamos, y se cuantificó la situación en relación a; los medios de vida de la población, su inseguridad alimentaria y la desnutrición que padece. Ineludibles hechos atribuibles a una crisis profunda en materia de consumo alimentario. La segunda la desarrollamos en los siguientes párrafos.
El objetivo fundamental de la producción agropecuaria, como ya lo hemos afirmado, no es otro que la creación de bienes alimentarios destinados a satisfacer las necesidades humanas. Un pais tiene dos fuentes desde donde puede proveer la cuantía alimentaria oportuna y suficiente, para garantizar su seguridad alimentaria; la producción nacional o las importaciones, un adecuado balance de estos dos aspectos debería ser la norma que regule el consumo de alimentos, desde esta perspectiva se orienta uno de los principales objetivos-metas, que se plantean como propuestas de ley y de planes, los que a su vez, serán objeto de discusión en los capítulos finales de esta serie (si en un lapso perentorio de mediano plazo, logramos que el consumo nacional, sea suplido mediante la siguiente inecuación; una producción nacional no menor al 70%, combinada con unas importaciones que no superen el 30%, estariamos dandole un gran impulso a nuestros productores, y se generaría una gran estabilidad en las regiones agrícolas de la nación.
Por otro lado, hay que destacar que una alícuota de la producción nacional puede estar destinada a las exportaciones (con la finalidad de generar divisas y disminuir el crónico déficit de la balanza comercial agrícola), en este caso estaríamos contribuyendo con la satisfacción parcial, de la demanda alimentaria de consumidores no nacionales. Este aspecto también constituye un elemento clave en la búsqueda del respectivo equilibrio productivo, más aún si consideramos que el déficit en la balanza comercial agroalimentaria, históricamente ha sido cubierto por la factura petrolera, que hoy no existe, por las razones que todos conocemos. Equilibrar esta balanza también es otro objetivo-meta, de las propuestas para el ordenamiento y reinstitucionalización del SAV.
En Venezuela, el consumidor final debe ser conjuntamente con la producción primaria, el binomio jerárquico de toda la planificación que se propone, ellos conforman los polos que definen la transversalidad de la visión holística, que elevamos a la consideración nacional; el enfoque de “sistema de sistemas”, escenario que encierra enormes retos, complejidades y desafíos, pero que resulta imposible de soslayar, dentro de la moderna concepción que albergamos en el rostro de la Venezuela futura.
En el análisis del consumo, el otro factor estratégico a considerar lo constituye el poder adquisitivo del consumidor, severamente afectado por la crisis multidimensional que se prolonga en el tiempo, sin que se vislumbren salidas concertadas y consensuadas en los planes políticos y económicos, cuyo impacto lo pudimos apreciar cuando se hizo referencia de ello en la entrega número cuatro, estos impactos nutricionales reflejados en los retardos de talla y peso de nuestros niños y ancianos, son el corolario del desmesurado incremento de la pobreza general que nos asiste, tal como lo testimonian periódicamente las encuestas ENCOVI, que divulgan tres prestigiosas universidades nacionales (UCV, USB y UCAB). De manera que toda propuesta en el ámbito agroalimentario pasa por la necesaria correlación con la normalización de las políticas macroeconómicas del pais, también citadas en entregas anteriores, y constituidas como el primero de los cinco ejes temáticos que se han definido en la discusión del SAV, para que se pueda pensar con responsabilidad y seriedad, en un consumidor capaz de poder adquirir los bienes alimentarios en cantidad y calidad, que demanda su estándar nutricional.
Con este apretado resumen, concluimos lo relativo a los subsistemas que se han definido en la configuración del SAV. En la próxima entrega abordaremos lo relacionado con las ocho disyuntivas de la ruralidad, tal como se plantea en la actualidad con la agenda 2030 y los objetivos del desarrollo sustentable, a los que nos hemos referido como el cuarto eje temático.
RUMBO A LAS PRIMARIAS DE LA UNIDAD DEMOCRÁTICA VENEZOLANA.
Jesús Cepeda Villavicencio es ingeniero agrónomo, MsSc en Desarrollo Rural, doctor en Ciencia de la Educación, profesor universitario jubilado, ensayista y político.